Capítulo 1

Un año atrás...

Moscú-Rusia.

Daphne.

Después de tanto tiempo regresaría a Alemania, después de unas merecidas vacaciones familiares y de llevar a mis padres a conocer Rusia, por fin lo he conseguido. Mi jefe me ha dado vacaciones por haber sido llamada a trabajar en la empresa más prestigiosa de Berlín. Él me ha apoyado en todo momento y me ha dado el espacio que necesitaba. Más que todo porque no he tenido una vida fácil con mi familia. Regresar de Rusia después de dos años pidiéndole a mis padres salir del país para que disfrutaran un poco de la vida, pero se habían negado por la simple razón de qué piensan que me he vendido por dinero.

Lo sé, tal vez sí lo hice, pero no podía dejar que ese bastardo creyera que podía hacer conmigo lo que quisiera. Aceptó lo mismo que yo, pero pretendía dejarme en ridículo con tantas personas que asistirían y conoce a su familia.

No lo iba a permitir.

He trabajado duro por todo lo que he conseguido. Pagué mis deudas con el dinero que me dieron, le compré un auto y una casa a mis padres y el resto lo he ido guardando para casos de emergencias y lo he donado a varias organizaciones en secreto.

Nos he pagado un vuelo en primera clase porque nunca en la vida, nos habíamos subido a uno. Estuve emocionada al inicio de esto, pero después de tener una gran discusión por el dinero con el que había comprado los boletos, accedieron a venir.

«Ellos no volvieron a ser los mismos después de hacer lo que hice», me recrimino con mis pensamientos.

Siempre es igual con ellos. Solo quiero volver a hacerlos sentir orgullosos de mí. Estoy esperando mi graduación, para que vuelvan a sonreírme sin necesidad de reprocharme nada. Se han salvado los empleados antiguos de mi jefe y ninguno tuvimos que irnos. Nos preparamos de muchas maneras para ser sobresalientes y la empresa volvió a subir como espuma.

Un golpe en la parte trasera de mi asiento me hace salir de mis pensamientos y volver a la realidad. Me levanto sobresaltada y molesta, con un vaso de jugo en mi mano veo a un hombre trajeado mirándome con desdén.

—Señor, por si no lo sabe, aquí adelante hay una persona y usted la acaba de golpear. Por educación, debería disculparse —pido con fingida amabilidad.

—Oh, no la vi —continúa leyendo algo en su tablet, lo observo y empiezo a fruncir el ceño—. ¿Espera que me disculpe? ¿Estás hablando en serio? —pregunta, yo asiento obvia cruzándome de brazos. Empieza a reírse dejando la tablet en sus piernas—. Definitivamente, hoy no es mi día. No me voy a disculpar, señorita. La culpable es usted por estar sentada ahí.

Iba a responder, pero una turbulencia hace que pierda el equilibrio y le eche encima el jugo al señor del traje.

—Pero qué demo... —se levanta histérico y empieza a maldecir a todos, del susto me siento en el asiento y empiezo a reír nerviosa—. ¿Te parece gracioso lo que acaba de suceder? Este traje vale más que tu jodida vida —se va echo furia hacia el baño y los pasajeros me dan miradas de lástima.

Semejante imbécil, ahora quedé como la mujer maltratada del avión.

[...]

Berlín-Alemania.

Aeropuerto de Berlín-Tempelhof.

Hora: 13:19.

Después de un largo viaje e ignorando impropios y gruñidos de odio que perturbaban mi paz interior, de cierto pasajero maleducado, llegamos a Alemania. Por fin podría regresar a casa ya que, por motivos de agenda, la remodelación de mi departamento había estado atrasada.

Hoy sería la primera vez que lo veía.

—¡Daphne! —grita mi eufórica, mi madre—. Cariño, fue hermoso el viaje. Gracias por todo —me abraza fuertemente cuando llega a mí.

Aquí en estos brazos es que siento seguridad plena. Por el otro lado del estacionamiento del aeropuerto, escucho una risa seca que hace que el abrazo de mi madre y yo, se rompa.

—¿Lo conoces, cariño? —pregunta mamá, confundida.

Miro mal al trajeado que rompió el momento especial que desde hace dos años no tenemos, mamá y yo. Niego a su pregunta y nos dirigimos hacia donde se encontraba mi padre esperándonos.

Quería recibir algunas palabras bonitas de papá, pero conociéndolo y lo orgulloso que es, nunca las recibiré. Tampoco sabré si tuvo miedo o algo parecido. Papá es chapado a la antigua...

—¿Fue cómodo el viaje en primera clase? —pregunto, tratando que el momento no fuera tan tenso.

—Debido al trabajo duro que sueles hacer, supongo que bien —dice, con sarcasmo—. Nunca te enseñé de esa manera, pero el dinero es así y nos vendemos rápidamente cuando lo vemos frente a nosotros.

—Cariño, ella nos ha ayudado mucho desde que recibió el dinero —interrumpe mi madre.

—Nunca tendremos un yerno de verdad y no puedo estar orgulloso de lo que hizo —responde con decepción.

Nos subimos al taxi que esperaba por nosotros y al ir en camino a la autopista, aparecen unos autos que empiezan a rodearnos. Golpeando por ambos lados con fuerza, volteo a ver quién está intentando hacer que tengamos un accidente, y unos autos de color negro, con unos hombres de aspecto temible, empiezan a gritar cosas extrañas.

—¿Qué está pasando? —pregunta mamá, abrazándome—. ¿Qué demonios está sucediendo aquí?

—Vienen por mí. ¡Van a matarnos por mi culpa! —grita el señor del taxi, con lágrimas en los ojos.

—¿Por qué no alquilaron un auto de una compañía? —pregunto nerviosa, empiezo a llorar y a abrazarme más hacia mi madre.

—Linda, todo va a estar bien. Te lo prometo, así que deja de llorar y fruncir el ceño —con su enorme sonrisa me pide y me abraza más fuerte.

En ese momento un golpe en el auto muy fuerte nos hace dar miles de vueltas hacia algún lugar. Los brazos de mamá jamás me dejaron y unos gritos de desespero se escuchaban al fondo.

De repente, los gritos de unas personas se escuchaban a lo lejos, pero ya no sentía el abrazo de la persona que lo hacía antes.

De la nada, todo quedo en negro ante mí y solo pude recordar lo felices que habíamos estado en Rusia, disfrutando unas vacaciones en familia y, aunque papá no se sentía bien con mi decisión y tomar el dinero que se me ofreció, estuvo agradecido porque nos ayudó demasiado cuando lo necesitamos.

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