CAPÍTULO V
El tiempo pasó poco más rápido de lo esperado, después de salir del área de bebés ella se dirigió a varias boutiques más para comprar regalos para su nana Daniela, también para la nuera de esta y después a una donde sólo vendían ropa para caballero, deseaba comprar algo para su amigo y para el hombre parado en la puerta con más de seis bolsas que no se quejó en ningún momento.
Estaba escogiendo una corbata cuando se atravesó en el camino de alguien chocado con este. Casi cae al suelo pues desde que concluyó el tratamiento no volvió a tener la misma estabilidad ni equilibro de antes. Con temor a lastimarse intentó meter sus manos pero unos brazos grandes la tomaron por la cintura impidiendo que tocase el suelo.
— ¿Se encuentra bien señorita? — la voz varonil de un joven de cabello castaño y ojos marrones la hizo regresar a ver. Se encontraba ante tal cuerpo hecho por los ángeles o el mismísimo lucifer caído pues ese cuerpo no era del cielo, sino más bien del infierno.
— Cla…claro, es sólo que no lo vi, disculpe.
Él también la observó con detenimiento hasta que recordó que su camisa estaba desabotonada, había quedado embelesado por tal belleza que tenía en sus brazos que olvidó por completo por qué estaba en ese lugar. La ayudó a retomar su postura y comenzó a abotonarse la camisa.
— No hay problema, me llamo Sandro, ¿Usted es..? — dudó unos segundos, ya que para ella era incorrecto mencionar su nombre a un desconocido, pero este no se veía como una mala persona.
— Sofía, Sofía Eliza Arango — extendió su mano sintiendo una descarga. Este se sorprendió unos instantes y después se despidió cortésmente.
Un tiempo después ya estaban por fin en la casa, hacía falta cruzar una puerta para ver de nuevo a las personas que extrañaba y no sólo eso, su antiguo hogae también. Abrió la puerta con sumo cuidado y lentitud, como si aún no lograse procesar que estaba de vuelta en su amada casa.
— ¡Bienvenida! — salieron gritando y aplaudiendo varias personas entre ellas todos los trabajadores y sus padres, estaba tan feliz que no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas.
Después de comer y disfrutar un rato más con todos ella se vio obligada a descansar, el viaje había sido largo y agotador así que no tenía más remedio que subir a su recámara, tampoco podía estar mucho tiempo de pie pues el dolor se intensificaba en algunas zonas.
En cuanto tocó su antigua cama se sintió bastante cómoda y cayó profundamente dormida.
Entre sueños escuchaba las palabras de un hombre que la amenazaba, le decía que ella pagaría caro el saber la verdad...
Al amanecer se puso a hacer su tarea sin tomarle demasiada importancia al sueño anterior y comenzó a buscar universidades cercanas, entre ellas recordó la universidad que Jorge le había indicado, misma a la que asistía su prometido. Entonces no dudaría ni pensaría un segundo más, asistiría a ese lugar aunque fuese poco tiempo que estaría con él.
Más tarde en la sala estaban todos sentados observando la televisión después de haber tenido una comida muy rica.
— Mamá, papá, ya decidí a que universidad voy a asistir — estos se enderezaron para prestarle más atención a su hija, tenían curiosidad de saber a qué lugar asistiría, sabían bien que ella estudiaría gestión empresarial y sólo tres universidades tenían esa carrera —. Asistiré a la Universidad del Pacífico para estudiar gestión empresarial y al mismo tiempo estudiaré el arte de la cervecería.
Ambos se giraron a verse sorprendidos, sabían perfectamente quién estudiaba en ese lugar y el daño que le haría a ella si se encontraban de esa manera, a pesar de estar tan lejos estaban al tanto de que había sido de su prometido, algo que se arrepentían demasiado como padres.
— Hija, ¿Por qué a esa universidad? La gestión empresarial es de un mejor nivel en la Universidad Loyola — ella miró seriamente a sus padres, quienes temieron un poco por su respuesta.
— Entiendo, sé que esa es la mejor universidad, pero necesito asistir a la otra — el padre suspiró y la tomó de las manos.
— Mi hermosa princesa, lo haces por él ¿No es cierto? ¿A caso sabes algo que nosotros no? — Sofía sabía que sus padres tenían conocimiento de todo lo que había sucedido años atrás, pero también sabía que no le dirían por su bien y agradecía esa acción, solo deseaban protegerla.
— Me enteré de que él estudia en esa universidad, como su prometida quiero saber un poco más de él antes de casarnos, sé que has recibido llamadas del señor Gustavo pero no has querido responder, entiendo mis deberes y el peso que llevo sobre mis hombros — la madre se acercó a ella pasando su brazo por la cintura de esta.
— Mi querida niña, ¿Cuándo maduraste tanto?. ÉL ya no es la persona que solía ser, no imaginas cuanto ha cambiado y sobre ese trato, estamos insistiendo en romper aquella insensatez que cometimos tu padre y yo.
Estaba demasiado abrumada al recordar en que circunstancias se dieron aquellas palabras. Gustavo, el padre de Andrés estaba aferrado a la idea de ser algo para ellos, eran mejores amigos, él con Lucian y Sara con Andrea quien había muerto al dar a luz a Andrés, ella fue la que les hizo prometer que si tenían una hija, la comprometerían con el suyo, ella sabía que no lograría vivir para verlo crecer o ser un hombre de bien por lo que se aseguró de mantener su futuro estable.
Sin embargo ahora las cosas habían cambiado, si bien el chico era bastante respetuoso se había ganado la fama de mujeriego y eso era algo que no podían dejar pasar así de simple.
— Mamá, papá, yo no quiero romper aquel trato, Andrés me gusta, siempre fue así, es sólo que por mi culpa se volvió como es ahora. Si ustedes supieran las palabras que le dije esa vez, quizá entenderían, pero…
CAPÍTULO VILucian puso la mano sobre la cabeza de su hija comprendiendo a la perfección sus sentimientos, ella ya no era una niña y ambos debían entender que en cualquier momento ella comenzaría a tomar las decisiones como lo que era, una adulta.— No sigas hablando pequeña, nosotros no queremos saber que fue eso que dijiste y mucho menos te juzgamos por ello, todos hemos cometido errores en algún momento de nuestra vida, sin embargo en nosotros queda enmendarlos, puede que tengas razón en tus palabras.— Pero Lucian…Objetó la señora, ella no estaba en total acuerdo a tal petición pues deseaba el bien para su hija.— Nada de peros Sara, lo único que podemos pedirte como padres es que tú como nuestra hija consideres el hecho de que tienes un respeto que ofrecer y por lo tanto que exigir.Ella se levantó para abrazar
CAPÍTULO VII.Estaba segura de no haber sido tan grosera como para ameritar una expulsión, pero si lo suficiente para que le quedara claro que no era una chica común de las que se dejaban pisotear por cualquiera.— Tienes carácter, espero que eso te sirva de mucho en este ámbito. Mi único consejo como maestro es que debes ser un poco más fuerte, aquí dentro tengo más de veinte chicos y sólo dos mujeres incluyendote, será mejor que recuerdes que vienes a estudiar.Por un momento Sofía creyó que habrían más mujeres en el salón pues en su clase anterior eran muchas, tendría que decirle a su padre que comprara un gas pimienta, no quería estar en peligro. Aunque eso no quiere decir que todos los hombres sean iguales.— Gracias por el consejo.No demorarom más tiempo en entrar, al cruzar el umbral de la puerta, todos volvieron a quedarse callado
CAPÍTULO VIIIFue tan brusco al soltarla pues en ese movimiento ella comenzó a sentir unas punzadas en la parte baja de su cadera, mismas que sentía cada vez que hacía frío y se volvía aún más sensible ya que tenía clavos para adherir su espina dorsal.En esos casos tan graves debía tomar el medicamento de manera rápida, pues en ocasiones terminaba desmayada y con un dolor inigualable a cualquier otro, era como quebrar un hueso sin que terminará de hacerlo por lo que dolía constantemente.Aunque al parecer la sola idea de ser liberada no sería posible debido a Andrés quien se encontraba furioso frente a ella. Era como un toro bufando, Sofía hasta podía ver claramente como le salía humo por la nariz.— ¿Cuándo regresaste?, no, más bien ¿Qué demonios haces aquí? — el tono de este no era para nada amigable y ella comenzaba a impacientarse, eso sin contar los
CAPÍTULO IXElla sufría de piquetes y calambres en la espalda por el fierro que se adhería a su columna, debido a eso se veía obligada a apaciguar el dolor de alguna manera. Todos estaban en silencio cuando una tos inundó el lugar, estaba despertando así que con dificultad intentaba sentarse.— Sofía ¿Te encuentras bien? — esta trató de enfocar hasta ver cómo en las manos de aquél hombre se hallaba su medicamento.Estiró sus brazos y se lo arrebató, los intentos torpes para abrir la tira eran evidentes así que el joven hizo un intento por ayudarle, pero ya lo había logrado. Puso la pastilla justo por debajo de su lengua y después estiró la mano por el vaso con agua que acababa de darle el mismo médico.
CAPÍTULO XSe apresuró a vestirse un poco más decente que con una simple pijama, aunque no tan formal como para destacar. Con un vestido de estampado floral bastaría para causar una linda impresión a cualquier persona.Al bajar lo vio sentado en el sofá moviendo sus pies de manera desesperada esperando a que la joven apareciera y se le veía un tanto, ¿Abrumado? Al señor que siempre le dedicaba una cálida sonrisa, quizá no encontraba la palabra correcta para describir la sensación que transmitía aquél hombre o estaba oxidada para adivinar el sentimiento después de no haber convivido con otras personas.— Buenas tardes señor Gustavo, ¿Qué lo trae por aquí?Un saludo cortés seguido de una pequeña reverencia, a ella no le agradaba tocar a otras personas, pero tal vez haría una excepción pues el hombre la abrazó rápidamente sin previo aviso, era casi de la familia p
CAPÍTULO XILos días pasaban tranquilos, mientras el joven evitaba e ignoraba a toda cosa a la chica, ella buscaba la manera de ayudarlo sin que este pudiera evitarlo.El chófer del auto la observó mientras pensaba que los últimos días había estado muy sería, al menos mucho más de lo que ya era.— Señorita, ¿Sucede algo? Los señores saldrán a un viaje de negocios este fin de semana, pero al parecer no está usted muy contenta.Después de tantos suspiros, era ya demasiado notable que algo le sucedía.— Jo necesito un consejo, no se que hacer deseo ayudarlo pero él no me deja, ¿A caso tu sabes cómo recuperar el tiempo perdido?Sentía en su pecho oprimido angustia y dolor. Tenía en mente hacer lo que varios le habían advertido, pero aún no estab
CAPÍTULO XIIEra sábado, pasaba de la hora normal para irse a dormir, pero no podían conciliar el sueño. Ambos, como si estuviesen conectados salieron a su balcón, mirando hacia el cielo.Sofía sentía más que nunca unas ganas inmensas de llorar, de tirar la toalla y decir que se daba por vencida con su cometido, de no soportar aún más esa amargura dentro de su corazón.Andrés por su parte se sentía miserable, él la amaba de tal manera que aceptaba cada mirada de desprecio, cada palabra inconsciente que le dedicaba ella y verla siendo de otro hombre.Mientras ambos estaban a punto de rendirse y llamar al otro como si estuvieran conectados una llamada los interrumpió.&m
CAPÍTULO XIIISalió de la habitación, estaba decidida. Acababa de pensar ¿Y si ella se ganaba su corazón de nuevo? Tal vez tendría una sola oportunidad.Corrió para poder alcanzar a Andrés, pero de pronto comenzó a sentir dolor en la parte baja de la espalda, seguido por los mismos piquetes que le daban cuando estaba en el tratamiento y ella se rendía.Se detuvo lentamente disminuyendo la velocidad hasta que comenzó a hiperventilar. Pensó en las cosas más bonitas que le habían sucedido alguna vez y sólo así pudo volver a pensar lentamente con claridad, aunque estaba en el hospital, no deseaba hacer una escena trágica y menos por no ser responsable y haber olvidado sus medicamentos.