Leonid despertó desconcertado, vio que estaba en una cueva acostado en el suelo y tenía cataplasmas herbales en varias partes del cuerpo. Aisha estaba junto a él, pero no lo miraba, estaba concentrada en unas hierbas junto al fuego. —Debes tener hambre —susurró sin mirarlo. —La verdad sí. —Tienes dos días durmiendo. — ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? Me he ausentado dos días de mi trabajo, debe haber gente preocupada por mí. Aisha volteó a mirarlo y una vez más Leonid sintió el golpe a sus sentidos al mirar el hermoso rostro de Aisha que ahora sonreía. —Ya te has curado —declaró Aisha contenta y quitó una cataplasma de su abdomen. Sus dedos fríos rozaron sus abdominales y Leonid sintió que se le erizó el cuerpo. Leonid no recordaba las heridas que tuvo, miró su piel solo sucia y hedionda por tantas hierbas que dañaba un exquisito aroma que no identifica de dónde venía. —Lo único malo que tengo es esta hediondez, quisiera bañarme, ¿hay algún baño por aquí? —dij
— ¡Debemos irnos! —Gritó Aisha y tomó la mano de Leonid y como si ella fuera un imán y los demás metal fueron atraídos a ella y desaparecieron una milésima antes de que cientos de lobos demoníacos invadieran la cueva. Todos cayeron dando vuelta en la arena, estaban en un desierto y Leonid miró a su alrededor desconcertado. — ¡¿A dónde nos trajiste ahora?! —Exclamó Leonid y volteó a buscar a Aisha. Vio el movimiento del velo contra el viento parcialmente hundido en la arena. — ¡Ayuda! —Exclamó Leonid y Alexey le ayudó a desenterrarla de la fina arena. —Debo despejar sus vías respiratorias —exclamó Leonid. —Apenas vive —susurró Alexey—. No resistió trasladarnos a tantos. —No se supone que tiene súper poderes —señaló Leonid con ironía. —Los hechiceros son humanos en esencia —respondió Alexey. Leonid aplicaba oxígeno en su boca por un segundo y daba masaje cardiaco, con sus sentidos desarrollados no necesitaba estetoscopio o linterna para evaluarla, sus pupil
La respuesta a esa pregunta debería ser muy fácil de contestar para Leonid, no se puede querer a alguien que no conoces. «Claro que la quieres, lo que ella le hace sentir a la parte de ti que está despierta es real» Insistió Akron. Leonid ni confía en su lobo ni cree en amor a primera vista. Es cierto que Aisha le hace experimentar cosas extrañas, pero así ha sido todo desde que ella apareció en su consultorio. Extraño… La mirada esperanzada y brillante de Aisha le hacía más difícil rechazarla como aseguró que haría. —Es que yo —... Leonid se aclaró la garganta, la sentía tan seca como la arena del desierto—. No sé realmente lo que hice, no fue a propósito… «Lo siento, no podía dejarte morir, eres nuestra luna y sabes que este humano no tiene ni idea» Ambos escucharon a Akron y Leonid enrojeció como un adolescente. Aisha bajó la cara y entendió que la decisión fue de Akron y no de Leonid. —Tu lobo siente un vínculo conmigo, uno que tú deberías sentir y no s
Los otros tres hombres se transformaron en lobos y flanquearon a Leonid. Los monstruos hechiceros del Oriente no mostraron ninguna emoción, igual no podían, sus rostros eran piedras talladas con runas y apenas podían mover la mandíbula. —Mi sacerdotisa —se inclinaron mirando a Aisha con una voz tan áspera que a Leonid le recordó a Darth Vader 2—. Sentimos su magia y hemos venido a buscarla. Aisha se levantó y caminó hasta ponerse junto a Leonid en actitud conciliadora, él se levantó también y ella tomó su mano buscando amparo. —Ahora soy la luna de la manada Selenials, no puedo acompañarlos. Los monstruos de piedra se miraron y Leonid no se atrevía ni a objetar o siquiera hablar, los lobos gruñeron y Aisha estaba asustada, él podía notarlo y no solo en la frialdad de sus manos. — ¿Vinculada a la manada que nos ha cazado por culpa de tu madre? —inquirió el monstruo—, pues igual debes venir y lo sabes Aisha, trae a tus amigos contigo, son bienvenidos en nuestro aquela
Leonid que aunque es desconfiado, también es un caballero, así que hizo una inclinación de cabeza a la joven sonriente. —Mucho gusto, Aziza —se presentó y le estiró la mano como el perfecto caballero que le enseñaron a ser. Aziza frunció el ceño. — ¿Creía que era un lobo Alfa? —Sí, lo es —confirmó Aisha. Aziza sonrió. — ¿Y permite que lo toquen? —No deberías dejar que te toque nadie aquí —espetó Kaiser dirigiéndose a su Alfa. —Nos dijiste que no tenías idea de qué serías la mate de Leonid —le acusó Alexey. —Es cierto —se defendió Aisha. Alexey aspiró en el aire y la miró apretando los puños. —Mi lobo me dice que mientes. —No sabía que era su mate, solo que no me sorprendió, al enterarme entendí que quizás lo supe desde que era niña —se justificó Aisha. Leonid sentía que todos tenían una agenda y que no podía confiar en ninguno. Aziza haciendo gala de su carácter dulce e ingenuo, tomó la mano de Leonid sonriendo. —Me cae bien
Aisha no podía moverse, estaba atada con amarres de energía en las muñecas y tobillos delante del consejo de ancianos de su aquelarre. —No teníamos que llegar a esto, pero tú con tu rebeldía nos has obligado —argumentó Elmira, representante temporal del aquelarre por ser hermana de Amira, la madre de Aisha. —Por favor, se los ruego, la diosa Selene me ha elegido como Luna de uno de sus Alfas, denme la oportunidad de romper la maldición antes de tomar mi lugar como sacerdotisa. — ¡Niña mimada! —acusó Elmira, su piel era totalmente de piedra y sus ojos brillaron como dos luces azul neón en el fondo grisáceo, estaba indignada y furiosa—. Nuestro aquelarre se debilita sin una sacerdotisa, yo no soy la elegida para serlo, lo eres tú... —Escúchame tía, mi pareja brindaría seguridad al aquelarre y el poder de su territorio sería mío… —Mentira, no te atreves a dejarle ver tu piel, tu enamoramiento por ese hombre causará tu perdición Aisha. —Ahora es diferente, la diosa Sel
Leonid observó a Aisha, pero ella mantenía su mirada inocente con mejillas sonrojadas y le explicó de manera atropellada. —Akron me sacó de mi rito de consagración y lo agradezco, no lo deseaba, aunque sé que debo hacerlo, no quería hacerlo antes que tú y yo… Aisha trataba con todo su ser de no mirarlo desnudo, así que se concentró y le hizo ropa con un hechizo. Leonid se miró y se echó a reír. — ¿Escuchaste a mi lobo?, créeme que él no tiene que enseñarme lo que se hace con una mujer, ¡pero prefiero no involucrarme cuando no tengo voluntad de lo que hago! Aisha lo miró desconcertada. «Eres un idiota, lo que te dije fue una conversación entre machos, no dejé que ella escuchara» Leonid enfureció aún más. — ¡Cómo se supone que lo sepa!, eres tan entrometido y has tomado mi cuerpo como tuyo, me da miedo que en medio del sexo me quede pegado a la mujer como perro. « “Ja” Ya quisieras tener esa suerte» Leonid pasó las manos por su rostro, estaba desesperado y
Aunque Leonid no pudiera recordar el rostro de su novia Portia ahora mismo, igual ella existía y él tenía un compromiso con ella. El deseo de todo su ser repetía un solo nombre y era Aisha, pero Leonid temía entregarse a esto y que el lobo en su ser le arrebatara la vida. Aisha desvió la mirada y se concentró en no llorar y demostrarle cuanto le duele. Entiende que eso no solo es indigno, tampoco es justo con él. — ¿Y supongo que la amas mucho? —Preguntó ella con la voz entrecortada sin atreverse a mirarlo—, la he visto, no en persona, pero es una celebridad, y es muy hermosa. Leonid frunció el ceño, la verdad era que en ese momento a quien deseaba como loco era a Aisha. —S-sí…, claro que sí la amo, supongo… —contestó Leonid igual con voz entrecortada. «Miente, Aisha, no renuncies a mí» Suplicó Akron. Leonid desvió la mirada y sonrió sin humor por lo injusto y loco que se presentó todo, no quería ser un patán con Aisha. —No es justo Aisha, esto que me pasa