CAPÍTULO II
El timbre resonó por toda la casa, avisando que alguien esperaba afuera para ser recibido. El ama de llaves se apresuró a abrir dando paso a un joven alto, muy bien parecido con uniforme y cabello desaliñado.
— Buenas tardes Dan, ¿Dónde se encuentra la señorita? — dice Andrés poniendo su mano sobre el hombro de la mujer.
— Joven Andrés, sea bienvenido, la señorita se encuentra en la sala, su madre le está dando el medicamento, hoy no ha sido un buen día — negó con tristeza. El observó la mirada triste de Dan, aquella mujer que era como una segunda madre tanto para la niña de la casa como para él.
— Entiendo, quizá pueda hacer algo — después de haber pasado un año aún no encontraba la manera de perdonarse a sí mismo o quizá era porque no lo haría nunca e igualmente intentaría no pensar en ello demasiado, al menos no cerca de ella.
Al fondo en otro lugar de la casa se escucharon platos cae seguidos por más cosas, ambos se miraron y salieron corrieron en la dirección del sonido. En cuando se acercaron más pudieron escuchar el grito frustrante de la pequeña que se culpaba de su accidente.
— ¡Déjame sola, quiero estar sola! — la madre secaba sus lágrimas derramadas, atemorizada ante tal comportamiento —. ¡Largo! — su hija quien siempre estuvo tan llena de vida, ahora sólo tenía odio y resentimiento hacia su persona —. Vete…
Cuando regresó a casa después de estar poco más de seis meses recluida en el hospital le dijo a su padre claramente que no quería ver nada en lo que pudiese reflejarse, el simple hecho de verse a la cara la avergonzaba al grado de atentar contra su vida, no porque haya quedado desfigurada pues en su rostro no le sucedió absolutamente nada, era más bien la impotencia de ver a la ingenua mocosa que provocó su muerte misma.
— Sofía, no deberías hablarle así a tu madre — dice Andrés quien se arrodilló ante ella rasgando su camisa, pues por su mano comenzaba a correr un hilo de sangre.
— Perdón, aún no puedo Andrés, soy una mala persona — esta apartó su mano y se fue lentamente con lágrimas en sus ojos.
En la entrada la puerta fue abierta lentamente, el señor de la casa cruzaba por esta con alegría, al menos hasta levantar su cabeza, no se esperó ver a su hija con las manos en su cara y menos con sangre en ellas.
— Mi niña Eliza, ¿Qué sucedió? — este en lugar de realizar la misma acción que anteriormente había hecho el joven, retiró el trozo de tela y pidió a la ama de llave el botiquín, una herida era mejor tratarla con material apropiado. Una vez limpia la herida envolvió la mano de su pequeña.
— Papá, quiero irme, aceptaré el tratamiento en Tailandia que me habías dicho, no soporto estar un minuto más aquí — el llanto de Sofía se hizo más fuerte a medida que las palabras salían de su boca.
Este observó preocupado por sobre el hombro de su hija a quien tenía abrazada, todos los presentes habían quedado desconcertados pues ninguno tenía idea de aquella propuesta. La madre comenzó a llorar e inevitablemente se fue, no soportaba estar en ese lugar viendo como su única hija se iba de su lado en esas condiciones. El joven por otro lado, tenía sentimientos encontrados pues estaba feliz de que ella tuviese una mayor oportunidad de sanar casi por completo, pero triste dejaría de verla.
— Haré lo que tu me pidas princesa — acarició con ternura sus mejillas —. Si no te envié a ese lugar antes fue porque me dijiste que querías quedarte con Andrés — ambos miraron en dirección de él —. Pero si es de esta manera voy a comenzar con el trámite, te acompañaré el tiempo que sea necesario.
La niña miró a los ojos de su padre para quedar frente a frente con aquel maravilloso hombre quien la miraba feliz de que por fin compartiera sus ideas y pensara por una sola vez en ella.
— Padre, ¿Qué sucederá con la empresa? —estaba preocupada, pues no había nadie más que pudiese hacerse cargo de la empresa, su madre estudió arquitectura, no tenía nada que ver con la cerveza, y menos sería de ayuda en la empresa donde su padre era el segundo mayor accionista.
— De eso no hay que preocuparnos por ahora, ya veré como trabajo, quizá vaya y venga o sólo haré todo por teléfono y dejaré a cargo a Logan, él es mi mano derecha, al menos hasta que mi preciosa hija tenga la edad suficiente para asumir su cargo — ella sonrió de nuevo a tal ocurrencia —. Además recuerda que Gustavo también es dueño y él se encarga de algunas cosas, puedo hablar con él para aligerar la carga.
Desde muy pequeña su padre siempre le dijo que podía hacer lo que quisiese, pero ella jamás abandonaría el sueño de ser tan inteligente como su padre en los negocios de su rama. La empresa era mucho muy grande como para que hubiese sólo una persona al mando, la cerveza era un producto muy demandado a nivel mundial así que Andrés y ella serían los herederos de dicha responsabilidad.— Entonces, estoy lista para dar el siguiente paso — los días siguientes fueron un tanto atareados, ella debía seguir estudiando y su padre trabajando así que ambos daban todo de sí para avanzar y partir pronto. La madre por otro lado aún no se hacia a la idea de dejar su ciudad, pero por su amada pequeña haría todo, aunque a regañadientes.
La decisión estaba tomada, mientras Sofía investigaba escuelas para estudiar en Tailandia su madre preparaba el cambio de trabajo al igual que el padre encontró la manera de seguir trabajando aún estando en otro continente.
El tiempo pasó mucho más rápido de lo que pudiesen imaginarse y al mes siguiente ya estaban arribando al aeropuerto para tomar el vuelo que le cambiaría la vida a su familia, los Arango volverían más fuertes que nunca para hacer frente a su futuro.CAPÍTULO IIIAl comienzo del tratamiento todo parecía estar perfectamente bien, sin embargo con el pasar de los días la recuperación se vio afectada porque ella experimentaba dolores incesantes que le impedían moverse por días, nadie dijo que sería fácil y aún así ella tenía una meta, volver.Día tras día algo nuevo salía para impedirle mejorar, su primer bache fue la edad, Sofía era demasiado joven para seguir con el riguroso tratamiento, el segundo problema fue sus pensamientos, ella se dio por vencida incontables veces de no haber sido por sus padres quienes estuvieron en todo momento acompañadola.7 AÑOS DESPUÉSEl día doce del doceavo mes concluía finalmente con un tratamiento que duraba cinco años, pero que debido a complicaciones por su corta edad fue realizado con mucho más cuidado dos años más, para dar permiso a que tanto su mente como su cuerpo
CAPÍTULO IV— Basta Sara, no comiences a llorar. Hija recuerda llamar si te sientes mal y toma el medicamento ahora que faltan diez minutos — dice su padre tomándola de las manos.— Ay Lucían — espetó la madre con un puchero en su rostro —. Deberías ser más empático en estos casos, tu hija y yo nos abrazamos y tú sales con tus cosas — esta lo mira y sonríe con superioridad —. ¿O es que acaso estás celoso?El hombre hace una mueca de disgusto a tales palabras, había dado en el clavo así que ambas rieron por lo bajo y este terminó por bufar.— Tengo mucho amor para ustedes dos, papá, sabes que eres mi preferido — le da un beso en la mejilla y este se sonroja, escuchar a su hija de esa manera era algo ya experimentado, pero que fuese frente a otra persona que en su momento vio la fase hecha trizas de ella, era algo nuevo por completo.—
CAPÍTULO VEl tiempo pasó poco más rápido de lo esperado, después de salir del área de bebés ella se dirigió a varias boutiques más para comprar regalos para su nana Daniela, también para la nuera de esta y después a una donde sólo vendían ropa para caballero, deseaba comprar algo para su amigo y para el hombre parado en la puerta con más de seis bolsas que no se quejó en ningún momento.Estaba escogiendo una corbata cuando se atravesó en el camino de alguien chocado con este. Casi cae al suelo pues desde que concluyó el tratamiento no volvió a tener la misma estabilidad ni equilibro de antes. Con temor a lastimarse intentó meter sus manos pero unos brazos grandes la tomaron por la cintura impidiendo que tocase el suelo.— ¿Se encuentra b
CAPÍTULO VILucian puso la mano sobre la cabeza de su hija comprendiendo a la perfección sus sentimientos, ella ya no era una niña y ambos debían entender que en cualquier momento ella comenzaría a tomar las decisiones como lo que era, una adulta.— No sigas hablando pequeña, nosotros no queremos saber que fue eso que dijiste y mucho menos te juzgamos por ello, todos hemos cometido errores en algún momento de nuestra vida, sin embargo en nosotros queda enmendarlos, puede que tengas razón en tus palabras.— Pero Lucian…Objetó la señora, ella no estaba en total acuerdo a tal petición pues deseaba el bien para su hija.— Nada de peros Sara, lo único que podemos pedirte como padres es que tú como nuestra hija consideres el hecho de que tienes un respeto que ofrecer y por lo tanto que exigir.Ella se levantó para abrazar
CAPÍTULO VII.Estaba segura de no haber sido tan grosera como para ameritar una expulsión, pero si lo suficiente para que le quedara claro que no era una chica común de las que se dejaban pisotear por cualquiera.— Tienes carácter, espero que eso te sirva de mucho en este ámbito. Mi único consejo como maestro es que debes ser un poco más fuerte, aquí dentro tengo más de veinte chicos y sólo dos mujeres incluyendote, será mejor que recuerdes que vienes a estudiar.Por un momento Sofía creyó que habrían más mujeres en el salón pues en su clase anterior eran muchas, tendría que decirle a su padre que comprara un gas pimienta, no quería estar en peligro. Aunque eso no quiere decir que todos los hombres sean iguales.— Gracias por el consejo.No demorarom más tiempo en entrar, al cruzar el umbral de la puerta, todos volvieron a quedarse callado
CAPÍTULO VIIIFue tan brusco al soltarla pues en ese movimiento ella comenzó a sentir unas punzadas en la parte baja de su cadera, mismas que sentía cada vez que hacía frío y se volvía aún más sensible ya que tenía clavos para adherir su espina dorsal.En esos casos tan graves debía tomar el medicamento de manera rápida, pues en ocasiones terminaba desmayada y con un dolor inigualable a cualquier otro, era como quebrar un hueso sin que terminará de hacerlo por lo que dolía constantemente.Aunque al parecer la sola idea de ser liberada no sería posible debido a Andrés quien se encontraba furioso frente a ella. Era como un toro bufando, Sofía hasta podía ver claramente como le salía humo por la nariz.— ¿Cuándo regresaste?, no, más bien ¿Qué demonios haces aquí? — el tono de este no era para nada amigable y ella comenzaba a impacientarse, eso sin contar los
CAPÍTULO IXElla sufría de piquetes y calambres en la espalda por el fierro que se adhería a su columna, debido a eso se veía obligada a apaciguar el dolor de alguna manera. Todos estaban en silencio cuando una tos inundó el lugar, estaba despertando así que con dificultad intentaba sentarse.— Sofía ¿Te encuentras bien? — esta trató de enfocar hasta ver cómo en las manos de aquél hombre se hallaba su medicamento.Estiró sus brazos y se lo arrebató, los intentos torpes para abrir la tira eran evidentes así que el joven hizo un intento por ayudarle, pero ya lo había logrado. Puso la pastilla justo por debajo de su lengua y después estiró la mano por el vaso con agua que acababa de darle el mismo médico.
CAPÍTULO XSe apresuró a vestirse un poco más decente que con una simple pijama, aunque no tan formal como para destacar. Con un vestido de estampado floral bastaría para causar una linda impresión a cualquier persona.Al bajar lo vio sentado en el sofá moviendo sus pies de manera desesperada esperando a que la joven apareciera y se le veía un tanto, ¿Abrumado? Al señor que siempre le dedicaba una cálida sonrisa, quizá no encontraba la palabra correcta para describir la sensación que transmitía aquél hombre o estaba oxidada para adivinar el sentimiento después de no haber convivido con otras personas.— Buenas tardes señor Gustavo, ¿Qué lo trae por aquí?Un saludo cortés seguido de una pequeña reverencia, a ella no le agradaba tocar a otras personas, pero tal vez haría una excepción pues el hombre la abrazó rápidamente sin previo aviso, era casi de la familia p