Kate se encuentra en su despacho, absorta en sus pensamientos mientras observa la ciudad desde la imponente ventana. Las luces parpadeantes y el ajetreo de la vida urbana contrastan con la calma aparente de su oficina. De vez en cuando la nostalgia la embarga y tener las responsabilidades que tiene, además de aquel pasado que le pesa, muchas veces la hacen pensar más de lo que debería.
—Hay secretos que nadie puede conocer… y aun así me encantaría gritarlos al viento, para ser libre de una vez.
Se asoma a su escritorio una vez más, ya pasan de las siete de la tarde, Ethan se ha ido hace un rato con el agotamiento retratado en su rostro, pero eso a ella no le importa, hay muchas cosas que hacer y si a Ethan no le gusta su ritmo, la puerta es ancha en la empresa, puede renunciar cuando quiera.
Abre la carpeta de los nuevos clientes, muchos de ellos ejércitos de los países más poderosos del mundo, y otros pocas empresas privadas de seguridad.
De pronto, uno de los expedientes le llama la atención, al abrirlo se encuentra con la descripción de la empresa y al ver la fotografía de su junta directiva, lanza el expediente lejos, salta de la silla y se apoya en el alfeizar de la ventana.
—No puede ser… no… —siente que el aire le falta, mira a todos lados sintiendo que la oficina se le hace pequeña.
Kate toma su bolso y sale de la oficina como si aquellos papeles la estuvieran siguiendo. Al salir del edificio, Kate mira a todos lados, asegurándose de que nadie la sigue, se sube a su auto y sale de allí con rumbo a su departamento.
—No puede ser… —lo repite como un mantra, mientras trata de controlar el temblor de todo su cuerpo.
Kate Sullivan es una de las mejores ejecutivas de la compañía, a pesar de sus veintiocho años, su metodología de trabajo ha logrado posicionar la empresa en un puesto privilegiado dentro del rubro. Todos conocen esa versión arrogante y siniestra, pero esta que se ve ahora frente al volante es más bien la mujer de hace siete años atrás.
A sus veintiún años, Kate tuvo que dejar todo lo que tenía en Londres escapando de aquel monstruo, el mismo que acaba de ver en esa fotografía.
Al llegar a su departamento corre al cuarto que visita primero cada día luego de la oficina y abraza a su pequeña Emily, su hija de seis años y por quien lucha cada día por abrirse camino en un mundo mayormente de hombres.
—¡Mami! —Emily salta a su cuello y Kate huele sus cabellos para tranquilizarse.
Kate siempre supo que la posibilidad de encontrarse con su ex novio era latente, pero pensó que al menos ella estaría más estable, tal vez con su propia empresa, para tener suficiente poder y enfrentar a Anthony DeMarco.
—¿Cómo has estado, mi pequeña? —le dice Kate metiéndose a la cama con ella y acariciando sus cabellos.
Emily comienza a contarle todo lo que hizo durante el día, los momentos más emocionantes y cómo la siesta la ayudó a descansar de sus juegos.
Samira, la chica que cuida de Emily, se asoma con la leche de la pequeña y Kate la recibe.
—¿Algo importante? —pregunta Kate y la chica niega.
—No, señorita.
—Bien… te pido que me esperes unos minutos, necesito hablar contigo algo urgente.
—Lo que usted diga, señorita Sullivan.
Madre e hija se quedan en un momento íntimo, en donde un cuento y la leche tibia son los protagonistas, luego un beso de buenas noches y la puerta cerrada, para que Emily no tenga oportunidad de oír la conversación.
—Señorita, la veo preocupada, ¿sucede algo?
—Sí, Samira. Algo muy grave… Anthony está libre.
—¡No puede ser! —dice la chica llevándose las manos a la boca, ella escapó con Kate a Estados Unidos, así que conoce la verdadera historia de Kate Sullivan—. ¿Qué piensa hacer? ¿Buscará otro lugar para vivir?
—No. Ya una vez tuve que dejar todo atrás por su culpa, pero ahora es diferente. Tengo una carrera importante, de cierta manera tengo poder y me valdré de eso para proteger a mi hija.
—Pero… pero él es su padre.
—Lo sé —Kate se pasa las manos por el cabello y se deja caer en un taburete, mientras que Samira le sirve un vaso de jugo de fresas—. Sin embargo, tú y yo sabemos que Anthony no es el mejor ejemplo, además, mi pequeña sabe que su padre está muerto y prefiero que siga creyendo eso.
«A partir de ahora no saldrán más a la calle solas, buscaré alguien que las proteja, aunque no es algo que me pueda permitir para todos los días, sabes que estoy reuniendo el dinero para crear mi propia compañía.
—Entiendo… no se preocupe, el parque no es del total agrado de Emily, así que buscaré actividades que le gusten para hacer en casa.
—Debo buscar una escuela para mi hija, creo que tendré que pensar en la opción más segura, ¿no crees?
—Sí… pero hay algo más, señorita… su nombre, aunque ha cambiado su apariencia, se sigue llamando de la misma manera.
—Contra eso es muy poco lo que puedo hacer —Kate se pone de pie y camina a la ventana.
—¿No ha pensado en… en casarse? —Kate se gira hacia ella y la chica baja la mirada—. Puede buscar un hombre sumiso, que le siga la corriente, tal vez ofrecerle una compensación, pero eso le ayudaría a cambiar su apellido y bien podría protegerlas a usted y Emily.
—No necesito un hombre, es por uno que estoy así ahora.
—Sí, pero es por un tiempo. Tal vez eso ayudaría a Anthony a que crea que Emily no es suya, después de todo la pequeña se parece a usted y se ve más pequeña.
Kate mira por la ventana, la posibilidad de casarse alguna vez se murió luego de la decepción que sufrió con Anthony, quien parecía ser un príncipe y terminó siendo el peor de los monstruos.
—Piénselo, no sería nada sentimental, pero eso le daría protección, un padre a Emily para que ese hombre se aleje si llega a encontrarla, porque le puedo asegurar de que la está buscando.
Kate asiente y mira a Samira, quien parece haber visto muchas películas y series, pero tal vez su idea no sea tan descabellada después de todo, sin embargo… ¿quién podría ser ese hombre que se case con ella y la aleje de Anthony?
Ethan abre los ojos con una sonrisa, el día pinta precioso y tiene unas ganas tremendas de desayunar su comida favorita para iniciar el día. Ve la hora, tiene tiempo para ejercitarse y luego darse una ducha.Se tira a la alfombra y allí comienza a hacer su rutina de abdominales y otras cosas que mantienen su cuerpo tonificado y ese abdomen como para comérselo. Luego corre a la ducha, se viste rápidamente y se va a comprar su desayuno favorito, además de un café y un té relajante para su jefa.Ethan coge un taxi como todos los días y se dirige a su trabajo, siente que ese día será maravilloso y estará lleno de sorpresas para él. Como cada día, Ethan se come su desayuno mientras va en el taxi, pero el universo lo ve demasiado feliz y tranquilo, así que un camión departidor se pasa un alto, el taxista frena bruscamente y Ethan se echa encima parte de su café.—¡¿Se encuentra bien, joven?! —se apresura a preguntarle el conductor, pero Ethan sólo deja salir un resoplido.—¡Pues claro que n
Cuando Ethan llega al último piso para dejar los documentos a la secretaria del CEO, la mujer no está por ninguna parte, así que se queda allí para esperarla rogando que aparezca rápido, porque no quiere quedarse más de lo debido.Sin embargo, la puerta del CEO se abre y desde la oficina salen la secretaria tomando apuntes seguida de un hombre de presencia imponente. La mirada de los dos hombres se enfrenta y el mayor habla con seriedad.—Señorita Morgado, vaya por un café para mí, de esos que me gustan.—¿Le traigo un dulce también? —le pregunta la mujer y Ethan levanta una ceja.—No, por hoy pasemos del dulce —la mujer asiente, coge su bolso y se va. Ethan se acerca a él con un rostro de diversión y le dice.—¿Así que comes dulces a espaldas de madre?—No trates de evadir el tema, ¿por qué insistes en trabajar como asistente de la mujer más odiosa de la compañía? ¿Tienes idea de lo humillante que es recibir información acerca de su trato hacia ti?—Tú me dijiste un día que no tenía
Cuando Kate se quedó sola en la oficina, se desinfló en el asiento y pensó de dónde le había salido la idea de casarse con Ethan, si hacía poco se dijo a sí misma que él no era opción por ser joven e inmaduro, pero allí estaba ella.Su tarde trascurrió normal, llena de trabajo y mandando a Ethan como si no tuvieran un acuerdo, no es que él esperara un trato más deferente, si su jefa era una bruja y nunca dejaría de serlo.Llega el momento de retirarse de la empresa y Ethan se queda sentado frente a su escritorio esperando a que su jefa lo deje irse.—Mi jefa que será mi esposa… ¡Maldición, ¿qué rayos acepté?! —mete la cabeza entre su manos sin poder creerlo.—¿Le duele la cabeza, señor Reynolds? —se pone de pie y respira aliviado cuando ve que Kate va con sus cosas de salida. Ella rebusca en su cartera algo y le extiende un blíster de medicina—. Tómese una con un vaso enorme de agua, le hará muy bien —Ethan se la queda viendo como si fuera un extraterrestre, Kate frunce el ceño y mete
Para Owen tener que lidiar con la empresa y su hijo al mismo tiempo no es sencillo, pero si tiene que poner prioridades para solucionar, la empresa siempre gana y eso que tiene enfrente lo hace saltar de su asiento.—Con esto ya tengo cómo sacar a esa mujer de la empresa…Su idea es sacar a Kate de su puesto y dejar a Ethan, que al menos sea el jefe en lugar de un simple asistente, por eso no duda en bajar al vigésimo piso para botarla por haber dejado que se perdiera un contrato tan importante.Cuando las puertas se abren el piso veinte, todos se quedan con la boca abierta al ver al CEO allí, con cara de querer matar a alguien.Pero cuando se para en la puerta de la oficina de Kate y grita a viva voz, son varios los curiosos que se imaginan todo tipo de cosas.Ethan se voltea enseguida para enfrentar a su padre, poniéndose por instinto como barrera, lo que a Kate la deja sorprendida.—Señ
Kate en su mente idea las mil maneras en que podría matar a Ethan, él deja a Emily en el piso y le susurra con dulzura.—Mejor ve a tu cuarto, no quieres ver cómo muero…—Te compadezco —le dice ella dándole unos golpecitos en el hombro y se va de allí. Ethan vuelve a poner de pie para enfrentar a Kate, quien se acerca, lo toma por la camisa y tira de él para llevarlo a la primera puerta que se encuentra, cierra y se para frente a él.—¡¿Por qué le dijiste a Emily del cambio de escuela?!—¡Porque tú no me dijiste que ella no sabía! Se supone que un cambio de escuela es algo importante, ella debería saberlo.—Es una niña de seis años, no sabe lo que quiere.—¡Claro que lo sabe! La última vez que me quedé con ella la llevé por un helado y pidió el de fram
Tras una buena explicación de Ethan de que no tiene nada que ver con el CEO, así como hay dos personas de apellido Smith en contabilidad y tres Johnson en seguridad, pero que no son nada entre sí, él y el jefe de jefes no tienen ningún vínculo.Luego de eso Ethan se disculpó por el beso, se despidió de Emily con fuerte abrazo y se fue a su departamento a darse una ducha con agua fría, porque ese beso lo había afectado más de la cuenta.Para Kate no fue mejor, especialmente porque tendrían que repetirlo en la boda.Y para eso faltan un par de semanas.Al día siguiente prefirieron ponerse de acuerdo en la oficina sobre la boda y quedaron en que se casarían en el ayuntamiento, pero que luego cenarían en un lugar lindo, sólo para guardar las apariencias con su familia y para que Emily no note la mentira. Todo lo demás fue más simple, c
Cerca de las tres de la mañana le dan el alta a Emily, quien se quedó dormida luego de un cuento sobre un niño que se cayó tratando de subir un risco y para tapar su cicatriz, se tatuó unas enormes alas de ángel, sólo para recordar que no puede volar. Mientras Ethan carga a Emily, a quien cubrió con su saco porque afuera hace frío, Kate está pagando la cuenta del hospital. Ethan la oye reclamar y se acerca. —¿Qué pasa? —le pregunta a la mujer que atiende allí. —La tarjeta de la señora sale rechazada. —¡Pero no puede ser, tiene fondos suficientes! —Tranquila, sólo pasa otra y ya. —¡Las dejé en casa! —se pasa las manos por el rostro frustrada y Ethan se acerca más a ella, parándose de lado. —Saca mi cartera del bolsillo trasero izquierdo, toma cualquier tarjeta y paga, todas están completas. —Pero… —Vamos, la niña está cansada y nosotros también, sólo saca la que quieras, paga y vamos a casa, querida. Ella
Cuando Kate llega caminando como siempre, imponiendo su presencia con sus tacones, esta vez lo hace con sus gafas para el sol, porque el maquillaje puede oculta las ojeras, pero no la expresión de cansancio.Entra a la oficina, prepara algunos documentos, se quita los lentes y llama a Ethan, quien le ha dejado una vaso con café de un lugar diferente.—¡Señor Reynolds! —Ethan llega en dos segundos y toma la taza con cierta desconfianza—. ¿Puedo beber tranquila o a este también hizo que le pusieran sal?—Yo no… —Kate levanta una ceja y ella mira a otro lado avergonzado, acomodándose la corbata—. Puede beber tranquila, no tiene nada raro.—Gracias, lo necesito —Kate le da un buen sorbo y gime de gusto, enviando una corriente extraña a la entrepierna de Ethan, porque se le viene a la mente lo que ocurrió en la cocina de su jefa.—Y