—¿Estás segura de esto, Jazmín? No lo sé, es… Demasiado revelador…—Rosie, por fin vas a poder acostarte con tu esposo, esa prenda te va a durar puesta los tres segundos que tarde Rubén en quitártela.Rosie se ruborizó hasta las orejas, ella seguía sin ser capaz de asumir el tema del sexo sin estallar en colores. Afortunadamente, Jazmín la estaba corrompiendo un poco, enseñándole las cosas que se suponía que debía hacer con su esposo y, justo en ese momento, le ayudaba a escoger un pijama sexy para esa noche que sería la primera en la que podrían consumar su amor.Más temprano ese día, ellos fueron al hospital para su revisión, Azucena le dijo que ya todo estaba perfecto, no podía excederse en movimientos bruscos durante otro par de meses, pero ya podía recuperar su normalidad. La sonrisa gigante y perversa que se dibujó en el apuesto rostro de su esposo solo era una promesa de que no perdería ni un solo día más para saciar sus necesidades.—No pongas esa cara, pareces una adolescente
Y parecía verdad. Rubén era muy bueno detectando mentiras cuando lo deseaba, él sabía leer a sus socios y clientes, incluso a sus enemigos, siempre detectaba cuando lo querían engañar diciendo las palabras correctas. Incluso con Rosanna, aunque ella no se esforzaba en mentir, ella simplemente dejó de decirle que lo amaba y ya; pero ahora, la sinceridad afloraba en cada poro de ese bello ángel en frente suyo.—Yo también te amo, Rosie.Los ojos de Rubén bailaron por todas las facciones de su esposa, como si bebiera su imagen antes de besarla. Sus labios se movían con delicadeza, la lucha en su interior entre la lujuria por la larga espera y el conocimiento de que debía ser cuidadoso no dejaba ningún ganador. Sin embargo, Rosanna le había preparado una noche especial, hermosa y romántica, ella se había tomado la molestia de escoger cada detalle pensando en complacerlo, así que lo mínimo que podía darle a cambio era la misma entrega.Ya vendrían muchas oportunidades de follar a su esposa
Rubén se acomodó de nuevo entre sus piernas, puso una almohada debajo de su cadera para que estuviera más cómoda y volvió a besarla. El remolino de pensamientos extraños no se callaba y se mezclaba con su deseo desbocado. No había manera de echarse para atrás, no cuando los dos estaban tan excitados y tan cerca de terminar. Su pene le dolía, ya debería llevar varios minutos de alivio y él continuaba prolongando la tortura, ya no podía más.También estaba muy mojado, el líquido preseminal brillaba en su glande hinchado y lo aprovechó para tentar a Rosanna, lo esparció con su dedo por toda la cabeza fijándose en la manera en la que su esposa seguía el movimiento de su dedo como si fuera la primera vez que observaba algo semejante, parecía hipnotizada y cuando ella se relamió los labios, su miembro se sacudió. Mierda, quería hacerle tantas cosas, pero justo ahora, necesitaba estar dentro de ella tanto como necesitaba respirar.No se contuvo más, acomodó su glande en la entrada, lo movió
A Rubén le dio risa imaginar a Rosanna haciendo algo como eso, no, era una exageración. Su esposa no tenía ningún motivo para algo así, ella ni siquiera conocía su verdadero trabajo ni el entorno en el que se movían. Él estaba perdiendo la razón, esa era la explicación más realista. Rubén no quiso pensar más, no había nada que fuera a descubrir por sí mismo esa noche, así que bebió una copa llena de champaña y se metió a la cama.Cuando abrazó a la chica, acarició su piel cálida y se apretó a su cuerpo. Fuera o no fuera su esposa, esa mujer le hacía sentir cosas a las que no estaba dispuesto a renunciar. Quería olvidar todas sus dudas, sepultarlas en lo más profundo de su mente bajo miles de candados y solo dedicarse a disfrutar de su nueva vida y nada más.La mañana solo le trajo más confusión y nuevos temores. Su esposa se despertó muy mimosa, ya no rehusaba sus toques como lo hacía antes, pero estaba adolorida, se quejó cuando intentó sentarse y él quiso convencerse de que se debía
Rubén hizo una tregua consigo mismo, le prometió a su parte inquisidora que llegaría hasta el fondo de ese asunto y que no iba a descansar hasta encontrar la verdad. Sin embargo, no podía ni quería llenarse de malos pensamientos o de dudas con respecto a su esposa, la que tenía a su lado, la que despertaba entre sus brazos cada día con sonrisas perezosas y le decía un: “buenos días, cielo” lleno de amor.Ya la había llevado al hospital exigiéndole a Azucena que le practicara nuevos exámenes, él necesitaba la seguridad de que ella no estaba mintiendo y no fue difícil comprobarlo. Un electroencefalograma mostró que ninguna zona de su cerebro se encendía ante la mención de eventos de su pasado o de personas conocidas, ella únicamente reaccionaba a Rubén y a Violeta en las fotos viejas. Los dos parecían aliviados con esa noticia.Azucena hizo que el neurólogo en jefe del hospital le explicara todo a Rubén, incluyendo la conclusión a la que habían llegado luego de revisar una y otra vez lo
Narcisa permanecía en silencio, sonreía a lo que su nieta y nuera decían y nada más, pero sus ojos se desviaban constantemente hacia Jazmín, quien no conseguía ocultar su terrible inseguridad al estar sentada a la mesa con los señores de la casa, algo que la señora Salazar no hubiera permitido en su casa, donde los padres de la chica habían servido toda su vida. Margarita también estaba con ellos, pero su presencia era más habitual por ser la compañía constante de la niña.Ella también estaba demasiado nerviosa y Narcisa sabía que no era por ninguno de ellos porque la chica siempre se había visto obligada a acompañarlos en eventos importantes donde Violeta debiera estar presente, así que solo le quedaba sospechar del señor Molina, quien, para su sorpresa y desconcierto, no dejaba de mirar a la tutora con demasiada lujuria para ser aceptable en la mesa, o en general en algún lugar con más personas.Sergio era otro punto de inquietud para ella, los pequeños detalles que había tenido con
El guapo hombre acortó la distancia y la encerró contra la mesada atrapándola en un beso brutal que dejó a la pobre Margarita sin aliento. Antes de retirarse le lamio los labios y le dedicó una de esas sonrisas maliciosas que prometían torturas impensables y que hicieron a su entrada contraerse ansiosa.Alexander salió de la cocina dejándola con la respiración agitada y la mano en el pecho en un vano intento de calmar su corazón. Maldición. Esto era lo peor que le podía pasar en la vida, ella sabía perfectamente quién era ese hombre cuando se metió con él la primera vez, unos meses atrás, pero nunca estuvo en sus planes que él descubriera su verdadera identidad y su vida secreta.Nadie, a excepción de su hermana sabía lo que le gustaba hacer, sus oscuros deseos de ser dominada y castigada hasta llegar al clímax. Ella era una desviada y lo sabía, le encantaban esos juegos de rol y de poder, ser atada y azotada, su intimidad se mojaba con las ordenes firmes de Alexander, con las demanda
—Cielo, no… Espera… No, aquí no… Rubén, no, déjame… Nos van a ver… Rosie luchaba por alejar el enorme cuerpo de su esposo mientras él insistía en pegarla más contra la pared y seguir besando su cuello. Estaban en la cava buscando un vino para continuar la celebración, pero Rubén tenía mejores planes para ellos dos. —Nadie va a venir, hermosa, estamos solos y no te vas a salvar. Rosie reía divertida y caliente, los toques de su esposo la encendían como pólvora que iba quemando poco a poco por su piel. Desde el momento en el que había estado con Rubén por primera vez, al menos en sus recuerdos, no habían parado, su esposo realmente parecía hambriento de ella y cada día la devoraba sin falta como si fuera un pecado mortal el no hacerlo. Podía caerse el mundo a pedazos y Rubén seguiría haciéndole el amor. —Esto es muy morboso, cielo, este no es un lugar para hacer el amor. —¿Y cómo sabes eso? Cualquier lugar en el que estemos tú y yo solos es perfecto para hacer el amor. Un fuerte g