Unas piernas largas en la acera caminaban de un lado a otro con un vestido de lentejuelas ajustado que dejaba entrever una esbelta silueta que hasta hace poco adornaba las portadas de las revistas más importantes del mundo, pero está belleza al igual que otras tantas cosas fue dejada de lado por un mundo malvado que la arrastró a los vicios.
Mismo que ahora, era que ellos lideraban sus pasos le cierran las puertas en la cara, llevándola a estar aquí en esta noche sin luna por la cantidad de nubes que hay en lo más alto del cielo, esperando las luces de un auto y al verlo le hace saber, extendiendo su mano, que está de servicio.
Uno de los empleos más antiguos del mundo y ahora era su profesión, no esperaba nada de la vida, ella le dio todo y se lo quitó en un segundo, conocía gran parte del mundo, tuvo el tiempo y dinero suficiente para recorrerlo, tuvo joyas, autos, casas de lujo y ropa de diseñador. Aún quedaban algunos pequeños indicios de esta vida lujosa que todavía los vicios no habían arruinado.
A lo lejos diviso las luces de un vehículo, no se trataba de cualquiera sino de un Mercedes de colección como ese que uno de sus amantes le regaló por su cumpleaños, lastima eso se trata solo de un recuerdo lejano. Este se detuvo lentamente frente a ella, el hombre en el interior encendió las luces, quería verla con detenimiento.
La joven se acercó a la ventana, aunque el comportamiento de este posible cliente era más extraño de lo que estaba acostumbrada y eso era decir mucho. Este sujeto era muy apuesto, con un buen mentón, cejas pulcras, barba recortada, dientes blancos, ojos que al menos en apariencia se veían honestos, eso sin contar con el hecho de que este hombre era adinerado. Se preguntaba ¿Que hacía un sujeto como este aquí? Solicitando sus servicios.
—Hola cariño de seguro puedo ayudarte en algo —Pregunta la joven apoyándose en la ventanilla.
El cliente sonrió y roso suavemente su brazo, la piel de la mujer era tan suave y tersa, su tez era preciosa, sus hermosos ojos verdes, le recordaba, a esas actrices que le encantaba ver en la televisión, sus rasgos delicados parecían los de un ángel, aunque había algo en su rostro que le hacía pensar estaba en el lugar equivocado, no era como esas mujeres que se dedicaban a esto con felicidad, sino que cierta tristeza en su mirada la tenía en un lugar alejado de allí.
—Sí, sube —Dijo este hombre con las pocas palabras que siempre lo han caracterizado.
Ella temerosa como siempre subió al vehículo y solo pudo pensar lo mejor, conocía amigas que habían tenido contacto con el lado oscuro de la profesión, clientes que se negaban a pagar, que se ponían violentos o que les pedían cosas realmente denigrantes, ella contaba con muy poco tiempo ejerciendo este empleo y agradecía no haberse topado con nada como eso aún. De preferencia no hacerlo nunca.
—¿A dónde vamos? —Preguntó la dama entre sonriente y asustada.
—A mi casa —Respondió el conductor acelerando.
—Yo… No suelo ir a casa de los clientes —Balbuceó ella con miedo.
—Me imagino, pero yo no soy como el resto de los clientes y no quiero un servicio cualquiera —Replicó el frunciendo el ceño.
—¿Y qué es lo que usted necesita? —Se interesó la joven confundida.
El hombre se rio al notar lo asustada que ella se encontraba, sin duda ella había conocido el lado oscuro de la vida y por eso era tan desconfiada, sin que eso le quitara la belleza que le tenía atontado, su olor inundó el interior del coche, era dulce como su rostro.
—Vivirás conmigo como si fueras mi esposa —Soltó el con seriedad.
Sino no fuera por la cara que este hombre tenía hubiese pensado que era un chiste ¿Cómo le iba a hacer una propuesta tan extraña? El ni siquiera la conocía como para proponerle eso, pero ¿Quién era ella para refutarlo? Eso representaba dinero y en grandes cantidades, además de las comodidades que perdió por tonta, que no le caería nada mal volver a tener.
—Una peculiar petición, pero al cliente lo que diga —Contestó ella masticando chicle.
—Lo primero que vas a hacer es botar eso por favor, eres muy hermosa para estar masticando de esa manera —Solicitó con autoridad.
Con esa petición ella comprendió él porque este sujeto que claramente era un buen partido estaba solo y loco, por tener a alguien con quién al menos fingir tener una relación, lo cual por si solo era bastante triste.
—Está bien bravucón, no te molestes —Dijo con picardía botando su chicle en el cenicero de este hombre —¿Y cómo se llama mi esposo? —Preguntó la joven colocando su mano en la pierna de él.
—Harry Smith es mi nombre —Indicó este tocándole el rostro.
—¿Es el dueño de Ledule? —Interrogó la dama con los ojos agrandados.
—Veo que al menos lees las revistas de moda —Bromeó el CEO con malicia.
Se trataba de una de las empresas más prestigiosas de todo el país, encargada de hacer productos de belleza e higiene personal para mujeres. De hecho, ella misma había trabajado en campañas publicitarias para la compañía, obvio nadie le presento al CEO.
—Este trabajo le va a salir costoso —Señaló la joven al ver la verja enorme que cubría la propiedad de al menos tres hectáreas que se alzaba en lo alto de una colina.
Con un control remoto abrió la cerca y dos empleados vinieron a saludarle, este hombre contaba con muchos millones en su haber y ella sin duda pensaba aprovechar cada instante en esa casa ambientada como un enorme Castillo en el medio de unos jardines finamente cuidados del que colgaban flores de diversos colores, iluminando la vista de todos a su alrededor. La imponente fortaleza rústica desde el exterior escondía la más moderna de todas las moradas, pisos blancos en los que podía ver su reflejo y unas grandes escaleras la recibieron mientras él la tomaba de la mano como todo un caballero.
—¿Te gusta lo que ves? —Preguntó este al ver cómo a ella se le iluminaba la mirada.
—¡Que hermoso! —Exclamó la dama con una gran sonrisa.
—Ven por acá —Solicitó llevándola a un cuarto en el primer piso.
Al abrirlo se trataba de un cuarto rojo con paredes de gamuza, esposas en el techo, mesas con artilugios excéntricos incluso creyó ver un cuchillo en una de ellas, en ese momento su corazón se aceleró y quiso salir apresuradamente de allí, no había dinero suficiente de por medio para que alguien viniera a dañarla.—Si lo que usted busca es alguien a quien herir lo mejor es que rompamos el trato, no estoy dispuesta a permitirlo —Indicó ella mientras el sudor bajaba por su frente.El hombre se dio cuenta que ella era diferente a todas las mujeres de la calle que había llevado a esa misma habitación, aunque estuviera vendiendo su cuerpo en las aceras se trataba de una mujer a la que le gustaba ser tratada con cariño y respeto, inusual en las avenidas oscuras donde solía buscar su diversión, no le importaba la negativa de ella, todo lo contrario, eso lo haría incluso mejor.—No te molestes, solo quería que vieras este salón al que le llamo el cuarto bohemio —Se excusó el mostrando su gran
La joven noto como cerraba la puerta con llave, pero aun así se acercó para comprobarlo por ella misma y en efecto al mover la manija está se encontraba bajo llave ¿Esto era un trabajo o se trataba de un secuestro? Busco su bolso en todas direcciones y no lo vio ¿Cómo había sido tan loca de dejar sus pertenencias en el auto? Se encontraba en el cuarto de un desconocido sin que las pocas amigas que tenía supieran su paradero, eso parecía digno de uno de esos titulares horribles que narraban historias de imprudente en la parte de sucesos.¿Para qué gritaría? Su cliente vendría para decirle que no era para tanto, que no se pusiera histérica o peor, respondería de forma violenta, lo mejor era seguir sus parámetros y esperar lo mejor, después de todo ya se involucró en esta locura. Se colocó el pijama seleccionado y se metió de nuevo entre las sábanas con la mirada fija en la puerta principal, cualquier movimiento que pudiera escuchar, eso fue factible hasta que el cansancio se apoderó de
Muchas horas sin que a su cuerpo ingresarán sus vicios habituales, esos que la hacían sentir tranquila y olvidar todas las carencias emocionales que siempre tuvo, sudaba de forma desenfrenada, sus ojos estaban desorbitados, su corazón acelerado y su cuerpo tembloroso, estaba pasando la peor de las abstinencias desde que comenzó en ese mundo. Este era un destino del cual difícilmente se podría escapar, veía a todas partes con una ansiedad tan fuerte que comenzó a morderse efusivamente los labios.—¿Qué te sucede cariño? —Consultó su esposo falso al verla.Con la camiseta quedaba al descubierto sus brazos bastante amoratados por sus prácticas habituales, al verlo supo el porqué de su actitud, pero él quería una esposa perfecta, sin vicios ni mañas por lo que no le permitiría hacer eso de nuevo. Se bajaron en una exclusiva tienda Chanel y allí les pidió a los empleados que la hicieran probarse todo lo que le quedará, para que ella eligiera los artículos.Al principio en la mente de la jo
Subieron a una limosina en donde tomaron unas copas de champán antes de llegar mientras reían como si se conocieran de toda la vida, al bajarse de la misma todos los flashes y las miradas estaban puestas sobre ellos, se trataba del centro de atracción favorita, el CEO de la empresa y una mujer desconocida pero bellísima a quien traía de la mano, después de su divorcio hacía un año con la ex reina de belleza, un mar de periodistas querían entrevistarlo, pero el solo los esquivaba para poder llegar a la puerta del evento.Era lo que denominaban los expertos en el área como el peso de la fama, según ellos, las personas importantes no tenían derecho alguno a la privacidad, ya que las grandes riquezas que les daba el hecho de ser figuras públicas debía pagarse de alguna manera y que mejor forma que con eso que más adoran los seres humanos, la libertad, en teoría, ellos se debían a su público que los mantenía en la cima, a los consumidores y por ende era una terrible blasfemia que se negara
—Yo bueno… Acepto, pero con el contrato ese que estás mencionando —Contestó ella colocando sus propios parámetros. —Está bien, no tengo ningún problema con eso —Aceptó su futuro esposo. Ambos fueron a una clínica por el pie de la joven, que por fortuna no tuvo fractura, una pequeña inmovilización y reposo pasarían todos los malestares, fueron de vuelta a la casa o mejor dicho a la prisión en donde iba a estar por mucho tiempo, el hombre tenía una caja envuelta en un papal brillante. —Esto es para ti —Dijo mientras le daba el regalo. —Que emoción tan grande ¿Qué es? —Hablaba ella emocionada, hace mucho nadie le hacía regalos. —Ábrela —Sugirió Harry. Nunca había visto una mujer reaccionar así por un simple regalo, esa mujer tenía algo muy especial que le tenía complemente deslumbrado, razón por la cual le ofrecía este trato, estaba convencido de que ella sería perfecta para eso. La joven con las manos sudorosas abrió la caja, allí se encontraba un teléfono de primera generación par
Busco en su guardarropa notando todo lo que había comprado pese a lo mal que se sentía, escogió un vestido corto con volados, con unas sandalias brillantes y un colgante de herradura que no recordaba en que tienda lo compro, se aseo y se lo coloco perfumándose, en el cabello simplemente lo dejo suelto, percatándose que era muy hermoso y le hacía ver de forma fresca, se maquillo y se sentó en la orilla de la cama esperando a su esposo que prometió venir a buscarla, con una particular mezcla entre pánico y un profundo deseo.Unos minutos más tarde la puerta se abrió, Harry tenía un traje que le quedaba excelente, le hacía ver incluso más atractivo de lo que ya era, sin contar con el aroma tan embriagante de su perfume, se acomodaba el reloj mientras la miraba con sus ojos fríos que tanto le gustaban, guardaban secretos que ella deseaba conocer.—¡Estás preciosa! —Exclamó este hombre levantándola para verla mejor.La acercó hasta su pecho apretándola con las dos manos mientras ella tembl
¿Sería eso cierto? ¿Ella podría pasar de ser una chica que va a la deriva como una hoja suelta que es llevada por el viento? No lo sabía, lo cierto es que este trabajo le estaba dando mucho más que solo dinero, le estaba enseñando a vivir, cosa que por más extraña que suene no tenía ni idea de cómo hacer.Llegaron a la entrada del alto edificio encumbrado con el nombre de la marca en grande, las puertas de cristal se abrieron y los ojos de los empleados se abrieron de par en par al ver a su jefe en ese lugar, ya que por lo ocupado que siempre se encontraba manejaba todo por internet o teléfono sin necesidad de hacer acto de presencia.—Buenos días jefe —Se escuchaba por todas partes que miraban.El simplemente sonreía y asentía en forma de contestación, tomados de la mano entraron en el ascensor rumbo al piso numero diecisiete, donde se encontraba la oficina de este hombre, un camino bastante nervioso ya que el ascensor es transparente, ella se aferró con fuerza a su brazo, ya que en
Aún no sabía cuándo esté hombre hablaba en serio o bromeaba, todo lo hacía con el mismo tono que solo a él le parecía jocoso, pero que al resto le perturbaba sobre manera, el salió de la oficina y la dejo a ella con el tiempo suficiente para pensar en todo lo que le había pasado, se sentó en su silla y era muy cómoda, de pasar un tiempo bailando en un club y luego en las calles a volver a esas épocas de gloria en autos caros, ropa de diseñador, comida a la carta y sobre todo poder sentarse en esa silla, se sentía grandiosa, como si le hubiesen devuelto la integridad que ese exnovio que con sus actos termino envolviéndola en sus mismas prácticas.A su lado podría justo como el mismo lo indico hacer sus sueños realidad, pero ¿Con que soñaba? Ay, eso se trataba de cosas de niños, ella se encontraba vacía por dentro y no sabía si alguien la podía devolver a sus tiempos pasados cuando creyó derrotar el sistema, cuando sintió que su talento y belleza serían suficientes para triunfar, en los