Leonid no recordaba haber tenido a una mujer de cultura de Medio Oriente, menos una como Aisha, está seguro que él no habría olvidado un rostro tan bello como el de ella.
El problema es que su novia Portia era en extremo celosa y esto estaba siendo filmado.
Aisha sonreía, pero por su mente no pasaban los pensamientos lujuriosos del resto de los presentes.
—Leonid, han pasado 18 años desde la última vez que nos vimos; cuando éramos niños no usaba el hiyab.
—Claro, tiene sentido —Leonid replicó, pero seguía en blanco, no la conocía—. Dijiste que te llamas Aisha, ¿cierto?
—Soy yo —aseguró ella creyendo que ya la recordaba.
Vagas imágenes llegan a su mente en el momento que dijo su nombre, pero parecían imágenes de una película y no nada vivido por él.
— ¿Estudiamos juntos? —Preguntó Leonid de forma amable.
Aisha unió sus cejas y negó con la cabeza
—Leonid, no puede ser que no me recuerdes.
—Bueno, dices que han pasado 18 años —se justificó él muy seguro de que Aisha se equivocaba, pero manteniéndose amable delante de la cámara.
—Sí, diez años más de lo que debías tardar en regresar, por eso he venido a buscarte —contestó Aisha con ironía.
Leonid ahora podía asegurar que la hermosa mujer estaba completamente equivocada.
Se echó a reír en voz baja.
—Mejor continuemos con la consulta médica. ¿Cuál es tu problema?
Aisha bajó la cara.
—No pensé que me lo preguntarías, pero bueno —...murmuró sin atreverse a mirarlo—, supongo que sí puedes recordar cómo era la piel de mi madre, es algo muy difícil de olvidar.
— ¿Tienes un problema genético en tu piel? —Preguntó Leonid de forma profesional.
Aisha miró las cámaras.
—No puedo hablar de eso delante de ellos.
Leonid la notó retorcer sus manos y miró a la gente de la producción del programa.
—Señores, debido a la cultura de la señorita, no me mostrará su problema con ustedes aquí.
—Pero debe quedar documentado Leonid, es la paciente más llamativa que tenemos hoy, precisamente por su cultura subirá el rating.
—Lo entiendo, pero yo tengo el compromiso de ayudar al necesitado y eso es primero que cualquier programa y su rating.
A Aisha le gustó lo que escuchó y sonrió, el productor enfurruñado prefirió no discutir con Leonid y sacó a todo el personal, pero se aseguró de dejar la cámara encendida, no quería perder la escena.
Leonid cerró la puerta a su equipo y regresó al escritorio.
—Ahora estamos solos…
—Leonid Tarásov, debes venir conmigo, tu manada te necesita —exclamó Aisha con una hermosa y calmada voz.
«Ha dicho manada» Pensó extrañado.
— ¿Te refieres al equipo de baloncesto de mi preparatoria? “Los lobos”, tenía años que no escuchaba referirse a nadie a la manada.
— ¿Qué? —Preguntó Aisha confundida—. No hablo de humanos.
Leonid arrugó las cejas y ve a su alrededor, lamentó haberse quedado solo con la joven trastornada.
—Aisha, puedo ayudarte, remitirte con un colega especialista, solo cuéntame que le pasa a tu piel y partimos de allí.
Aisha negó con la cabeza.
—Eres muy cruel al mencionar lo que le pasa a mi piel.
—Pero debes mostrarme…
—Claro que no lo haré para satisfacer tu morbosidad…
—Soy médico, solo quiero hacer mi trabajo…
—Lo que me ocurre no es una enfermedad, es una maldición, pensé que lo sabías, pero ahora no sé qué pasa contigo.
Leonid suspiró.
—Está bien, si no quieres que te ayude —… Leonid se levantó de su asiento para abrirle la puerta y que se fuera.
Aisha al darse cuenta de sus intenciones se levantó de su silla, quedó frente a él y colocó las manos en su pecho.
—Leonid, entiendo que quieres apartarte del mundo en el que naciste, pero es tu destino, debes regresar; no tenemos mucho tiempo, debes venir conmigo.
—Preciosa, te equivocaste de hombre.
— ¡No me digas preciosa! —Enfatizó Aisha y quitó las manos que él sujetaba por las muñecas—. Sé qué no lo soy, pero nos los debes Leonid, mi madre perdió la vida por la promesa que le hizo a tu madre.
—Para comenzar soy adoptado, lamento la muerte de tu madre, pero eso no tiene nada que ver conmigo.
—Eres un egoísta y jamás imaginé que fueras así al crecer.
Leonid subió las manos y abrió la puerta.
—Será mejor que busques un psiquiatra.
—Yo no estoy loca —murmuró con dientes apretados y con su magia cerró la puerta del consultorio.
— ¿Cómo hiciste eso?
—Deja de actuar conmigo. ¿Crees que me iré sin obligarte a tomar tu responsabilidad? —Inquirió Aisha con rabia.
Aisha se concentró en el poder del lobo de Leonid y tomó sus manos.
Leonid sintió una fuerza descomunal invadir su ser junto a un calor inmenso.
Ambos exclamaron al sentir el dolor que los invadía y Leonid vio con asombro cómo el cuerpo de ella se iluminaba y pasaba esa energía a él.
«Demonios ¿Qué es esto? ¿Cuánto tiempo dormí?»
Ambos escucharon en sus mentes la voz del lobo que estaba bastante furioso.
Aisha se soltó de él.
— ¿Por qué puedo escuchar a tu lobo?
— ¿A mí qué? ¿Qué demonios me hiciste mujer?
—Escuché a tu lobo, solo tú debes oírlo.
—Yo no escuché nada —mintió Leonid en negación.
«No eres sordo, patético humano, aunque sí muy idiota, apaga esa m@ldita cámara»
Ambos miraron la cámara.
— ¿La cámara está encendida? —Preguntó Aisha.
Leonid se dejó caer en un sofá, se sentía muy mal.
—Me he vuelto loco.
—Leonid apaga la cámara —ordenó ella nerviosa.
— ¡Yo no sé cómo se apaga! —Contestó Leonid muy asustado por lo que le está ocurriendo.
Aisha miró la cámara y su intención era descomponerla, pero lo que hizo su magia errática fue incendiarla.
Leonid casi se desmaya al presenciarlo.
—Ay no, esto está mal —murmuró Aisha y se acercó a Leonid—. Debemos irnos.
—Yo no voy contigo a ninguna parte.
«Debemos ir con ella» Ordenó el lobo de Leonid.
Leonid trató de llegar a la puerta y Aisha quiso detenerlo y una cortina de fuego se levantó delante de él.
— ¡Déjame ir!, ¡¡AYUDAAA!!
«Silencio humano, colabora con nuestra compañera» Exigió el lobo.
— ¿Qué dijiste? —Preguntó Aisha sorprendida.
« ¡Aún no te das cuenta, brujita. Puedes escuchar mi voz porque eres mía!»
— ¡Aaah! —Exclamó Aisha y de nuevo escuchó al lobo dentro de ella.
«Mía»
Aisha abrazó a Leonid con entusiasmo, pero el hombre estaba asustado.
—Leonid, soy tu pareja destinada.
— ¡Perdón!
—Tu lobo, él solo puede compartir conciencia contigo y con tu pareja destinada.
—Señorita, está loca. Además, ¡tengo novia!
—Eso no importa, debes dejarla, porque yo soy tu pareja destinada. Podrías ayudarme con la maldición a mi pueblo —Aisha sonrió y lo miró con ojos brillantes—. Ahora todo tiene sentido…
Leonid solo pensó que la bella mujer frente a él era peligrosa.
— ¡Se activó la alarma de incendio!, ¡¿todo bien allá adentro?! —Preguntaron desde afuera de la oficina.
— ¡¡A… Ayuda!! —Gritó Leonid desesperado.
«Humano inútil» reclamó el lobo con desdén.
Pero en cuanto abrieron la puerta de una patada porque estaba trabada, el fuego había crecido, apagaron el incendio, pero allí no había nadie.
— ¿Dónde está Leonid Tarásov?
Leonid estaba en shock en medio de un bosque congelado y Aisha junto a él miraba a todas partes. —Bueno, ahora sí Leonid, deja salir a ese lobo. — ¿Dónde demonios estamos? —Preguntó Leonid—. Está nevando, ¿en Los Ángeles? —Geográficamente estamos en Siberia. — ¡Siberia! —Gritó Leonid y su voz resonó con eco— ¿Te refieres a Rusia? —Ajá… —Debo estar soñando —susurró con las manos temblando—, entonces movió su cabeza. «Cálmate Leonid, la magia no existe» Se dijo a sí mismo. «Que estrecho de mente eres, acaso crees que ese físico atrayente era solo suerte, eres un hombre lobo» Leonid negándose a escuchar a su lobo interno manifestó tronando los dedos. —Esto es una broma, sí, eso es… es utilería de película, estoy en la nieve y no tengo frío y ni siquiera tengo abrigo, ¡Dominic, bien jugado, puedes salir ya te descubrí! —Leonid ¿A quién llamas? —Le preguntó Aisha y no entiende su actitud—. Ya basta de bromas te digo a ti, ya basta de huir a tu
Leonid agarró piedras y una rama en forma de vara, él no entiende ni cree posible que pueda transformarse en lobo. —Has lo del fuego, quizás así podamos escapar —susurró Leonid. —Es lo que trato de hacer —respondió Aisha desesperada tratando de hacer magia sin obtener resultados. Los lobos brincaron encima de ellos atacando con las fauces abiertas. Aisha tomó a Leonid y trató de desaparecer con él, pero estaba tan nerviosa que no pudo hacerlo a la primera y en cuestión de segundos se llevaron a Leonid sujetándolo de los brazos. A Aisha la tomaron también, pero antes de que pudieran arrancarle la cabeza ella desapareció. Cuando Leonid despertó estaba en un calabozo muy oscuro, se sorprendió al darse cuenta que podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad. Su ropa estaba ensangrentada y sucia, recordó como lo habían arrastrado, pero él no estaba herido. Le parecía imposible de creer, pero no tenía ni un rasguño y es por la curación inmediata que le da su lo
Boris lanzó a matar a Leonid, pero él con una habilidad y rapidez que no entendió dio un salto hacia atrás y Boris con la espada cortó las cadenas que sostenían sus pies. Leonid impresionado lo vio transformarse en lobo frente a él, pero la mayoría de los lobos de la manada huyeron del enfrentamiento sin querer tomar parte. Leonid ahora podía creer que esto era real, pero no confiaba en lobos, y estaba seguro que no podía transformarse en uno. Corrió hacia el bosque aun con las manos atadas y consiguió a tres lobos enemigos frente a él. Los lobos gruñían y babeaban, sus ojos eran rojos brillantes, Leonid jamás vio algo parecido, nervioso trató de razonar con ellos. —Señores, podríamos hablar, llegar a un entendimiento… Los lobos saltaron hacia él y lo mordieron sin piedad. Leonid creyó que moriría, pero entonces escuchó en su cabeza los gruñidos de rabia de Akron y una presión que emerge desde lo más adentro le hace doler todo el cuerpo. «Trato de que no nos
Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s
Los otros tres hombres se transformaron en lobos y flanquearon a Leonid. Los monstruos hechiceros del Oriente no mostraron ninguna emoción, igual no podían, sus rostros eran piedras talladas con runas y apenas podían mover la mandíbula. —Mi sacerdotisa —se inclinaron mirando a Aisha con una voz tan áspera que a Leonid le recordó a Darth Vader 2—. Sentimos su magia y hemos venido a buscarla. Aisha se levantó y caminó hasta ponerse junto a Leonid en actitud conciliadora, él se levantó también y ella tomó su mano buscando amparo. —Ahora soy la luna de la manada Selenials, no puedo acompañarlos. Los monstruos de piedra se miraron y Leonid no se atrevía ni a objetar o siquiera hablar, los lobos gruñeron y Aisha estaba asustada, él podía notarlo y no solo en la frialdad de sus manos. — ¿Vinculada a la manada que nos ha cazado por culpa de tu madre? —inquirió el monstruo—, pues igual debes venir y lo sabes Aisha, trae a tus amigos contigo, son bienvenidos en nuestro aquela
Leonid que aunque es desconfiado, también es un caballero, así que hizo una inclinación de cabeza a la joven sonriente. —Mucho gusto, Aziza —se presentó y le estiró la mano como el perfecto caballero que le enseñaron a ser. Aziza frunció el ceño. — ¿Creía que era un lobo Alfa? —Sí, lo es —confirmó Aisha. Aziza sonrió. — ¿Y permite que lo toquen? —No deberías dejar que te toque nadie aquí —espetó Kaiser dirigiéndose a su Alfa. —Nos dijiste que no tenías idea de qué serías la mate de Leonid —le acusó Alexey. —Es cierto —se defendió Aisha. Alexey aspiró en el aire y la miró apretando los puños. —Mi lobo me dice que mientes. —No sabía que era su mate, solo que no me sorprendió, al enterarme entendí que quizás lo supe desde que era niña —se justificó Aisha. Leonid sentía que todos tenían una agenda y que no podía confiar en ninguno. Aziza haciendo gala de su carácter dulce e ingenuo, tomó la mano de Leonid sonriendo. —Me cae bien