Los tacones de Kate Sullivan resuenan en el frío piso de madera del vigésimo piso de OR Defense Technologies, una mujer de apariencia imponente y ojos resueltos, aunque de baja estatura, camina con determinación por los pasillos de la lujosa empresa de armamento militar. Con cada paso, su presencia irradia poder y autoridad… y miedo, por eso todos se entierran en sus escritorios.
Como jefa de producción de una de las compañías más prominentes del sector armamentista, es obvio que sólo con caminar demuestre su poder.
A su lado, tratando de seguirle el ritmo en sus actividades, Ethan intenta ponerla al día con los acontecimientos de su área, ser su asistente no es para nada sencillo.
—La producción de las granadas se ha detenido por falta de mantención de la maquinaria, ya me puse en contacto con el jefe de mantenimiento y me dijo que en dos horas…
—Se va. No hizo su trabajo, estamos perdiendo dinero, así que se va.
—Pero…
—Ethan, sabes que las cosas son así, se va y punto. Que su segundo asuma su rol, a ver si puede solucionar el problema en una hora. Si no lo logra, también se va —Ethan se apresura a abrirle la puerta de la oficina y ella entra directo a teclear en su ordenador.
—Informaré a recursos humanos ahora mismo.
Ethan se tarda cinco minutos más en el resto de los reportes y ella con un gesto de la mano le dice que se vaya.
Sale de allí resoplando, porque su jefa sencillamente no le cae bien. La detesta, es una bruja mandona, que lo humilla cuando se le da la gana y no alcanza a dar dos pasos cuando escucha su nombre.
—Me lleva la que me trajo, qué querrá la bruja ahora… —entra a la oficina con una sonrisa, que no sirve de nada porque ella ni siquiera lo mira—. Señorita Sullivan…
—Asegúrate de correrlo tú, recursos humanos siempre se tarda y quiero que su segundo tome el mando ahora.
Ethan sale de allí para subirse al ascensor con un resoplido.
Eso siempre le molesta, porque lo manda a él a hacer el trabajo sucio, por eso la mitad de la empresa lo odia y la otra lo compadece. No sabe qué es peor.
—Un día debería ponerle sal a su café… o cianuro, aunque dudo que cualquier veneno sea efectivo con ella.
Sin embargo, a pesar de la percepción de sus compañeros, tiene cierta reputación que no se puede negar entre los jefes.
Ethan Reynolds, un joven de veintitrés años, talentoso y ambicioso, se encuentra entre los numerosos empleados de la compañía como uno de los mejores. Con su inteligencia y habilidades, se ha convertido en el asistente más confiable que Kate ha tenido en los cuatro años que tiene en la empresa… y también hay que agregarle el más paciente, porque esa mujer no es fácil de llevar.
Luego de hacer lo que Kate le ha pedido y de oír las groserías en su contra, Ethan regresa a su escritorio, justo fuera de la oficina de su jefa.
Ethan observa la torre de informes y expedientes que han llegado a su escritorio, cada uno de ellos debe ser revisado por él antes que su jefa, para que ella sólo los firme. Está concentrado en eso y ve que la hora de almuerzo ha llegado, por lo que se pone de pie para irse, pero sus planes cambian cuando Kate se asoma por la puerta.
—Quiero una ensalada con pollo a la plancha, hoy no hay hora de almuerzo —se vuelve a meter dentro de la oficina, mientras que Ethan le desea las diez plagas de Egipto.
Llama para pedir el almuerzo de su jefa y el suyo, se entierra en el trabajo para no hacer lo que viene soñando casi desde que llegó allí, renunciar y luego matar a su jefa, aunque el orden de los factores no alteraría el producto: ser libre y feliz.
Cuando la comida llega, se mete dentro de la oficina de su jefa para entregarle la ensalada, con un gesto de la mano le pide que lo deje en el escritorio, mientras ella no despega la mirada de la pantalla.
—He de suponer que hace una hora se reestableció la producción detenida —sus ojos no se despegan de la pantalla, pero aun así intimida un poco a Ethan.
—S-sí.
—Bien, necesito un informe detallado de la falla y su solución.
—Ya lo pedí, estará dentro de veinte minutos.
—Perfecto —lo mira a los ojos y levanta una ceja interrogante—. ¿Algo que quieras decirme?
—No, disculpe.
Ethan sale de allí pensando en las muchas cosas que en verdad le gustaría decirle, pero hacerlo sería perder su empleo y lo necesita para demostrarle a su padre que no necesita casarse ni ninguna de sus propuestas descabelladas para ser exitoso.
Se sienta en su escritorio, se come su almuerzo mientras lee cada documento y para cuando termina se pone de pie para entregárselo a su jefa, a quien encuentra sonriendo mientras habla por teléfono.
—Yo también, nos vemos.
No es la primera vez que la encuentra así, seguro está hablando con su pequeña hija, porque esa mujer es el ácido andante y nadie le causa ternura más que su pequeña Emily.
Aunque Ethan siempre se ha preguntado, ¿quién fue el pobre infeliz que unió su sangre con la de esa mujer tan siniestra?
—Habla —le dice ella con voz fría y Ethan cae en cuenta que se ha quedado pensando de más.
—Le traigo estos informes, para que los firme.
—Bien, ¿el informe de la falla?
—Es el primer documento, la solución es momentánea… —Ethan comienza a explicarle todo, mientras ella lee rápidamente y asiente cuando él termina.
—Déjame sola.
Eso es todo.
Ni gracias, buen trabajo, algo más, vete a casa a descansar, te daré vacaciones… no, Kate es una jefa explotadora, sin sentido de vida, eso que las personas a su alrededor suelen tener.
Sigue trabajando hasta las cuatro, arregla sus cosas para irse a casa, pero Kate vuelve a asomarse y sólo cierra los ojos cuando por el rabillo del ojo logra verla.
—Junta de directivos en diez minutos.
Y eso significa dos horas más pegado a la silla, esperando a que ella pueda necesitar algo. Nunca ocurre, pero tampoco se puede arriesgar a que su jefa necesite una palabra, un dato o lo que sea, y él no esté allí para dárselo.
—Definitivamente el café con arsénico sería una mejor opción… en pocas cantidades diarias…
Pero, por más que quiera deshacerse de ella, no puede, porque esa bruja insensible es su puerta para escapar de su padre, y si hay algo que quiere más que matar a su jefa, es demostrarle a su padre lo que vale.
Kate se encuentra en su despacho, absorta en sus pensamientos mientras observa la ciudad desde la imponente ventana. Las luces parpadeantes y el ajetreo de la vida urbana contrastan con la calma aparente de su oficina. De vez en cuando la nostalgia la embarga y tener las responsabilidades que tiene, además de aquel pasado que le pesa, muchas veces la hacen pensar más de lo que debería. —Hay secretos que nadie puede conocer… y aun así me encantaría gritarlos al viento, para ser libre de una vez. Se asoma a su escritorio una vez más, ya pasan de las siete de la tarde, Ethan se ha ido hace un rato con el agotamiento retratado en su rostro, pero eso a ella no le importa, hay muchas cosas que hacer y si a Ethan no le gusta su ritmo, la puerta es ancha en la empresa, puede renunciar cuando quiera. Abre la carpeta de los nuevos clientes, muchos de ellos ejércitos de los países más poderosos del mundo, y otros pocas empresas privadas de seguridad. De pronto, uno de los expedientes le llama
Ethan abre los ojos con una sonrisa, el día pinta precioso y tiene unas ganas tremendas de desayunar su comida favorita para iniciar el día. Ve la hora, tiene tiempo para ejercitarse y luego darse una ducha.Se tira a la alfombra y allí comienza a hacer su rutina de abdominales y otras cosas que mantienen su cuerpo tonificado y ese abdomen como para comérselo. Luego corre a la ducha, se viste rápidamente y se va a comprar su desayuno favorito, además de un café y un té relajante para su jefa.Ethan coge un taxi como todos los días y se dirige a su trabajo, siente que ese día será maravilloso y estará lleno de sorpresas para él. Como cada día, Ethan se come su desayuno mientras va en el taxi, pero el universo lo ve demasiado feliz y tranquilo, así que un camión departidor se pasa un alto, el taxista frena bruscamente y Ethan se echa encima parte de su café.—¡¿Se encuentra bien, joven?! —se apresura a preguntarle el conductor, pero Ethan sólo deja salir un resoplido.—¡Pues claro que n
Cuando Ethan llega al último piso para dejar los documentos a la secretaria del CEO, la mujer no está por ninguna parte, así que se queda allí para esperarla rogando que aparezca rápido, porque no quiere quedarse más de lo debido.Sin embargo, la puerta del CEO se abre y desde la oficina salen la secretaria tomando apuntes seguida de un hombre de presencia imponente. La mirada de los dos hombres se enfrenta y el mayor habla con seriedad.—Señorita Morgado, vaya por un café para mí, de esos que me gustan.—¿Le traigo un dulce también? —le pregunta la mujer y Ethan levanta una ceja.—No, por hoy pasemos del dulce —la mujer asiente, coge su bolso y se va. Ethan se acerca a él con un rostro de diversión y le dice.—¿Así que comes dulces a espaldas de madre?—No trates de evadir el tema, ¿por qué insistes en trabajar como asistente de la mujer más odiosa de la compañía? ¿Tienes idea de lo humillante que es recibir información acerca de su trato hacia ti?—Tú me dijiste un día que no tenía
Cuando Kate se quedó sola en la oficina, se desinfló en el asiento y pensó de dónde le había salido la idea de casarse con Ethan, si hacía poco se dijo a sí misma que él no era opción por ser joven e inmaduro, pero allí estaba ella.Su tarde trascurrió normal, llena de trabajo y mandando a Ethan como si no tuvieran un acuerdo, no es que él esperara un trato más deferente, si su jefa era una bruja y nunca dejaría de serlo.Llega el momento de retirarse de la empresa y Ethan se queda sentado frente a su escritorio esperando a que su jefa lo deje irse.—Mi jefa que será mi esposa… ¡Maldición, ¿qué rayos acepté?! —mete la cabeza entre su manos sin poder creerlo.—¿Le duele la cabeza, señor Reynolds? —se pone de pie y respira aliviado cuando ve que Kate va con sus cosas de salida. Ella rebusca en su cartera algo y le extiende un blíster de medicina—. Tómese una con un vaso enorme de agua, le hará muy bien —Ethan se la queda viendo como si fuera un extraterrestre, Kate frunce el ceño y mete
Para Owen tener que lidiar con la empresa y su hijo al mismo tiempo no es sencillo, pero si tiene que poner prioridades para solucionar, la empresa siempre gana y eso que tiene enfrente lo hace saltar de su asiento.—Con esto ya tengo cómo sacar a esa mujer de la empresa…Su idea es sacar a Kate de su puesto y dejar a Ethan, que al menos sea el jefe en lugar de un simple asistente, por eso no duda en bajar al vigésimo piso para botarla por haber dejado que se perdiera un contrato tan importante.Cuando las puertas se abren el piso veinte, todos se quedan con la boca abierta al ver al CEO allí, con cara de querer matar a alguien.Pero cuando se para en la puerta de la oficina de Kate y grita a viva voz, son varios los curiosos que se imaginan todo tipo de cosas.Ethan se voltea enseguida para enfrentar a su padre, poniéndose por instinto como barrera, lo que a Kate la deja sorprendida.—Señ
Kate en su mente idea las mil maneras en que podría matar a Ethan, él deja a Emily en el piso y le susurra con dulzura.—Mejor ve a tu cuarto, no quieres ver cómo muero…—Te compadezco —le dice ella dándole unos golpecitos en el hombro y se va de allí. Ethan vuelve a poner de pie para enfrentar a Kate, quien se acerca, lo toma por la camisa y tira de él para llevarlo a la primera puerta que se encuentra, cierra y se para frente a él.—¡¿Por qué le dijiste a Emily del cambio de escuela?!—¡Porque tú no me dijiste que ella no sabía! Se supone que un cambio de escuela es algo importante, ella debería saberlo.—Es una niña de seis años, no sabe lo que quiere.—¡Claro que lo sabe! La última vez que me quedé con ella la llevé por un helado y pidió el de fram
Tras una buena explicación de Ethan de que no tiene nada que ver con el CEO, así como hay dos personas de apellido Smith en contabilidad y tres Johnson en seguridad, pero que no son nada entre sí, él y el jefe de jefes no tienen ningún vínculo.Luego de eso Ethan se disculpó por el beso, se despidió de Emily con fuerte abrazo y se fue a su departamento a darse una ducha con agua fría, porque ese beso lo había afectado más de la cuenta.Para Kate no fue mejor, especialmente porque tendrían que repetirlo en la boda.Y para eso faltan un par de semanas.Al día siguiente prefirieron ponerse de acuerdo en la oficina sobre la boda y quedaron en que se casarían en el ayuntamiento, pero que luego cenarían en un lugar lindo, sólo para guardar las apariencias con su familia y para que Emily no note la mentira. Todo lo demás fue más simple, c
Cerca de las tres de la mañana le dan el alta a Emily, quien se quedó dormida luego de un cuento sobre un niño que se cayó tratando de subir un risco y para tapar su cicatriz, se tatuó unas enormes alas de ángel, sólo para recordar que no puede volar. Mientras Ethan carga a Emily, a quien cubrió con su saco porque afuera hace frío, Kate está pagando la cuenta del hospital. Ethan la oye reclamar y se acerca. —¿Qué pasa? —le pregunta a la mujer que atiende allí. —La tarjeta de la señora sale rechazada. —¡Pero no puede ser, tiene fondos suficientes! —Tranquila, sólo pasa otra y ya. —¡Las dejé en casa! —se pasa las manos por el rostro frustrada y Ethan se acerca más a ella, parándose de lado. —Saca mi cartera del bolsillo trasero izquierdo, toma cualquier tarjeta y paga, todas están completas. —Pero… —Vamos, la niña está cansada y nosotros también, sólo saca la que quieras, paga y vamos a casa, querida. Ella