Leonid estaba en shock en medio de un bosque congelado y Aisha junto a él miraba a todas partes.
—Bueno, ahora sí Leonid, deja salir a ese lobo.
— ¿Dónde demonios estamos? —Preguntó Leonid—. Está nevando, ¿en Los Ángeles?
—Geográficamente estamos en Siberia.
— ¡Siberia! —Gritó Leonid y su voz resonó con eco— ¿Te refieres a Rusia?
—Ajá…
—Debo estar soñando —susurró con las manos temblando—, entonces movió su cabeza.
«Cálmate Leonid, la magia no existe» Se dijo a sí mismo.
«Que estrecho de mente eres, acaso crees que ese físico atrayente era solo suerte, eres un hombre lobo»
Leonid negándose a escuchar a su lobo interno manifestó tronando los dedos.
—Esto es una broma, sí, eso es… es utilería de película, estoy en la nieve y no tengo frío y ni siquiera tengo abrigo, ¡Dominic, bien jugado, puedes salir ya te descubrí!
—Leonid ¿A quién llamas? —Le preguntó Aisha y no entiende su actitud—. Ya basta de bromas te digo a ti, ya basta de huir a tu destino, eres un licántropo y ya desperté a tu lobo, te toca tomar tu responsabilidad.
—Señorita, escuche bien, ni usted ni yo podemos transformarnos en lobo.
—Claro que yo no puedo, soy una hechicera y también tu mate.
—¿Qué demonios es un mate?
Aisha unió sus cejas.
—¿De verdad no tienes idea de qué te hablo?
Leonid negó con la cabeza.
—Le digo que se equivocó de persona.
Aisha se acercó a él y tomó su mentón y observó sus ojos.
Por un efímero momento a Leonid se le aceleró el corazón y puede sentir el aroma a Aisha y se queda obnubilado mirando sus hermosos ojos mirarlo.
—Eres tú —susurró ella—. Tus ojos tan claros, tu expresión que no cambió desde que eres un niño, eres mi Leo y yo tu Isha.
Aullidos de lobos se oyeron y eso rompió el momento íntimo entre ambos.
—¿Eso son lobos reales? —Preguntó Leonid— ¿O los de cuentos de terror en los que crees?
—No quisiera que nos encontráramos con ninguno, no podemos quedarnos aquí.
—En eso estamos de acuerdo, no entiendo cómo llegamos aquí, pero debo regresar.
Aisha hizo una mueca de impaciencia.
—¿Y ahora qué hago contigo? —Inquirió Aisha—. No entiendo porque no puedes recordar, mi madre te hechizó para que olvidaras, pero debió finalizar cuando cumpliste los 16 años.
«Hay un muro en su mente, al que no puedo acceder, podría ser un hechizo» Informó el lobo.
—Si estuviera mi madre, ella podría saber qué hacer contigo.
—Aisha, como te explico para que comprendas…
—¡Schh! —Le indicó ella que callara y puso las manos en su cabeza, trató de ver el muro del que hablaba el lobo y ciertamente chocó contra él. Era magia y la repelió al punto de que ambos se echaron atrás con una descarga eléctrica.
— ¿Qué me hiciste? —Preguntó Leonid furioso.
—No tienes un hechizo, creo que es un maleficio.
Aisha le dio la espalda para revisar sus brazos ya que dolían y como sospechó la maldición avanzó un poco más al exponerse a lo que encontró en Leonid.
—Por eso no me recuerdas, te han hecho un maleficio —...Aisha volteó y no vio a Leonid, él estaba caminando a paso rápido alejándose de ella—. ¡Leonid, espérame!
Aisha corrió hasta alcanzarlo.
—¡Me drogaste! —Leonid acusó a Aisha.
—Yo no hice tal cosa, puedes sentir a tu lobo dentro de ti.
«Ya se lo dije y no me cree» Expuso el lobo con impaciencia
— ¡No existen los hombres lobos! —Gritó Leonid—, obviamente tienes un delirio de licantropía y obsesión conmigo, aléjate de mí.
« ¿Qué tiene de malo nuestra luna?, no importa si es hechicera es nuestra y es muy hermosa» Reclamó su lobo.
—Necesito un chequeo médico, soy yo quien delira —dijo Leonid asustado.
«Delirio, delirio, ¿no te sabes otra enfermedad?» Se burló el lobo y Leonid se agarró la cabeza tratando de frenar la voz que lo aturde.
—¿Estás bien? —Preguntó Aisha—, ya sé porque no puedes recordar nada, te han hecho un maleficio.
—¡No! —Enfatizó Leonid con las manos en la cabeza—. No me siento bien.
—Ahora mismo no puedo enfrentar lo que te pasa…
—¿Por qué me trajiste aquí? ¿Qué es lo que pretendes conmigo? Y si vuelves a decir maleficio no sé de lo que seré capaz —exclamó furioso y desesperado al verse solo con Aisha que la cree loca en un bosque aterrador.
—Debes reclamar tu manada, pero primero debes prepararte, porque las cosas han cambiado si te niegas a aceptar.
Leonid paró y tomó aire para calmarse.
—Lo siento Aisha, yo no voy contigo a ninguna parte, ahora por favor haz tu truco, hechizo o lo que sea y devuélveme a mi consultorio.
—Aunque quisiera ya no puedo hacerlo.
—¡¿Cómo que no puedes?!
—No puedo usar magia indiscriminadamente, me hace daño, debemos seguir a pie.
—¿Seguir a dónde? ¡Estamos en un maldito bosque congelado!
—No lo sé, debemos confiar en tu lobo, él nos dirá el camino.
«Mi nombre es Akron, querida» Intervino el lobo.
—Mucho gusto, Akron —musitó Aisha sonriendo—, es raro escucharte en mi mente.
—Dímelo a mí —objetó Leonid—, es como si estuviéramos en la misma onda de pensamiento donde un ente parasitario con conciencia nos habla.
« ¡Parásito!, ¿me llamaste parásito?, si pudiera te patearía el trasero» Se quejó Akron indignado.
«Oh diosa madre, ¿por qué me castigas con semejante humano tan idiota?» Se lamentó Akron
—Apenas pueda regresar estudiaré esto, publicaré en una revista médica cómo erradicar un extraño virus que genera delirio de personalidad múltiple...
«Cállate humano, ya aburres, nadie querrá pagar por leer lo que dices, ya sabemos quién es el más interesante aquí»
—No puedes decirle a ningún humano lo que te pasa —expresó Aisha espantada—, los sobrenaturales debemos guardar el secreto de nuestra existencia.
—Pues te informo que el secreto se ha filtrado, puedes conseguir historias de hombres lobos, vampiros y toda clase de seres mágicos en novelas de terror y romances absurdos —exclamó Leonid con ironía.
Aisha estaba nerviosa, ella no conoce estas tierras y siente que literalmente se metió en la boca del lobo.
—Akron, ¿a dónde podemos conseguir ayuda para que Leonid pueda entender lo que significa ser un Alfa de manada? —Preguntó Aisha.
«Con mi Beta y mi Delta, detecto su efluvio al norte, no están con la manada. Aunque los problemas llegaron a nosotros» advirtió Akron.
—¿Qué problemas? —Preguntó Aisha.
Una patrulla de lobos se puso frente a ellos en cuestión de segundos, Leonid quedó petrificado al verlos gruñir y mostrar sus filosos dientes.
—¿Querías lobos?, ahí los tienes y no tienen aspecto de bienvenida —susurró Leonid.
—Akron, es buen momento para salir —murmuró Aisha.
«No puedo tomar el mando, Leonid me bloquea»
—Leonid, confía en tu lobo y permítele que salga —suplicó Aisha —. ¡Rápido!
Leonid agarró piedras y una rama en forma de vara, él no entiende ni cree posible que pueda transformarse en lobo. —Has lo del fuego, quizás así podamos escapar —susurró Leonid. —Es lo que trato de hacer —respondió Aisha desesperada tratando de hacer magia sin obtener resultados. Los lobos brincaron encima de ellos atacando con las fauces abiertas. Aisha tomó a Leonid y trató de desaparecer con él, pero estaba tan nerviosa que no pudo hacerlo a la primera y en cuestión de segundos se llevaron a Leonid sujetándolo de los brazos. A Aisha la tomaron también, pero antes de que pudieran arrancarle la cabeza ella desapareció. Cuando Leonid despertó estaba en un calabozo muy oscuro, se sorprendió al darse cuenta que podía ver perfectamente a pesar de la oscuridad. Su ropa estaba ensangrentada y sucia, recordó como lo habían arrastrado, pero él no estaba herido. Le parecía imposible de creer, pero no tenía ni un rasguño y es por la curación inmediata que le da su lo
Boris lanzó a matar a Leonid, pero él con una habilidad y rapidez que no entendió dio un salto hacia atrás y Boris con la espada cortó las cadenas que sostenían sus pies. Leonid impresionado lo vio transformarse en lobo frente a él, pero la mayoría de los lobos de la manada huyeron del enfrentamiento sin querer tomar parte. Leonid ahora podía creer que esto era real, pero no confiaba en lobos, y estaba seguro que no podía transformarse en uno. Corrió hacia el bosque aun con las manos atadas y consiguió a tres lobos enemigos frente a él. Los lobos gruñían y babeaban, sus ojos eran rojos brillantes, Leonid jamás vio algo parecido, nervioso trató de razonar con ellos. —Señores, podríamos hablar, llegar a un entendimiento… Los lobos saltaron hacia él y lo mordieron sin piedad. Leonid creyó que moriría, pero entonces escuchó en su cabeza los gruñidos de rabia de Akron y una presión que emerge desde lo más adentro le hace doler todo el cuerpo. «Trato de que no nos
Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s
Los otros tres hombres se transformaron en lobos y flanquearon a Leonid. Los monstruos hechiceros del Oriente no mostraron ninguna emoción, igual no podían, sus rostros eran piedras talladas con runas y apenas podían mover la mandíbula. —Mi sacerdotisa —se inclinaron mirando a Aisha con una voz tan áspera que a Leonid le recordó a Darth Vader 2—. Sentimos su magia y hemos venido a buscarla. Aisha se levantó y caminó hasta ponerse junto a Leonid en actitud conciliadora, él se levantó también y ella tomó su mano buscando amparo. —Ahora soy la luna de la manada Selenials, no puedo acompañarlos. Los monstruos de piedra se miraron y Leonid no se atrevía ni a objetar o siquiera hablar, los lobos gruñeron y Aisha estaba asustada, él podía notarlo y no solo en la frialdad de sus manos. — ¿Vinculada a la manada que nos ha cazado por culpa de tu madre? —inquirió el monstruo—, pues igual debes venir y lo sabes Aisha, trae a tus amigos contigo, son bienvenidos en nuestro aquela
Leonid que aunque es desconfiado, también es un caballero, así que hizo una inclinación de cabeza a la joven sonriente. —Mucho gusto, Aziza —se presentó y le estiró la mano como el perfecto caballero que le enseñaron a ser. Aziza frunció el ceño. — ¿Creía que era un lobo Alfa? —Sí, lo es —confirmó Aisha. Aziza sonrió. — ¿Y permite que lo toquen? —No deberías dejar que te toque nadie aquí —espetó Kaiser dirigiéndose a su Alfa. —Nos dijiste que no tenías idea de qué serías la mate de Leonid —le acusó Alexey. —Es cierto —se defendió Aisha. Alexey aspiró en el aire y la miró apretando los puños. —Mi lobo me dice que mientes. —No sabía que era su mate, solo que no me sorprendió, al enterarme entendí que quizás lo supe desde que era niña —se justificó Aisha. Leonid sentía que todos tenían una agenda y que no podía confiar en ninguno. Aziza haciendo gala de su carácter dulce e ingenuo, tomó la mano de Leonid sonriendo. —Me cae bien
Aisha no podía moverse, estaba atada con amarres de energía en las muñecas y tobillos delante del consejo de ancianos de su aquelarre. —No teníamos que llegar a esto, pero tú con tu rebeldía nos has obligado —argumentó Elmira, representante temporal del aquelarre por ser hermana de Amira, la madre de Aisha. —Por favor, se los ruego, la diosa Selene me ha elegido como Luna de uno de sus Alfas, denme la oportunidad de romper la maldición antes de tomar mi lugar como sacerdotisa. — ¡Niña mimada! —acusó Elmira, su piel era totalmente de piedra y sus ojos brillaron como dos luces azul neón en el fondo grisáceo, estaba indignada y furiosa—. Nuestro aquelarre se debilita sin una sacerdotisa, yo no soy la elegida para serlo, lo eres tú... —Escúchame tía, mi pareja brindaría seguridad al aquelarre y el poder de su territorio sería mío… —Mentira, no te atreves a dejarle ver tu piel, tu enamoramiento por ese hombre causará tu perdición Aisha. —Ahora es diferente, la diosa Sel