Este capítulo es dedicado a Natalia Perez, gracias por vivir la historia conmigo.
—No quiero herir tus sentimientos… pero quiero que sea niño… —Samara suspiró encima del pecho de André, mientras él daba pequeñas caricias en su espalda desnuda. Estaban en Bora Bora, polinesia francesa, una pequeña isla del Pacífico Sur, con un paisaje increíble, pero esto solo era un paso, porque luego de una semana, André sorprendería a Samara llevándola a Marsella, donde ella siempre soñó ir. —Será lo que Alá quiera… él sabrá que necesitamos, y lo que se ajustará a nosotros… además… —ella levantó la cabeza para mirarlo—. No solo tendremos un hijo, ¿verdad? André se tensó por un momento corto, y luego respondió. —Pues… no lo sé… será como Alá quiera… —Samara sonrió negando. —No puedo ganar una contigo… siempre tienes una respuesta para todo… —escuchó la risa de André—. Sé que este no es el momento para pensar en trabajo… pero me gustaría que me ayudaras a encontrar un CEO, mis padres no confían en nadie, y yo tampoco… No quiero manejar una empresa… solo quiero dedicarme a la fu
Algunos meses después… André estaba recostado al sofá de su gran habitación, observando como Samara estaba profundamente dormida, pero con su mano puesta encima de su pequeña hija que dormía también a su lado. No pudo evitar sonreír ante la imagen, y luego pasó la mano por su rostro, evidenciando que eran las dos de la mañana. «¿Por qué estaba despierto a esta hora?», muy fácil de resumir. Ada, o Adeline, tal como el nombre de su abuela, se despertaba como un reloj programado a esta hora, y después de un mes que había llegado al mundo, ya veía lo suficientemente agotada a Samara como para seguir dejándola vivir este caos, sola. Samara no había aceptado a una niñera nocturna, porque quería estar para su bebé las 24 horas, cosa que André aún no lograba entender a pesar de su cansancio, pero lo debía respetar, y antes de que pensara en otra cosa, ese sonido constante llegó a sus oídos, y se levantó de inmediato para tomar a su hija en brazos. —Más te vale que no comiences a gritar c
—Vamos, Samy… ¡Soy el padrino!—Lo sé, cariño, lo sé… Ada no se deja la cinta en su cabeza…André resopló soltando el aliento, y caminó en grandes zancadas por toda la habitación para llegar hasta ella.—Ella no quiera esta mier… —miró a Samara deteniéndose—. Esta pendejada… no le gustan estas cintas… y tú la obligas…Ada, de ocho meses, balbuceó, arrojándole los brazos a su padre, y él se apresuró en tomarla de inmediato.—Ella será la que lleva los anillos… debe estar bonita… —objetó Samara cruzándose de brazos.—Es bonita de todas formas… además. ¿A quién se le ocurre colocar a una bebé de 8 meses para llevar los anillos?—André…—Son pendejadas de Kamile, Samara… la gente se ha vuelto loca de verdad… y ¿Qué pretenden ellos? Ya todos saben que tiene tres meses de embarazo…—¡André! —esta vez Samara subió el tono de voz.—¿Podemos irnos ya?—Solo… déjame comprobar que llevé todo en su maleta…—Bien… bajaré con Ada…Samara vio como André salió con Ada, y luego negó en su cabeza.No h
—¡Háganlo ya…! ¡Queremos saber!Connor y Kamile estaban de pie con una bengala de colores apagada, mientras la gente frente a ellos, pujaba por saber el sexo del bebé que estaban esperando.Solo estaban las personas de confianza, algunos familiares de Kamile y Connor, y, además, personal de confianza de la empresa Walton, a quien Connor había invitado.La situación era hasta graciosa, porque Kamile todavía trabajaba para André, y Connor para Samara.Kamile ya tenía 6 meses de embarazo, y con ayuda de Samara, había preparado una celebración para descubrir el sexo de su bebé.Con respecto a Ada, la había dejado en la mansión con el abuelo y Louisa, ya que no quería que el humo, y el clima un poco apretado la afectara, y además, porque en este día, Ada había estado un poco inquieta por otro diente que le estaba saliendo.Sin embargo, mientras miraba como André tenía el brazo sobre el hombro de Connor, metido entre la pareja, y casi tomando el mando para encender la bengala, pensó en que
—Solo quería este momento para los cuatro… No sabía que Ada estaría incómoda en el avión… si no, le habría dicho a Louisa que viniera con nosotros. —No te preocupes… —André tomó a Ada totalmente dormida de los brazos de Samara, y luego la recostó en la cama de la habitación de la suite, a donde habían llegado hace unos minutos—. Es mejor tener privacidad… ya molestaremos a Louisa cuando lleguemos… Samara sonrió abrazando su espalda, y ambos se quedaron observando como Adeline dormía plácidamente, mientras sus bocas esbozaban una sonrisa amplia. —Ella es tan hermosa… André asintió ante su comentario. —Lo que más me estremece, es lo malagradecida… —André… —Samara apretó girándose de golpe hacia él, mientras pellizcaba su estómago—. ¿Cómo dices eso? —Es la verdad… ¿Cómo dice “papi”, antes que mamá? Tú eres la que se ha jodido todo este tiempo con ella, y ¿dice papi? —Deberías estar orgulloso de eso… y muy feliz… —Lo soy… —André sonrió descaradamente—. Pero me siento por ti… has s
Todos aplaudían al son del ritmo, mientras André sostenían a Mariane, que estaba cumpliendo su primer año. En ese momento su hermanita Ada, de 2 años y medio, estaba en las piernas de su abuelo, Pierre, mientras Sophie se apresuraba a encender la vela. Mariane intentó soplar cuando su padre se lo pidió, pero fue el mismo André quien la ayudó a apagarla de prisa, para que los aplausos hicieran que ella se riera del entusiasmo. Samara vio a su pequeña aplaudir, y luego se giró hacia Ada, que se rascaba los ojos, un poco seria. Entre sus dos bellas hijas había una diferencia abismal con respecto a sus personalidades. Ada se parecía más a André, era seria, y no se reía de cualquier chiste o juego. Quitaba la mirada exacta como su padre, aunque ambas se parecían mucho a Samara. Por otra parte, Mariane era siempre alegre, muy risueña, y demasiado cariñosa, y aunque André veía por los ojos de Ada, Mariane lo desarmaba con su dulzura. Samara vio como Sophie cortó un pastel. Había muy poc
—¿Se parecía mucho a mí? —André bajó la vista, mientras un suspiro salió de su boca cuando su hijo Pierre, de 5 años, le preguntó.Acarició su cabeza lentamente, y luego volvió los ojos a la descripción de lápida.—Mucho… Sé que no puedes recordarlo, pero era tu persona favorita cuando eras un bebé… es como si, le estuvieras regalando su último año… Lo hiciste muy feliz…Pierre sonrió mirando la foto de su abuelo, mientras su pecho se hinchó de orgullo. Lo que no sabía es que su padre estaba de pie restregando sus lágrimas, tratando que su hijo no se diera cuenta de ello.—Entonces… —el chico se giró—. ¿Grito como si me hubiese roto la cabeza, y me tocó la rodilla fingiendo dolor…?André sonrió maliciosamente, y luego se puso de cuclillas para asentir.—Debes parecer que todo es real…—¿Y qué pasa si mamá no me perdona?André se puso serio, y luego negó.—Mírame… ¿Cuándo he dejado que pierdas? —Pierre negó varias veces.—Nunca…—Exacto, déjame a tu madre a mí, ella… tengo un dulce sec
No puedo estar más agradecida con todas ustedes que llegaron hasta aquí, conmigo. Esta historia fue un reto, y una gran emoción en todos los sentidos, y siempre la llevaré en mi corazón. Espero que hayan disfrutado este recorrido, y que siempre guarden a estos personajes en sus mentes para que no los olviden, y sobre todo para que siempre los vivan como yo lo hice, en cada episodio. Gracias por su apoyo, por cada comentario que muchas veces me motivó a seguir, a dar lo mejor de mí, y sobre todo agrandó mi corazón. Ustedes son las mejores lectoras del mundo, y me siento muy orgullosa de tenerlas. Así que, con esto, me despido de UN TRATO CON EL MILLONARIO. Las quiero, Majo. En la camarita, estoy como majonissi