La joven noto como cerraba la puerta con llave, pero aun así se acercó para comprobarlo por ella misma y en efecto al mover la manija está se encontraba bajo llave ¿Esto era un trabajo o se trataba de un secuestro? Busco su bolso en todas direcciones y no lo vio ¿Cómo había sido tan loca de dejar sus pertenencias en el auto? Se encontraba en el cuarto de un desconocido sin que las pocas amigas que tenía supieran su paradero, eso parecía digno de uno de esos titulares horribles que narraban historias de imprudente en la parte de sucesos.
¿Para qué gritaría? Su cliente vendría para decirle que no era para tanto, que no se pusiera histérica o peor, respondería de forma violenta, lo mejor era seguir sus parámetros y esperar lo mejor, después de todo ya se involucró en esta locura. Se colocó el pijama seleccionado y se metió de nuevo entre las sábanas con la mirada fija en la puerta principal, cualquier movimiento que pudiera escuchar, eso fue factible hasta que el cansancio se apoderó de ella y se durmió profundamente despertando por unos ruidos en la habitación. Alzó la mirada y vio a su esposo de mentiras vistiéndose frente al espejo del rincón.
Deleitándose lo bien que les quedaba una camisa a cuadros y unos pantalones de vestir, intento simular estar dormida de nuevo, pero su empleador noto sus movimientos y se acercó a la cama colocando una bandeja en sus piernas, dándole un beso en la mejilla.
—Buenos días cariño ¿Cómo amaneces? —Preguntó el sujeto de forma tan convincente que hasta ella se sorprendió.
—Buenos días —Atinó a decir ella viéndolo como si estuviera completamente loco.
—Sobre la silla te deje algo de ropa para que puedas cambiarte, vengo por ti en unos minutos —Señaló mientras se iba nuevamente dejándola encerrada en el cuarto.
Este trabajo se estaba tornando en el fetiche más extraño que le tocaba complacer, el actuaba en una combinación entre su pareja y su carcelero, la mezcla la tenía bastante asustada, no obstante, no contaba con muchas opciones, con anterioridad reviso el cuarto y lejos de una pequeña claraboya en el techo no tenía ningún otro medio de escape a parte de la puerta principal.
Fue hasta el baño en donde Harry le tenía preparado un baño de burbujas que no pudo disfrutar a cabalidad por miedo a ser atacada en un momento de debilidad, ya en ese punto esperaba cualquier cosa, examinó la ropa y en realidad era unas dos tallas más que su cuerpo, agradecía que al menos era de mujer, unos jeans y una camiseta sin mangas blanca, un atuendo bastante sencillo en comparación con la opulencia de este lugar.
—Oye ¿Sigues con vida? —Preguntó una voz del otro lado de la puerta.
—¿Quién es? —Se interesó ella al intentar asomarse por la ranura y no ver nada.
—Me llamo Beatriz y soy la esposa de Harry, aunque él diga lo contrario ¿Ya te colocó el jeans y la camiseta? —Consultó la dama entre risas.
—Si ¿Por qué se trata de un ritual? —Interrogó la joven atenta.
—Puede decirse que sí, lo hace con cada callejera que trae a la casa, la coincidencia es que después de eso no se las vuelve a ver por aquí —Explico la ex de este hombre sembrando más desconfianza en su ser.
—Usualmente nosotras no nos quedamos por mucho tiempo —Intento encontrar una explicación razonable.
—Si tú lo dices —Respondió de forma molesta.
Muchas cosas pasaban por su mente, como el hecho de que la última vez que vio a su padre discutieron de forma terrible, que no visito la tumba de su madre antes de venir, que su gato no quedó con suficiente alimento y demás cosas que la hacían aferrarse a la vida. Intento para calmarse hacer algo con su cabello, una coleta para que este no se volará. La presencia de este hombre le acompaño de repente para abrazarla por la espalda como si fuesen pareja de toda la vida.
—Me gustas mucho, eres una mujer preciosa —Alagaba de forma elegante.
Mientras ella simplemente sonreía nerviosamente sin saber que decir se volvió a la puerta y está se encontraba entre cerrada, suponía que se trataba de su momento, sobre la encimera se encontraba una lámpara antigua que terminó en la cabeza de este sujeto. El impacto lo desmayo y ella aprovecho de correr escaleras abajo, tenía que salir de ese lugar.
La muy ilusa no contó con la seguridad que iba desde cámaras en los cuartos hasta de un personal amplio encantado de velar por la seguridad de su jefe, en esa misma planta dos de los escoltas la vieron salir corriendo y se abalanzaron sobre ella deteniéndose con unas esposas.
—Ya déjenla yo me encargo ahora —Mando el hombre a sus empleados —Cariño ¿Porque actúas de esa manera? creo que todo estaba bien en nuestra relación —Reclamo el verla, levantándola del piso.
La cara de este hombre era supremamente tranquila y eso que le había golpeado, por esa razón corría un hilo de sangre sobre su cabeza, respiro hondo y pidió disculpas alegando excusas que nadie pudiera creer, lo importante no era el argumento sino hacer a este hombre sentir como si tenía el control total sobre ella y después en el momento propicio escapar.
—Lo siento, me encontraba nerviosa. Juro no volveré a hacer eso —Declaró mirándolo con ojos suplicantes.
Él le retiró las esposas y la llevo a la entrada principal de la casa en donde uno de los empleados le dio las llaves de otra de sus bellezas en cuatro ruedas, era fanático de los autos de colección y al parecer de las mujeres bellas, la subió en su auto despidiéndose de todos los que le estaba viendo.
—Espero que no vuelvas a realizar un acto como ese, no solo todos tus movimientos están siendo monitoreados, sino que para la próxima no creo poder perdonarte tan fácilmente —Alertó con un tono fuerte mientras le acariciaba el cabello.
Claro que ella podía notar las consecuencias de sus actos, era claro el hecho de que se estaba destruyendo e ingresando en un foso oscuro del que le sería muy difícil salir, no obstante, en este momento en que podía observarlo con mayor detenimiento, sin reparos se fue con este hombre y ahora estaba inmersa en un contrato pactado con la palabra de que no podía zafarse.
Muchas horas sin que a su cuerpo ingresarán sus vicios habituales, esos que la hacían sentir tranquila y olvidar todas las carencias emocionales que siempre tuvo, sudaba de forma desenfrenada, sus ojos estaban desorbitados, su corazón acelerado y su cuerpo tembloroso, estaba pasando la peor de las abstinencias desde que comenzó en ese mundo. Este era un destino del cual difícilmente se podría escapar, veía a todas partes con una ansiedad tan fuerte que comenzó a morderse efusivamente los labios.—¿Qué te sucede cariño? —Consultó su esposo falso al verla.Con la camiseta quedaba al descubierto sus brazos bastante amoratados por sus prácticas habituales, al verlo supo el porqué de su actitud, pero él quería una esposa perfecta, sin vicios ni mañas por lo que no le permitiría hacer eso de nuevo. Se bajaron en una exclusiva tienda Chanel y allí les pidió a los empleados que la hicieran probarse todo lo que le quedará, para que ella eligiera los artículos.Al principio en la mente de la jo
Subieron a una limosina en donde tomaron unas copas de champán antes de llegar mientras reían como si se conocieran de toda la vida, al bajarse de la misma todos los flashes y las miradas estaban puestas sobre ellos, se trataba del centro de atracción favorita, el CEO de la empresa y una mujer desconocida pero bellísima a quien traía de la mano, después de su divorcio hacía un año con la ex reina de belleza, un mar de periodistas querían entrevistarlo, pero el solo los esquivaba para poder llegar a la puerta del evento.Era lo que denominaban los expertos en el área como el peso de la fama, según ellos, las personas importantes no tenían derecho alguno a la privacidad, ya que las grandes riquezas que les daba el hecho de ser figuras públicas debía pagarse de alguna manera y que mejor forma que con eso que más adoran los seres humanos, la libertad, en teoría, ellos se debían a su público que los mantenía en la cima, a los consumidores y por ende era una terrible blasfemia que se negara
—Yo bueno… Acepto, pero con el contrato ese que estás mencionando —Contestó ella colocando sus propios parámetros. —Está bien, no tengo ningún problema con eso —Aceptó su futuro esposo. Ambos fueron a una clínica por el pie de la joven, que por fortuna no tuvo fractura, una pequeña inmovilización y reposo pasarían todos los malestares, fueron de vuelta a la casa o mejor dicho a la prisión en donde iba a estar por mucho tiempo, el hombre tenía una caja envuelta en un papal brillante. —Esto es para ti —Dijo mientras le daba el regalo. —Que emoción tan grande ¿Qué es? —Hablaba ella emocionada, hace mucho nadie le hacía regalos. —Ábrela —Sugirió Harry. Nunca había visto una mujer reaccionar así por un simple regalo, esa mujer tenía algo muy especial que le tenía complemente deslumbrado, razón por la cual le ofrecía este trato, estaba convencido de que ella sería perfecta para eso. La joven con las manos sudorosas abrió la caja, allí se encontraba un teléfono de primera generación par
Busco en su guardarropa notando todo lo que había comprado pese a lo mal que se sentía, escogió un vestido corto con volados, con unas sandalias brillantes y un colgante de herradura que no recordaba en que tienda lo compro, se aseo y se lo coloco perfumándose, en el cabello simplemente lo dejo suelto, percatándose que era muy hermoso y le hacía ver de forma fresca, se maquillo y se sentó en la orilla de la cama esperando a su esposo que prometió venir a buscarla, con una particular mezcla entre pánico y un profundo deseo.Unos minutos más tarde la puerta se abrió, Harry tenía un traje que le quedaba excelente, le hacía ver incluso más atractivo de lo que ya era, sin contar con el aroma tan embriagante de su perfume, se acomodaba el reloj mientras la miraba con sus ojos fríos que tanto le gustaban, guardaban secretos que ella deseaba conocer.—¡Estás preciosa! —Exclamó este hombre levantándola para verla mejor.La acercó hasta su pecho apretándola con las dos manos mientras ella tembl
¿Sería eso cierto? ¿Ella podría pasar de ser una chica que va a la deriva como una hoja suelta que es llevada por el viento? No lo sabía, lo cierto es que este trabajo le estaba dando mucho más que solo dinero, le estaba enseñando a vivir, cosa que por más extraña que suene no tenía ni idea de cómo hacer.Llegaron a la entrada del alto edificio encumbrado con el nombre de la marca en grande, las puertas de cristal se abrieron y los ojos de los empleados se abrieron de par en par al ver a su jefe en ese lugar, ya que por lo ocupado que siempre se encontraba manejaba todo por internet o teléfono sin necesidad de hacer acto de presencia.—Buenos días jefe —Se escuchaba por todas partes que miraban.El simplemente sonreía y asentía en forma de contestación, tomados de la mano entraron en el ascensor rumbo al piso numero diecisiete, donde se encontraba la oficina de este hombre, un camino bastante nervioso ya que el ascensor es transparente, ella se aferró con fuerza a su brazo, ya que en
Aún no sabía cuándo esté hombre hablaba en serio o bromeaba, todo lo hacía con el mismo tono que solo a él le parecía jocoso, pero que al resto le perturbaba sobre manera, el salió de la oficina y la dejo a ella con el tiempo suficiente para pensar en todo lo que le había pasado, se sentó en su silla y era muy cómoda, de pasar un tiempo bailando en un club y luego en las calles a volver a esas épocas de gloria en autos caros, ropa de diseñador, comida a la carta y sobre todo poder sentarse en esa silla, se sentía grandiosa, como si le hubiesen devuelto la integridad que ese exnovio que con sus actos termino envolviéndola en sus mismas prácticas.A su lado podría justo como el mismo lo indico hacer sus sueños realidad, pero ¿Con que soñaba? Ay, eso se trataba de cosas de niños, ella se encontraba vacía por dentro y no sabía si alguien la podía devolver a sus tiempos pasados cuando creyó derrotar el sistema, cuando sintió que su talento y belleza serían suficientes para triunfar, en los
—Me encantas —Señaló ella aún con él en su interior.—Tengo que decir lo mismo sobre ti —Atinó a decir atontado.Ella se rio de su estado y se quitó de encima de él abriendo la puerta del auto mientras que su compañero estaba impactado en el asiento del conductor viendo a la nada.—¿Vienes? —Consultó Kenia con una gran sonrisa.—Contigo a dónde sea —Artículo de forma desenfrenada cargándola.—¡No! ¡Bájame! —Solicitó apenada la joven.—Eres mi princesa y como tal pienso tratarte —Musitó besándola apasionadamente.¿Será posible que el universo al fin conspirará para que esta chica pudiera tener su final feliz? Era muy pronto para decirlo, pero esto del contrato con Harry era una de las mejores casualidades de su vida y pensaba disfrutarla mientras durase, ambos llegaron a la habitación en donde había dormido en soledad, la colocó sobre la cama y cerró la puerta detrás de él, se subió sobre ella de uno de sus bolsillos saco una navaja suiza con múltiples funciones, aunque fue el cuchillo
(…) Varias Décadas en el PasadoUn pequeño niño se encontraba en un sillón desvencijado, viendo a sus padres frente a él gritándose cosas terribles, sin que él pudiera entender por qué estaban tan molestos, las expresiones corporales de ellos demostraban una profunda irá, lo que contrastaba mucho con la noche anterior en donde se encontraban besándose.En la casa de este infante todo era así, cambiante, de un momento a otro ellos podían pasar de la alegría más intensa a la irá más absorbente, sin que el pudiera saber cuál era ese interruptor que lo provocaba. Esto se aplicaba a todo y a todos, un simple tropiezo podía significar un golpe seguro.Todo en su vida debía ser perfecto, pese a los escasos cinco años que acababa de cumplir, era responsable de sus juguetes y si estos no se encontraban en la posición deseada, estaba seguro que sería castigado, si se levantaba por las mañanas antes que su madre solo existía dos opciones, esperar en la habitación sin hacer ruido o hacer su propi