—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? Aisha sorprendida entendió que algo pasaba cuando vio que el reloj dejó de girar y sus compañeros que la rodeaban estaban inmóviles, supo que su madre la había ubicado con magia. ¡Ella fue encontrada! Han pasado cinco años desde que escapó del mundo en el que nació con los hechiceros del Oriente y acaba de obtener su doctorado en astrofísica y no quería regresar. Solo ver la apariencia de la piel grisácea de su madre le hacía recordar de qué huía. Aisha llevaba la típica ropa de las mujeres árabes, el hiyab de color arena le cubría su cabellera y todo el cuerpo. —Aisha, hija mía, he utilizado la fuerza remanente de mi magia para venir, debes encargarte y cumplir la promesa que hice hace años. Mi momento en este plano ha terminado. —¿Madre, qué dices? —Escucha hija. Me han arrebatado la vida a causa de aquel niño que ayudé a esconder, Leonid debe regresar y reclamar su lugar como Alfa de su manada. — ¡No puede ser mamá! ¿Qui
Leonid no recordaba haber tenido a una mujer de cultura de Medio Oriente, menos una como Aisha, está seguro que él no habría olvidado un rostro tan bello como el de ella. El problema es que su novia Portia era en extremo celosa y esto estaba siendo filmado. Aisha sonreía, pero por su mente no pasaban los pensamientos lujuriosos del resto de los presentes. —Leonid, han pasado 18 años desde la última vez que nos vimos; cuando éramos niños no usaba el hiyab. —Claro, tiene sentido —Leonid replicó, pero seguía en blanco, no la conocía—. Dijiste que te llamas Aisha, ¿cierto? —Soy yo —aseguró ella creyendo que ya la recordaba. Vagas imágenes llegan a su mente en el momento que dijo su nombre, pero parecían imágenes de una película y no nada vivido por él. — ¿Estudiamos juntos? —Preguntó Leonid de forma amable. Aisha unió sus cejas y negó con la cabeza —Leonid, no puede ser que no me recuerdes. —Bueno, dices que han pasado 18 años —se justificó él muy seguro
Leonid estaba en shock en medio de un bosque congelado y Aisha junto a él miraba a todas partes. —Bueno, ahora sí Leonid, deja salir a ese lobo. — ¿Dónde demonios estamos? —Preguntó Leonid—. Está nevando, ¿en Los Ángeles? —Geográficamente estamos en Siberia. — ¡Siberia! —Gritó Leonid y su voz resonó con eco— ¿Te refieres a Rusia? —Ajá… —Debo estar soñando —susurró con las manos temblando—, entonces movió su cabeza. «Cálmate Leonid, la magia no existe» Se dijo a sí mismo. «Que estrecho de mente eres, acaso crees que ese físico atrayente era solo suerte, eres un hombre lobo» Leonid negándose a escuchar a su lobo interno manifestó tronando los dedos. —Esto es una broma, sí, eso es… es utilería de película, estoy en la nieve y no tengo frío y ni siquiera tengo abrigo, ¡Dominic, bien jugado, puedes salir ya te descubrí! —Leonid ¿A quién llamas? —Le preguntó Aisha y no entiende su actitud—. Ya basta de bromas te digo a ti, ya basta de huir a tu
Leonid agarró piedras y una rama en forma de vara, él no entiende ni cree posible que pueda transformarse en lobo. —Has lo del fuego, quizás así podamos escapar —susurró Leonid. —Es lo que trato de hacer —respondió Aisha desesperada tratando de hacer magia sin obtener resultados. Los lobos brincaron encima de ellos atacando con las fauces abiertas. Aisha tomó a Leonid y trató de desaparecer con él, pero estaba tan nerviosa que no pudo hacerlo a la primera y en cuestión de segundos se llevaron a Leonid sujetándolo de los brazos. A Aisha la tomaron también, pero antes de que pudieran arrancarle la cabeza ella desapareció. Cuando Leonid despertó estaba en un calabozo muy oscuro, se sorprendió al darse cuenta que podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad. Su ropa estaba ensangrentada y sucia, recordó como lo habían arrastrado, pero él no estaba herido. Le parecía imposible de creer, pero no tenía ni un rasguño y es por la curación inmediata que le da su lo
Boris lanzó a matar a Leonid, pero él con una habilidad y rapidez que no entendió dio un salto hacia atrás y Boris con la espada cortó las cadenas que sostenían sus pies. Leonid impresionado lo vio transformarse en lobo frente a él, pero la mayoría de los lobos de la manada huyeron del enfrentamiento sin querer tomar parte. Leonid ahora podía creer que esto era real, pero no confiaba en lobos, y estaba seguro que no podía transformarse en uno. Corrió hacia el bosque aun con las manos atadas y consiguió a tres lobos enemigos frente a él. Los lobos gruñían y babeaban, sus ojos eran rojos brillantes, Leonid jamás vio algo parecido, nervioso trató de razonar con ellos. —Señores, podríamos hablar, llegar a un entendimiento… Los lobos saltaron hacia él y lo mordieron sin piedad. Leonid creyó que moriría, pero entonces escuchó en su cabeza los gruñidos de rabia de Akron y una presión que emerge desde lo más adentro le hace doler todo el cuerpo. «Trato de que no nos
Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s