Lily Smith
Salgo de la cafetería haciendo todos los gestos de agradecimiento que puedo, porque el común de la gente no suele entenderme. Para mí, conseguir mi primer trabajo… es algo indescriptible. Siempre he creído que todo me cuesta más sólo por mi problema, pero tal parece que eso a algunas personas no les importa.
Con una enorme sonrisa camino por la calle, que está algo solitaria, me hundo un poco en mi abrigo porque el frío otoñal comienza a darme ligeramente en el rostro, pero a pesar de eso, sigo siendo feliz.
«Mi primer trabajo», pienso desbordante de alegría, quisiera tanto gritarlo a los cuatro vientos…
Paso por la panadería y se me antojan unos deliciosos bollos para la cena con mi abuelo, la única persona que tengo en el mundo. Con algo de dificultad hago mi pedido, los recibo y abrazo el pan recién horneado como a las esperanzas que siento en este momento, respiro profundo y trazo el camino hasta la parada del autobús.
Sin embargo, al pasar por un callejón, alguien tira de mí, me azota con fuerza contra la pared, aprisionándome en un segundo y quitándome el aliento. Puedo sentir el frío de la navaja en mi cuello, abro mucho los ojos, la angustia me invade y abro la boca en un acto reflejo, porque sé que nada saldrá de mis labios, sin embargo, eso el hombre no lo sabe y me advierte.
—Si gritas, te mueres —sisea, asiento con vehemencia mientras mi cuerpo se estremece por el terror. Mi vida está en peligro y nadie lo notará porque simplemente no puedo pedir ayuda.
El hombre pronto fija la mirada en mi bolso y me lo arrebata sin contemplaciones, lastimándome en el proceso.
—Veamos qué tiene la señorita aquí de valor —pero por más que busca y vacía la billetera, no encuentra nada, mientras yo sólo tengo ganas de gritar, de correr, pero no puedo.
Sé que esto se pondrá cada vez peor y las lágrimas se me atoran al borde de los ojos, pienso en correr rápido si se distrae un poco, pero el peso de su cuerpo me sigue aplastando y todo se vuelve peor cuando me mira con rabia.
—¡Maldición, estás más pobre que yo! —gruñe y veo con horror cómo sus ojos se posan en mi cuello, en donde la cadena de mi madre está escondida, pero no lo suficiente. Intenta meter la mano, pero yo se la detengo con fuerza para evitar que me la arrebate, lo miro con determinación de pelear por ella y eso lo molesta más—. ¿Acaso piensas resistirte? ¡Te recuerdo que no estás en posición de ello!
Sin más piedad, el hombre me arranca la cadena y una mueca de dolor se me instala en el rostro, ¡esto quema! Pero ni siquiera eso me duele más que el hecho de perder lo único material que me queda de mi madre, aquello que he sentido que me protege.
«¡No, la cadena no!», grito en mi mente desesperada, siento la angustia envolverme, quiero gritar para suplicar por ayuda y me siento impotente de no poder hacerlo.
Las lágrimas comienzan a salir de mi rostro sin que lo pueda evitar, pero si creí que así se terminaría mi martirio, estoy profundamente equivocada.
—Creo que a esto le puedo sacar unas buenas libras… y ya que no me has dado nada de valor, tal vez pueda cobrármelo de alguna otra manera —su mirada lujuriosa me provoca asco y mucho más miedo. Siento que mis piernas van a ceder en cualquier momento, un mareo me invade, pero lucho para no perder el conocimiento, porque eso sólo podría ser peor.
Con la navaja, comienza a cortar el borde de mi abrigo, dejando que caigan los botones al suelo, cierro los ojos con una expresión de asco, tratando de cubrirme para que no me toque, pero el hombre sólo me aprisiona más contra la pared.
Cuando el aliento del hombre llega a mi cuello, una voz que se alza llega a mis oídos, aunque no sé muy bien qué dice. En pocos segundos siento que el cuerpo del hombre ya no me pesa. Un escándalo surge en el callejón, pero no quiero abrir los ojos porque tengo miedo.
De pronto, dos brazos me sostienen suavemente y una sensación de alivio, de protección, me invade y me atrevo a abrir los ojos, encontrándome de frente con dos bellos pozos azules que me miran con una mezcla de temor y sorpresa.
—¿Estás bien? —me pregunta el hombre con una voz que me sobrecoge, asiento y ya mis piernas no dan más. Mi cuerpo colapsa y de la nada todo se vuelve oscuro.
Jake Huxley
En cuanto salgo del edificio de la sucursal de mi empresa, decido caminar hasta mi departamento, ya que no me queda demasiado lejos. El frío de la tarde me hace cerrar la cremallera de mi chaqueta y siento ganas de comer algo delicioso, pero no sé qué.
Me acerco a la panadería que tanto me gusta porque todos los días tienen pan fresco. Justo cuando voy llegando, veo a una muchacha preciosa salir de allí, parece una muñequita y va sonriendo feliz, abrazada de dos bollos que se ven deliciosos.
La seguiría, pero desisto porque eso se vería demasiado raro. Niego con la cabeza y me meto a la panadería, en donde le pido a la chica coqueta tras el mostrador lo mismo que ha llevado la chica. Tras pagar y salir a la calle, miro a todos lados para ver si es que la chica sigue por allí, pero es obvio que no.
Retomo el camino hacia mi departamento, pero mi teléfono me detiene. Veo que es mi madre quien llama y le respondo de inmediato, o eso después se transforma en un tremendo escándalo a la hora de la cena familiar de cada sábado.
—Jake, quiero confirmar contigo la cena de mañana —me dice con ese tono demandante de siempre. Y yo le respondo como cada vez que llama para darme órdenes.
—Hola madre, hoy tuve un buen día, pude cerrar los negocios que tenía pendientes y ¿qué tal el tuyo? ¿Qué te tocaba hacerte hoy? ¿Las uñas, las pestañas, las cejas, el cabello? ¿Una lipo…?
—¡No seas grosero con tu madre, Jake! Y respóndeme lo que te pregunté.
—Bueno, madre —le digo con tono cansado—, no te confirmo la cena de mañana porque la cena familiar es el sábado y mañana es recién jueves.
—¡No puedes hacerme esto, tengo invitados muy importantes y te necesito aquí!
—Madre, sé perfectamente que has invitado a los nuevos socios de mi padre y te aseguro que no pienso ir a conocer a su horrible hija. Ya la googleé, la busqué por sus redes y es realmente fea —me sonríe por mi atrevimiento, porque ella detesta que me niegue a sus peticiones de citas a ciegas.
—¡Nada que no se pueda arreglar con un par de cirugías, Jake…!
—No, si no me refiero a su aspecto físico.
—¡Jake…! —me dice en un claro tono de advertencia, pero yo corto la conversación antes de que se vuelva peor. Suspiro con frustración, porque me valdrá la llamada de mi madre mañana todo el día, no sólo a mi teléfono, sino también a la oficina, además de un terrible escándalo en la cena del sábado.
Sigo mi camino resignado a la madre que me tocó, hasta que de pronto en un callejón de reojo veo algo que no me agrada. En cuanto me giro por completo, veo a la hermosa chica de hace unos minutos, pegada a la pared con los ojos cerrados, bañada en lágrimas y un tipo a punto de hacerle algo asqueroso.
—¡¡Suéltala!! —grito con ese tono autoritario que suelo usar en el trabajo. Dejo caer el pan que llevo entre mis brazos y tacleo al hombre como si estuviese en mis mejores años del rugby.
Golpeo al hombre con rabia al pensar en lo que le podría haber hecho a la muchacha si yo no hubiese andado por allí, hasta que lo dejo escapar, porque noto que la muchacha sigue pegada a la pared y con los ojos cerrados. La toco con suavidad y cuando sus ojos se abren para verme, muertos de miedo, me quedo impresionado con aquel color como la miel más dulce que jamás he probado.
Le pregunto si está bien, ella asiente, pero siente cómo su cuerpo se afloja y la muchacha se desvanece.
—¡Rayos! —rápidamente la sujeto con uno de mis brazos, veo sus cosas tiradas y sé que no podré hacerme cargo de todo, así que llamo a la única persona que me puede ayudar en este momento.
Le acaricio el rostro para ver si despierta, si reacciona, algo, pero nada. No sé por qué, pero un miedo me invade y sólo quiero que ella despierta, me diga que está bien y abrazarla mucho.
—Vamos, preciosa, abre los ojos, ya estás a salvo… —le susurro con suavidad, pero ni siquiera con esas dulces palabras reacciona.
Cuando Will, mi asistente y mejor amigo, se estaciona justo frente al callejón, salta del auto para abrir la puerta trasera y yo corro hacia este con ella entre mis brazos.
—¡Recoge rápido sus cosas y llévame al hospital! —Will asiente y hace rápido lo que le pido.
En cuanto Will termina, salimos de allí con rumbo al primer hospital que se nos cruza, mientras yo no dejo de acariciar el rostro de la chica para que despierte. Entramos pidiendo ayuda y una enfermera con agilidad moviliza a sus compañeros para atenderla.
Tras una breve explicación de lo ocurrido, se pierden por una puerta y me siento a esperar angustiado, con una necesidad de pasarme esa puerta y acompañarla, hasta que veo la expresión de Will.
—¡Ya escúpelo! —lo increpo, pero sin una gota de molestia, porque ahora sólo puedo sentir preocupación.
—Es… raro. Jamás te vi así —me pongo de pie y con un suspiro le digo.
—Supongo que ser poderoso, el CEO más joven del círculo de mi padre e hijo de mi madre, no me hace insensible —me paso las manos por el cabello al recordar la escena con que me topé y se lo hago saber a mi amigo—. Ese hombre quería abusar de ella, Will… pero ella no pudo gritar, debe haber estado muerta de miedo.
—Pero allí estuviste tú… —asiento y pasan unos minutos más, veo la hora y me vuelvo a mi amigo.
—Vete a casa, yo luego me la llevo en un taxi.
—Por supuesto que no, aquí me quedo.
No me queda más que agradecerle y seguir esperando lo que me parece una eternidad. Finalmente, tras unos cuantos minutos, un médico sale para darme información y yo me pongo de pie rápidamente.
—¿Cómo está?
—Venga por aquí —es todo lo que me dice él médico y yo no me detengo a preguntar nada más, sólo lo sigo.
—La señorita llegó en un evidente estado de shock, nos costó que dijera su nombre, pero luego de eso pudimos localizar a su contacto de emergencia. Preguntó por usted y pidió verlo, para darle las gracias.
—¿Ese hombre no le hizo daño? —es todo lo que me preocupa, porque soy capaz de salir a buscarlo y rematarlo con mis propias manos.
—En el cuello tiene una irritación producto del tirón de la cadenita que le quitó, eso la tiene muy afectada.
Entramos al cuarto común en donde la chica está despierta, se nota que ha llorado más, pero ahora mantiene una sonrisa mientras escucha a la enfermera hablar.
—Tu abuelo viene en camino, cariño ¿necesitas algo? —ella niega y la enfermera se despide—. Estaré aquí cerca, sólo hazme una señal y vendré de inmediato.
La observo sonreír más al ver a la mujer marcharse, hasta que gira para ver al médico, en cuanto sus ojos se cruzan con los míos, puedo ver cómo se sonroja y eso me hace sentir… vivo.
—Hola, yo soy Jake… ¿Estás bien? —ella asiente mientras yo me apresuro a acercarme—. ¿Tu abuelo es tu único contacto? —vuelve a asentir y comienzo a sentir cierta desesperación al no escucharla hablar—. ¿Quieres que me vaya, te incomodo?
Está vez niega con vehemencia y se sonroja un poco más, se mira las manos unos segundos y busca algo con desesperación, noto que el doctor se da cuenta y le entrega su libreta, algo que me hace mirarlos con el ceño fruncido y no puedo evitar preguntarle.
—¿Sigue en shock?
—No, ella está perfectamente bien.
—Entonces, ¿por qué no habla?
—Porque no puede —me dice él con voz calmada y yo no entiendo nada—, la señorita es muda.
Me quedo con la boca abierta, no puedo evitar la sorpresa ante esa verdad y cuando la miro de nuevo, ella me extiende la libreta del doctor con una enorme sonrisa que, a pesar de la situación tan oscura que ha vivido, me hace sentir… diferente.Tomo la libreta y noto la hermosa caligrafía, comienzo a leer en voz alta y sonrío.—«Muchas gracias por haberme salvado, espero que ese hombre no te hiciera daño. Lamento no poder recompensarte, porque no tengo dinero, pero soy una excelente dibujante y puedo hacer un cuadro para ti, mi nombre es Lily y este es mi número…» —levanto la mirada para fijarme en ella, mantiene aquella sonrisa iluminadora y mi ser se vuelve un hielo al sol.«No es necesario, Lily. Mi nombre es Jake Huxley y fue un placer ayudarte. Si me permites, saldré un momento para hablar con el doctor —ella asiente y se aleja con el médico—. Dígame una cosa, ¿sólo es muda? Porque siempre creí que la falta de habla se asocia a la sordera.—Ella no nació así y no siempre se da es
Lily SmithJamás me besaron y para ser honesta, nunca creí que alguna vez alguien lo hiciera. Mis manos van a su cuello, sus brazos me rodean aún con fuerza y nuestras bocas se mantienen unidas como si esto fuese lo más normal. Cualquiera que nos vea pensará que somos novios, cuando en realidad somos dos desconocidos.Mi corazón de nuevo se descontrola, siento que este hombre me va a provocar una afección cardiaca, pero es algo que con gusto viviría si él se queda a mi lado.Está mal.Sentir esto tan intenso, y tan rápido, por alguien que a penas conozco hace menos de veinticuatro horas, pero no puedo tampoco evitarlo.No sé si es el sentirme protegida en su compañía, saber que nada me pasará, porque me ha salvado ya tres veces y, aunque resbalar en la entrada de mi casa no es algo tan terrible como el asalto o el casi choque, eso me hace sentir en las nubes.Cuando nos separamos, nos miramos a los ojos y él me dice con esa voz que me hace temblar.—Te podría decir que lo siento, pero
Lily SmithCuando el señor Huxley está contándome una anécdota del golf, llega al comedor una pareja joven, la mujer es muy parecida a Jake, sólo que sus ojos son marrones. El hombre es muy guapo, pero no tanto como Jake, por supuesto y sigo sin poder creer que me pidiera ser su novia.¡Estoy flotando!—¡Hermanito! —dice ella corriendo hacia Jake y abrazándolo con fuerza.—¿Cómo estuvo tu luna de miel?—¡Perfecta! —veo que se fija en mí y su mirada es de curiosidad—. ¿Y ella? ¡Oh, por Dios! ¡¿Tienes novia?! —se acerca a mí, me pongo de pie y a saludo con la mano.—Te presento a mi novia, Lily Smith.—¿De los Smith de Glasgow? —me sonrío por su pregunta, ella quiere saber si soy de alta cuna y no tiene idea de que mis padres me adoptaron a los dos años. Niego con educación y ella insiste—. ¡Oh, entonces los Smith de Oxford!—Lily, ella no es de una familia importante —su hermana se asombra, pero no me mira con desdén como su madre—. Lily, ella es mi hermanita Charlotte y él es su espos
Lily SmithTomo mi ropa, me visto todo lo rápido que puedo y salgo del departamento de Jake, le envío un mensaje para decirle en dónde estaré y luego de eso no me fijo más en mi teléfono. Ahora lo único que deseo es llegar con mi abuelo, saber qué le pasó y rogar para que no sea tan grave, porque si me falta, no sé que pasaría conmigo.Tomo un taxi y quince minutos después estoy preguntando por él, escribiendo desesperada en un papel en blanco, ¡Dios, todos deberían saber lenguaje de señas! Una enfermera me indica a dónde debo ir, corro como si la vida se me fuera en ello y cuando finalmente llego con el doctor, le muestro una nota con letra enorme para que no me ignore y me lleva a una camilla en donde está mi abuelo.—Está consciente —a pesar de eso corro hacia él para abrazarlo y él me regresa ese gesto con ternura—, sólo tiene un esguince en el tobillo, que no le dejará moverse mucho por un par de semanas. No tiene golpes en la cabeza, nada que lo comprometa a nivel vital, en unos
Lily SmithAbro los ojos lentamente dándome cuenta de que estoy en una especie de consulta médica, siento un dolor de cabeza terrible, intento llevar mis manos a ella, pero no puedo. Levanto la mirada y me doy cuenta de que estoy esposa a la camilla, el recuerdo de lo que me ha ocurrido se me viene a la mente y unas fuertes arcadas me atacan, como puedo me giro a un lado para no ahogarme con mi propio vómito.Una persona se acerca rápidamente a mí para ayudarme, coloca un papelero para que expulse de mi cuerpo sólo bilis y aire, es una mujer de rasgos severos que pronto comienza a gritar.—¡Oficial O’Rally! ¡¡Venga ahora mismo a soltar al menos una mano de la señorita!!—¡Es una detenida! —dice el hombre exaltado y mirándome con desprecio—. ¡Se robó un anillo de la madre de su novio sólo porque esta se negó a darle dinero…!—¡¡Me importa un cuerno!! Sabe perfectamente que eso no tiene nada que ver conmigo, yo estoy aquí para cuidar de las personas que llegan mal.—Pero ella se ve bast
Lily SmithLa celda es pequeña para cuatro personas, pero ya que estoy en la cárcel no me puedo quejar. Sólo una de mis compañeras parece tenerme algo de consideración por el embarazo y suele cuidarme, porque en más de una semana que llevo aquí, las otras no tienen la intención de dejarme en paz.Y hoy, en particular, están bastante odiosas.—La princesita Lily se siente muy segura —sisea una cuando me ve pasar por su lado para entrar a recostarme un poco, las náuseas son demasiado fuertes y la escasez de comida y tranquilidad, no ayudan demasiado—. Se cree mucho porque está preñada.—Las niñas lindas como ellas creen que un crío en las entrañas las vuelve frágiles, que todos deben tenerle consideraciones…Dejo de oír lo que dicen, porque no veo para qué prestarles atención. Quisiera tanto responderles, contarles lo que me pasó, pero aquí no hay nadie que me ayude a explicar mi verdad. Me duermo débil, pensando en descansar y dejar atrás un momento mi cruel realidad.Los días siguen p
Jake HuxleyAbro los ojos con dificultad, una luz tenue rodea el lugar y no puedo reconocer donde estoy. Quiero moverme, pero el cuerpo me pesa y soy incapaz de levantar alguna parte de mí. De pronto, unas manos me tocan, enfoco mejor y veo a Will, quien tiene un corte en la ceja y poco a poco todo va llegando a mi mente.La manera en que unos hombres encapuchados nos emboscaron de camino a la construcción de una planta de energía cerca de una comunidad sin electricidad y nos secuestraron, nos llevaron a una isla alejada de las demás y luego llegó un grupo de rescate, pero a mí me golpearon la cabeza mientras escapaba y desde entonces no sé nada más. Will llama a alguien, se acerca a mí y me sonríe con lágrimas en los ojos.—Regresaste, desgraciado… nos hiciste pasar un susto horrible —intento hablar, pero mi garganta está seca y me duele—. Tranquilo, el doctor ya viene… lo que importa es que estás de regreso.Un médico llega para atenderme, se ve amable, pero su cuerpo es como el de
Samara RogersEstoy en una tienda de ropa exclusiva en la ciudad de Swansea, aquí he venido a esconderme de mi familia, la que no deja de molestarme para que me case con un hombre rico, y eso no me molesta, pero si voy a taparme de dinero, al menos que sea uno joven y guapo, no un viejo enfermo, grosero y feo.Encuentro un vestido precioso que me encanta, es negro con detalles dorados y sé que se me verá espectacular en algún casino de Las Vegas, que es donde pretendo escapar para encontrarme el hombre ideal, ese que me dará una vida de lujos, poder y sin tener que sufrir por acostarme con él.Pago en efectivo, para que no me rastreen y salgo feliz con mi compra, miro a todos lados con una sonrisa, el día está hermoso y perfecto para un helado. Camino un par de cuadras a una heladería discreta, pero no llego a ella porque alguien me coloca un paño con un olor extraño y pierdo el conocimiento.La inconsciencia poco a poco me va dejando, intento moverme, pero estoy atada de pies y manos