Inicio / Romance / Una Esposa Muda para el CEO / Capítulo 2: La gloria en sus labios
Capítulo 2: La gloria en sus labios

Me quedo con la boca abierta, no puedo evitar la sorpresa ante esa verdad y cuando la miro de nuevo, ella me extiende la libreta del doctor con una enorme sonrisa que, a pesar de la situación tan oscura que ha vivido, me hace sentir… diferente.

Tomo la libreta y noto la hermosa caligrafía, comienzo a leer en voz alta y sonrío.

—«Muchas gracias por haberme salvado, espero que ese hombre no te hiciera daño. Lamento no poder recompensarte, porque no tengo dinero, pero soy una excelente dibujante y puedo hacer un cuadro para ti, mi nombre es Lily y este es mi número…» —levanto la mirada para fijarme en ella, mantiene aquella sonrisa iluminadora y mi ser se vuelve un hielo al sol.

«No es necesario, Lily. Mi nombre es Jake Huxley y fue un placer ayudarte. Si me permites, saldré un momento para hablar con el doctor —ella asiente y se aleja con el médico—. Dígame una cosa, ¿sólo es muda? Porque siempre creí que la falta de habla se asocia a la sordera.

—Ella no nació así y no siempre se da esa condición que usted menciona. Según lo que leí en su expediente, ella quedó así después de un accidente, pero no ahondé más —de pronto aparece un hombre mayor que corre hacia ella y la abraza con fuerza, asumo que es su abuelo.

Veo cómo los dos se comunican en absoluto silencio, sólo por lenguaje de señas. De pronto, veo la expresión de Lily algo contrariada, baja la cabeza y asiente, el hombre se gira para hablar con el doctor poniéndose al tanto de la condición de Lily mientras que yo me alejo, pero no lo suficiente para no oír lo que hablan.

—Me temo que eso tendrá que verlo con la administración, yo sólo la atendí, no sabía que no podían pagar…

—Gracias, de todas maneras, es mejor saber que está bien… —siento un nudo en el estómago y sé que debo hacer algo. Me acerca al hombre y le extiendo la mano.

—Buenas tardes, señor…

—Oliver Smith.

—Mi nombre es Jake, yo ayudé a Lily, no sabía a dónde llevarla, pero no se preocupe por el pago, yo lo haré.

—No es necesario, joven, yo puedo solucionarlo…

—Por favor, no se niegue a la ayuda, en verdad quiero hacerlo. Su nieta tiene algo que lo motiva a uno a hacer cosas buenas por los demás —el anciano sonríe y asiente algo reticente.

—Eso no se lo niego.

Minutos después Lily es dada de alta, yo salgo para pagar la cuenta y salimos del hospital, afuera Will tiene el auto listo, pero noto que Lily y su abuelo se van por otro lado, así que los llamo.

—Por favor, yo los llevaré a casa.

—No es necesario, señor, iremos en autobús —pero Lily le hace las señas de algo y el hombre suspira—. Sabes que no me gusta abusar, Lily.

—No es abuso —respondo yo y le abro la puerta delantera al hombre con una sonrisa—, sólo déjeme terminar esto como se debe. Vamos, no se arriesguen a que algo les pase.

El anciano asiente y se suben al auto. Lily se sube atrás conmigo, Will le pide la dirección y la introduce en el GPS del auto antes de partir. Quisiera tanto entablar una conversación con ella, ¡por Dios que me muero por hacerlo! Pero ¿cómo?

Will va con precaución, a esta hora hay más tráfico y algunos se saltan las señaléticas si se les pega la gana. Y justo lo que sé teme mi amigo, nos pasa.

Un Bugatti azul se pasa un «alto», frena a tiempo y el instinto protector me hace rodear a Lily para que no se golpee con el asiento delantero. Aunque van con el cinturón, eso es lo que una fuerza extraña me demanda y es inevitable quedar frente a ella, a escasos centímetros de esa boca roja que me invita a probarla. Los ojos asustados de Lily pronto se ven rodeados por ese rostro sonrojado que se me está haciendo un vicio y le digo con voz calmada y ronca.

—¿Estás bien? —ella asiente y yo no me quiere apartar, porque esa calidez que emana del cuerpo de Lily me ha llegado hasta el corazón.

Lily Smith

Mi corazón se desboca de una manera impresionante, casi puedo sentir cómo late acelerado en mi pecho, pero no es por la colisión que estuvimos a punto de sufrir, sino por esa cercanía repentina con Jake. Su aliento mentolado y esa voz ronca hace que mi cuerpo se estremezca, y al momento en que se aleja lentamente, noto como si le costara hacerlo.

—¿Todos bien allá atrás? —pregunta el señor Will molesto.

—Sí, logré sostener a Lily antes de que se golpeara con el asiento —dice Jake sin dejar de mirarme con una expresión que me hace sentir extraña.

—Bien… —señala su amigo—, sigamos entonces, a ver si no nos sale otro idiota.

Jake me toma la mano mientras esta me tiembla, son demasiadas emociones que procesar, lo veo con los ojos abiertos porque eso es algo que nunca un chico se atrevió a hacer, pero esa sonrisa que esbozan sus labios calma y lo veo fijar la vista al frente atento al camino.

Luego de cuarenta minutos, llegamos a casa, Jake se apresura a bajar y me abre la puerta, siento que soy algo así como una princesa y no puedo evitar sonreír. Mi abuelo se apresura en llegar a la entrada de nuestra casa. Su amigo abre la cajuela del auto y me entrega mis cosas, lo que me hace acumular las lágrimas al saber de lo cerca que estuve de que me hicieran daño, y Jake nuevamente me toma las manos para reconfortarme.

—¿Está todo? —reviso rápidamente, pero cuando me doy cuenta de que la cadena no está, niega con una tristeza que no puedo evitar sentir.

—¡Oh, lo siento! —dice Will de pronto, metiendo su mano en el bolsillo de su abrigo y saca la cadena—. Esto también estaba allí, supuse que es tuyo —no puedo evitar mi expresión de felicidad y veo sonreír a los dos hombres que me miran atentos revisar la joya.

Me doy cuenta de que el seguro no está, pero eso es mejor que haberla perdido. Sin embargo, Jake me extiende la mano y dice con amabilidad.

—Tengo un amigo que puede repararla, si me la das puedo dártela en un par de días —niego con una sonrisa porque no quiero abusar más de él, pero—. Por favor, déjame hacerlo… así puedo verte de nuevo.

Se la doy y la guarda en su bolsillo. Siento que esto es uno de esos cuentos en donde la chica insignificante, invisible, se encuentra con su príncipe azul y todo se vuelve mejor cuando me dice con esa voz que me sobrecoge.

—Tengo tu número, te escribiré para ponernos de acuerdo cuándo nos podemos ver y dónde. Descansa, Lily.

Y, por una razón que no logro entender, lo abrazo con fuerza.

Tengo tantos años sintiendo que la vida y las personas se han ensañado conmigo, que conocer a Jake me hace sentir una esperanza que hace mucho no era capaz de alcanzar. Él me rodea con sus brazos, siento cómo apoya su mejilla en mi cabeza y eso me hace sentir más especial aún.

—Nos vemos, preciosa —me dice bajito, besa mi cabeza y nos separamos. Jake se mete en la parte delantera del auto y agita su mano mientras se despide de mí.

«¡¡Me dijo preciosa!!», eso sólo puede significar que le gusto, o tal vez sólo quiso ser amable, pero definitivamente es mejor de lo que cualquier hombre me ha hecho sentir.

Camino a la casa, en donde me encuentro a mi abuelo con las manos en la cintura y comenzamos una discusión silenciosa acerca de no abusar de la gente, de no abrazar hombres extraños, mientras que yo le recuerdo el ser agradecidos por las cosas que llegan, porque la fortuna no es algo que nos abunde.

Me duermo extasiada, a pesar de la mala experiencia, conocer a Jake es lo mejor que me ha pasado.

Me despierto de buen ánimo, me despido de mi abuelo y llego veinte minutos antes a mi trabajo, tratando de pasar por alto lo ocurrido el día anterior. Mi trabajo es sencillo, debo ayudar a tener todo limpio, preparar sándwiches tras la mampara y otras cosas que no requieren que hable, sólo debo oír y hacer.

Tras cuatro horas de trabajo ininterrumpido, mi supervisora se acerca, me felicita y me dice que puedo ir a descansar al comedor de empleados. Dejo mi delantal colgado y me voy a comer, pero un mensaje de un número desconocido entra y sonrío al ver que es de Jake.

Recibido de Jake: «Por la tarde tendré tu cadena lista, ¿dónde nos vemos?»

Enviado a Jake: «Estoy en mi nuevo trabajo, salgo a las 5pm. Te envío la dirección.»

Me envía un «OK» y me dispongo a comer más feliz, porque hoy lo veré otra vez y mi corazón salta de emoción por eso.

Jake Huxley

Frunzo el ceño, preguntándome en qué puede trabajar Lily, si no puede hablar. De pronto, siento una inmensa barrera con ella, porque no sé cómo comunicarme y, sin darme cuenta, termino buscando un curso de lenguaje de señas.

Will entra a la oficina sin que me percate hasta que me giro y lo veo mirando la pantalla con las cejas levantadas.

—Veo que la muchacha lo impactó, señor Huxley.

—No te puedo mentir… ella me gusta.

—¿Y sabes que eso sólo la pone en peligro? Tú no eres un hombre sencillo, Jake. Además de las amenazas que están sobre ti por ser uno de los herederos más importantes de Inglaterra fuera de la corona, está tu madre, que detesta a todos los que no somos de su clase.

—Lo sé… pero si tuviera que renunciar a todo por estar con una mujer como ella, sabes que lo haría. Y Lily tiene algo especial, algo que no puedo pasar por alto.

—Sólo ten cuidado. Puedes mantener el perfil bajo la mayor parte del tiempo, pero sabes que eso no durará mucho… por cierto, tu madre no ha dejado de insultarme porque no paso la llamada, así que mejor le pones bozal o la mando a desvenar habas.

Me río, porque sé que mi amigo es demasiado correcto para hacer algo así, pero también es cierto que mi madre supera a cualquiera.

Ruego que el tiempo se pase rápido, a mis veintiocho años son pocas las mujeres que me han cautivado para algo más que una cena, no se diga ya para una relación, porque me he dedicado a fortalecer el negocio familiar. Siempre he sabido que debo sentar cabeza, pero el tener a una mujer vacía chupándome todo como sanguijuela y proveniente de la alta sociedad, no es algo que particularmente me emocione.

—Pero ella es diferente —me digo con una sonrisa idiota.

Se llega la hora y salgo de la oficina sin decirle nada a nadie, con que Will lo sepa, el resto no me interesa. Me dirijo a la cafetería en donde trabaja Lily y al llegar veo cómo una mujer la despide con un abrazo, para luego agitar las manos. Lily camina con esa sonrisa que me calienta el corazón y cuando sus ojos me ven, siento cada vez que voy por el lugar correcto.

Camino hacia ella con seguridad, me dice hola con la mano y le entrego la cadena como nueva, la mira con sus ojitos emocionados y luego me abraza a modo de agradecimiento, pero no dura mucho. Baja la cremallera de su abrigo para colocarse la cadena, pero se la quito para hacerlo yo.

—Listo, ya está donde pertenece —ella la mira y sonríe una vez más—. Te llevo a casa, vamos.

Le abro la puerta, ella se ve algo contrariada, pero después de unos segundos sube. Una fina llovizna comienza a caer y conduzco con precaución. Me muero por preguntarle cosas, pero tendría que mirarla para conocer sus respuestas y eso me pone ansioso.

Al llegar a su casa, bajo para abrirle la puerta, camino a su lado para dejarla justo en la puerta, pero el pavimento resbaladizo juega una mala pasada, veo en cámara lenta cómo va a caer, pero la sostengo entre mis brazos y nos quedamos muy cerca otra vez, como la tarde anterior.

Vuelve a sonrojarse, sus labios están entreabiertos por el susto, su respiración algo agitada y termino de salvar esa distancia, pensando que estoy cediendo a una tentación injustificada, pero sólo me encuentro la gloria en sus labios.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo