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— El señor Spencer me ha hecho una propuesta muy interesante, pero un tanto extraña que me tiene dando vueltas la cabeza.

— ¿Qué propuesta es?

— Me pidió que me case con él, no le importa que no lo ame, lo único que me pide a cambio es que le corresponda como mujer, y él me dará a mí a cambio muchos beneficios, como el derecho a acceder a su fortuna y a trabajar en su empresa.

Elías se quedó pensativo, era la propuesta de negocio más extraña que le han hecho a su jefa en todos sus años de servicio para ella.

— ¿Qué pasará con nosotros? — pregunta él sin dejar notar un tono de preocupación.

— Me propuso que ustedes trabajaran para nosotros como nuestros guardaespaldas, ¿Aceptarían? Elías abre la boca sorprendida, no sabe qué responder.

— ¿De verdad él quiere que trabajemos para él sin importarle que somos unos delincuentes? ¿No será una trampa para mandarnos a la cárcel señorita Coral? — pregunta Elías con inseguridad.

— Tampoco estoy segura si el hombre nos vaya a estar metiendo una trampa, pero lo que si he estado pensando es pedirle que firme un contrato.

— ¿Qué dirá ese contrato? — Que si nos llega a traicionar, en el momento que salgamos de la cárcel pasen los años que tengamos que pagar, le pediremos que nos tiene que mantener dándonos una buena suma de dinero hasta que alguno de nosotros muera.

Elías se queda pensando y en su mente una pequeña vocecita parecida a la suya le pide que acepte sin pensarlo.

— De acuerdo, hagámoslo.

Elías y la señorita Coral estrechan la mano para cerrar el trato mientras se miran con una sonrisa ambiciosa que solo entre los dos se conocen.

Por otro lado, Spencer llega a su casa, y Johnny, su amigo vigilante, le recibe con una reacción de sorpresa al verlo en el estado en que llega.

La camisa manchada de sangre, y la cara llena de golpes con sangre seca en sus respectivos lugares.

—¡Spencer! ¿Dónde carajos andabas? La señorita Kathia estuvo aquí y se fue muy enojada por haberla dejado plantada — dice mientras se arrima hacia la ventana de su puesto y le estrecha la mano saludándolo.

— Tuve un pequeño problema, unos ladrones me robaron, me golpearon, y me dejaron ahí inconsciente, por suerte, no se llevaron el auto y me dejaron en la calle — dice Spencer mintiendo.

— ¿Unos ladrones? ¿Te robaron tu dinero pero no tu auto? Sospechoso — responde Johnny sin creerle.

— Sí, ya sabes como son algunos. ¿Me puedes hacer un favor? ¿Puedes estacionar mi auto por mí? Estoy muy agotado, quiero darme un baño, y dormir.

— Claro, sí señor, no se le olvide llamar a la señorita Kathia e invente una mejor excusa que esa que acaba de darme.

Spencer se baja del auto dejándolo encendido, y entra al edificio dirigiéndose al ascensor, sube en él y lo transporta hasta el último piso de su penthouse comenzando a quitarse toda su ropa, cuando camina hasta su bañera, abre la llave con la combinación entre el agua caliente y fría para que llene la bañera con agua tibia, le echa un poco de líquido de burbujas con cuidado de que estas no vayan a derramarse en el suelo cuando haya llenado la tina, y luego, se dirigió a la cocina.

Spencer tenía un pequeño bar en su cocina, tenía tanto trago de donde escoger, pero se limitó a escoger una botella de vino de las más caras de su alacena, pues el vino ayudaba a que pudiera dormir como un bebé cuando se tomaba solo tres copas. Y como era de día, la borrachera le pegaría más y dormiría hasta el día siguiente.

Destapó la botella mientras que la bañera terminaba de llenar, tenía un sistema eléctrico en el que hacía que la llave se cerrara por sí sola al terminar de llenar, así que al oír que no había agua cayendo es porque la bañera ya estaba lista para ser usada.

Desde su celular, Spencer pidió por aplicación una caja grande de pizza de pepperoni de su restaurante favorito con una coca cola de un litro para él solo y unos rollos de canela y arequipe para su postre, moría de hambre, y mientras el pedido llegaba, se daría su baño relajante; tardaría unos cuarenta minutos mientras preparaban la comida y llegaba el domicilio a su casa. Spencer cogió la copa de su vino y al mismo tiempo que bebe un sorbo, se dirige hasta su baño, y se mete en la bañera lista para darse un buen baño.

El baño de Spencer fue relajante, tuvo uno de los mejores baños que pudo haber tenido en toda su vida, Spencer aprovechó la tecnología para dejar paga la pizza desde su celular, su amigo el portero la recibiría en la portería del edificio, dejaría que se marchara el repartidor, y subiría a su Penthouse a dejarle la pizza a Spencer, se la dejaría sobre la mesa, y volvería a bajar hasta el primer piso del edificio para continuar trabajando.

Y precisamente, eso hizo, antes de bajar al primer piso, Spencer le dijo que dejara la pizza sobre la mesa, que más tarde bajaría un rato a conversar con él en medio de su turno para no distraerle de tener que estar al pendiente de sus cosas del trabajo, el joven aceptó y volvió a bajar a su puesto de trabajo.

Spencer escuchó que el ascensor sonó cuando se cerraron las puertas; entendió que el portero había bajado y tenía la privacidad de poder salir con la toalla puesta sobre su cadera. Se acercó hacia donde estaba la pizza, la caja estaba sellada, comprobando que venía completa, que nadie se había comido una porción sin su permiso, pero los rollos de canela y arequipe no, estaban abiertos, puesto que su amigo le había robado uno de los seis rollos de canela y arequipe que venían en la caja.

Ahora, quedaban solamente cinco rollos de canela y arequipe solo para Spencer.

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