Después de un largo y tedioso día escolar lleno de tareas regresaba a casa bastante cansado y fastidiado esperando con ansias ver la mesa decorada con una cena especial preparada con dulzura y a su maravillosa mujer esperandolo, sin embargo al llegar a esta misma en lugar de sorprenderse para bien se horrorizó, la mujer que amaba yacía en el suelo del primer piso mientras que su prometida se encontraba en la parte superior asomada por el pequeño balcón observando la escena.
Este lo único que pudo hacer caminando lentamente hacia el lugar fue gritar el nombre de su amante sin obtener respuesta ya que esta se hallaba sobre un charco de sangre, sin rastros de vida.
— Anel, ¡Mi reina por favor despierta! — puso sobre sus piernas el cuerpo de la mujer solo para terminar confirmando lo que ya intuía, había muerto al instante debido al golpe que se llevó pues la altura entre el segundo piso y el primero era de aproximadamente unos dos metros, caída a la quizá hubiese sobrevivido de no haberse golpeado con la esquina de una mesa en la cabeza —. Maldita mujer — susurró este tocando el vientre de su amante —. ¡¿Qué has hecho?!
La prometida estaba en shock onservando la escena horrorizada mientras trataba de entrar en razón, con dolor en su cuerpo se apresuró a tomar el teléfono que se había caído en la habitación y llamó a una ambulancia, aunque para ese momento ya era demasiado tarde.
El hombre derramaba lágrimas desconsolado sobre el cuerpo de la mujer que tenía cuatro meses de embarazo, pero con un vientre poco más abultado para esa etapa. Se lamentaba no haber estado ahí para ellos, su pequeño bebé murió antes de poder nacer, pero ¿en realidad quería verlo nacer?.
— Esto es obra tuya Sofía, tú en el tiempo que te pedí jamás la trataste como se debía, Anel siempre quiso estar bien contigo por ser mi prometida y esposa, en cambio tú, la agrediste anteriormente y ahora la mataste, los asesinaste a ambos.
Ella bajaba las escaleras lentamente intentando no flaquear ni caer, se arrepentía de no haber dicho la verdad en su momento, ¿Cómo pudo ser tan tonta al permitirlo? Y ¿cuáles serían las consecuencias de su silencio?
— Yo no la tiré — dijo susurrando —. Ella, ella se lanzó por el barandal, ellos, eso era lo que querían — tartamudeo en cada palabra debido a los nervios.
El hombre se levantó dejando a su amante en el suelo con mucho cuidado, no iba a permitir que hablara mal de ella aún estando muerta. Tomó por el cuello a Sofía y la levantó unos centímetros del suelo hasta quedar frente a frente.
— Escúchame con atención — dijo entre dientes —. Esto no se quedará así Sofía, eras mi mejor amiga siempre estuvimos juntos, nuestros padres son mejores amigos pero eso se acabó, no habrá más familia Arango para el mundo, aquí se acaba todo.
— Basta Andrés, me estás lastimando — las manos de él se aferraron a su delgado cuello aún más que lo anterior mientras las delgadas manos suyas apresaron los Fornido brazos del hombre, aquellos que ejercían presión.
— ¿Qué? Estás demente, mereces morir de la peor manera, merecías morir ese día, ahora me arrepiento de haber llamado a la ambulancia.La llevó en el aire hasta pegarla contra la pared donde cayeron sobre ella los cuadros de ambos, unos en donde se veían felices, donde la maldad del mundo no pudo alcanzarlos hasta aquel día. Toda su infancia habían estado juntos, ahora estos se habían hecho añicos.
Sofía se sentía terrible al escuchar sus deseos, ella jamás pidió seguir con vida y tampoco tenía ganas de hacerlo, tanto que incontables veces intentó quitársela.
— Andrés, por favor — Sofía comenzó a toser —. A mi familia no la lastimes — buscaba la manera de encontrar un espacio para respirar pero su agarre se afirmaba tras cada palabra pronunciada por ella —. Por la gran amistad que alguna vez tuvimos, sólo cumple ese deseo. Me apartaré si es lo que quieres.
Ella sabía que rogar no servía de nada en ese momento ante la furia del hombre y estaba segura que debía hacer un intento por más patético que este fuese, si bien no ayudaría de mucho, no perdía nada con intentarlo.
— Tú no pensaste en nuestra amistad al asesinar a Anel y a mi hijo, ahora yo no me detendré para hacerlos pagar. Tú y toda tu maldita familia pueden pudrirse en el infierno.
La ambulancia llegó y sólo así él la soltó, esta cayó al suelo desconsolada, tenía conocimiento de hasta que punto podía llegar su esposo cuando estaba realmente molesto, ahora la amante se hallaba a media sala sin vida y todo apuntaba a que ella la había asesinado entonces no tendría escapatoria.
...
Dos días después se realizó un entierro en grande, familia, amigos, periodistas, todos presentes para despedir a una gran mujer ante los medios, Anel Marie Larrea, hija de un hombre común y una madre que era igual a ella con grandes ambiciones, a corta edad se había convertido en la imagen principal de la televisora más grande del país, pero también en la mujer con más escándalos al ser acusada por compañeras de su trabajo tras acostarse con el dueño de la televisora para conseguir varios trabajos, moría a sus veintisiete años.Por otro lado Andrés Beckman, hijo único del Ceo mas importante de la ciudad, accionista mayor de la cadena más grande de cerveza en el país, comprometido por sus padres al nacer para una mejor cooperación empresarial con Sofía Eliza Arango, hija del segundo mayor accionista de la empresa, ambos sabían que una oportunidad como esa no había que dejarla pasar y en qué mejores manos quedaría Cerbeck que en la familia, eso sin mencionar la voluntad de su difunta madre.
Sofía Arango, una joven con un futuro brillante y prometedor puesto a prueba por la muerte misma, sin aspiraciones más allá de ser feliz y con bastantes dificultades a través de su desarrollo.
Los dos tendrán que superar las pruebas que les depara el destino, sin embargo cuando este ya está escrito, lo único que queda es esperar paciente a ser devorado.
CAPÍTULO IEn cierto tiempo creía que toda la humanidad era como ella, amante de la naturaleza, pura y con sentimientos buenos, pero con el paso de los años comprendió que no era así. Amar al hombre es sencillo los pasos son simples sin situaciones complicadas, el problema entra cuando este no te corresponde.Frida Ono….12 AÑOS ANTESUna niña que ese día se convertía en adolescente corría por la acera sin precaución alguna viendo constantemente hacia una sola dirección, a todos les enseñan que es importante fijarse a ambos lados antes de cruzar la calle, tener cuidado por si pasaba algún coche o el alto se encontraba en verde, justamente ese día le dieron una noticia que jamás se esperó, debía ir al extranjero para completar sus estudios, cosa que a ella no le gustó en absoluto, por lo tanto salió hecha un mar de lágrimas de su casa.
CAPÍTULO IIEl timbre resonó por toda la casa, avisando que alguien esperaba afuera para ser recibido. El ama de llaves se apresuró a abrir dando paso a un joven alto, muy bien parecido con uniforme y cabello desaliñado.— Buenas tardes Dan, ¿Dónde se encuentra la señorita? — dice Andrés poniendo su mano sobre el hombro de la mujer.— Joven Andrés, sea bienvenido, la señorita se encuentra en la sala, su madre le está dando el medicamento, hoy no ha sido un buen día — negó con tristeza. El observó la mirada triste de Dan, aquella mujer que era como una segunda madre tanto para la niña de la casa como para él.— Entiendo, quizá pueda hacer algo — después de haber pasado un a&n
CAPÍTULO IIIAl comienzo del tratamiento todo parecía estar perfectamente bien, sin embargo con el pasar de los días la recuperación se vio afectada porque ella experimentaba dolores incesantes que le impedían moverse por días, nadie dijo que sería fácil y aún así ella tenía una meta, volver.Día tras día algo nuevo salía para impedirle mejorar, su primer bache fue la edad, Sofía era demasiado joven para seguir con el riguroso tratamiento, el segundo problema fue sus pensamientos, ella se dio por vencida incontables veces de no haber sido por sus padres quienes estuvieron en todo momento acompañadola.7 AÑOS DESPUÉSEl día doce del doceavo mes concluía finalmente con un tratamiento que duraba cinco años, pero que debido a complicaciones por su corta edad fue realizado con mucho más cuidado dos años más, para dar permiso a que tanto su mente como su cuerpo
CAPÍTULO IV— Basta Sara, no comiences a llorar. Hija recuerda llamar si te sientes mal y toma el medicamento ahora que faltan diez minutos — dice su padre tomándola de las manos.— Ay Lucían — espetó la madre con un puchero en su rostro —. Deberías ser más empático en estos casos, tu hija y yo nos abrazamos y tú sales con tus cosas — esta lo mira y sonríe con superioridad —. ¿O es que acaso estás celoso?El hombre hace una mueca de disgusto a tales palabras, había dado en el clavo así que ambas rieron por lo bajo y este terminó por bufar.— Tengo mucho amor para ustedes dos, papá, sabes que eres mi preferido — le da un beso en la mejilla y este se sonroja, escuchar a su hija de esa manera era algo ya experimentado, pero que fuese frente a otra persona que en su momento vio la fase hecha trizas de ella, era algo nuevo por completo.—
CAPÍTULO VEl tiempo pasó poco más rápido de lo esperado, después de salir del área de bebés ella se dirigió a varias boutiques más para comprar regalos para su nana Daniela, también para la nuera de esta y después a una donde sólo vendían ropa para caballero, deseaba comprar algo para su amigo y para el hombre parado en la puerta con más de seis bolsas que no se quejó en ningún momento.Estaba escogiendo una corbata cuando se atravesó en el camino de alguien chocado con este. Casi cae al suelo pues desde que concluyó el tratamiento no volvió a tener la misma estabilidad ni equilibro de antes. Con temor a lastimarse intentó meter sus manos pero unos brazos grandes la tomaron por la cintura impidiendo que tocase el suelo.— ¿Se encuentra b
CAPÍTULO VILucian puso la mano sobre la cabeza de su hija comprendiendo a la perfección sus sentimientos, ella ya no era una niña y ambos debían entender que en cualquier momento ella comenzaría a tomar las decisiones como lo que era, una adulta.— No sigas hablando pequeña, nosotros no queremos saber que fue eso que dijiste y mucho menos te juzgamos por ello, todos hemos cometido errores en algún momento de nuestra vida, sin embargo en nosotros queda enmendarlos, puede que tengas razón en tus palabras.— Pero Lucian…Objetó la señora, ella no estaba en total acuerdo a tal petición pues deseaba el bien para su hija.— Nada de peros Sara, lo único que podemos pedirte como padres es que tú como nuestra hija consideres el hecho de que tienes un respeto que ofrecer y por lo tanto que exigir.Ella se levantó para abrazar
CAPÍTULO VII.Estaba segura de no haber sido tan grosera como para ameritar una expulsión, pero si lo suficiente para que le quedara claro que no era una chica común de las que se dejaban pisotear por cualquiera.— Tienes carácter, espero que eso te sirva de mucho en este ámbito. Mi único consejo como maestro es que debes ser un poco más fuerte, aquí dentro tengo más de veinte chicos y sólo dos mujeres incluyendote, será mejor que recuerdes que vienes a estudiar.Por un momento Sofía creyó que habrían más mujeres en el salón pues en su clase anterior eran muchas, tendría que decirle a su padre que comprara un gas pimienta, no quería estar en peligro. Aunque eso no quiere decir que todos los hombres sean iguales.— Gracias por el consejo.No demorarom más tiempo en entrar, al cruzar el umbral de la puerta, todos volvieron a quedarse callado
CAPÍTULO VIIIFue tan brusco al soltarla pues en ese movimiento ella comenzó a sentir unas punzadas en la parte baja de su cadera, mismas que sentía cada vez que hacía frío y se volvía aún más sensible ya que tenía clavos para adherir su espina dorsal.En esos casos tan graves debía tomar el medicamento de manera rápida, pues en ocasiones terminaba desmayada y con un dolor inigualable a cualquier otro, era como quebrar un hueso sin que terminará de hacerlo por lo que dolía constantemente.Aunque al parecer la sola idea de ser liberada no sería posible debido a Andrés quien se encontraba furioso frente a ella. Era como un toro bufando, Sofía hasta podía ver claramente como le salía humo por la nariz.— ¿Cuándo regresaste?, no, más bien ¿Qué demonios haces aquí? — el tono de este no era para nada amigable y ella comenzaba a impacientarse, eso sin contar los