Pensar que con una recomendación directa iba a entrar en la mansión Brown como Pedro por su casa, fue ingenuo. Esta propuesta laboral no es una ordinaria como esperé, dando como resultado que, al siguiente día de mi llamada con Clara, fuese citada para una entrevista formal con la compañía encargada del equipo médico.Atravesé más que una entrevista exhaustiva y complicada, también me hicieron pruebas de sangre, examinaciones físicas y hasta un test psicológico. La peor parte no fue lo anterior, fue el examen oral al que fui sometida cuestionando mis conocimientos en enfermería. Las cejas levantadas comenzaron desde que mencioné de dónde me había graduado y dónde había trabajado.Me daba la impresión de que sus estándares eran elitistas porque sí, me había graduado de una universidad comunitaria, y había trabajado en un hospital en una zona pobre. No estaba acostumbrada a lidiar con pacientes de alto perfil, llegaron a recriminarme que no supiese inglés avanzado y que no hubiese traba
Evito demostrar mi desconcierto y procedo a entrar con la bandeja de medicinas. Saludo al doctor.—Buenos días doctor Smith. Buenos días Leandro — digo a ambos.—Buenos días Lucía. Un gusto tenerte en nuestro equipo — responde este.Es el único que responde, Leandro no ha dejado de ver por la inmensa ventana a su lado. Aquí me cuesta dejar de mirarle preocupada. ¿Es que no escuchaba?—¿Te explicaron la condición mental de Leandro?—¿Condición mental?—Suele recurrir a la disociación en momentos de confrontación con su familia. Especialmente en la presencia de su madre. Si estabas fuera y pudiste escuchar sus gritos, entenderás qué tipo de comportamiento ha adoptado.El profesional lo describe con suma paciencia, como si fuese una costumbre que esa señora le gritase. Su actitud es asombrosa considerando que se nota es mayor que la madre de Leandro, y en el interminable proceso de selección no pararon de remarcarme lo ridículamente bien capacitados que estaban en el equipo.—¿Sale de la
Leandro quiere ir a la cama, pero no se lo iba a dejar tan sencillo luego de horas de espera para interactuar con él. Se lo impido tomando el mando de su silla de ruedas. Mis misiones me las tomaba en serio, muy en serio.—¿Qué haces? — protesta.—Acompáñame a comer. Eres de los pacientes más silenciosos que he tenido en mucho. Me aburro — digo cualquier tontería para acomodarlo en la mesa que da con la ventana que me gustaba. Esa donde está la comida que nos trajeron hace horas.Ocupó un lugar en esta, dejo a un lado la sopa fría, y descubro el emparedado. Los olores que desprende son dignos de admiración. Una admiración exagerada que doy al picarle por la mitad.—El queso fundido y la salsa César se ven… — doy un mordisco dramático y gesticulo como no lo suelo hacer — Saben mejor de lo que esperaba. Whoa.Mi histrionismo da el resultado que esperaba.Si Leandro podía razonar, e ir al baño por su cuenta. ¿Por qué no habría de tener apetito? Moderado, pero apetito. Su carita de que el
Me la pasé cada minuto de la mañana maquinando conspiraciones entre Leandro y Clara mientras mi cuerpo hacía su trabajo. El asistir en el gimnasio a Manuel y Hugo con los masajes/ejercicios a nuestro paciente. No podía parar de relacionar cualquier comentario con la relación de ambos. Por ejemplo, los elogios sobre lo animado que parecía hoy, o lo bueno que sería que así fuesen todas las mañanas.¿Tanto había sido el cambio que le había propiciado la compañía de Clara? ¿Esta inyección de energía era común de recibir de una amiga o familiar? ¿Por qué le miraba de esa forma? Aparentaba lo que aparentaba ser, un hombro idiotizado por una mujer.Una mujer ajena.¿Ella le correspondía? ¿Habían tenido algo en el pasado o era en el presente o nada y aquí estaba yo mintiéndome donde no me incumbía?—¿Subimos? — me pregunta Hugo sacándome de mis dramas mentales injustificados.No era mi problema si esos dos tenían una aventura, yo era una empleada más. Una empleada a la que le tocaba hoy estar
La mañana está preciosa, así de preciosa que ando hipnotizada por su belleza mientras bebo de mi taza de café. Estoy enfocada en apreciar su belleza desde la ventana que da con el lavaplatos de la cocina de servicio, de fondo está el bullicio habitual de esta área de la mansión Brown de costumbre. —Hoy será mejor que ayer — me consuelo con una firme convicción. No podía dejar que mis sentimientos personales se interpusiesen en mi trabajo, este trabajo que había decido cambiaría mi vida para mejor. Leandro era mi paciente, yo era una de sus enfermeras. Era tan claro como el agua. —¿Qué se te ocurre para el almuerzo del patrón esta vez? — pregunta Suzy mientras se pone a mi lado con una tabla sobre la encimera para picar champiñones. —¿Sabes preparar hamburguesas? — le pregunto de vuelta con una sonrisa divertida. —¿Qué es lo siguiente? ¿Preguntarme si puedo freír un huevo? — responde sumamente ofendida en juego — Obviamente sé hacer hamburguesas. —No es que desconfié de tus habili
Leandro temiendo a apariciones era ridículo considerando que sus principales problemas estaban en condiciones físicas y reales. Por ejemplo, el estado de su pierna. Por ejemplo, esa fijación que tiene por Clara. Clara, la esposa de su primo.Pensando en ello, golpeo con más fuerza de la que debería la tostada con el cuchillo con mermelada. Esa que estoy untando para comer de cena en la cocina de servicio. Es de noche, como las diez. Más tarde de lo que debería cenar con un horario tan cómodo como el de hoy, sin embargo, al salir de mi turno con Leandro, me fui derecho a ver series en mi celular tirada en mi cama.—¿Fantasmas? Mis polainas — susurro como una viejita cascarrabias.Escucho un ruido de metal cayendo en el suelo. Volteo en automático.No había nadie. Lo que había caído era una bandeja de metal, estaba en el piso.De fondo, el pasillo que interconectaba con la estancia común, en la oscuridad tenue que había notado invadía la casa muy entrada la noche. Dejo la tostada en el
Escuchar los rumores que hay dentro del personal sobre la condición de Leandro, es fuerte y complicado de procesar. Suicidio. Un intento de suicidio no fue lo que le ocurrió a Leandro.—Chicas, yo sé que quién es Leandro, su fortuna y posición da pie a muchos rumores. Pero les puedo asegurar que lo que tuvo él, no fue un intento de suicidio — defiendo mi posición.No compro ni a Lulu, ni a Ana con mis palabras.—Lo dices porque a todos nos están ocultando información Lucía. Hasta a ti — asegura Lulu.—¿Por qué habrían de ocultarme que fue un intento de suicidio si tuve acceso a su condición médica? Cada fractura que tuvo, cada droga que entra en su cuerpo, yo la sé — les explico.Sigo sin comprarlas.—Hay algo que no debes saber. Porque a nosotras nos vinieron preguntando cosas la policía. A todo el personal de limpieza, cocina, seguridad y mantenimiento. ¿Para qué? — dice Ana.Recordar el aparatoso accidente de Leandro, me mantiene firme en mi posición.—Ese accidente que tuvo, fue g
Entre la duda y la acción las semanas han pasado en la mansión Brown. Me he acostumbrado rápido a la rutina, a mí nuevo equipo de trabajo y a la familia para la que trabajo. Irónicamente la táctica de supervivencia ha sido actuar como un fantasma.El otro día pude conocer a la distancia al tío de Leandro, Liam, estaba apoyándose de las paredes mientras se tambaleaba en una de sus borracheras. ¿Mi proceder? Hacer como si no hubiese visto nada, y dar la vuelta a la estancia para atravesarla sin chocármelo.Al otro tío, Lemuel, también lo pude conocer. Hace unos días tuvo una charla con el equipo de enfermeros, no conmigo directamente. Era un hombre estricto y poco expresivo, no puedo decir más de él. No lo veía con frecuencia por trabajar manejando los negocios familiares y visitar a su sobrino fuera de mis turnos.A quien también había podido ver era a Leah, llorando tirada en el mismo sitio de la otra vez. Le he ignorado y esquivado tal cual se me fue sugerido.Tenía mi vida bajo cont