Capítulo 30

Apresurándome fuera del estrecho baño, fui hasta la cama donde mi teléfono resonaba sin cesar con un tono de llamada extraño para mí. El teléfono tiene un sonido específico a cada persona para lograr identificarlos al instante.

—¿Bueno? —contesté, con el ceño fruncido.

Me senté en la cama atrapando, con mi mano derecha, mi cabello detrás de mi oreja.

—Eloise... Que bonita voz. Suenas igual que siempre —comentó una voz de hombre del otro lado.

Apreté el teléfono, con mi ceño aun más marcado, con una mala sensación en mi estómago.

Bajé mi mano de mi cabello lentamente.

—¿Quién habla? —exigí.

—¿No me recuerdas, pequeña Eloise? —respondió demasiado cariñoso y familiar. Mi pequeña Eloise. Sólo podría venir de él.

—No... —susurré, más que nada para negarlo en mi cabeza. El sentimiento en mi estómago y pecho se intensificó. Era como lava ardiendo cada rincón dentro de mi cuerpo. Esa sensación de cuando te lanzas de un acantilado, con el miedo a una mala caída en tus entrañas.

—No hay nada qu
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