Leandro quiere ir a la cama, pero no se lo iba a dejar tan sencillo luego de horas de espera para interactuar con él. Se lo impido tomando el mando de su silla de ruedas. Mis misiones me las tomaba en serio, muy en serio.—¿Qué haces? — protesta.—Acompáñame a comer. Eres de los pacientes más silenciosos que he tenido en mucho. Me aburro — digo cualquier tontería para acomodarlo en la mesa que da con la ventana que me gustaba. Esa donde está la comida que nos trajeron hace horas.Ocupó un lugar en esta, dejo a un lado la sopa fría, y descubro el emparedado. Los olores que desprende son dignos de admiración. Una admiración exagerada que doy al picarle por la mitad.—El queso fundido y la salsa César se ven… — doy un mordisco dramático y gesticulo como no lo suelo hacer — Saben mejor de lo que esperaba. Whoa.Mi histrionismo da el resultado que esperaba.Si Leandro podía razonar, e ir al baño por su cuenta. ¿Por qué no habría de tener apetito? Moderado, pero apetito. Su carita de que el
Me la pasé cada minuto de la mañana maquinando conspiraciones entre Leandro y Clara mientras mi cuerpo hacía su trabajo. El asistir en el gimnasio a Manuel y Hugo con los masajes/ejercicios a nuestro paciente. No podía parar de relacionar cualquier comentario con la relación de ambos. Por ejemplo, los elogios sobre lo animado que parecía hoy, o lo bueno que sería que así fuesen todas las mañanas.¿Tanto había sido el cambio que le había propiciado la compañía de Clara? ¿Esta inyección de energía era común de recibir de una amiga o familiar? ¿Por qué le miraba de esa forma? Aparentaba lo que aparentaba ser, un hombro idiotizado por una mujer.Una mujer ajena.¿Ella le correspondía? ¿Habían tenido algo en el pasado o era en el presente o nada y aquí estaba yo mintiéndome donde no me incumbía?—¿Subimos? — me pregunta Hugo sacándome de mis dramas mentales injustificados.No era mi problema si esos dos tenían una aventura, yo era una empleada más. Una empleada a la que le tocaba hoy estar
La mañana está preciosa, así de preciosa que ando hipnotizada por su belleza mientras bebo de mi taza de café. Estoy enfocada en apreciar su belleza desde la ventana que da con el lavaplatos de la cocina de servicio, de fondo está el bullicio habitual de esta área de la mansión Brown de costumbre. —Hoy será mejor que ayer — me consuelo con una firme convicción. No podía dejar que mis sentimientos personales se interpusiesen en mi trabajo, este trabajo que había decido cambiaría mi vida para mejor. Leandro era mi paciente, yo era una de sus enfermeras. Era tan claro como el agua. —¿Qué se te ocurre para el almuerzo del patrón esta vez? — pregunta Suzy mientras se pone a mi lado con una tabla sobre la encimera para picar champiñones. —¿Sabes preparar hamburguesas? — le pregunto de vuelta con una sonrisa divertida. —¿Qué es lo siguiente? ¿Preguntarme si puedo freír un huevo? — responde sumamente ofendida en juego — Obviamente sé hacer hamburguesas. —No es que desconfié de tus habili
Leandro temiendo a apariciones era ridículo considerando que sus principales problemas estaban en condiciones físicas y reales. Por ejemplo, el estado de su pierna. Por ejemplo, esa fijación que tiene por Clara. Clara, la esposa de su primo.Pensando en ello, golpeo con más fuerza de la que debería la tostada con el cuchillo con mermelada. Esa que estoy untando para comer de cena en la cocina de servicio. Es de noche, como las diez. Más tarde de lo que debería cenar con un horario tan cómodo como el de hoy, sin embargo, al salir de mi turno con Leandro, me fui derecho a ver series en mi celular tirada en mi cama.—¿Fantasmas? Mis polainas — susurro como una viejita cascarrabias.Escucho un ruido de metal cayendo en el suelo. Volteo en automático.No había nadie. Lo que había caído era una bandeja de metal, estaba en el piso.De fondo, el pasillo que interconectaba con la estancia común, en la oscuridad tenue que había notado invadía la casa muy entrada la noche. Dejo la tostada en el
Escuchar los rumores que hay dentro del personal sobre la condición de Leandro, es fuerte y complicado de procesar. Suicidio. Un intento de suicidio no fue lo que le ocurrió a Leandro.—Chicas, yo sé que quién es Leandro, su fortuna y posición da pie a muchos rumores. Pero les puedo asegurar que lo que tuvo él, no fue un intento de suicidio — defiendo mi posición.No compro ni a Lulu, ni a Ana con mis palabras.—Lo dices porque a todos nos están ocultando información Lucía. Hasta a ti — asegura Lulu.—¿Por qué habrían de ocultarme que fue un intento de suicidio si tuve acceso a su condición médica? Cada fractura que tuvo, cada droga que entra en su cuerpo, yo la sé — les explico.Sigo sin comprarlas.—Hay algo que no debes saber. Porque a nosotras nos vinieron preguntando cosas la policía. A todo el personal de limpieza, cocina, seguridad y mantenimiento. ¿Para qué? — dice Ana.Recordar el aparatoso accidente de Leandro, me mantiene firme en mi posición.—Ese accidente que tuvo, fue g
Entre la duda y la acción las semanas han pasado en la mansión Brown. Me he acostumbrado rápido a la rutina, a mí nuevo equipo de trabajo y a la familia para la que trabajo. Irónicamente la táctica de supervivencia ha sido actuar como un fantasma.El otro día pude conocer a la distancia al tío de Leandro, Liam, estaba apoyándose de las paredes mientras se tambaleaba en una de sus borracheras. ¿Mi proceder? Hacer como si no hubiese visto nada, y dar la vuelta a la estancia para atravesarla sin chocármelo.Al otro tío, Lemuel, también lo pude conocer. Hace unos días tuvo una charla con el equipo de enfermeros, no conmigo directamente. Era un hombre estricto y poco expresivo, no puedo decir más de él. No lo veía con frecuencia por trabajar manejando los negocios familiares y visitar a su sobrino fuera de mis turnos.A quien también había podido ver era a Leah, llorando tirada en el mismo sitio de la otra vez. Le he ignorado y esquivado tal cual se me fue sugerido.Tenía mi vida bajo cont
Limpio mi rostro de las lágrimas rápidamente, y me esfuerzo por mostrarle una sonrisa. Era lo mínimo que merecía tras su maravilloso consejo sobre las comidas favoritas de Leandro. Aun así, la señora tiene una expresión apenada, he de suponer que por el espectáculo que estoy haciendo. Tuve que encerrarme en mi habitación a llorar.—Hola. ¿Cómo está? ¿En qué le puedo ayudar? — le saludo.—¿Tú me puedes ayudar a mí? Pareces como alguien que necesita ayuda para sí misma. Estabas llorando hija.—¿Esto? — señalo mis ojos sonriendo y mintiendo — Es por mi alergia a los ácaros del polvo, estaba limpiando un depósito y no usé gafas protectoras. Fue mi culpa.No estoy haciendo tan buen trabajo porque la señora, no me cree.—¿Tiendes a culparte mucho a ti misma de lo que pasa a tu alrededor no?Mi sonrisa se cae y tengo ganas de llorar de nuevo. Pero me contengo. Aclaro mi garganta.—Tal vez es porque yo sea la que lo provoque, lo malo que ocurre a mi alrededor…La señora aprieta sus labios. La
No todos los días terminabas envuelta en los brazos de un hombre desconocido con este tipo de atractivo, la particularidad de la situación me quita el aliento e intimida. Más lo hace que Luciano interrumpa la mirada de sorpresa que nos damos a una sonrisa coqueta. —¿Los ángeles están cayendo del cielo esta tarde? — dice. Despierto del estado de shock para hacer mis distancias. Me levanto de sus brazos y doy un par de pasos atrás. Recuerdo la advertencia de Clara sobre él. Luciano, un peligro para las mujeres. —Gracias por la ayuda, he terminado por aquí — informo poniendo las escaleras donde correspondían. —¿Has terminado porque quieres o porque he llegado yo? No seré un estorbo, lo prometo. Solo vine a fumar en paz por un rato — explica recostándose del límite de la azotea y explorando en su chaqueta por cigarrillos. —Anochecerá y he estado limpiando desde temprano, no es personal señor Luciano. —¿Señor Luciano? — enciende el cigarrillo en su boca — Me siento honrado de que me c