Ella se quedó de pie, un poco confundida, un poco ofendida, aunque lo que más abundó en su interior fue una ferviente atracción hacia ese misterioso joven.
Le tomó unos cuantos segundos recuperarse de aquel remolino de emociones, y aunque no era cierto del todo que tenía hambre, decidió bajar de todas formas a pedir algo, pues lo que rotundamente no poseía luego de aquel encuentro era sueño.
Fue fácil reconocer la cocina porque era la habitación más iluminada de toda la casa, y además la más moderna. Pues la estética antigua y gótica se perdía completamente entre tantos elementos modernos. Cafeteras, microondas, estufas eléctricas y alacenas brillantes.
Al igual que los demás, era un cuarto muy amplio, en medio había una enorme mesada rectangular de acero inoxidable con algunos recipientes con semillas y otras especias encima. Las mesadas de las paredes eran del mismo material y era donde se lucían los electrodomésticos además de una gran cantidad de cuchillos profesionales.
Alrededor de la mesa central había unos banquillos altos, de esos que se disponen en las barras de los bares. En dos de ellos había dos mujeres sentadas, por el uniforme era fácil deducir que se trataban de criadas. La más anciana de las dos vio entrar a Nila por el codo del pasillo y le sonrió ampliamente, la joven tuvo el mismo gesto, aunque un poco más tímido.
—¡Buenas noches, querida! —saludó amablemente la mayor—. ¿Se te ofrece algo?
—Eh… sí… —contestó Nila, un poco avergonzada al darse cuenta de la hora—. Quisiera algo de jugo y algún aperitivo si no es mucha molestía…
—Claro que no, enseguida lo preparamos… —respondió la anciana, aunque la más joven ya se había puesto en marcha mucho antes de que pudiera acabar esa frase.
Esta última se encargó de conseguir la manzana desde la heladera, le quitó la piel con una velocidad digna de las más altas habilidades gastronómicas y luego la cortó en pequeños trozos con la misma rapidez, para finalmente arrojarlos dentro de la licuadora.
Mientras tanto, la anciana se tomó las cosas con un poco más de calma debido a su edad, aunque estaba muy lejos de ser lenta. Se hizo con algunas rebanadas de pan y en medio puso unos trozos de carne cortados en filetes, con un poco de queso y lechuga fresca.
Cuando todo estuvo listo fue depositado en una bandeja de plata y entregado a la invitada que había estado distraída en su teléfono durante todo el proceso. Aunque ahora lo había bloqueado para disponerse a comer.
—Muchas gracias… —dijo—. No hacía falta tanta presentación, pero se agradece.
—Ja, ja, no te preocupes, niña, no es que tengamos nada más que hacer a esta hora.
—Debe ser complicado encargarse de una casa tan grande…
—Bueno, un poco, pero es nuestro trabajo. Además el señor y la señora Lestter siempre han sido muy amables. Tú eres contadora, ¿Verdad? Eso sí que se me haría difícil, ja, ja, ja —la risa de la mujer era muy cálida y amigable, siendo la única durante la estadía que había conseguido sacarle una ligera sonrisa a Nila—. Debes haber estudiado mucho…
—En realidad… —la invitada dio un enorme bocado al sándwich antes de continuar—. No tengo ningún título, pero me presento como contadora para evitar dar demasiadas explicaciones. Solo que desde pequeña se me han dado muy bien los números y Erick siempre ha sido amigo de mi padre. Cuando él falleció me ofreció empleo como su asistente y bueno, aquí estoy.
—Siento lo de tu papá… —dijo la más jóven de las dos, su voz era fina y casi inaudible, se notaba mucho la timidez en el tono.
—Gracias… —respondió Nila tomando un gran trago del jugo—. Todo esto está muy delicioso…
—¿Y tu madre? —preguntó la vieja, ignorando el intento de la invitada por cambiar de tema.
—Nunca la conocí, se marchó con otro hombre cuando yo aún era una bebé. Tampoco me importa lo que haya sido de ella. Solo quiero… —hizo una pequeña pausa, algo confundida consigo misma al verse tan sincera con dos extrañas, aunque ya había comenzado la frase y sintió que debía acabarla—. Solo quiero cumplir el último deseo de mi padre.
—Eso es muy dulce… —dijo la joven, aunque para dulzura estaba su voz cada vez que hablaba—. ¿Cuál era ese deseo?
Nila las miró fijamente a ambas, con ese rostro inerte que tanto la caracteriza, aunque hubo algo de pudor en su ojos.
—No se burlen… —pidió, casi como una súplica—. Él quería que sus cenizas fueran enviadas a la luna… —tras la declaración despertó en ambas oyentes una expresión de sorpresa—. Bueno, en realidad nunca lo dijo de manera seria, siempre que lo mencionaba le ponía un tono de broma bastante exagerado, pero yo sé que en el fondo de su corazón es lo que realmente deseaba. Él era muy amante de la luna, ¿Saben? Siempre estaba haciendo pinturas sobre ella y se pasaba noches enteras mirándola. La que más le gustaba era la luna llena, tanto era así, que todos los meses cuando estaba próxima mi padre desaparecía —las dos sirvientas cruzaron miradas entre ellas—. Mi padre afirmaba que con la luna llena tenía algo especial, tanto que deseaba disfrutarla en privado. Cuando eso pasaba me dejaba al cuidado de Erick. Es por eso que quiero cumplir ese deseo, aunque cómo se imaginaran, hacer un despacho a la luna es demasiado costoso. Sin mencionar que no he hallado los medios adecuados.
Tras el relato había cambiado algo en la actitud de las otras dos mujeres, fue algo sútil, casi imperceptible, pero se las podía notar un poco nerviosas.
—Niña… —habló la anciana—. ¿No quieres un poco de té para acompañar el postre?
—Oh no, gracias, con esto ha estado bien. Creo que volveré a la cama —respondió devolviendo el plato vacío y poniéndose de pie para marcharse—. Además, odio el té…
—Lo suponía… —murmuró la viejita entre dientes.
—¿Perdón? ¿Ha dicho algo? —quiso saber Nila dando media vuelta.
—Solo he dicho “Buenas noches” —mintió. Y la invitada, con una ligera sonrisa curvando su boca, contestó la amabilidad de la misma manera para luego marcharse del todo. Fue entonces cuando la empleada tomó un paño húmedo y se puso a fregar la mesada de manera nerviosa.
—¿Crees qué…? —preguntó su joven compañera.
—Es solo una conjetura. Aunque creo que ni siquiera ella es consciente de su verdadera naturaleza…
A pesar de sus claras intenciones por cumplir con la premisa que había manifestado, fue imposible para Nila conciliar el sueño. Los sonidos desconocidos de la mansión inundaban el ambiente, aunque los más penetrantes fueron aquellos golpes constantes que venían desde la habitación del fondo y se volvían aún más incómodos al tener certeza de qué los estaba provocando. Por momentos los ronquidos de su jefe conseguía opacar el ruido ambiental, pero evidentemente no facilitaban la tarea de dormir. Sin embargo, entre todas aquellas distracciones había una que lograba sobreponerse a las demás. Y es que esos profundos ojos negros que la sorprendieron fisgoneando regresaban a su cabeza constantemente, un recuerdo que venía acompañado por la sensación de la mano sobre su boca, la suavidad de la palma apretando sus labios fue una reminiscencia que le hizo remojar los mismos con la lengua mientras una ligera liviandad se desparramaba dentro de su estomago. “¿Qué me pasa?”, se cuestionó a sí mis
El largo suéter fue lo suficientemente extenso como para cubrir las partes nobles del muchacho. Aunque a Nila no le alcanzaron los dedos para cubrir su rostro enrojecido de vergüenza, algo que de todas formas no le impidió mantener la mirada firme en él. Quedó fija en las piernas desnudas más segundos de los que podría considerarse apropiado. La única pupila que tenía paso libre entre los dedos de la chica subió hasta localizar el rostro del joven que la observaba con una expresión nula. Fue la primera vez en su corta estadía que ella demostró una reacción sincera, sin embargo eso no evitó que el Asher fuera ajeno a esas emociones y se dispusiera a quitarse el suéter tomándolo por la parte de abajo. —¡Espera! —gritó Nila desde el pasillo—. ¡¿Qué haces?! ¡¿Eres degenerado o algo así?! —¿De qué estás hablando? —se confundió él, interrumpiendo su acción—. Eres tú la que está parada ahí husmeando en mi habitación… —Pero al menos cierra la puerta… —ella sabía en su interior que aquella
La vegetación a su alrededor estaba completamente humedecida. Tanto por el paso de la lluvia como por el cotidiano rocío matutino, aunque claro, no había manera de diferenciar entre ambos fenómenos. Las botas se hundían un poco en el barro con cada paso y le resultó casi imposible camuflar el sonido de su avance entre los árboles que se interponían en su camino. El rifle imponía todo su peso sobre el hombro de Bastián, aunque su postura no se veía afectada por ello, su mirada al frente desbordaba seguridad, pues al parecer su prodigioso olfato le indicaba exactamente dónde se hallaban los invasores. Una tenue niebla cubría el ambiente, un vaho silvestre imposible de fracturar, pues hasta la más espesa bruma es capaz de amoldarse incluso en los terrenos más hostiles. Tras subir una pendiente el hombre dio de súbito con una escena que a estas alturas ya le resultaba familiar. Chasqueó los dientes con desprecio al ver a un grupo de tres lobos devorando a una oveja, o al menos lo que qu
Una tenue calma se deslizó en el terreno, se mezcló con el aliento emanado por ambos contendientes. La humedad ambiental hizo visibles aquellas respiraciones, el vaho salía de las bocas con una frecuencia casi constante, pues aquella templanza no era más que una ilusión, un engañoso anuncio de la violencia que estaba a punto de estallar. —Sabía que no tardarías en aparecer, Gratter —entonces lanzó al animal que tenía apretado entre sus dedos con tanta fuerza que llegó hasta los pies de la imponente criatura—. Te he estado buscando en las largas noches… —Por supuesto que una alimaña como tú se esconde entre la oscuridad —vociferó el lobo humanoide, el sonido era grueso y extendido. —¡Siempre es lo mismo con ustedes! —enfureció Bastián, sin permitir que su expresión oculte ese sentimiento—. Llegan estas fechas y se vuelven un grano en el culo… —masculló casi para sí mismo esta vez. Seguido de un largo y desganado suspiro que soltó mientras metía un par de proyectiles dentro de su ri
Gratter resopló con fuerza y giró un poco la vista en dirección a su espalda.—¡¿Esos de ahí atrás te parecen que tienen algo que ver con tu estúpida venganza?! —gritó con furia, haciendo referencia a sus hermanos caninos. —¿Esos? —Bastián hizo un esfuerzo con su cuello apresado para poder mirar a los cadáveres—. Me robaron mis ovejas… —luego continuó con cierto tono de burla—. Digamos que los maté por gusto… —concluyó al mostrar una pequeña sonrisa. —¡ERES UN HIJO DE PUTA! Las venas se marcaron por los músculos del brazo que el hombre lobo levantó para fulminar a su enemigo. Un puñetazo capaz de partir un árbol al medio ciertamente es una potencia que el cráneo de Bastián no podría soportar. Sin embargo, este no parecía estar bajo ninguna presión. Todo lo contrario, la pequeña sonrisa se incrementó al darse cuenta que su provocación tuvo efecto. Tanto fue el gozo de acertar aquella mofa que dicha sonrisa creció, y creció, hasta desgarrar los labios más allá de sus límites La piel
—Estás tardando demasiado —se quejó Asher mientras veía bajar por las escaleras del pórtico a Nila, a las espaldas de esta la puerta de la mansión Lestter se cerró con premura. De inmediato se percató de que ella traía puestos los tenis y los pantalones joggers que se le habían prestado, pero además, se permitió la libertad de tomar una sudadera negra con algunos diseños rojos en los brazos—. ¡Oye, yo no te dije que podías usar eso! —exclamó el muchacho un poco molesto al ver que habían tomado una de sus prendas favoritas. —Pues te jodes por dejarme sola en tu cuarto… —respondió Nila con cierto tono de satisfacción, como si hubiera consumado una especie de venganza contra el chico que la rechazó. Al bajar el último peldaño quiso saber— No iremos en esto, ¿Verdad? —preguntó refiriéndose al enorme caballo que el hijo de los terratenientes sostenía por las riendas. —Los lobos siempre se adentran en el bosque y me temo que este es el vehículo más eficiente para ese terreno —respondió Ash
El tropel de la yegua rompió la tierra, hundió el barro y moldeó el camino hasta el bosque con la forma de sus herraduras. Los jóvenes que iban sobre la espalda del animal, no solo vibraron por la fuerza de la carrera, sino que además la cercanía de sus cuerpos les hizo estremecer desde la carne hasta el alma. Asher mantuvo su pecho pegado a la espalda de Nila, al tiempo que su mejilla rozaba suavemente el cabello de ella. Al darle la espalda al muchacho, y también debido a la concentración de este puesta en el sendero, la chica no reprimió sus anhelos de contacto, y hundió la espalda en el pecho de él todo cuanto le fuera posible. Aquella cercanía extrema le obligó a soltar un sincero y extenso suspiro, salió de manera autónoma, le hubiera sido imposible contenerlo aún poniendo hasta la última gota de su voluntad. El paisaje rural no solo se abría frente a ellos coronado con una hermosa acuarela de nubes grises, además parecía engullirlos dentro, el caballo se hacía pequeño en medi
Los pelos sobre el lomo del licántropo se erizaron y mostró sus fauces antes de soltar un profundo rugido que consiguió estremecer hasta la vegetación circundante. El efecto de la plata comenzó actuar dentro de su brazo, Gratter pudo sentir en su propio ser como su fuerza mermaba, no le fue en absoluto difícil deducir que debía actuar rápido y quitarse la bala de su interior. Hundió sus filosas uñas dentro de la herida, justo por encima del bíceps, y ayudándose con su grandes y fuertes dedos se abrió paso por la carne hasta percibir el objeto, tocar el metal puro le produjo un terrible malestar. Sin embargo, la fortaleza de Gratter le permitió sobreponerse tanto al dolor físico como a la plata. Cualquier otro hombre lobo habría caído rendido desde el primer impacto. Bastián yacía a un costado de toda esa escena, su transformación seguía presente, aunque poco a poco iba recobrando la forma humana. El sol ya había causado mucho daño en su cuerpo y le era completamente imposible moverse