La mañana está preciosa, así de preciosa que ando hipnotizada por su belleza mientras bebo de mi taza de café. Estoy enfocada en apreciar su belleza desde la ventana que da con el lavaplatos de la cocina de servicio, de fondo está el bullicio habitual de esta área de la mansión Brown de costumbre. —Hoy será mejor que ayer — me consuelo con una firme convicción. No podía dejar que mis sentimientos personales se interpusiesen en mi trabajo, este trabajo que había decido cambiaría mi vida para mejor. Leandro era mi paciente, yo era una de sus enfermeras. Era tan claro como el agua. —¿Qué se te ocurre para el almuerzo del patrón esta vez? — pregunta Suzy mientras se pone a mi lado con una tabla sobre la encimera para picar champiñones. —¿Sabes preparar hamburguesas? — le pregunto de vuelta con una sonrisa divertida. —¿Qué es lo siguiente? ¿Preguntarme si puedo freír un huevo? — responde sumamente ofendida en juego — Obviamente sé hacer hamburguesas. —No es que desconfié de tus habili
Leandro temiendo a apariciones era ridículo considerando que sus principales problemas estaban en condiciones físicas y reales. Por ejemplo, el estado de su pierna. Por ejemplo, esa fijación que tiene por Clara. Clara, la esposa de su primo.Pensando en ello, golpeo con más fuerza de la que debería la tostada con el cuchillo con mermelada. Esa que estoy untando para comer de cena en la cocina de servicio. Es de noche, como las diez. Más tarde de lo que debería cenar con un horario tan cómodo como el de hoy, sin embargo, al salir de mi turno con Leandro, me fui derecho a ver series en mi celular tirada en mi cama.—¿Fantasmas? Mis polainas — susurro como una viejita cascarrabias.Escucho un ruido de metal cayendo en el suelo. Volteo en automático.No había nadie. Lo que había caído era una bandeja de metal, estaba en el piso.De fondo, el pasillo que interconectaba con la estancia común, en la oscuridad tenue que había notado invadía la casa muy entrada la noche. Dejo la tostada en el
Escuchar los rumores que hay dentro del personal sobre la condición de Leandro, es fuerte y complicado de procesar. Suicidio. Un intento de suicidio no fue lo que le ocurrió a Leandro.—Chicas, yo sé que quién es Leandro, su fortuna y posición da pie a muchos rumores. Pero les puedo asegurar que lo que tuvo él, no fue un intento de suicidio — defiendo mi posición.No compro ni a Lulu, ni a Ana con mis palabras.—Lo dices porque a todos nos están ocultando información Lucía. Hasta a ti — asegura Lulu.—¿Por qué habrían de ocultarme que fue un intento de suicidio si tuve acceso a su condición médica? Cada fractura que tuvo, cada droga que entra en su cuerpo, yo la sé — les explico.Sigo sin comprarlas.—Hay algo que no debes saber. Porque a nosotras nos vinieron preguntando cosas la policía. A todo el personal de limpieza, cocina, seguridad y mantenimiento. ¿Para qué? — dice Ana.Recordar el aparatoso accidente de Leandro, me mantiene firme en mi posición.—Ese accidente que tuvo, fue g
Entre la duda y la acción las semanas han pasado en la mansión Brown. Me he acostumbrado rápido a la rutina, a mí nuevo equipo de trabajo y a la familia para la que trabajo. Irónicamente la táctica de supervivencia ha sido actuar como un fantasma.El otro día pude conocer a la distancia al tío de Leandro, Liam, estaba apoyándose de las paredes mientras se tambaleaba en una de sus borracheras. ¿Mi proceder? Hacer como si no hubiese visto nada, y dar la vuelta a la estancia para atravesarla sin chocármelo.Al otro tío, Lemuel, también lo pude conocer. Hace unos días tuvo una charla con el equipo de enfermeros, no conmigo directamente. Era un hombre estricto y poco expresivo, no puedo decir más de él. No lo veía con frecuencia por trabajar manejando los negocios familiares y visitar a su sobrino fuera de mis turnos.A quien también había podido ver era a Leah, llorando tirada en el mismo sitio de la otra vez. Le he ignorado y esquivado tal cual se me fue sugerido.Tenía mi vida bajo cont
Limpio mi rostro de las lágrimas rápidamente, y me esfuerzo por mostrarle una sonrisa. Era lo mínimo que merecía tras su maravilloso consejo sobre las comidas favoritas de Leandro. Aun así, la señora tiene una expresión apenada, he de suponer que por el espectáculo que estoy haciendo. Tuve que encerrarme en mi habitación a llorar.—Hola. ¿Cómo está? ¿En qué le puedo ayudar? — le saludo.—¿Tú me puedes ayudar a mí? Pareces como alguien que necesita ayuda para sí misma. Estabas llorando hija.—¿Esto? — señalo mis ojos sonriendo y mintiendo — Es por mi alergia a los ácaros del polvo, estaba limpiando un depósito y no usé gafas protectoras. Fue mi culpa.No estoy haciendo tan buen trabajo porque la señora, no me cree.—¿Tiendes a culparte mucho a ti misma de lo que pasa a tu alrededor no?Mi sonrisa se cae y tengo ganas de llorar de nuevo. Pero me contengo. Aclaro mi garganta.—Tal vez es porque yo sea la que lo provoque, lo malo que ocurre a mi alrededor…La señora aprieta sus labios. La
No todos los días terminabas envuelta en los brazos de un hombre desconocido con este tipo de atractivo, la particularidad de la situación me quita el aliento e intimida. Más lo hace que Luciano interrumpa la mirada de sorpresa que nos damos a una sonrisa coqueta. —¿Los ángeles están cayendo del cielo esta tarde? — dice. Despierto del estado de shock para hacer mis distancias. Me levanto de sus brazos y doy un par de pasos atrás. Recuerdo la advertencia de Clara sobre él. Luciano, un peligro para las mujeres. —Gracias por la ayuda, he terminado por aquí — informo poniendo las escaleras donde correspondían. —¿Has terminado porque quieres o porque he llegado yo? No seré un estorbo, lo prometo. Solo vine a fumar en paz por un rato — explica recostándose del límite de la azotea y explorando en su chaqueta por cigarrillos. —Anochecerá y he estado limpiando desde temprano, no es personal señor Luciano. —¿Señor Luciano? — enciende el cigarrillo en su boca — Me siento honrado de que me c
Sabía de las advertencias de Clara, lo sospechaba con el encuentro en la azotea con Luciano, pero haberlo visto en plena faena es excesivo para mí, y un detonante para Leandro.—¿¡Ahorcar mientras tienes sexo con una de mis empleadas es un chiste para ti?! ¡DEBES DAR EL EJEMPLO LUCIANO! — grita Leandro.Cuando abro mis ojos, Luciano ya está subiendo sus pantalones. La trabajadora por igual está cerrando el escote de su uniforme, su vergüenza en notoria buscando desesperada su ropa interior por las sabanas. Creo que es una de las chicas de limpieza por el vestido.—¡Si tocases antes de entrar estas cosas no pasarían! — exclama amarrando torpemente sus pantalones el primo de mi jefe.—¡Si respetases a la gente que trabaja para nosotros no tendríamos este tipo de discusiones! — devuelve mi jefe.Luciano estaba agitado pero pasa a estar sumamente ofendido de pronto. Como si le acusasen de algo de lo que era inocente.—¿Por qué hablas cómo si fuera un irrespetuoso con las damas? No soy un
Bien, había sido atrapada en medio de una actitud poco profesional de la que me esperaba un regaño, un grito, o un despido si Lemuel tenía la capacidad de leer mi mente.—¿Nos puedes dejar a solas Lucía? — pide en cambio Lemuel.—Sí, sí ¿cómo no? — respondo rápidamente levantándome de mi puesto.Pero Leandro reacciona de una manera más calmada. Toca mi muñeca con suavidad.—No tienes que retirarte, termina tu comida por favor — dice amablemente, después a su tío en el mismo tono — Habla tío, ella es de confianza.La forma en la que Leandro toma de regreso su plato cerca de él para continuar comiendo, y la forma en la que actúa como si nada inapropiado hubiese pasado, ayuda a calmar mis nervios. Alejo un poco la silla de él y me dedico a comer pretendiendo lo mismo.Otro que pretende es Lemuel que, a pesar de no dejar de analizarme por un buen rato, desiste de su irritación y toma el semblante que bien le conocía, el de estoico.—Los accionistas quieren que regreses.—No estoy preparad