3... 2... 1 Aquí vamos :)
Pierre se despidió de Samara con un abrazo, mientras André los miraba de pie en las escaleras, y Connor apuntaba su mirada como un taladro hacia él todo el tiempo. Sabía lo que quería Connor, él estaba pidiéndole que fueran hablar en privado para decirle que detuviera esta locura, pero esta, sencillamente, era su única oportunidad. La cena había terminado hace una hora, por supuesto, el abuelo habló de otros temas seculares, y luego le comentó a Samara que ahora que estuvieran en Estados Unidos, estaría más disponible para compartir cenas como estas todo el tiempo. André apretó sus labios para amortiguar su felicidad, y luego le pasó el brazo a su abuelo cuando por fin soltó a Samara. —Que descanses abuelo, vas a necesitar estar despejado para el viaje… Recuerda que aún estás débil… ni siquiera quiero imaginar a la familia cuando llegue a saber lo que harás… Pierre negó haciéndole un ademán con la mano. —No soy un niño, y nadie me dice qué hacer… además, cuando lo sepan, estaré m
Samara retrocedió varios pasos hasta que casi se cae a no ser porque André la retuvo rápidamente de un brazo. Su corazón le palpitaba muy fuerte contra su pecho, y sus labios, aunque querían una respuesta, no lograban articular palabra. Una cosa es que estuvieran siguiendo un papel, pero otra muy diferente es que cruzaran la línea de lo irreal a lo posible. —Que… ¿Qué estás diciendo? —su pregunta fue demasiado débil para su gusto, pero fue inevitable no sentir su garganta apretada por el momento y la situación que la había envuelto. —Samara… —André se acercó para tomar su rostro, porque básicamente esta era el arma más poderosa que tenía para con ella—. Sé que no… sé que no tienes sentimientos por mí más que la gratitud, pero, las cosas pueden cambiar… André comenzó con lo primordial. Si le decía a Samara que seguirían en su trato y jugando a un papel, jamás podría estar entre sus piernas, pero si le aseguraba que en el futuro podrían sostener una relación, ella sedería a la primer
Samara se removió en la cama de nuevo para posicionarse a su lado derecho, mientras otra lágrima cayó por su mejilla húmeda. Sentía que la cabeza iba a estallarle de tanto pensar, pero lo que más la tenía compungida, era esa sensación que no la dejaba respirar. No sabía qué hora de la madrugada era, y no quería saberlo. Literalmente se sentía sofocada, con ganas de salir corriendo, sin saber a qué sentido, sin preocuparse qué diría su madre, o Hagar, Jalil o cualquier otra persona que pudiera recriminar el tipo de pensamientos que ahora mismo la envolvían. Esta era la primera vez que se cuestionaba acerca de lo que ella era. Era la primera vez que una decisión estuviera al punto del declive, porque, aunque ya tenía varias horas pensando qué es lo que tenía que hacer, su corazón no dejaba de latir con fuerza como un imán, halándola al lado contrario de su decisión. Era claro que debía quedarse en Francia. Estaba demasiado claro que debía esperar a Jalil, y era evidente que seguir el
Samara continuó mirando por la ventana del avión, mientras admiraba como desde esta altura, el cielo se veía como otro mar. El abuelo de André estaba dormido dos asientos más adelante después de unas horas de vuelo y charla, entre tanto ella, se encontraba frente a la silla de André, mientras de vez en cuando notaba que el hombre la miraba como si buscara encontrar algo oculto en ella. Podía imaginar lo que André estaba pensando. ¿Qué la había hecho tomar la decisión de irse con él, aun sin saber lo que Jalil hiciera en último momento? Ella también estaba consternada con su repentina decisión, pero en el momento en que se levantó y pensó en quedarse en Francia, esperando lo incierto, o sintiendo el vacío en su estómago, simplemente el pensamiento, la hizo desesperarse para empacar las cosas con rapidez. Era evidente que sentía un gran agradecimiento por André, pero tampoco podía mentirse a ella misma si se decía que no sentía una extraña atracción por el hombre que le había salvad
Samara continuó mirando por la ventana del avión, mientras admiraba como desde esta altura, el cielo se veía como otro mar. El avión aterrizó casi a las seis de la tarde, hora de Francia, pero doce del mediodía, hora de New York. André tuvo que remover a Samara que pareció perdida en cuanto despertó. Él la cubrió con su chaqueta cuando salieron del avión, y le indicó a Connor que estuviera pendiente de su abuelo en el transcurso del camino. Hubo oraciones cortas de parte de todos, y André le ordenó al conductor que los recogió, que se dirigiera a su casa más grande, que estaba ubicada en Calle 57, Nueva York. Una zona exclusiva en todo el sentido de la palabra. Y aunque era apenas medio día, todos se sentían exhaustos por la diferencia horaria. —Tu padre está llamando… —comentó Pierre hacia André, mientras este rio. —Le dará un ataque, así que, es mejor que lo enfrentes de una vez, y le digas que no se meta en tus asuntos. El abuelo sonrió para descolgar la llamada, mientras An
En pasos lentos, André se despegó de su lugar, dejó el puro encima de la mesa donde estaba preparada una decoración para la cena, y se acercó a Samara agachándose un poco, metiendo un mechón de su cabello detrás de la oreja. —Te ves fantástica, hermosa… la más bella de todas… mi novia, y mi futura esposa… —Samara sonrió un poco y sus mejillas se tiñeron de rojo al instante—. No te avergüences conmigo… —André alzó su mandíbula, y con la otra mano acercó su cintura—. Pronto… seremos marido y mujer… y no habrá nada oculto de ti para mí… A ella se le borró la sonrisa instantáneamente mientras André sonreía dándole un beso en la frente. —¿No me abrazas? ¿No abrazas a tu prometido de verdad? —preguntó cerca de su oreja, y ella se apresuró a envolver su cuerpo. Los ojos de Samara se cerraron de golpe cuando él también la abrazó y pegó su cuerpo contra de forma atrevida. —Hueles delicioso… —Volvió a decir en tono seductor, restregando su nariz en el cuello de ella. El cuerpo literalmente
—Ella es Samara… Samara Raji… mi prometida… Kamile pasó un trago grande cuando pudo observar de cerca a la supuesta novia de André, que ahora mismo estaba abrazada con él de costado. No pudo evitar pasar los ojos hacia Connor, que parecía demasiado serio, y luego a esa sonrisa de André que ya conocía de ante mano. Era por la mañana, exactamente las ocho, y se encontraban en el edificio Roussel, en el centro de New York. Kamile había visto los artículos pequeños que fueron mandados a publicar por el mismo André desde Francia. Pero verlo anunciando su compromiso, no había sido tan impactante como lo era estar viendo esta imagen ahora de forma real. Tenía mucho por preguntar, sobre todo porque siendo su relacionista pública, estaba abollada de llamadas a todas horas, ya que la prensa quería respuestas, y respuestas rápidas. —Kamile Duncan… es… es un placer, Samara… —ella extendió la mano para dársela a esta chica que depuraba una inocencia en su mirada, y que, incluso, le creo malest
Samara se fue con Kamile en auto que André solicitó, a una boutique del cual la mujer le había hablado en todo el camino. —Te gustará… están los mejores diseños… luego iremos a otro lugar donde amarás las sandalias y todo lo que necesitas para hacer juego con tu ropa… aunque puedes decirme tus gustos y yo trataré de llevarte a algo que vaya de acuerdo con tu personalidad… por ejemplo esta ropa que tienes, es maravillosa. Samara se miró a sí misma, y luego negó. —Esto lo compro Connor… y solo lo eligió pensando que es algo que tú te pondrías… Kamile abrió los ojos quedándose sin palabras. —¿Connor te dijo eso? —Samara asintió. —Sí… —Bien, Samara Ammm, no estoy al tanto de lo que ha pasado últimamente con André, y estoy un poco perdida. Así que solo sabré de las cosas por ahora por ti… para mí es una sorpresa que André se vaya a casar, y él… parece muy interesado. Samara sonrió de forma sincera. —Creo que, el destino nos unió de una forma increíble… cuando vi a André por primera