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El despertar de un alfa.

—Se...señor, hable con su madre... Ella... Ya sabe de esto...

Héctor se sulfuro al instante y estaba por golpear al hombre tembloroso, cuando una voz particularmente dominante y particularmente amenazadora se escuchó.

—¡Ya basta! ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡¿Eres humano acaso?! ¿Como puedes ordenar tan cínicamente que maten a tu esposa?

Aunque no pudiera expresar la sátira que sentía al escuchar eso, Héctor simplemente desvió la mirada.

Un hombre de 29 años, lleno de confianza, porte y fuerza, hábil peleador y tirador, por ende, dueño de un cuerpo de infarto, sumándole un atractivo invisible y cautivador. Parecía un mocoso caprichoso al lado de su madre.

Sin embargo, ésta poco sabía, el desastre que su hijo luchaba fervientemente por cubrir.

*******************

-¡¿Ome...?! ¡¿Qué?!

Preguntó Barbara completamente perdida.

—Dominante señora.

El doctor suspiro profundamente en la sala de juntas en la que solo se encontraban Barbara y su hijo y comenzó a explicar.

—Desde hace alrededor de 50 años, han aparecido cierto tipo de personas “especiales”, estas se distinguían, por cierto “aroma” que podían percibir entre ellas. Es como en el reino animal, en el que los machos huelen a las hembras a cientos de metros y, hasta kilómetros de distancia.

Usted sabe que es...

—Feromona.

Interrumpió ella cortante, el medico tratando de mantenerse tranquilo y serio asintió afirmativamente.

—Así es, ahora. Entre los humanos. Hay algo parecido a otras “sub-especies” que hemos denominado, como Alfa, Omega y Beta. Los Alfas, son capaces de oler a otro Alfa y/o Omega a corta, mediana y larga distancia, dependiendo del poder invasivo que tenga la feromona del usuario. Los Beta, somos nosotros, que hemos existido básicamente desde la primera aparición del hombre en la tierra.

Ahora, a diferencia de los Omegas que solo son capaces de inducir el celo, con palabras más claras, atrayendo sexualmente a los Alfas. Estos últimos, son capaces de incluso noquear a cualquiera de los dos, si su feromona es más fuerte que incluso otro Alfa.

Muy bien. Se ha comprobado, que un Alfa, puede fecundar sin problema y con una sola copulación a cualquiera de las otras dos especies. Ya sea un Omega o Beta, desafortunadamente entre ellos no, por el choque de dominio entre ellos. Un emparejamiento entre Alfas, tardaría más tiempo en procrear, pero no es imposible.

Ambos, son extremadamente raros, sin embargo, ambos géneros ya sea hombre o mujer pueden... embarazarse...

Todo quedó en absoluto silencio unos segundos hasta que....

—¡Jajajajajaja! ¡¿Estás bromeando?! ¡Jamás creí que un científico tan serio como usted caería en esas tonterías! Jajajajaja.

El hombre ya previendo esa situación solo permaneció en silencio y miro un poco avergonzado a Héctor. Obviamente, no pasó mucho para que Bárbara lo notara.

Al instante, el lugar se quedó en un silencio sepulcral.

—Demonios... Hijo... ¿Tú...?

Pregunto ella girándose en su dirección con mucho cuidado. Héctor se lamió las muelas y mordió su lengua levemente con una expresión de molestia. Bárbara se puso de pie en un instante y consternada lo miro de pies a cabeza.

—¡¿Tu eres...?!

Armando, el medico, se aclaró la garganta y continuó.

—Señora, el señor Héctor, forma parte del más bajo porcentaje que existe hoy en día. Él, es un Alfa.

Con cierto grado de alivio, Bárbara exhaló el aire que no sabía que había contenido.

—¿Qué tipo de aparato reproductor tienen?

Ambos, se quedaron sin palabras ante la pregunta. No obstante, Armando respondió honestamente.

—Bueno... los hombres Omega, tienen dos entradas, más su miembro, una de ellas es la cual...

— Conecta a un útero supongo.

Armando asintiendo como pollito que picotea arroz, continúo emocionado.

—Como hemos visto, los embarazos de hombres Omega, aunque han sucedido, no ha habido más de dos casos exitosos de alumbramiento. Esto se debe a que...

—Sus cuerpos que no son aptos, no se adaptan al crecimiento del feto...

Casi queriendo lanzar fuegos artificiales, debido a que alguien lo estaba tomando con verdadera seriedad en años, Armando asintió nuevamente. Bárbara prestando total atención mientras masajeaba las yemas de sus dedos al analizar, le hizo una señal para que continuara.

—Ahora... Lo concerniente a la señora Liliana... Bueno....

Ahora sí, sintiendo casi una daga en su cuello debido a la mirada amenazante de Héctor, se estremeció, pero continuó con el poco valor que le quedaba.

—Bueno.... Ella.... Puede ser nuestra primera Omega dominante de la historia...

**********

Liliana sentía un dolor terrible en todo el cuerpo.  No podía moverse y todo a su alrededor daba vueltas.

No sabía cuánto tiempo había pasado, y ni si quiera tenía noción del tiempo. Pero de lo que sí estaba segura, era de que su suegra la había salvado nuevamente.

—No lastimaré a quienes me hayan, ayudado...

Se dijo a sí misma en sus adentros.

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—Entonces, ¿Estás diciendo que la Omega dominante es capaz de mantener a raya, ya sea Beta, otros Omegas e incluso Alfas?

—Así es señora, aquí hay otro punto muy importante, el cual es, que solo se puede embarazar, si ella permite la fecundación. Si el alfa, llegara a intentarlo por la fuerza, solo se lastimaría a sí mismo.

Y, agregando, que el “lazo” o marca... bueno, el del mayor dominio es el que llevaría el control. En este caso, si el señor... marcara a la señora.... la que tendría el control absoluto sería ella.

Las feromonas del Alfa serían perceptibles para intimidación, más no para celo. El Alfa sería incapaz de copular con otra persona que no fuera su Omega y, si tratara de eliminar el lazo por la fuerza, sería en único que recibiría un severo daño.

Y, el más destacable y probable, sería un daño cerebral severo de por vida.

Armando, que había seguido con un gran discurso, por fin pudo respirar un poco más. Barbara se giró hacia su hijo y entrecerró los ojos.

— Entonces tú, no quieres que ella intervenga usando sus feromonas contigo y tu ramero.

Armando tragó y casi quiso desaparecer. Era plenamente consciente de las intenciones de Héctor, pero por ningún motivo, permitiría que un milagro para la naturaleza como lo era Liliana, se perdiera por un capricho absurdo.

Héctor, con su expresión fría y completamente irritada, la miró directamente. Por un segundo, Bárbara al ver a su hijo, notó algo muy peculiar. Tal vez, porque no tenía idea antes, sin embargo...

Una leve sensación de despertar se activó dentro de ella. Después de unos momentos de reflexión se giró nuevamente a Armando.

—¿Cómo puedo distinguir a un Alfa?

Este se quedó un poco confundido, pero respondió sinceramente.

— Mmmm, como puede ver, su hijo es un hombre fornido, atractivo no solo físicamente, sino que es capaz de hacerse notar incluso sin hablar. Eso en parte es a causa de su dominio natural.  Aunque los Betas no percibimos sus feromonas, fisicamente podrían considerarse seres superiores, son capaces de realizar erjercicios ya sea fisicos o mentales con una sola demostración y, por ende sus habilidades fisicas y mentales son por mucho, superiores al resto.

Los Omegas, son más delicados, su belleza es suave y pueden despertar cierto instinto protector de los que los rodean. Ellos no pueden controlar su celo como los Alfas, por lo que en cuanto llega y hay algún Alfa cerca sería catastrófico para él o ella. Cuando un alfa percibe el celo de un omega, puede perder incluso el raciocinio, causar amnesia y, en el caso del omega que despierta el celo para fecundación, un embarazo garantizado no deseado.

Y, en eso, es en lo que hemos estado trabajando. Dijo mientras sacaba del bolsillo de su bata una jeringa y un frasco.

He desarrollado a lo largo de estos años, un inhibidor de feromonas Omega. El inhibidor ha sido probado por distintos Omegas, hombres y mujeres. Al principio tuvimos muchos inconvenientes, sin embargo....

—Alto ahí, ¿Cuánto tiempo has trabajado en esto?

Preguntó ella mientras fruncia el ceño y lo miraba directamente. Armando tragó, y, con la mirada gacha respondió.

—Lo descubrimos hace alrededor de veinte años, su... padre, creyendo que solo se trataba de algo menor en el momento, pidió mantenerlo todo en absoluto secreto. Sin embargo...

Se mordió los labios y miró a Héctor.

—Poco antes de que el señor Héctor saliera de la escuela secundaria, tuvo un encuentro directo con el celo de un Omega...

Bárbara se quedó en silencio un momento tratando de recordar esa época, y, como si fuera una iluminación, recordó cierto incidente. Miró a su hijo con la boca entre abierta, mientras entrecerraba los ojos.

—Continua.

Dijo ella mientras trataba de apoyar sus recuerdos con el relato de Armando.

—Bueno... El señor Héctor caminaba por los pasillos de la escuela, cuando de golpe dice haber sentido una esencia bastante particular y dulce. Su cuerpo se calentó, y... perdió la memoria después de eso...

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