—Tu madre está muy decepcionada, André, ¿Cómo no piensas en tu familia? —Francois, su padre, estaba hablando muy rápido en francés, mientras él se restregaba los ojos y encendía la laptop en sus piernas.
Era sábado, pero no había un día que no trabajara.
—Papá… esas noticias de m****a son pura mentira…
—¡Maldit@ sea, no me veas la cara! ¡No soy un pendejo, André…!
El millonario se levantó de la silla, podía ver las fotos en todos los titulares y como su sonrisa torcida y llena de copas, aparecían allí abrazando a esa prostituta.
—Cálmate papá… ni siquiera me has dejado contarte sobre el trato de ayer.
—¿En qué nos beneficiará que entren millones, cuando el doble se estará yendo? Ninguna empresa seria querrá aliarse con un hombre que es un escándalo diario, André, ningún hombre de negocio querrá ver sus acciones desplomarse al estar al ojo del escándalo…
André soltó el aire golpeando la mesa de madera y apretó la mano en un puño al ver que su padre nunca estaba contento con él, hiciera lo que hiciera.
—Papá, ya tengo 29 años, cumpliré 30 próximamente… y tú, me tratas como a un maldito niño, estoy harto de esto, estoy harto de tu control y…
—Entonces compórtate como un hombre, André —cortó Francois alterado—. Deja de ser una mala influencia, y no seas un dolor cabeza constante para tu madre… puedes ser muy hábil para hacer dinero, pero eres pésimo para asumir la vida real, tu abuelo está muy enfermo, y ni siquiera eso te importa.
Hubo un silencio largo después de esa acusación, aunque la palabra familia no era el número uno en la lista de André, su abuelo, Pierre, era intocable para él.
Todo se revolvió en su estómago, y un sentimiento agudo hizo que se sentara.
En la pantalla de su laptop estaba las noticias de diversas páginas, todas diciendo una gran verdad.
Su fetiche por los prostíbulos y comprar mujeres se volvía una necesidad, y ahora, en este momento, ni siquiera se acordaba cómo comenzó esta obsesión. André solo se desligó de lo habitual. Comenzó hacer dinero hasta que crearlo se volvió un círculo vicioso.
Tener una cita, o gastar el tiempo colocando su interés en una mujer, y, además, siendo lo que él no era, se había vuelto aburrido y agotador. Sus necesidades en el sexo habían pasado de las básicas, a las exigentes, y no cualquier cosa lo excitaba, no cualquiera le agradaba.
Su cabeza estaba enferma, tal vez sí, pero el hecho de que alguien tuviera que complacerlo porque era su deber, rayaba el éxtasis de su cordura.
Se había vuelto difícil complacer sus gustos, y se daba cuenta de que, con el tiempo, pasaba los límites de una forma rápida.
—André, soy tu padre… Aunque no creas, estamos preocupados por ti. No solo hay dinero de por medio, es tu vida y vas a arruinarla…
—Lo sé, padre… solo trata de ver lo que hago bien…
El suspiro de Francois se escuchó por el auricular.
—Estaré en Estados Unidos en una semana, tu madre se queda porque tu abuelo está delicado, pero quiero hablar contigo de un tema.
André se apresuró por detenerlo.
—No… imposible, debo viajar a Marruecos en unos días… no me encontrarás aquí si vienes.
—¿A Marruecos?
—Sí… con Aziz Akhannouch, el banquero internacional…
—¿Pudiste concretar el negocio con él? Esto es maravilloso…
André sonrió. Por supuesto que era un trato admirable.
—Aún no. Pero lo tendré… ahora, después de Marruecos, pasaré a Francia, quiero ver al abuelo, así no tendrás que venir.
—Eso es una excelente noticia, me alegra mucho que nos visites, pero hay algo de lo que tenemos que hablar antes…
***
El lunes por la mañana, André caminó rápido con Connor a sus espaldas, mientras este mismo le marcaba a su asistente personal en una llamada telefónica.
—Kamile, André te espera en el edificio central… es urgente…
Colgó el teléfono y luego les dijo a sus hombres que se detuvieran en la planta baja, esperando cualquier indicación. Se metieron en el ascensor y Connor hundió el botón del piso 40, donde estaba ubicada la oficina principal Rousell’s. Inc.
—Realmente estás sacado de tu humanidad… —Comentó Connor mientras André lo miraba entre sus lentes oscuros.
—Francois es una mierd@ completa, no hace sino joderme la vida.
Connor levantó la ceja.
—Puedo imaginar la magnitud del problema, ya que ni saliste a ningún club, ni sábado, ni domingo.
Ambos salieron del ascensor a su amplia y lujosa oficina que comprendía toda la planta.
André no saludó a nadie, y fue directamente a su oficina esperando que Kamile lo sacara de este gran problema.
—¿Quieres hablar? —preguntó su guardaespaldas.
André se quitó los lentes y Connor fue a servirle un trago, aunque eran las ocho de la mañana, sabía que su jefe lo estaba requiriendo con urgencia.
—A Francois se le ocurrió decirle a mi abuelo moribundo, que tenía una relación estable, y que no debía preocuparse por lo que decían las noticias.
Connor no pudo evitar soltar la risa que se obligó a cortar cuando André le dio una mirada dura.
—¿Relación estable? —preguntó mientras André asintió—. ¿Y cuál es la definición de relación estable para tu abuelo?
—Mi abuelo es francés, Connor, un hombre de cultura arraigada y romántico del coño… ¿Qué crees? Él piensa que estoy enamorado de una doncella de m****a que me espera pura para el matrimonio…
Esta vez Connor no pudo sostener su carcajada.
André le lanzó un adorno de la mesa, que se estrelló cerca de los pies de Kamile, que estaba llegando en este momento.
—Gracias por la bienvenida… —Dijo ella sin inmutarse.
—¡Kamile! —ambos dijeron su nombre y ella trató de pasar por encima de los vidrios.
—Si, la misma. No estaba aquí antes porque debía buscar unos documentos, además, Aziz Akhannouch ya recibió tu respuesta, y tu vuelo sale el jueves a las 8 de la noche.
André sonrió a pesar de todo y luego miró a Connor.
—Ella es la mejor… sin duda alguna —La mandíbula de Connor se apretó, y dio la espalda caminando por la oficina para ignorar la situación de ahora en adelante.
La presencia de Kamile lo ponía nervioso, y ella parecía irritarse cuando ambos compartían el mismo espacio.
—¿Cuál es la urgencia? —preguntó Kamile sentándose frente al millonario, y haciendo que esté a la vez, desviara la mirada de Connor hacia ella.
—¿Conoces alguna agencia que… tenga alguna mujer que parezca una maldit@ virgen?
—¿Qué tienes en contra de las mujeres vírgenes?
André torció los ojos.
—Kamile… esto es serio, se trata de mi abuelo, te contaré los detalles, pero después de mi llegada de Marruecos, necesito una mujer que vaya conmigo a Francia y le haga pensar a mi abuelo que estamos locos por el hijo de put@ amor, que se nos desborda de nuestros poros.
Ella puso la mano en su boca para amortiguar la risa.
—¿Esto fue idea de tu padre?
—¿De quién si no?
—Tratan de reivindicarte… pero, ¿por qué no te buscas una novia real?, no creo que alguna chica te diga No, y no acepté un viaje a Francia con todo pago.
André hizo cara de asco. Odiaba las citas, las cosas rosas y todo lo que tuviera que ver con el romanticismo.
—Kamile… busca a esa maldit@ mujer, y luego llámame… —dijo al final.
Su asistente respiró hondo y luego se levantó.
—Haré lo posible… pero André, deja de maldecir…
Resonando sus tacones, le dio una mirada a Connor y luego salió de la oficina principal para desaparecer de la vista del millonario.
—¡Puff…! ¡Qué mierd@ de día…!
—Ella te dijo que dejarás de maldecir… piensa en la doncella que estará a tu lado y…
Otro objeto fue lanzado a su guardia de seguridad, y aunque Connor lo esquivó, prefirió salir también para dejar que André se recostara en su asiento, y pasara su mal rato…
***
André sonrió cuando por la noche arribaron el avión, en el que solo viajarían dos hombres de seguridad, Connor, y una mujer para sus servicios, que se regresaría nada más ellos llegarán a Marruecos.
Se fue a una habitación privada mientras encendió el puro en sus dedos y está mujer que no recordaba cuál era su nombre, abría sus piernas totalmente desnudas para él.
Estuvieron en la pista a las tres de la mañana, los autos estaban preparados para él, según la programación, y fue recibido en un hotel de Aziz, que quedaba en la ciudad de Marruecos, Rabat.
André fue pasado junto a Connor hasta un salón amplio y lleno de antigüedades, mientras le ofrecieron todo tipo de bebidas cuando por la mañana llegaron a la reunión.
André miró su reloj mientras su rodilla comenzó a moverse impaciente, era la una de la tarde, justo como el viejo Aziz lo había citado.
De un momento a otro las puertas volvieron a abrirse y ese hombre, con su ostentosa vestimenta, entró con una sonrisa en sus labios.
—Roussel… —exclamó hacia él mientras André se puso de pie. Tomó su mano y ambos besaron sus mejillas.
—Ya me estaba desesperando…
—¿No te han ofrecido nada?
André asintió.
—Comimos hace una hora, y, no suelo beber nada cuando estoy en los negocios.
Aziz manoteó con su mano en señal de aburrimiento y al mismo tiempo ordenó una bebida para él.
—Bueno, Roussel, ¿comenzamos los negocios?
André sonrió largamente.
—Estoy hecho para eso…
El personal administrativo llegó a la mesa y Aziz comenzó la alianza bancaria de la cual André invertiría unos cuantos millones.
Todo se trataba de un banco internacional, con intereses altos en la bolsa, y aunque los abogados de André no estaban presentes, había estudiado mucho este negocio como para pensárselo dos veces.
Eran las cinco de la tarde cuando todos se pusieron de pie, y Aziz detuvo a André antes de salir.
—¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Me iré mañana, ahora trataré de que organicen mi viaje porque voy a Francia.
—¡Oh, vaya!, la familia, esto es muy importante, te felicito por pensar así…
Su mirada se conectó con Connor y apretó sus dientes para regresar a los ojos de Aziz.
—Sí… son lo más importante para mí, además, mi abuelo está un poco enfermo.
—Lo siento mucho…
—No te preocupes, es fuerte.
—Bueno, no puedo detenerte, pero al menos déjame invitarte algo en esta noche, Marruecos tiene mucho para ver…
Nada más de pensar que Aziz lo haría ir a donde su familia y tomarían una taza de té, hizo que quisiera morirse del desespero.
—Hum… No, Aziz, creo que nuestros gustos son diferentes, buscaré un lugar donde pueda tomar algo y pasarla bien.
André dio un paso para salir, pero su hombro fue apretado duramente por Aziz.
—No creas que no he visto los tabloides, querido Roussel… sé lo que te gusta, y por eso te estoy invitando… ve, descansa un poco, y a eso de las ocho, pasaré por ti…
—Estaré esperando entonces… no me decepciones…
Aziz dio una sonrisa más bien sádica, y André comenzó a salir mientras Connor le siguió los pasos…
Unas horas antes… Pueblo de Imlil, Marruecos. —Samara… Deberías apresurarte… No te preocupes por las verduras, al fin y al cabo, ya no necesitas detenerte por esto. Samara observó a Hagar, mientras sus manos temblaban del miedo. —Estoy muerta del miedo… no puedo evitar pensar que este hombre pueda verme en cualquier momento. —Esto será muy rápido, además, Jalil estará contigo, vete ahora… Samara frunció sus labios. Las ganas de llorar se le acumularon en la garganta al saber que su amiga de infancia, Hagar, ya no estaría en su vida a partir de ahora. Sin embargo, aquí ella no se estaba despidiendo porque quisiera irse su pueblo natal, ahora mismo estaba huyendo de su Padre Alí, porque en este punto, su vida dependía de esto. Hace un par de meses su madre, Fátima, había fallecido en su propia casa, y Alí ni siquiera había dado una sepultura digna para su madre. Samara vivía en el pueblo de Imlil. Había un pequeño puesto de verduras que desde que era niña transcurrió con su ma
Samara estaba aterrada y muy decepcionada. El auto se movía, los hombres solo hablaban en secreto, y ella intentó trasladar su mente con los ojos cerrados, aquel momento cuando Jalil le dijo por primera vez que huirían. En ese momento sonrió, recordaba la magnitud de su alegría, después de dos semanas en que su madre había soltado su mano para siempre. Recordó como Jalil la abrazó, y también como la llamó “bonita”. Su corazón se había calentado, incluso hablaron de que tendrían tres hijos cuando llegaran a Francia, y que vivirían en Marsella, cerca del puerto. —Vamos, anda… —la voz del hombre a su lado la hizo abrir los ojos. Se dio cuenta de que el auto estaba detenido, y que estaban en un gran estacionamiento. Se apresuró a seguir al hombre, y luego se detuvo cuando vio una construcción enorme por detrás, que destilaba humo, luces, y música amortiguada por sus paredes. —Es mejor que camines, Alí me dijo que te recordara, que si hacia un mal movimiento, tu novio sería carne p
El cuerpo de Samara se congeló. Todo su sistema se detuvo, incluso las lágrimas que no había dejado de derramar cuando se vio en un espejo allá adentro, sabiendo que su inocencia sería subastada, se estancaron dentro de sus ojos. Hubo un silencio en todo el club. La música se detuvo, las voces de abucheo disminuyeron, y la voz entusiasmada de esta mujer que estaba vendiéndola, simplemente se apagó después de que ese hombre con el que ella había cruzado miradas hace un momento, había lanzado una oferta magnánima. Imposible de creer. Samara ni siquiera sabía cuánto era un millón de dólares, como tampoco sabía cuál sería su destino a partir de ahora. Ella no pudo evitar girar para ver a los hombres viejos que habían estado pujando por ella, y fue imposible no estremecerse entera de solo pensar lo que podía esperarle si caía en unas manos como esas. —¡¡¡Tenemos a un ganador!!! —Sam saltó de nuevo cuando la mujer mayor dio un grito, y señaló a este hombre alto de traje negro, que se v
—André… Es tu abuelo, Pierre… ha tenido un infarto… —No… —André sintió una puntada muy fuerte en el pecho, mientras su brazo se extendió a alguna parte para sostenerse, pero su amigo Connor llegó pronto a su sitio. —¡André! —Connor llegó a él, pero el millonario intentó preguntar. —¿Está vivo? —tanto Connor como Samara se quedaron estáticos ante la pregunta, y André esperó esos segundos como la eternidad. —Estamos en el hospital… dicen que están en reanimación… él estaba bien… lo estaba, no sé lo que ha pasado, André… La mandíbula del hombre tembló en demasía. Pierre era su vida. —Se pondrá bien… —gesticuló con dureza mientras se arregló el traje—. Saldré en cuanto antes para Francia, mi abuelo estará bien… lo sé. Francois aceptó su afirmación, y se despidió mientras André escuchaba al fondo como el llanto de algunas mujeres entraba por sus oídos. Tal vez René, su madre y Lucie, su hermana, estaba allí con su padre. Su mente se puso en blanco, y mirando la pantalla, bloqueó el
Samara estaba de rodillas frente a su cama, dando gracias por haber encontrado a un hombre como a Connor. Este le había prometido que podía descansar, y que mañana la dejaría en un lugar seguro, con algo de dinero. Entrar a esta habitación fue un descanso para sus hombros, había comido todo lo de la bandeja que él le puso en su frente, y con lágrimas en sus ojos, no dejó de arrodillarse para agradecer a Alá por su rescate. En estos momentos no tenía nada que le perteneciera, a excepción de su documentación. Ni siquiera el teléfono en donde podría haberse comunicado con Jalil o Hagar. Pero el que estos hombres la hubiesen sacado de las garras de la mirada de esos viejos árabes, había sido solo un milagro. Aún no había terminado su oración, cuando la puerta del exterior se abrió, y escuchó unos pasos fuera de la habitación. Debía ser Connor, así que se levantó caminando muy rápido hacia el exterior. —¿Samara? —ella escuchó a Connor e intentó sonreír cuando estuvo llegando, pero sus
Samara parpadeó varias veces cuando Connor la movió de forma sutil y le susurró algo que ella no pudo entender a la primera. Se restregó los ojos y trató de levantarse rápido, la mañana había llegado, y la claridad en su habitación se lo comprobó. —Es hora de irnos, Samara… —escuchó, y su latido pasivo, pasó en un segundo a uno rápido ante la información. Ella asintió y se apresuró en levantarse, pero cuando dio dos pasos detrás de Connor, y miró su cuerpo, se dio cuenta de que aún tenía la misma ropa que cargaba desde ayer. —Señor…, espere… —Connor se devolvió para mirarla—. Esta ropa… creo que no es adecuada para salir a ningún sitio… me avergonzaría mucho. Él asintió mientras se rascó la cabeza entendiendo el punto, además de que André no quería atraer miradas innecesarias. —Déjame arreglar algo ¿De acuerdo?… ahora, sal a la sala, André te está esperando y no olvides lo que hablamos por la noche. —De acuerdo —ella aceptó mientras lo vio salir de la habitación. Samara se qued
Samara y André se subieron a un auto amplio fuera del hotel, mientras Connor tomó el asiento delantero, cerca del conductor. Ahora ella tenía un vestido de lino, que la hacía ver más niña, mientras su cabello estaba envuelto en una bufanda. André detalló que Samara miraba por la ventana, y luego pensó que este atuendo no podía ser el indicado para presentarla a su familia. Entonces comenzó… —Según la información que daremos, eres de Estados Unidos… no puedes llevar esa ropa en Francia, debemos buscar algo mejor para ti antes de encontrarnos con mi familia… —Samara se giró hacia André y luego asintió. —¿Cuáles son los nombres de tus familiares? —ella preguntó interesada, y él pensó que esto era importante, aunque la conversación no era su punto fuerte. —Pierre es mi abuelo… lo más importante en esta vida para mí, y por el cual estamos haciendo esto… —Samara asintió—. Francois es mi padre, es un poco entrometido, pero es lo que tenemos, René es mi madre y Lucie es mi hermana menor.
Ella dio un suspiro largo cuando levantando el rostro hacia André quiso llorar, pero también sabía por Connor que a este hombre le fastidiaba la debilidad. —Por favor… deme la oportunidad… Lo haré bien, créame… André le hizo un ademán con la mano, y mantuvo el silencio durante el resto de camino. En unos minutos estuvieron en el aeropuerto, y aunque pasaron por lugares privados, Samara fue detenida cuando mostró sus documentos. —¿Viaja con este hombre? —André tenía pegado su móvil a la oreja, pero se detuvo al escuchar la pregunta del hombre de la policía del aeropuerto. —¿No me ve? ¡Por supuesto que ella viaja conmigo! —Pero la presentación dice que se dirigen a Francia, y ella no tiene visa… ¿Acaso la están obligando? —el hombre de seguridad se dirigió a Samara y ella negó rápido. —El señor… —dudó por un momento y luego se armó de valor—. André es mi novio… El cuerpo de André se congeló cuando lo escuchó de su boca, pero trató de reponerse muy rápido quitando el móvil de su c