CAPÍTULO VII.
Estaba segura de no haber sido tan grosera como para ameritar una expulsión, pero si lo suficiente para que le quedara claro que no era una chica común de las que se dejaban pisotear por cualquiera.
— Tienes carácter, espero que eso te sirva de mucho en este ámbito. Mi único consejo como maestro es que debes ser un poco más fuerte, aquí dentro tengo más de veinte chicos y sólo dos mujeres incluyendote, será mejor que recuerdes que vienes a estudiar.
Por un momento Sofía creyó que habrían más mujeres en el salón pues en su clase anterior eran muchas, tendría que decirle a su padre que comprara un gas pimienta, no quería estar en peligro. Aunque eso no quiere decir que todos los hombres sean iguales.
— Gracias por el consejo.
No demorarom más tiempo en entrar, al cruzar el umbral de la puerta, todos volvieron a quedarse callado
CAPÍTULO VIIIFue tan brusco al soltarla pues en ese movimiento ella comenzó a sentir unas punzadas en la parte baja de su cadera, mismas que sentía cada vez que hacía frío y se volvía aún más sensible ya que tenía clavos para adherir su espina dorsal.En esos casos tan graves debía tomar el medicamento de manera rápida, pues en ocasiones terminaba desmayada y con un dolor inigualable a cualquier otro, era como quebrar un hueso sin que terminará de hacerlo por lo que dolía constantemente.Aunque al parecer la sola idea de ser liberada no sería posible debido a Andrés quien se encontraba furioso frente a ella. Era como un toro bufando, Sofía hasta podía ver claramente como le salía humo por la nariz.— ¿Cuándo regresaste?, no, más bien ¿Qué demonios haces aquí? — el tono de este no era para nada amigable y ella comenzaba a impacientarse, eso sin contar los
CAPÍTULO IXElla sufría de piquetes y calambres en la espalda por el fierro que se adhería a su columna, debido a eso se veía obligada a apaciguar el dolor de alguna manera. Todos estaban en silencio cuando una tos inundó el lugar, estaba despertando así que con dificultad intentaba sentarse.— Sofía ¿Te encuentras bien? — esta trató de enfocar hasta ver cómo en las manos de aquél hombre se hallaba su medicamento.Estiró sus brazos y se lo arrebató, los intentos torpes para abrir la tira eran evidentes así que el joven hizo un intento por ayudarle, pero ya lo había logrado. Puso la pastilla justo por debajo de su lengua y después estiró la mano por el vaso con agua que acababa de darle el mismo médico.
CAPÍTULO XSe apresuró a vestirse un poco más decente que con una simple pijama, aunque no tan formal como para destacar. Con un vestido de estampado floral bastaría para causar una linda impresión a cualquier persona.Al bajar lo vio sentado en el sofá moviendo sus pies de manera desesperada esperando a que la joven apareciera y se le veía un tanto, ¿Abrumado? Al señor que siempre le dedicaba una cálida sonrisa, quizá no encontraba la palabra correcta para describir la sensación que transmitía aquél hombre o estaba oxidada para adivinar el sentimiento después de no haber convivido con otras personas.— Buenas tardes señor Gustavo, ¿Qué lo trae por aquí?Un saludo cortés seguido de una pequeña reverencia, a ella no le agradaba tocar a otras personas, pero tal vez haría una excepción pues el hombre la abrazó rápidamente sin previo aviso, era casi de la familia p
CAPÍTULO XILos días pasaban tranquilos, mientras el joven evitaba e ignoraba a toda cosa a la chica, ella buscaba la manera de ayudarlo sin que este pudiera evitarlo.El chófer del auto la observó mientras pensaba que los últimos días había estado muy sería, al menos mucho más de lo que ya era.— Señorita, ¿Sucede algo? Los señores saldrán a un viaje de negocios este fin de semana, pero al parecer no está usted muy contenta.Después de tantos suspiros, era ya demasiado notable que algo le sucedía.— Jo necesito un consejo, no se que hacer deseo ayudarlo pero él no me deja, ¿A caso tu sabes cómo recuperar el tiempo perdido?Sentía en su pecho oprimido angustia y dolor. Tenía en mente hacer lo que varios le habían advertido, pero aún no estab
CAPÍTULO XIIEra sábado, pasaba de la hora normal para irse a dormir, pero no podían conciliar el sueño. Ambos, como si estuviesen conectados salieron a su balcón, mirando hacia el cielo.Sofía sentía más que nunca unas ganas inmensas de llorar, de tirar la toalla y decir que se daba por vencida con su cometido, de no soportar aún más esa amargura dentro de su corazón.Andrés por su parte se sentía miserable, él la amaba de tal manera que aceptaba cada mirada de desprecio, cada palabra inconsciente que le dedicaba ella y verla siendo de otro hombre.Mientras ambos estaban a punto de rendirse y llamar al otro como si estuvieran conectados una llamada los interrumpió.&m
CAPÍTULO XIIISalió de la habitación, estaba decidida. Acababa de pensar ¿Y si ella se ganaba su corazón de nuevo? Tal vez tendría una sola oportunidad.Corrió para poder alcanzar a Andrés, pero de pronto comenzó a sentir dolor en la parte baja de la espalda, seguido por los mismos piquetes que le daban cuando estaba en el tratamiento y ella se rendía.Se detuvo lentamente disminuyendo la velocidad hasta que comenzó a hiperventilar. Pensó en las cosas más bonitas que le habían sucedido alguna vez y sólo así pudo volver a pensar lentamente con claridad, aunque estaba en el hospital, no deseaba hacer una escena trágica y menos por no ser responsable y haber olvidado sus medicamentos.
CAPÍTULO XIVSofia se apresuró a limpiar un poco todo aquel desorden para poder ir a comprar algo de comer. Mientras caminaba en el centro comercial, al estar mucho tiempo de pie, haciendo quehacer, colapsó, afortunadamente las personas que estaban cerca la auxiliaron hasta que se sintió del todo bien para poder tomar un transporte seguro y regresar al departamento.Al llegar, se llevó la terrible sorpresa de que ya estaba ahí los dos amantes. Andrés estaba de pie en la cocina observando lo pulcra que esta había quedado, mientras que la mujer estaba sentada en el sofá con los pies sobre la mesa de centro, dejando por doquier un rastro de polvo que anteriormente Sofía limpió.— ¡Hey! Maleducada, baja tus patas de la mesa, mínimo deberían ser un poco más limpios. ¿Es que a caso Andrés, no te daba tantito asco vivir en un muladar como este?
Para ella los días no duraban mucho tiempo, la rutina que se había impuesto era la misma de siempre, desayunar, hacer sus ejercicios, cocinar, leer un poco, cenar y acostarse. Había caído en la monotonía del día a día. No debía regresar a estudiar y Andrés casi nunca estaba en la ciudad. Así que se la había pasado sola en ese departamento sin poder siquiera llamar a sus padres, ya que eso también fue parte de las condiciones que le impuso él. Sofí