Narrado por Leandro Brown Si tuviese un dólar por cada vez que mi madre me había sacado de mis casillas, tendría una pequeña fortuna exclusivamente de esa fuente. Lo cual no era una certeza agradable, ni que me gustaría presumir. Aun así, aquí estoy, llegando a la guarida de los lobos para un enfrentamiento más. —¿Estás seguro que no quieres que me baje contigo? — cuestiona Sergio. Este había conducido por mí en el trayecto de mi hogar al de Misael. Tampoco había sido sencillo montarme en el auto dejando atrás a Lucía. Esta protestó sin descanso con que no viniese, pero ella no podía entender la magnitud de esto. —Estaré bien. A Misael no le convendría que no saliese de esa casa. O eso espero — comento. —De querer tranquilizarme, no lo has hecho. Recuerda que tienes a tu mujer embarazada, no arriesgues más de lo que puedes — me aconseja. —Sí, sí — digo saliendo del auto — Si no salgo en una hora, preocúpate. Doy esa última advertencia a Sergio para escuchar otra queja preocupada
Un pensamiento recurrente con el que he lidiado durante todo mi embarazo, ha sido sobre cómo mi cuerpo se comportaría durante mi cesárea. Y es que, si traer a un niño al mundo es complicado, traer dos en simultáneo tampoco puede quedar atrás.Tal vez sea porque me he preparado y capacitado con cualquier curso sobre maternidad que puedas imaginar, además de mi experiencia por mi trabajo, que no le hago caso a las preocupaciones ajenas. Preocupaciones ajenas que están ensordeciendo mis oídos sin disculpa.Hoy era el día en el que mis bebés comenzarían a ser seres independientes de su mamá, o lo más que pueda ser un ser humano en sus primeros años de vida. Mi cesárea estaba programada para hoy, tal cual se había previsto.Por ello, no coincido en el escándalo que hay a mis espaldas.—¡LAS TOALLITAS HÚMEDAS! ¿Dónde se metieron las toallitas húmedas? — eleva su voz corriendo de aquí a allá Suzy.—¿Qué toallitas húmedas ni qué toallitas húmedas? ¿Dónde está la bata emplumada que llevarás en
Un año después No mentiré diciendo que no deseaba tener una bonita boda tradicional. La realidad es que yo sí ansiaba tener una linda celebración con Leandro. Una con toda la familia, algo de baile, retratada en muchas fotos para llenar varios portarretratos y enseñar hasta cansar a nuestros bebés al ir creciendo. Eso era lo que soñaba, no tanto esto. ¿Qué era esto? La gran, gran, grandísima boda que estoy viviendo al lado de Leandro. Esa en la que estoy encerrada en un entallado vestido de princesa, una obscenidad en joyas en el cuerpo y parada en el altar en una iglesia llena de espectadores. ¿Qué es lo peor de esta combinación? Me fascina, lo amo y lo estoy viviendo como si fuera mi última fantasía. Con Luke y Levi más interesados en destruir nuestra casa en lugar de solo mis pobres pechos en la lactancia, a mi esposo se le ocurrió la idea de que tuviésemos la celebración eclesiástica que no pudimos tener por su complicado contexto familiar. Pero con la salida de Misael del ju
Narrado por Selena AguilarTras una épica pachanga, Lucía no había perdido el tiempo y estaba finalizando de ordenar una de sus maletas para su viaje de luna de miel. Un viaje que me dejaría a mí a cargo de varias asignaciones relacionadas con la administración de la mansión Brown. Algo que necesita recordármelo como por quinta vez esta mañana.—Cuida que el equipo de renovación siga los planos tal cual te los pasé. No quiero ideas innovadoras de último momento, o que quieran presupuestar otra etapa del proyecto fuera del acuerdo. Tenemos una gala para final del próximo mes, ya es suficiente — explica cerrando su maleta.Estamos en su habitación, ella ocupada con sus cosas, yo tirada en su cama porque ya estábamos en confianza. Lucía era un amor de anfitriona, tener a hijos de una edad similar nos había hecho crear un bond especial y aparte, había tanto espacio en esta condenada mansión que era como si viviésemos en dos casas diferentes muchas veces.En lo que llegué a esta propiedad,
Las risas estruendosas y el aroma a café colman nuestra estación de enfermería. Es una noche tranquila en el hospital, tranquila como ninguna otra de lo que va de año. Dicha descripción, es más un elogio que una especie de queja, ya que los últimos meses este centro médico ha rebasado sus capacidades, y sin importar cuántas guardias tomé el personal, no es suficiente.Los cotilleos de mis compañeras sirven para distraerme del dolor de espalda que cargaba por estrés laboral. También a distraer mi mente de las aguas turbulentas en las que sentía me ahogaba noche a noche sin que nadie reparase en mis gritos pidiendo auxilio.—Sacó el anillo y me propuso matrimonio en la boda de su hermana — dice Roberta ante nuestras expresiones asombradas — ¿Pudo ser más egocéntrico y egoísta? Mal novio y mal hermano.—Conociendo a mi ex, sí. Pero la vara es el infierno — ríe encantada con el chisme Teresa — ¿Qué le respondiste?—Tuve que aceptar por la presión social. Después destruí su corazón y ego —
El cuerpo humano tiene de 4.5 a 6.5 litros de sangre. Una hemorragia de este tipo puede acabar contigo en minutos. Analizando su cabeza e inconciencia, necesito actuar ya. Detectar de dónde provenía la sangre y detenerla.Cuelgo el celular, y hago fuerzas para abrir la puerta del auto. No cede con facilidad, pero doy con una forma de hacerlo sin casi lastimar mis propias manos. Había vidrío por todas partes. Puedo abrirla.Mis sospechas son juegos de niños en comparación a lo que corría. La sangre provenía de su pierna izquierda. Era su arteria femoral. Estaba sangrando abundantemente desde esta. Vamos mal, muy mal.Chequeo su respiración, tomo tu pulso, analizo sus pupilas levantando su parpados con la ayuda de la linterna de mi celular y palmeo su rostro. Todo mientras hago compresión en su pierna.—¿Me escuchas? ¿Estás conmigo? Despierta amigo. Tienes que despertar — continúo palmeando su rostro.No responde. Lo que hago no es suficiente. Me quito mi suéter para hacer un torniquete
Si el cambio de actitud de los paramédicos me pareció sospechoso, el trato en la clínica me pareció aún más sospechoso. He de recalcar que el trato que nos dieron antes de la revelación de su nombre, no estuvo mal, pero este actual, excedía lo común. Hasta me ofrecieron acceso previo a la habitación en la que sería internado al salir de la operación, para descansar, y limpiarme. No hubo autorizaciones, ni llenado de formularios, atendieron a Leandro como si fuera la prioridad de las prioridades.Sobre descansar y limpiarme, lo haría más tarde. Tenía que contactar con Clara.Encontré su número del modo esperado y no me ha contestado. Era de esperarse por la hora, hasta que en el cuarto intento lo hace por fin.—¿Buenas noches? ¿Con Clara? — saludo caminando de un punto a otro en el pasillo fuera de la sala de operaciones.Escucho un bostezo antes que una respuesta.—Sí, con ella habla… ¿quién es? — responde la mujer.—Clara… no te debes acordar de mí, pero… nos hemos conocido antes. Y
A tres semanas del accidente de Leandro Brown, estoy comenzando a preocuparme de que la operación no haya salido como esperaba. No había podido contactar con Clara, las veces que la he intentado llamar, un par de veces cada lunes, no han dado resultado. Tampoco ella se ha acercado a mí de ninguna manera. Con el tiempo avanzando, las malas sensaciones han llenado mi cabeza.También mi fijación sobre el estado de salud de Leandro hace que le vea en cada paciente cuyo diagnóstico es desafortunado. Lo veo una y otra vez reflejados en ellos. En aquel paciente del martes que perdió sus piernas, o en aquella paciente que sufrió un derrame cerebral. Sin embargo, mis preocupaciones podrían ser exageradas puesto que sí sabía algo era que continuaba con vida.Hace dos semanas me llamaron para declarar en la estación de policías y no pasó de allí dicha citación. Esta vez no fui tratada como una criminal, pero lo que sí es que se me repitió constantemente que no debía hablar de este accidente con