—Pensé que el señor Salazar iba a acompañarte.

Azucena movía el transductor sobre el vientre de Rosalin revisando que todo estuviera bien con sus bebés. La bella doctora se había tomado la noticia con mucha alegría porque conocía los deseos de su paciente por tener un bebé, claro, ella no se había enterado del drama de las gemelas hasta que todo explotó cuando apareció la Rosanna original.

—Él tenía cosas importantes que hacer, además…

—Tranquila, no tienes que darme explicaciones. Yo sé que la situación es complicada. Pensemos en cosas más amables, como estos preciosos bebés que están en perfecto estado.

Azucena le explicó algunas cosas, les tomó captura a los bebés con la mejor calidad posible y le dio inicio a sus controles prenatales, recetándole las vitaminas necesarias y sus próximas citas con el obstetra. Era difícil que confiaran en otros médicos y por eso ella terminaba haciendo más del trabajo que le correspondía, pero le gustaba ser útil y no pensaba quejarse.

Azucena sabía