12La habitación matrimonial de la mansión Lestter era uno de los cuartos más amplios. Nila ya lo conocía, cuando la curiosidad nocturna no le permitió quedarse quieta y encontró a los esposos amándose con desenfreno. Pero ahora Erick también descubrió aquel espacio. Tanto el matrimonio, como el hijo, los mayordomos y los huéspedes, todos estaban allí congregados alrededor de la cama matrimonial, donde reposaba Bastián que había recobrado su forma humana. Completamente inconsciente, con graves heridas en todo su cuerpo y serias dificultades para mantener el ritmo cardiaco. Deva fue la más expresiva en aquel pesar, pues todo su maquillaje se encontraba desgastado por las lágrimas y aún le costaba contener algunos sollozos que se escapaban de manera automática. Sostenía la mano inerte de su esposo mientras se mantenía sentada en el colchón junto a él. —Amado mío… —dijo la esposa con voz suave al tiempo que su pulgar acariciaba la mano de Bastián—. Le arrancaré el corazón al responsab
Un sonido viscoso llegó hasta los oídos del mensajero cuando la líder masticó el bocado de carne, los modales no eran su fuerte, por lo que ni siquiera cerró la boca para comer. Un líquido rojizo descendió por la comisura de sus labios mientras prestaba mucha atención al relato de Gratter. La mirada de la mujer era profunda, con claros destellos de experiencia, aquellos eran los ojos de alguien que había superado muchas batallas, y no estoy hablando de peleas físicas. Pareció divertirse al principio cuando escuchó el secuestro de las ovejas, incluso soltó un par de carcajadas por donde se escaparon trozos de carne desde sus dientes. Sin embargo, el semblante se fue oscureciendo cuando apareció en escena el terrateniente, al escuchar la masacre que sufrieron los lobos a manos de aquel rifle una clara expresión de odio se marcó en todo el rostro. Una furia que no pudo disimular la invadió por completo. Aunque no interrumpió la narración de su compañero de tribu, oyó cada detalle, sufri
Deva escuchaba con atención la historia que el inversor relataba, no podía evitar conmoverse. Y también comenzaba a comprender el tipo de persona que la misma Nila era, pues aunque no era una certeza absoluta, saber la clase de padre de algo ayuda a conocer a los hijos en cierto punto. Siempre hay una herencia, sea positiva, o por lo contrario. —Es increíble la manera en la que el destino actúa a veces… —dijo la mujer, asombrada por la casualidad que salvó la vida de Erick.—Pues sí, es algo que he pensado muchas veces. Siendo yo un hombre de números, la naturaleza de mi trabajo me ha llevado a reflexionar en varias ocasiones, ¿Cuáles son las probabilidades de que él me haya encontrado en un sitio tan remoto en el momento justo? Siempre me doy cuenta de que es casi imposible desde un punto de vista lógico… —Por lo que puedo deducir, desde ese momento se hicieron muy buenos amigos. Por eso te ha confiado el cuidado de su hija. —Sí, él era un hombre bastante particular. Sin embargo,
Ella se acercó hasta él, los pies humedecidos chapoteaban suavemente mientras avanzaba por el suelo húmedo de la cripta. Los dos amantes se encontraron de pie, desnudos, en algún lugar perdido de las mazmorras. —¿Por qué huyes de mí? —quiso saber la chica a unos metros de distancia—. Tú eres el vampiro, soy yo la que debería tener miedo… Pero… —No lo entiendo —interrumpió él mientras la luz de la luna caía sobre su tez pálida a través de la ventana—. Sabes bien que no puedo amarte, no hay nada dentro de mí que se parezca a un sentimiento… ¿Por qué no me dejas en paz? —Es que no me lo puedo creer, no es posible que seas tan frío… —replicó ella avanzando unos pasos lentamente. —No es mi culpa… —él retrocedió para evitar la cercanía—. Los de tu especie, los hombres lobo, han invocado una magia muy poderosa, han sellado mi corazón, no soy capaz de amar, solo de sufrir… —levantó la mano para señalar su pecho. Una marca oscura con bordes violáceos se encontraba justo en medio del mismo,
El cielo de aquella noche fue incapaz de lucir sus estrellas. La totalidad del firmamento estaba cubierto por una espesa capa de nubes grises que de vez en cuando destellaban para anunciar la proximidad de un trueno. Sucesos sumamente escandalosos, algunos incluso rozando lo violento con cada conexión a tierra. Con cada descarga la parte posterior de las nubes se teñía de un blanco tan poderoso que encandilaba a cualquier que estuviera concentrado en aquella lluvia. Y ni hablar de aquellos que estando distraídos eran sorprendidos por el rugido de los truenos, responsables de pequeños infartos a lo largo y ancho de la región. Las calles de la ciudad y los barrancos de las carreteras parecían unos pequeños arroyos que encontraban su destino en los desagües estratégicamente colocados en la arquitectura de las zonas habitables. Aunque aquella ingeniería humana sólo servía para que las calles no se inunden por completo, convirtiéndose en peligrosos ríos artificiales que se lleven en su c
Cuando la chica regresó su atención a la conversación esta ya estaba llegando a su fin. —Oh… creo que me ha caido todo el cansancio junto —anunció Erick con los ojos entrecerrados—. Siento que voy a desmayarme —alegó con un profundo bostezo. Su asistente lo miró extrañada, conocía la resistencia de su jefe, que podía pasarse semanas enteras durmiendo un par de horas para no dejar de trabajar. Asumió que el viaje había sido más pesado de lo que parecía y no le dio mayor importancia. —¡Heralio! ¡Lleva a nuestros invitados a su habitación! —gritó Deva en tono de orden, luego redujo el volumen para dirigirse a ellos—. Estoy segura que el trayecto ha sido agotador, será mejor que ahora descansen y mañana podremos hablar con mayor tranquilidad.—Sí, creo que será lo mejor… —respondió Erick poniéndose de pie y su asistente hizo lo propio. El mayordomo ya los estaba esperando a los pies de la escalera—. Pido disculpas, es descortés irme a dormir sin haberme presentado con el señor Bastián…
Ella se quedó de pie, un poco confundida, un poco ofendida, aunque lo que más abundó en su interior fue una ferviente atracción hacia ese misterioso joven. Le tomó unos cuantos segundos recuperarse de aquel remolino de emociones, y aunque no era cierto del todo que tenía hambre, decidió bajar de todas formas a pedir algo, pues lo que rotundamente no poseía luego de aquel encuentro era sueño. Fue fácil reconocer la cocina porque era la habitación más iluminada de toda la casa, y además la más moderna. Pues la estética antigua y gótica se perdía completamente entre tantos elementos modernos. Cafeteras, microondas, estufas eléctricas y alacenas brillantes. Al igual que los demás, era un cuarto muy amplio, en medio había una enorme mesada rectangular de acero inoxidable con algunos recipientes con semillas y otras especias encima. Las mesadas de las paredes eran del mismo material y era donde se lucían los electrodomésticos además de una gran cantidad de cuchillos profesionales. Alred
A pesar de sus claras intenciones por cumplir con la premisa que había manifestado, fue imposible para Nila conciliar el sueño. Los sonidos desconocidos de la mansión inundaban el ambiente, aunque los más penetrantes fueron aquellos golpes constantes que venían desde la habitación del fondo y se volvían aún más incómodos al tener certeza de qué los estaba provocando. Por momentos los ronquidos de su jefe conseguía opacar el ruido ambiental, pero evidentemente no facilitaban la tarea de dormir. Sin embargo, entre todas aquellas distracciones había una que lograba sobreponerse a las demás. Y es que esos profundos ojos negros que la sorprendieron fisgoneando regresaban a su cabeza constantemente, un recuerdo que venía acompañado por la sensación de la mano sobre su boca, la suavidad de la palma apretando sus labios fue una reminiscencia que le hizo remojar los mismos con la lengua mientras una ligera liviandad se desparramaba dentro de su estomago. “¿Qué me pasa?”, se cuestionó a sí mis