—Solo quería este momento para los cuatro… No sabía que Ada estaría incómoda en el avión… si no, le habría dicho a Louisa que viniera con nosotros. —No te preocupes… —André tomó a Ada totalmente dormida de los brazos de Samara, y luego la recostó en la cama de la habitación de la suite, a donde habían llegado hace unos minutos—. Es mejor tener privacidad… ya molestaremos a Louisa cuando lleguemos… Samara sonrió abrazando su espalda, y ambos se quedaron observando como Adeline dormía plácidamente, mientras sus bocas esbozaban una sonrisa amplia. —Ella es tan hermosa… André asintió ante su comentario. —Lo que más me estremece, es lo malagradecida… —André… —Samara apretó girándose de golpe hacia él, mientras pellizcaba su estómago—. ¿Cómo dices eso? —Es la verdad… ¿Cómo dice “papi”, antes que mamá? Tú eres la que se ha jodido todo este tiempo con ella, y ¿dice papi? —Deberías estar orgulloso de eso… y muy feliz… —Lo soy… —André sonrió descaradamente—. Pero me siento por ti… has s
Todos aplaudían al son del ritmo, mientras André sostenían a Mariane, que estaba cumpliendo su primer año. En ese momento su hermanita Ada, de 2 años y medio, estaba en las piernas de su abuelo, Pierre, mientras Sophie se apresuraba a encender la vela. Mariane intentó soplar cuando su padre se lo pidió, pero fue el mismo André quien la ayudó a apagarla de prisa, para que los aplausos hicieran que ella se riera del entusiasmo. Samara vio a su pequeña aplaudir, y luego se giró hacia Ada, que se rascaba los ojos, un poco seria. Entre sus dos bellas hijas había una diferencia abismal con respecto a sus personalidades. Ada se parecía más a André, era seria, y no se reía de cualquier chiste o juego. Quitaba la mirada exacta como su padre, aunque ambas se parecían mucho a Samara. Por otra parte, Mariane era siempre alegre, muy risueña, y demasiado cariñosa, y aunque André veía por los ojos de Ada, Mariane lo desarmaba con su dulzura. Samara vio como Sophie cortó un pastel. Había muy poc
—¿Se parecía mucho a mí? —André bajó la vista, mientras un suspiro salió de su boca cuando su hijo Pierre, de 5 años, le preguntó.Acarició su cabeza lentamente, y luego volvió los ojos a la descripción de lápida.—Mucho… Sé que no puedes recordarlo, pero era tu persona favorita cuando eras un bebé… es como si, le estuvieras regalando su último año… Lo hiciste muy feliz…Pierre sonrió mirando la foto de su abuelo, mientras su pecho se hinchó de orgullo. Lo que no sabía es que su padre estaba de pie restregando sus lágrimas, tratando que su hijo no se diera cuenta de ello.—Entonces… —el chico se giró—. ¿Grito como si me hubiese roto la cabeza, y me tocó la rodilla fingiendo dolor…?André sonrió maliciosamente, y luego se puso de cuclillas para asentir.—Debes parecer que todo es real…—¿Y qué pasa si mamá no me perdona?André se puso serio, y luego negó.—Mírame… ¿Cuándo he dejado que pierdas? —Pierre negó varias veces.—Nunca…—Exacto, déjame a tu madre a mí, ella… tengo un dulce sec
No puedo estar más agradecida con todas ustedes que llegaron hasta aquí, conmigo. Esta historia fue un reto, y una gran emoción en todos los sentidos, y siempre la llevaré en mi corazón. Espero que hayan disfrutado este recorrido, y que siempre guarden a estos personajes en sus mentes para que no los olviden, y sobre todo para que siempre los vivan como yo lo hice, en cada episodio. Gracias por su apoyo, por cada comentario que muchas veces me motivó a seguir, a dar lo mejor de mí, y sobre todo agrandó mi corazón. Ustedes son las mejores lectoras del mundo, y me siento muy orgullosa de tenerlas. Así que, con esto, me despido de UN TRATO CON EL MILLONARIO. Las quiero, Majo. En la camarita, estoy como majonissi
15 años antes… —Hanna, linda, siéntate derecha… pronto estaremos aterrizando… —la pequeña hizo una afirmación en señal de obediencia, mientras su madre, Sophie, sujetó su cinturón de seguridad. —Te noto nerviosa… ¿Sucede algo? —preguntó Michael y Sophie negó observando a su pequeña que se esforzaba por mirar a través de la ventana. —No lo sé… hoy cuando estábamos tomando nuestro jet, de alguna forma sentí que no debíamos hacer este viaje… —Pero has planeado este viaje durante mucho tiempo —su esposo refutó un poco incrédulo. —Sí… quizás son tonterías mías —Michael tomó la mano de su esposa, y luego la besó lentamente. —Vamos a pasarla muy bien… desde hace mucho no tomamos unas vacaciones, y Hanna está excitada con todas las expectativas que le has creado en su mente. Sophie sonrió hacia Michael, y luego pensó que él tenía razón. Mirando a su pequeña hija, solo pudo desear mostrarle el mundo y brindarle todo lo que ella, incluso no necesitara. Sophie sonrió pasando los dedos p
—Tu madre está muy decepcionada, André, ¿Cómo no piensas en tu familia? —Francois, su padre, estaba hablando muy rápido en francés, mientras él se restregaba los ojos y encendía la laptop en sus piernas. Era sábado, pero no había un día que no trabajara. —Papá… esas noticias de m****a son pura mentira… —¡Maldit@ sea, no me veas la cara! ¡No soy un pendejo, André…! El millonario se levantó de la silla, podía ver las fotos en todos los titulares y como su sonrisa torcida y llena de copas, aparecían allí abrazando a esa prostituta. —Cálmate papá… ni siquiera me has dejado contarte sobre el trato de ayer. —¿En qué nos beneficiará que entren millones, cuando el doble se estará yendo? Ninguna empresa seria querrá aliarse con un hombre que es un escándalo diario, André, ningún hombre de negocio querrá ver sus acciones desplomarse al estar al ojo del escándalo… André soltó el aire golpeando la mesa de madera y apretó la mano en un puño al ver que su padre nunca estaba contento con él, h
Unas horas antes… Pueblo de Imlil, Marruecos. —Samara… Deberías apresurarte… No te preocupes por las verduras, al fin y al cabo, ya no necesitas detenerte por esto. Samara observó a Hagar, mientras sus manos temblaban del miedo. —Estoy muerta del miedo… no puedo evitar pensar que este hombre pueda verme en cualquier momento. —Esto será muy rápido, además, Jalil estará contigo, vete ahora… Samara frunció sus labios. Las ganas de llorar se le acumularon en la garganta al saber que su amiga de infancia, Hagar, ya no estaría en su vida a partir de ahora. Sin embargo, aquí ella no se estaba despidiendo porque quisiera irse su pueblo natal, ahora mismo estaba huyendo de su Padre Alí, porque en este punto, su vida dependía de esto. Hace un par de meses su madre, Fátima, había fallecido en su propia casa, y Alí ni siquiera había dado una sepultura digna para su madre. Samara vivía en el pueblo de Imlil. Había un pequeño puesto de verduras que desde que era niña transcurrió con su ma
Samara estaba aterrada y muy decepcionada. El auto se movía, los hombres solo hablaban en secreto, y ella intentó trasladar su mente con los ojos cerrados, aquel momento cuando Jalil le dijo por primera vez que huirían. En ese momento sonrió, recordaba la magnitud de su alegría, después de dos semanas en que su madre había soltado su mano para siempre. Recordó como Jalil la abrazó, y también como la llamó “bonita”. Su corazón se había calentado, incluso hablaron de que tendrían tres hijos cuando llegaran a Francia, y que vivirían en Marsella, cerca del puerto. —Vamos, anda… —la voz del hombre a su lado la hizo abrir los ojos. Se dio cuenta de que el auto estaba detenido, y que estaban en un gran estacionamiento. Se apresuró a seguir al hombre, y luego se detuvo cuando vio una construcción enorme por detrás, que destilaba humo, luces, y música amortiguada por sus paredes. —Es mejor que camines, Alí me dijo que te recordara, que si hacia un mal movimiento, tu novio sería carne p