CAPÍTULO 50

Ava irrumpió por la puerta de la elegante oficina de Sebastián, con el rostro sonrojado por un cóctel de ira y traición. El clic-clac de sus decididos tacones sobre el suelo pulido resonó como un metrónomo que marcaba sus crecientes agravios.

—¡Sebastián!" La voz de Ava cortó el aire, aguda y clara.

—Amor, ¿dónde estabas? Me sentía preocupado, no respondías mis llamadas.

Ava soltó una pequeña risa, justo la misma angustia que ella tenía la noche anterior al no atender sus mensajes, y llamadas.

—Necesitamos hablar. Ahora.

—Ava. —comenzó, levantándose para encontrarse con su mirada tormentosa—, ¿qué pasa mi amor? —caminó hacia ella extendiendo sus brazos.

Ava dio dos pasos hacia atrás para evitar su contacto.

—Estaba equivocada contigo, todo este tiempo…

—Ava…

—Sabes, tengo una buena idea —Ava se burló, cruzando los brazos desafiante sobre el pecho. —¿Qué tal si Cleo desfila con mis diseños? ¿Qué tal si la cubres en lugar de defender lo que es correcto?

Los ojos de Sebastián parpade
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