Narrado por Selena AguilarDesde que Lemuel me escribió para encontrarnos en su oficina por la prueba de ADN, me preparé para lo peor. No para lo mejor que me podría pasar y me terminó pasando. Mi zorro plateado tuvo varios minutos de negación ante lo innegable, pero al aceptarlo hasta me pidió vivir con él en plan oficial.Era un sueño, una fantasía, que me hubiese dicho esto. Siempre tan responsable, maduro y un tilín inexpresivo. Era tiempo de confesar que lo amaba con desesperación y que si de por sí, era una mujer apasionada, con tal compromiso de su parte, mi deseo sexual me dominó.Mi mente se nubló, ni le presté atención a mi panza, a que estábamos en una silla incómoda, todo lo que quería era tenerlo dentro de mí. Lo cual tuvo un precio muy alto.Que Leonel me viese montando a su padre mientras le chupaba el pulgar como si le estuviese mamando otra parte de su anatomía. Desearía que esta escena fuese una cosa del pasado, un momento vergonzoso lejano, no obstante, es el presen
Sabía en cierta instancia que cuando te casas, lo haces con la familia de tu esposo. Pero ¿era normal este nivel de compenetración en el que me había metido con los Brown? Sospechaba, deducía que no. Porque no existe poder en esta tierra que me convenza de que esto era normal. Estoy casi abrazando el brazo de este sofá en la oficina de Lemuel, siendo un testigo involuntario de la pelea de padre e hijo ante el embarazo de Selena. —¿No podías buscarte una de tu edad papá? — pelea Leonel. —Nos unieron las circunstancias, lo demás es historia. ¿O pretendes que no me haga responsable de mi hija? — charla Lemuel. Leonel anda molesto, Lemuel anda hablando con una tranquilidad y dominio de otro planeta. —¿Cómo podrás hacerte responsable de esa niña? ¿Sabes cuánta energía consumen los niños? ¿A cuánta edad le llegarás? —Te recuerdo que tuve experiencia contigo Leonel, con mis nietos y que la energía me sobra a pesar de estar a un paso de una casa de retiro según tú — ni una nota alterada
Camino apresurada por el bosque con el desespero en la garganta y la mayor tensión posible en la mano que sostiene esta linterna. Los rayos del sol se han ido apagando y la noche se está apoderando de nosotros. Así era, tras horas de búsqueda a Leah, todavía no dábamos con ella.Nadie sabía de su paradero o a dónde podía haber ido. Nadie la había visto salir de la mansión, a nadie le había insinuado que saldría, además todos los autos en el estacionamiento estaban completos, incluyendo los suyos. Tampoco las cámaras de seguridad habían captado que algún taxi la hubiese esperado en la entrada o había registro de que alguno hubiese accedido a la propiedad. De lo único que había registro era de cómo Leah con sus propios pies había entrado en el bosque.—¡Leah! ¡Leah! — continuo en mi búsqueda por mi suegra.Al fondo escucho otras voces llamándola. También escucho que llaman mi nombre.—No te alejes de nosotros Lucía. ¡Vuelve!Pero no hacía caso a quien fuese me estuviese llamando, y es q
Narrado por Leah BrownSi alguien me preguntase cuál fue el momento más feliz de mi vida, diría que también fue el más doloroso de esta. Casarme con Misael Khan. ¿Cómo la alegría puede encerrar tanta desgracia a escondidas? En ello era experta mi familia, los envidiados y elogiados Brown. Yo nunca fui una niña feliz, ni una joven feliz, tampoco fui una mujer feliz. Era de esperarme que no lograría ser ni una esposa feliz, ni una madre feliz.Durante mi juventud rehuí de la presencia de mi madre Leonor y me refugié en las alas protectoras de mi padre Robert. La verdad era que odiaba a mi madre, la llegué a odiar tanto porque le resentía y quería castigarla por todas esas noches llamando a su puerta sin una respuesta, por todos esos estúpidos actos escolares a los que no podía asistir por su maldito alcoholismo, por la soledad que me hizo vivir.En ese entonces estaba cegada por el exceso de afecto que mi padre me ofrecía. Para él yo sí era importante, él si tenía tiempo para mí, yo era
Narrado por Leandro Brown Si tuviese un dólar por cada vez que mi madre me había sacado de mis casillas, tendría una pequeña fortuna exclusivamente de esa fuente. Lo cual no era una certeza agradable, ni que me gustaría presumir. Aun así, aquí estoy, llegando a la guarida de los lobos para un enfrentamiento más. —¿Estás seguro que no quieres que me baje contigo? — cuestiona Sergio. Este había conducido por mí en el trayecto de mi hogar al de Misael. Tampoco había sido sencillo montarme en el auto dejando atrás a Lucía. Esta protestó sin descanso con que no viniese, pero ella no podía entender la magnitud de esto. —Estaré bien. A Misael no le convendría que no saliese de esa casa. O eso espero — comento. —De querer tranquilizarme, no lo has hecho. Recuerda que tienes a tu mujer embarazada, no arriesgues más de lo que puedes — me aconseja. —Sí, sí — digo saliendo del auto — Si no salgo en una hora, preocúpate. Doy esa última advertencia a Sergio para escuchar otra queja preocupada
Un pensamiento recurrente con el que he lidiado durante todo mi embarazo, ha sido sobre cómo mi cuerpo se comportaría durante mi cesárea. Y es que, si traer a un niño al mundo es complicado, traer dos en simultáneo tampoco puede quedar atrás.Tal vez sea porque me he preparado y capacitado con cualquier curso sobre maternidad que puedas imaginar, además de mi experiencia por mi trabajo, que no le hago caso a las preocupaciones ajenas. Preocupaciones ajenas que están ensordeciendo mis oídos sin disculpa.Hoy era el día en el que mis bebés comenzarían a ser seres independientes de su mamá, o lo más que pueda ser un ser humano en sus primeros años de vida. Mi cesárea estaba programada para hoy, tal cual se había previsto.Por ello, no coincido en el escándalo que hay a mis espaldas.—¡LAS TOALLITAS HÚMEDAS! ¿Dónde se metieron las toallitas húmedas? — eleva su voz corriendo de aquí a allá Suzy.—¿Qué toallitas húmedas ni qué toallitas húmedas? ¿Dónde está la bata emplumada que llevarás en
Un año después No mentiré diciendo que no deseaba tener una bonita boda tradicional. La realidad es que yo sí ansiaba tener una linda celebración con Leandro. Una con toda la familia, algo de baile, retratada en muchas fotos para llenar varios portarretratos y enseñar hasta cansar a nuestros bebés al ir creciendo. Eso era lo que soñaba, no tanto esto. ¿Qué era esto? La gran, gran, grandísima boda que estoy viviendo al lado de Leandro. Esa en la que estoy encerrada en un entallado vestido de princesa, una obscenidad en joyas en el cuerpo y parada en el altar en una iglesia llena de espectadores. ¿Qué es lo peor de esta combinación? Me fascina, lo amo y lo estoy viviendo como si fuera mi última fantasía. Con Luke y Levi más interesados en destruir nuestra casa en lugar de solo mis pobres pechos en la lactancia, a mi esposo se le ocurrió la idea de que tuviésemos la celebración eclesiástica que no pudimos tener por su complicado contexto familiar. Pero con la salida de Misael del ju
Narrado por Selena AguilarTras una épica pachanga, Lucía no había perdido el tiempo y estaba finalizando de ordenar una de sus maletas para su viaje de luna de miel. Un viaje que me dejaría a mí a cargo de varias asignaciones relacionadas con la administración de la mansión Brown. Algo que necesita recordármelo como por quinta vez esta mañana.—Cuida que el equipo de renovación siga los planos tal cual te los pasé. No quiero ideas innovadoras de último momento, o que quieran presupuestar otra etapa del proyecto fuera del acuerdo. Tenemos una gala para final del próximo mes, ya es suficiente — explica cerrando su maleta.Estamos en su habitación, ella ocupada con sus cosas, yo tirada en su cama porque ya estábamos en confianza. Lucía era un amor de anfitriona, tener a hijos de una edad similar nos había hecho crear un bond especial y aparte, había tanto espacio en esta condenada mansión que era como si viviésemos en dos casas diferentes muchas veces.En lo que llegué a esta propiedad,