Sin perder más tiempo, ella se acercó rápidamente entre los guardaespaldas , pero una docena de guardaespaldas la bloquearon como una pared, ella solo podía quedarse afuera y ni siquiera podía ver el rostro del hombre.
«Hablar con él? ¡Imposible! Las medidas de seguridad son tan buenas que ni siquiera el personal lo alcance. ¿Será que es un tipo feo en silla de ruedas que está desfigurado? ¿O un viejecito que ha hecho demasiadas cosas malas y tiene miedo a la represalia?» Empezó a preguntarse, confundida y curiosa al mismo tiempo.— Hola señor Meyers soy la recepcionista en el lobby de este banquete, les doy la bienvenida, el banquete comienza oficialmente a las 7 en punto y aún queda una hora de preparación. El primer piso es un bar comedor, el segundo piso es un vestidor y sala de estar privados, el tercer piso es un salón de banquetes y el ascensor gira a la izquierda ¿Tiene alguna otra necesidad? — Explicó Isabella.El Sr Meyers al escuchar esta voz se le hizo bastante familiar, muy parecida a una que tenía muy grabada en su corazón y sintió curiosidad por la chica a la que pertenecía.— Puis-je avoir votre nom? Tu ne t’es même pas présenté. — «¿Puedo saber tu nombre? Ni siquiera te presentaste.» La arrogancia del hombre es evidente ya que ni siquiera responde en inglés.«¿Están tan orgullosos los franceses? ¡Pero estas en Estados Unidos!» Isabella maldijo en secreto en su mente, pero la sonrisa falsa en su rostro no desapareció a pesar de que no podía ver a este hombre en absoluto.— Isabella De León, a sus órdenes.Sr Meyers inmediatamente respiró hondo, sus ojos recorrieron al equipo de guardaespaldas, tratando de ver cómo era la chica, pero no podia.— Vous comprenez le français, pourquoi ne me répondez-vous pas en français? — «Entiendes francés, ¿por qué no me respondes en francés?» Pregunta una vez más en francés, lo que molesta un poco a Isabella.— Estamos en Estados Unidos, Señor Meyers y es de mala educación comunicarse en un idioma que no entienden en presencia de mucha gente.— No me gusta que mucha gente irrelevante entienda de qué estoy hablando, especialmente cuando hablo de secretos comerciales.—El tono del hombre era un poco insatisfecho.Para él, esta chica obviamente tiene poca experiencia en comunicarse con la gente, pero él no lo odia, le gusta que la gente desafíe la autoridad.— Lo siento señor, por favor perdone mi insolencia, por un momento olvide la importancia de usted y lo mayor que es usted, no debí hablarle así. — Se disculpó Isabella de inmediato, entendiendo su error, un poco avergonzada.— Debes ser una trabajadora temporal, ¿verdad? No recuerdo a una persona como tú en el hotel y eres el primer miembro del personal que se equivoca en mi edad. — Inquirió él un poco pensativo.— Lo siento señor, quizá me equivoque, lo acabo de ver en el manual, allí se dice que usted tiene 55 años de edad. Aunque al escuchar su voz siento que quizás solo tenga 30 años de edad.— No sigas el guion al 100% en el trabajo, siempre ajusta tu plan a medida que la situación cambie, niña.— Dijo el Sr Meyers. Ahora él estaba convencido de que aquella chica inexperta le consideraba su padre cincuentón.El hombre y los guardaespaldas que marchaban se detuvieron en ese momento.— Al segundo piso. — Ordenó el hombre, e Isabella rápidamente indicó con los brazos la dirección del ascensor a los guardaespaldas. La puerta del ascensor se cerró.— Asistente, quiero la información de empleo de esa chica. — Dijo Meyers apenas entraron al ascensor.— A sus órdenes, Señor.El grupo se fue y los tensos nervios de Isabella se relajaron. ¿Qué tipo de aura tiene esta persona? Hablar con él es demasiado deprimente, ¿así habla la gente cuando mi papá habla de negocios? No hay sinceridad, pensó ella mientras veía por dónde se habían ido esos hombres.Luego se dio la vuelta, sacó su horario y lo miró. Aún quedaban 10 minutos. Estaba a punto de volver a la sala de estar para preparar su próximo conjunto de ropa, pero fue bloqueada por una joven.Solo entonces Isabella se dio cuenta de que la joven frente a ella era la persona que acababa de seguir a Tomas, era su compañera de secundaria, no le agradaba Isabella en ese momento.— ¡Ay! ¿No es Isabella, la dama mayor de nuestra clase en la escuela secundaria? ¿Qué, creíste que una vez que tu padre vaya a la cárcel, ya no tendrás que fingir ser casta y podrás venir aquí y seducir a los hombres que quieras? Te lo digo, Tomás es mío y más te vale que ni te atrevas a mirarlo. — Advirtió Valeria mirándola de manera despectiva e Isabella la miró como si ella estuviera loca.— Isabella, ven al camerino del segundo piso, la ceremonia de premiación se realizará con anticipación más tarde, ¡así que vamos! —Isabella escuchó la orden de su supervisor desde el interfono.— Disculpe, tengo trabajo que hacer ahora. — Dijo Isabella, dándose la vuelta rápidamente, porque a pesar de que tenía ganas de decirle algunas cosas a Valeria su trabajo era lo más importante, pero cuando intentó subir las escaleras para ir a cambiar su atuendo, su mano fue sostenida con fuerza.— ¿Tienes miedo de hablar conmigo? ¿Te sientes culpable porque sedujiste a mi novio Tomas? ¡No me dijo nada, pero vi su mirada y supe que tenía que pasarles algo! — Rugió Valeria furiosa.— Señorita ni siquiera la conozco, tengo mucha prisa, por favor suélteme. — Pidió Isabella intentando mantenerse calmada y liberarse cuánto antes de este asunto.— Recuerda quien soy, Isabella. En la industria textil de este país, mi padre da cualquier orden y nadie se atreve a desobedecerle, ya me entiendes de lo que hablo. Tomas es mi novio, y si alguna vez te veo atreverte a pensar en él de nuevo, tendrás lo que te mereces, no eres más que una humilde zorra. — Amenazó Valeria, haciendo que la rabia de Isabella creciera en su interior por tener que soportar tales insultos, pero debido a su bajo estatus, ahora era lo único que podía hacer, no podía permitirse molestar a Valeria.— Isabella, ¿por qué no has subido todavía? —El gerente volvió a preguntar.— Lo siento señorita, tengo mucha prisa. Por favor, déjeme ir. — Dijo Isabella con voz casi suplicante, pero al darse cuenta de que Valeria no pretendía soltarla, no tuvo más remedio que apartar su mano y subió escaleras arriba rápidamente.— Esta m*****a perra, hablé tan claro y fingió no escucharme ¡Parece que esta zorra necesita una buena lección! — Masculló Valeria, siempre había tenido cierto resentimiento hacia Isabella y ahora que a pesar de todo lo que le había pasado, Isabella siguiera dándosela de digna no lo soportaba, quería bajarla de esa nube.— ¿Valeria? ¿Por qué estás aquí? Volvamos a la sala. —Tomás llegó, sólo para encontrar a Valeria señalando su brazo con lágrimas en los ojos.— Todo fue hecho por tu amiga Isabella. Solo vine a saludarla, pero ella me pellizcó el brazo. Le grité que me dolía, pero ella se escapó. ¡Tomás, nunca más deberías relacionarte con ella! — Se quejó Valeria entre lágrimas y Tomas rápidamente comenzó a consolarla, un poco sorprendido de que Isabella se hubiese atrevido a hacerle algo así.Luego de subir, Isabella se puso su segundo atuendo, un vestido morado, resultó que este era el atuendo usado para entregar premios en una gala benéfica.Media hora después, una fila de saludadores se encontraba al costado del escenario, e Isabella estaba en el medio, en su mano había una enorme estatua dorada, como un trofeo de Oscar, la diferencia es que esta es absolutamente oro puro. Porque pesaba tanto que ella, no podía levantarlo a los diez minutos.Al mismo tiempo, Sonia y Ana condujeron casi dos horas para llegar a su villa en las afueras, pero fueron bloqueadas por el guardia de seguridad.Al no tener carta de invitación no podían ingresar como familiares de trabajadores temporales porque era tiempo de trabajo.Sonia lloraba desesperadamente sentada en el borde del macizo de flores. Antes de que se llevaran a Richard, él una vez le pidió que cuidara bien de Isabella, pero ella no lo hizo.— Me complace anunciar que el ganador de este importante premio por todos sus maravillosos logros en la industria de la moda, por innovar constantemente y por cada año sorprendemos con diseños increíbles, es el señor François Meyers, un enorme aplauso para él por favor. — Pidió Isabella con una enorme sonrisa que la hacía lucir mucho más bella, esperando que se subiera al escenario un señor mayor, porque aunque ya Meyers le había dicho que estaba equivocada, ella no estaba segura si era así o no. Meyers que observó lo hermosa que era Isabella y lo mucho que se parecía a su difunta esposa sintió que su corazón se aceleraba y como era de costumbre, su asistente estaba por levantarse a recibir el premio por él, ya que él nunca estaba interesado en subir al escenario, pero como se sintió tan atraído por Isabella, negó con la cabeza y fue él quien se levantó. Con su aura poderosa y toda su imponencia Meyers subió al escenario, ante la atenta mirada de todos los presentes que no dejaban d
— Suéltenme. — Gritó Isabella desesperada, sin dejar de luchar, no sabía que estaba haciendo aquí ni que querían estás personas que la estaban reteniendo, pero sabía que debería salir de aquí, no podía ser algo bueno esto si no la dejaban ir. — Quédate quieta muchachita, aquí viniste a trabajar, así que más te vale que obedezcas. — Se escuchó una voz e Isabella miró hacía la persona de dónde provenía, se trataba de una mujer como de cuarenta años que observaba todo en la distancia y parecía disgustada. — Quítenle la ropa de una vez. — Ordenó e Isabella se estremeció al escuchar esto y cuando sintió que las otras tres mujeres comenzaban a rasgar su vestido, empezó a luchar más fuertemente, tratando de evitar que la desnudaran, terriblemente asustada. Su corazón latía con demasiada fuerza y sus ojos no dejaban de picar, mientras luchaba y al mismo tiempo gritaba que la dejarán en paz, pero solo consiguió con esto que las otras mujeres la golpearan y fueran más crueles, rasgando su ves
Isabella se sintió desesperada, tenía miedo de lo que le pasaría, de las cosas a los que los hombres que no dejaban de ofertar pudieran obligarla, estaba completamente aterrorizada, bajo un torbellino de emociones dolorosas y sin poderlo soportar más, justo en el momento en que la puerta se abrió de una patada, un hombre entró luciendo furioso con algunos guardaespaldas siguiéndolo, las piernas de ella fallaron y sus ojos se cerraron, cayendo al suelo desmayada. — Diez millones de dólares. — Gritó Meyers con sus ojos echando fuego y todos lo miraron totalmente desconcertados, como si estuviera totalmente loco, incluso Alicia no lo podía creer. Pero a él no le importaba nada más que Isabella, que estaba entre los brazos de otra de las chicas que estaban en venta, intentando socorrerla, pero aún en estás circunstancias los hombres a su alrededor no dejaban de mirarla con deseo y eso lo tenía mucho más furioso. — ¿Está seguro? — Preguntó Alicia incrédula, no tenía idea de quién era Me
Isabella aún no lograba calmarse y se sentía muy dudosa con respecto a casarse con Meyers, pero después de que él la salvó, tenía que pagarle. — Vendrá en un momento, ¿Quieres algo comer o beber? — Preguntó él cuando volvió, al ver que ella aún estaba demasiado pálida. — No es necesario, gracias. — Susurró ella y los dos se quedaron en silencio, mientras Meyers simplemente la miraba. No podía quitarle los ojos de encima, en parte por ver lo parecida que Isabella era con su difunta esposa lo cual lo tenía casi hipnotizado y por otra parte, también se sentía un poco atraído por su personalidad y sus ojos, los cuales eran de un hermoso azul, diferentes a los de color avellana de su esposa, esta era otra diferencia entre ellas, pero no le disgustaba, le parecía atrayente. Cuando Meyers se levantó de su asiento para abrirle al abogado, Isabella finalmente suspiró, se sentía un poco rara con la mirada de él todo el tiempo puesta sobre ella. — Aquí tienes el contrato, puedes leerlo con
— ¿Cómo está señorita Isabella? — Preguntó Meyers con una sonrisa imperceptible al verla subirse a la camioneta, dándose cuenta que al menos hoy ella parecía estar un poco mejor que ayer y eso lo aliviaba. Porque después de lo que pasó ayer ella debería estar un poco traumada, lo que le hicieron fue realmente malo y ahora él estaba intentando investigar que era lo que había pasado realmente, como ella había terminado siendo obligada a venderse. — Bien, gracias, ¿Y usted? — Respondió Isabella acomodándose en el asiento, aún demasiado nerviosa, se seguía sintiendo muy extraña por la manera en la que él la miraba. — Muy bien. — Dijo él y le hizo un gesto al conductor para que empezará a manejar. Cuando llegaron al registro Isabella y él bajaron de la camioneta, ella dudo por un segundo, quedándose quieta, pensando en lo mucho que su vida podría cambiar, después de todo solo tenía dieciocho años y casarse para pagar una deuda fue algo que nunca imaginó. — ¿Está dudando en hacer esto S
— Bienvenida a casa, ven que te presentaré a Bastian y a los demás. — Dijo François cuando entraron a su casa, él la había ido a buscar para que finalmente viniera a quedarse. Isabella que aún estaba sorprendida por la inmensa mansión y el derroche de lujos, ya que a pesar de que estaba acostumbrada a los lujos y ver hermosas casas, está mansión era la más hermosa y grande que había visto, pero al escuchar esto frunció el ceño confundida, ella había pensado que vivía solo con Bastian y el personal. Aunque observando lo enorme que era el lugar sintió que tenía sentido que él viviera también con su familia. — Está bien. — Accedió y los dos caminaron juntos hacía el salón donde habían cuatro personas sentadas en el sofá y todos los presentes abrieron los ojos de par en par al verla, como si estuviesen viendo un fantasma, lo cual confundió un poco a Isabella, no comprendía porque la miraban de forma tan extraña. — Que bueno que están todos, ella es Isabella y ellos son Carla, Mariela,
Cuando Isabella se despertó ya Meyers no estaba en la cama, así aprovecho para llamar a Ana para preguntar si Oscar había ido a la escuela y cuando ella le confirmó esto y le dijo que Oscar estaba bien, finalizó la llamada, se levantó de la cama y se arregló para bajar. — Buenos días. — Saludó Isabella al ver a Carla, Daniel y Mariela en el comedor, por la hora, ya ni Meyers ni Bastian estaban en casa. Mariela y Carla también trabajaban en la empresa de Myers, pero como iban a buscar a Bastian y lo llevarían a comer y luego al parque, Meyers les había dejado que se tomarán el día libre. — Así que aquí está la señora de la casa y ni siquiera se despertó a desayunar y despedirse de su esposo, se nota que no mereces el lugar que tienes. — Siseó Carla, sorprendiendo por completo a Isabella, porque aunque está mujer no había sido súper amigable había mantenido un trato cordial y ahora parecía otra persona. — Disculpe, pero no creo que eso tenga que ver con usted. — Replicó Isabella con
—Bueno ven a buscarla conmigo. — Espetó él e Isabella asintió antes de seguirlo y cuando llegaron a su habitación, él paso directamente, pero Isabella se quedo en la puerta. — Pasa, si quieres puedes usarla en mi escritorio será más cómodo para ti. — Sugirió él con una sonrisa despreocupada, pero sin quitar los ojos de encima de ella. —Prefiero que me la entregues, la uso en mi habitación y luego te la devuelvo. — Se negó Isabella, sabía que no era apropiado entrar a la habitación de un hombre, mucho menos a la del primo de su esposo contractual. —Está bien, como quieras. — Murmuró él y en lugar de tomar la laptop para entregársela, se aproximó hacía ella con rapidez, tomándola por sorpresa. — Eres realmente linda y es obvio que la relación entre mi primo y tú es un poco extraña, me preguntó de qué se trata todo esto. — Susurró viéndola de arriba abajo, él era más observador que la mayoría en esta casa y había notado que ella no parecía estar enamorada de Meyers y definitivament