CAPÍTULO 43

El corazón de Sebastián dio un vuelco mientras el murmullo de la multitud crecía hasta convertirse en un grito ahogado colectivo. Las luces que enmarcaban la pasarela proyectaban un brillo áspero sobre la forma caída de Ava, su elegante silueta arrugada como un boceto descartado de su propia colección. Cleo se quedó parada, con una sonrisa triunfante jugando en sus labios, la mano que le había quitado la máscara a Ava todavía colgando en el aire, culpable como el pecado.

Con el pulso acelerado a un ritmo frenético, Sebastián avanzó, abriéndose paso a codazos entre la multitud de espectadores. Llegó hasta Ava y se arrodilló, tomando su cuerpo inerte entre sus brazos. —Ava, ¿puedes oírme? —Su voz era un susurro perdido en la cacofonía de la multitud.

—¡Zoe! ¿Está bien? —alguien gritó, usando el seudónimo que ocultaba la verdadera identidad de Ava.

—¡Denle algo de espacio! —gritó otro.

Ignorándolos a todos, Sebastián le dio un suave beso en la frente a Ava. —Por favor, que estés bien. —m
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