Leonid agarró piedras y una rama en forma de vara, él no entiende ni cree posible que pueda transformarse en lobo.
—Has lo del fuego, quizás así podamos escapar —susurró Leonid.
—Es lo que trato de hacer —respondió Aisha desesperada tratando de hacer magia sin obtener resultados.
Los lobos brincaron encima de ellos atacando con las fauces abiertas.
Aisha tomó a Leonid y trató de desaparecer con él, pero estaba tan nerviosa que no pudo hacerlo a la primera y en cuestión de segundos se llevaron a Leonid sujetándolo de los brazos.
A Aisha la tomaron también, pero antes de que pudieran arrancarle la cabeza ella desapareció.
Cuando Leonid despertó estaba en un calabozo muy oscuro, se sorprendió al darse cuenta que podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad.
Su ropa estaba ensangrentada y sucia, recordó como lo habían arrastrado, pero él no estaba herido.
Le parecía imposible de creer, pero no tenía ni un rasguño y es por la curación inmediata que le da su lobo.
Unos ojos brillantes de lobo lo observaron, pero era un hombre y se acercó a la claridad de la luna que se filtraba por una pequeña ventanilla de ventilación.
— ¿Quién eres? —Preguntó Leonid e instintivamente se pegó a la pared.
—Mi nombre es Boris Taylan, Alfa de la manada Selenials.
—No puedo decir que es un gusto —enfatizó Leonid halando sus muñecas encadenadas a gruesas cadenas en el suelo.
—Pues para mí sí lo es, sobrino.
—Usted está equivocado señor…
—Alfa, no señor, soy tu Alfa.
—Alfa, rey, patriarca o lo que se le antoje, yo no soy su pariente. Desde temprano me confunden con alguien que no soy.
Boris sonrió de lado.
—Cuando me dijeron no lo podía creer. Tanto buscarte y llegaste solo con una hechicera del Oriente, nada más y nada menos. ¿Dónde está la bruja?
—Jamás me habían secuestrado, me pasan de unos a otros y yo ni sé qué está pasando.
Boris se echó a reír.
—Verás Leonid Taylan, Allá afuera hay un pueblo que necesita liderazgo, yo quiero tomarlo y lo merezco; pero no puedo porque tú existes.
Leonid trató de negociar entonces.
—No necesito una herencia. Yo solo quiero regresar a mi vida, dígame dónde le firmo y le cedo todo lo que necesite y jamás me volverá a ver.
Boris negó con la cabeza.
—Eres sincero, en realidad no tienes idea de qué eres.
—Mejor para los dos, ¿no le parece?
—Leonid, el problema es que somos lo que somos y tú, sobrino, te pareces bastante a mí. Te gusta el poder, el liderazgo y ser alabado.
—Solo es mi trabajo…
—No, es lo que llevas en tu sangre, la magia de la diosa corre por nuestras venas pura sin mestizaje, no es casualidad que atraigas a las masas, tu capacidad e inteligencia para destacar en lo que te propones y que todos te sigan.
Boris se levantó y se acercó a él, llevaba ropa de marca y una corona en forma de hojas de olivo en su cabeza, paró con las piernas abiertas en postura arrogante, lo miró hacia abajo y continuó.
—Aunque desaparecieras, mi problema es tu existencia, he hecho demasiado para estar donde estoy; así que cuando te mate esta noche frente a la manada seré el legítimo Alfa sin lugar a dudas.
No muy lejos de allí Aisha entró a una cueva y los hombres que estaban adentro gruñeron en actitud defensiva listos para atacar.
Aisha levantó sus manos en señal de paz.
—Por favor no se transformen, necesito hablar con ustedes.
— ¿Qué quiere de nosotros una hechicera del Oriente?
—Buscó a los lobos Beta y Delta del legítimo Alfa de la manada Selenials.
—Vete de aquí bruja, si no quieres terminar en pedacitos —exclamó el líder de los hombres.
—He venido a buscarlos porque su verdadero Alfa, Leonid Tarásov los necesita.
El grupo de hombres era pequeño, apenas unos quince, pero Aisha pudo identificar que dos de ellos eran los más poderosos y los líderes del grupo, tenían que ser el Beta y el Delta de Leonid.
El hombre que le advirtió irse volvió a dirigirse a ella:
—Leonid Taylan murió siendo un niño a manos de una hechicera del Oriente, así que tú eres muy estúpida por venir aquí…
—Eso es una vil mentira, fue Boris Taylan quién mató a su hermano y cuñada, mi madre escondió a Leonid, pero ahora él lo tiene, yo apenas pude escapar y no puedo salvarlo yo sola.
En la manada Selenials una enorme luna rojiza estaba en su punto más alto.
Había eclipse total y los lobos sabían que esto era una señal de cambio.
El pueblo selenita fue reuniéndose como era cotidiano en su forma de lobos.
Leonid se sentía muy debilitado, lo habían bañado con un agua con olor herbal que lo intoxicaba, no podía mantener los ojos abiertos.
— ¿Qué diablos es eso? Siento que me quemo y me ahogo en ácido.
«Cicuta, la hierba es tóxica para los licántropos, tu tío nos necesita débiles» Le explicó Akron.
Abrieron la puerta y sacaron a Leonid encadenado de pies y manos con amarres impregnados de infusión de cicuta.
Boris estaba de pie con una armadura de lobo plateada y se dirigió a los lobos.
—Al morir mi hermano con mi cuñada e hijo en manos de los hechiceros del Oriente a mí me hicieron un maleficio que obstaculiza mis poderes de Alfa de manada. Los hechiceros envían a este hombre que quiere engañarnos.
Todos los lobos miraron sin entender quién es este hombre al que detectaban con aroma a Alfa, Boris continuó.
—Imagino que se sienten confundidos. ¡Selenitas, contemplen a quién asegura ser el Alfa que les ha enviado la diosa! —Exclamó Boris con voz autoritaria.
Leonid escuchó lamentos y gruñidos de los lobos presentes.
Boris se acercó a él y lo miró a los ojos con una sonrisa burlona y continuó su teatro de buen líder y exclamó.
—Si eres el legítimo Alfa de la manada Selenials, reclama tu liderazgo ante este tu pueblo.
Leonid estaba muy debilitado para objetar.
Boris exclamó disfrutando de su ardid.
— ¡No puede!, es una marioneta de los hechiceros del Oriente, si él es el verdadero Alfa, la diosa Selene evitará su muerte.
Nada pasó y Leonid no estaba sorprendido de que no llegara ninguna deidad a salvarlo.
Boris desenvainó una espada.
—No te mataré como lobo, no mereces el honor.
De la nada un trueno ensordecedor dio paso a un aguacero.
Boris miró al cielo arrugando las cejas, no había nubes de tormenta, para nada era una lluvia normal.
El viento sopló tan furioso que los árboles batían a punto de caer y el agua y brisa lavaban la cicuta limpiando a Leonid que se iba sintiendo más fuerte.
—Nos atacan —gritó Boris a la vez que un grupo de lobos que ya se vio descubierto saltó en contra de los guardias.
Boris lanzó a matar a Leonid, pero él con una habilidad y rapidez que no entendió dio un salto hacia atrás y Boris con la espada cortó las cadenas que sostenían sus pies. Leonid impresionado lo vio transformarse en lobo frente a él, pero la mayoría de los lobos de la manada huyeron del enfrentamiento sin querer tomar parte. Leonid ahora podía creer que esto era real, pero no confiaba en lobos, y estaba seguro que no podía transformarse en uno. Corrió hacia el bosque aun con las manos atadas y consiguió a tres lobos enemigos frente a él. Los lobos gruñían y babeaban, sus ojos eran rojos brillantes, Leonid jamás vio algo parecido, nervioso trató de razonar con ellos. —Señores, podríamos hablar, llegar a un entendimiento… Los lobos saltaron hacia él y lo mordieron sin piedad. Leonid creyó que moriría, pero entonces escuchó en su cabeza los gruñidos de rabia de Akron y una presión que emerge desde lo más adentro le hace doler todo el cuerpo. «Trato de que no nos
Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s
Los otros tres hombres se transformaron en lobos y flanquearon a Leonid. Los monstruos hechiceros del Oriente no mostraron ninguna emoción, igual no podían, sus rostros eran piedras talladas con runas y apenas podían mover la mandíbula. —Mi sacerdotisa —se inclinaron mirando a Aisha con una voz tan áspera que a Leonid le recordó a Darth Vader 2—. Sentimos su magia y hemos venido a buscarla. Aisha se levantó y caminó hasta ponerse junto a Leonid en actitud conciliadora, él se levantó también y ella tomó su mano buscando amparo. —Ahora soy la luna de la manada Selenials, no puedo acompañarlos. Los monstruos de piedra se miraron y Leonid no se atrevía ni a objetar o siquiera hablar, los lobos gruñeron y Aisha estaba asustada, él podía notarlo y no solo en la frialdad de sus manos. — ¿Vinculada a la manada que nos ha cazado por culpa de tu madre? —inquirió el monstruo—, pues igual debes venir y lo sabes Aisha, trae a tus amigos contigo, son bienvenidos en nuestro aquela
Leonid que aunque es desconfiado, también es un caballero, así que hizo una inclinación de cabeza a la joven sonriente. —Mucho gusto, Aziza —se presentó y le estiró la mano como el perfecto caballero que le enseñaron a ser. Aziza frunció el ceño. — ¿Creía que era un lobo Alfa? —Sí, lo es —confirmó Aisha. Aziza sonrió. — ¿Y permite que lo toquen? —No deberías dejar que te toque nadie aquí —espetó Kaiser dirigiéndose a su Alfa. —Nos dijiste que no tenías idea de qué serías la mate de Leonid —le acusó Alexey. —Es cierto —se defendió Aisha. Alexey aspiró en el aire y la miró apretando los puños. —Mi lobo me dice que mientes. —No sabía que era su mate, solo que no me sorprendió, al enterarme entendí que quizás lo supe desde que era niña —se justificó Aisha. Leonid sentía que todos tenían una agenda y que no podía confiar en ninguno. Aziza haciendo gala de su carácter dulce e ingenuo, tomó la mano de Leonid sonriendo. —Me cae bien
Aisha no podía moverse, estaba atada con amarres de energía en las muñecas y tobillos delante del consejo de ancianos de su aquelarre. —No teníamos que llegar a esto, pero tú con tu rebeldía nos has obligado —argumentó Elmira, representante temporal del aquelarre por ser hermana de Amira, la madre de Aisha. —Por favor, se los ruego, la diosa Selene me ha elegido como Luna de uno de sus Alfas, denme la oportunidad de romper la maldición antes de tomar mi lugar como sacerdotisa. — ¡Niña mimada! —acusó Elmira, su piel era totalmente de piedra y sus ojos brillaron como dos luces azul neón en el fondo grisáceo, estaba indignada y furiosa—. Nuestro aquelarre se debilita sin una sacerdotisa, yo no soy la elegida para serlo, lo eres tú... —Escúchame tía, mi pareja brindaría seguridad al aquelarre y el poder de su territorio sería mío… —Mentira, no te atreves a dejarle ver tu piel, tu enamoramiento por ese hombre causará tu perdición Aisha. —Ahora es diferente, la diosa Sel
Leonid observó a Aisha, pero ella mantenía su mirada inocente con mejillas sonrojadas y le explicó de manera atropellada. —Akron me sacó de mi rito de consagración y lo agradezco, no lo deseaba, aunque sé que debo hacerlo, no quería hacerlo antes que tú y yo… Aisha trataba con todo su ser de no mirarlo desnudo, así que se concentró y le hizo ropa con un hechizo. Leonid se miró y se echó a reír. — ¿Escuchaste a mi lobo?, créeme que él no tiene que enseñarme lo que se hace con una mujer, ¡pero prefiero no involucrarme cuando no tengo voluntad de lo que hago! Aisha lo miró desconcertada. «Eres un idiota, lo que te dije fue una conversación entre machos, no dejé que ella escuchara» Leonid enfureció aún más. — ¡Cómo se supone que lo sepa!, eres tan entrometido y has tomado mi cuerpo como tuyo, me da miedo que en medio del sexo me quede pegado a la mujer como perro. « “Ja” Ya quisieras tener esa suerte» Leonid pasó las manos por su rostro, estaba desesperado y