—¡Mamá! ¿Qué haces aquí?
Aisha sorprendida entendió que algo pasaba cuando vio que el reloj dejó de girar y sus compañeros que la rodeaban estaban inmóviles, supo que su madre la había ubicado con magia.
¡Ella fue encontrada!
Han pasado cinco años desde que escapó del mundo en el que nació con los hechiceros del Oriente y acaba de obtener su doctorado en astrofísica y no quería regresar.
Solo ver la apariencia de la piel grisácea de su madre le hacía recordar de qué huía.
Aisha llevaba la típica ropa de las mujeres árabes, el hiyab de color arena le cubría su cabellera y todo el cuerpo.
—Aisha, hija mía, he utilizado la fuerza remanente de mi magia para venir, debes encargarte y cumplir la promesa que hice hace años. Mi momento en este plano ha terminado.
—¿Madre, qué dices?
—Escucha hija. Me han arrebatado la vida a causa de aquel niño que ayudé a esconder, Leonid debe regresar y reclamar su lugar como Alfa de su manada.
— ¡No puede ser mamá! ¿Quién te arrebató la vida?
—Aisha, no tengo mucho tiempo, el mundo tal como lo conocemos depende de que Leonid regrese.
—¿Cómo lo convenceré? Obviamente él no quiso regresar —expresó Aisha con resentimiento.
—Debes encontrar la manera, es muy importante y solo puedo confiar en ti.
—Pero madre… Yo no puedo, no soy tan fuerte como tú, y sabes que mi magia es errática.
—Conmigo muerta eres tú la sacerdotisa de nuestro aquelarre y tu poder crecerá, sé que no es lo que quieres, pero siempre has sido una hechicera del Oriente.
Su madre la miró con pena porque sabía lo que le ocurriría a su hija al comenzar a usar su magia de nuevo, una lágrima recorrió en zigzag y se perdió entre la intrincada mejilla reseca y grisácea como las piedras.
Su madre entregó en sus manos el talismán que tiene el poder del lobo Alfa por derecho de la manada Selenials, la más antigua del mundo.
Aisha lo tomó en su mano y el talismán brilló con una intensa luz dorada y se metió en su piel, la luz continuó marcando cada surco en su brazo.
Aisha sintió el calor como fuego, el poder de un lobo Alfa que encontraba en ella una morada.
Asustada se quitó el hiyab viendo la luz continuar el recorrido por su cuerpo y se centraba en las zonas donde la maldición le ha marcado.
Todos los hechiceros del Oriente tenían este castigo de la diosa de la naturaleza y por eso Aisha ocultaba su cuerpo a los humanos.
Desde sus tobillos hasta las rodillas y desde las muñecas a los codos, su piel tiene aspecto de piedra con líneas que lucen como runas que ahora están iluminadas con un poder que Aisha resiste, pero siente que la queman en carne viva.
Cuando todo pasó, pudo ver con tristeza y resignación como el aspecto de piedra en su cuerpo avanzó un poco más a la altura de los muslos y también cubrió los codos por completo.
Al exponerse a la magia la maldición avanzaba, llegaría el momento que su corazón se convertiría en piedra si no encontraba a alguien que la amara en verdad.
—Algún día espero volver a verte hija de mi corazón.
La imagen de la madre de Aisha desapareció y Aisha gritó llena de pena y frustración.
— ¡Noooo! ¡Mamáááááá!…
En la conferencia todos continuaban en silencio prestando atención al profesor, pero ahora que ha desaparecido el hechizo todos en el auditorio podían verla agitada y con el hiyab en las manos.
—Señorita, ¿está usted bien? —preguntó el profesor.
—Lo siento, debo irme —exclamó Aisha.
Ya no podía esconderse en el mundo humano, ahora necesitaba hacer lo que le correspondía como hechicera.
Los Ángeles, California
En cuanto el atractivo rubio altísimo bajó de su vehículo deportivo y saludó a la fanaticada, los suspiros, gritos y declaraciones de amor hicieron una algarabía.
El cirujano plástico más afamado de los Estados Unidos y considerado un sex symbol a nivel mundial, Leonid Tarásov sonreía a su público.
Cuando retiró de su hermoso rostro los lentes de sol y los puso en su cabellera perfecta hizo derretir a las aficionadas que se abalanzaron hacia él con la esperanza de conseguir tocar al menos la tela de su camisa.
Leonid firmó uno que otro autógrafo en los posters de su programa de televisión recién estrenado, ya que en redes sociales es tendencia desde hace mucho tiempo.
—Chicas debo ir a trabajar.
“¡Te amo Leonid!” Repetían las chicas a su alrededor.
Entre la algarabía del público, Leonid escuchó a un niño que lloraba llamando a su madre y casi se desploma cuando recuerda la extraña visión que desde hace pocos días se ha vuelto más recurrente:
Él era un pequeño y veía cómo su madre se materializaba en el suelo dejando de ser una enorme loba, estaba llena de sangre.
— ¡Corre hijo! —La voz viene de un hombre, pero al voltear vio a dos lobos luchar.
Él quiere regresar a ayudar al lobo y toma una espada, pero un monstruo lo carga y se lo lleva del lugar.
Leonid cae en cuenta de la realidad cuando sienten que lo empujan y es su equipo de seguridad que lo i***a a continuar andando a su consultorio nuevo que ahora es también un estudio de grabación.
Apretó los ojos y trató de sacar esas extrañas imágenes de su cabeza.
«Me estoy volviendo loco»
En el momento que Leonid levantó la cabeza, su mirada se consiguió entre la multitud con una mujer que llevaba la vestimenta propia de los países árabes.
Entre todo lo que le parece extraño esto destaca, pues no puede dejar de ver a esta mujer entre el mar de gente.
“¡Leonid cásate conmigo!”
“¡Eres el mejor!”
Continuaban gritando las chicas y Leonid fue escoltado por el equipo de seguridad lejos de la multitud.
Desde que accedió a filmar consultas de casos especiales, su trabajo se ha vuelto farándula y sus pacientes personas del medio artístico y millonarios con más creatividad que buen juicio y que han deformado su cuerpo con algún tratamiento cosmético que se salió de control.
Todo esto sin duda era gracias a su novia que era una cantante y bailarina de fama mundial.
Ambos eran la pareja más bella y envidiada del mundo según los tabloides.
Leonid buscó con la mirada la chica del hiyab, y es que no era nada normal que una mujer de su cultura se acercara a su consulta y menos entre un mar de gente.
¿Qué podía querer esta muchacha con él?
Sorprendentemente, esta mujer árabe fue su primera paciente.
Leonid con su bata médica está sentado detrás de su escritorio y una maquillista quita el brillo de su rostro con polvo traslúcido cuando Aisha entró.
Ella observó anonadada a todos los que estaban allí, la maquillista se acercó a ella para maquillarla y ella se la quitó de encima con un manotazo.
Sin duda esto no fue lo que imaginó.
“¡Acción!”
—Hola, bienvenida a mi consulta, ¿qué puedo hacer por ti?
Aisha observó a Leonid.
Él pensó que el rostro de Aisha era el rostro femenino más perfecto que había visto.
Ojos almendrados bajo tupidas cejas en arco armonioso, nariz igual de correcta para su tipo de rostro y labios más gruesos de lo que deberían ser, pero sin duda le daban el toque correcto de belleza que no se olvida.
«Por eso llamó tanto mi atención» Pensó Leonid.
—Mi nombre es Aisha Rasi, ¿me recuerdas? —Aisha susurró deliberadamente tratando de evitar que la cámara la enfoque.
Leonid unió sus cejas y sonrió.
—Estoy seguro que no te conozco, tienes un rostro inolvidable.
Aisha sonrió y sus mejillas se tiñeron de rojo y eso para Leonid era cotidiano, él era muy atractivo y las mujeres se lo hacían saber.
—Quizás me recuerdes llevando menos ropa —murmuró Aisha de forma ingenua, pero Leonid sonrió y miró a la cámara.
«Portia querrá mi cabeza en una bandeja por esto» pensó Leonid en su novia.
Leonid sonrió.
—Creo que recordaría haberte visto sin ropa.
Todo el personal de la sala puso cara de sorpresa y el director del programa estilo reality show celebró.
“¿Este episodio traerá un chisme jugoso?”
Leonid no recordaba haber tenido a una mujer de cultura de Medio Oriente, menos una como Aisha, está seguro que él no habría olvidado un rostro tan bello como el de ella. El problema es que su novia Portia era en extremo celosa y esto estaba siendo filmado. Aisha sonreía, pero por su mente no pasaban los pensamientos lujuriosos del resto de los presentes. —Leonid, han pasado 18 años desde la última vez que nos vimos; cuando éramos niños no usaba el hiyab. —Claro, tiene sentido —Leonid replicó, pero seguía en blanco, no la conocía—. Dijiste que te llamas Aisha, ¿cierto? —Soy yo —aseguró ella creyendo que ya la recordaba. Vagas imágenes llegan a su mente en el momento que dijo su nombre, pero parecían imágenes de una película y no nada vivido por él. — ¿Estudiamos juntos? —Preguntó Leonid de forma amable. Aisha unió sus cejas y negó con la cabeza —Leonid, no puede ser que no me recuerdes. —Bueno, dices que han pasado 18 años —se justificó él muy seguro
Leonid estaba en shock en medio de un bosque congelado y Aisha junto a él miraba a todas partes. —Bueno, ahora sí Leonid, deja salir a ese lobo. — ¿Dónde demonios estamos? —Preguntó Leonid—. Está nevando, ¿en Los Ángeles? —Geográficamente estamos en Siberia. — ¡Siberia! —Gritó Leonid y su voz resonó con eco— ¿Te refieres a Rusia? —Ajá… —Debo estar soñando —susurró con las manos temblando—, entonces movió su cabeza. «Cálmate Leonid, la magia no existe» Se dijo a sí mismo. «Que estrecho de mente eres, acaso crees que ese físico atrayente era solo suerte, eres un hombre lobo» Leonid negándose a escuchar a su lobo interno manifestó tronando los dedos. —Esto es una broma, sí, eso es… es utilería de película, estoy en la nieve y no tengo frío y ni siquiera tengo abrigo, ¡Dominic, bien jugado, puedes salir ya te descubrí! —Leonid ¿A quién llamas? —Le preguntó Aisha y no entiende su actitud—. Ya basta de bromas te digo a ti, ya basta de huir a tu
Leonid agarró piedras y una rama en forma de vara, él no entiende ni cree posible que pueda transformarse en lobo. —Has lo del fuego, quizás así podamos escapar —susurró Leonid. —Es lo que trato de hacer —respondió Aisha desesperada tratando de hacer magia sin obtener resultados. Los lobos brincaron encima de ellos atacando con las fauces abiertas. Aisha tomó a Leonid y trató de desaparecer con él, pero estaba tan nerviosa que no pudo hacerlo a la primera y en cuestión de segundos se llevaron a Leonid sujetándolo de los brazos. A Aisha la tomaron también, pero antes de que pudieran arrancarle la cabeza ella desapareció. Cuando Leonid despertó estaba en un calabozo muy oscuro, se sorprendió al darse cuenta que podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad. Su ropa estaba ensangrentada y sucia, recordó como lo habían arrastrado, pero él no estaba herido. Le parecía imposible de creer, pero no tenía ni un rasguño y es por la curación inmediata que le da su lo
Boris lanzó a matar a Leonid, pero él con una habilidad y rapidez que no entendió dio un salto hacia atrás y Boris con la espada cortó las cadenas que sostenían sus pies. Leonid impresionado lo vio transformarse en lobo frente a él, pero la mayoría de los lobos de la manada huyeron del enfrentamiento sin querer tomar parte. Leonid ahora podía creer que esto era real, pero no confiaba en lobos, y estaba seguro que no podía transformarse en uno. Corrió hacia el bosque aun con las manos atadas y consiguió a tres lobos enemigos frente a él. Los lobos gruñían y babeaban, sus ojos eran rojos brillantes, Leonid jamás vio algo parecido, nervioso trató de razonar con ellos. —Señores, podríamos hablar, llegar a un entendimiento… Los lobos saltaron hacia él y lo mordieron sin piedad. Leonid creyó que moriría, pero entonces escuchó en su cabeza los gruñidos de rabia de Akron y una presión que emerge desde lo más adentro le hace doler todo el cuerpo. «Trato de que no nos
Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s
Los otros tres hombres se transformaron en lobos y flanquearon a Leonid. Los monstruos hechiceros del Oriente no mostraron ninguna emoción, igual no podían, sus rostros eran piedras talladas con runas y apenas podían mover la mandíbula. —Mi sacerdotisa —se inclinaron mirando a Aisha con una voz tan áspera que a Leonid le recordó a Darth Vader 2—. Sentimos su magia y hemos venido a buscarla. Aisha se levantó y caminó hasta ponerse junto a Leonid en actitud conciliadora, él se levantó también y ella tomó su mano buscando amparo. —Ahora soy la luna de la manada Selenials, no puedo acompañarlos. Los monstruos de piedra se miraron y Leonid no se atrevía ni a objetar o siquiera hablar, los lobos gruñeron y Aisha estaba asustada, él podía notarlo y no solo en la frialdad de sus manos. — ¿Vinculada a la manada que nos ha cazado por culpa de tu madre? —inquirió el monstruo—, pues igual debes venir y lo sabes Aisha, trae a tus amigos contigo, son bienvenidos en nuestro aquela