Samara parpadeó varias veces cuando Connor la movió de forma sutil y le susurró algo que ella no pudo entender a la primera. Se restregó los ojos y trató de levantarse rápido, la mañana había llegado, y la claridad en su habitación se lo comprobó. —Es hora de irnos, Samara… —escuchó, y su latido pasivo, pasó en un segundo a uno rápido ante la información. Ella asintió y se apresuró en levantarse, pero cuando dio dos pasos detrás de Connor, y miró su cuerpo, se dio cuenta de que aún tenía la misma ropa que cargaba desde ayer. —Señor…, espere… —Connor se devolvió para mirarla—. Esta ropa… creo que no es adecuada para salir a ningún sitio… me avergonzaría mucho. Él asintió mientras se rascó la cabeza entendiendo el punto, además de que André no quería atraer miradas innecesarias. —Déjame arreglar algo ¿De acuerdo?… ahora, sal a la sala, André te está esperando y no olvides lo que hablamos por la noche. —De acuerdo —ella aceptó mientras lo vio salir de la habitación. Samara se qued
Samara y André se subieron a un auto amplio fuera del hotel, mientras Connor tomó el asiento delantero, cerca del conductor. Ahora ella tenía un vestido de lino, que la hacía ver más niña, mientras su cabello estaba envuelto en una bufanda. André detalló que Samara miraba por la ventana, y luego pensó que este atuendo no podía ser el indicado para presentarla a su familia. Entonces comenzó… —Según la información que daremos, eres de Estados Unidos… no puedes llevar esa ropa en Francia, debemos buscar algo mejor para ti antes de encontrarnos con mi familia… —Samara se giró hacia André y luego asintió. —¿Cuáles son los nombres de tus familiares? —ella preguntó interesada, y él pensó que esto era importante, aunque la conversación no era su punto fuerte. —Pierre es mi abuelo… lo más importante en esta vida para mí, y por el cual estamos haciendo esto… —Samara asintió—. Francois es mi padre, es un poco entrometido, pero es lo que tenemos, René es mi madre y Lucie es mi hermana menor.
Ella dio un suspiro largo cuando levantando el rostro hacia André quiso llorar, pero también sabía por Connor que a este hombre le fastidiaba la debilidad. —Por favor… deme la oportunidad… Lo haré bien, créame… André le hizo un ademán con la mano, y mantuvo el silencio durante el resto de camino. En unos minutos estuvieron en el aeropuerto, y aunque pasaron por lugares privados, Samara fue detenida cuando mostró sus documentos. —¿Viaja con este hombre? —André tenía pegado su móvil a la oreja, pero se detuvo al escuchar la pregunta del hombre de la policía del aeropuerto. —¿No me ve? ¡Por supuesto que ella viaja conmigo! —Pero la presentación dice que se dirigen a Francia, y ella no tiene visa… ¿Acaso la están obligando? —el hombre de seguridad se dirigió a Samara y ella negó rápido. —El señor… —dudó por un momento y luego se armó de valor—. André es mi novio… El cuerpo de André se congeló cuando lo escuchó de su boca, pero trató de reponerse muy rápido quitando el móvil de su c
André pasó al baño privado del avión, y rápidamente mojó su rostro. Se sentía un poco cansado, pero sobre todo tenso. Llevó la mirada a las marcas que tenía en la mano y luego estiró sus dedos. No sabía cómo iba a poder contener su ansia en estas dos semanas en Francia; esta tensión solo se la quitaba el sexo, y él estaba acostumbrado a tenerlo a diario. Mojó su cuello y luego se pasó la mano por el pelo para tratar de acomodarlo. Iba a poder con todo esto, con este juego, con la mentira, y sobre todo en salir ileso de su familia, y de… una tonta a su lado. Salió del baño y cuando llegó a su puesto, Connor estaba dando su más grande sonrisa hacia Samara. —Son buenas personas… —dijo al final, mientras André tomó asiento. —No le devuelvas la sonrisa a este maldito… si no quieres tener problemas con Kamile —ordenó André señalando a Samara y la sonrisa de la chica se apagó al instante. —No, señor Roussel, solo estábamos… —No importa… —Cortó André mientras obtuvo una mirada seria d
—Papá… —masculló André con los dientes apretados en dirección a su padre. Francois estaba a punto de decir algo en su defensa, pero René intervino colocando la palma en el pecho de su hijo. —Entiéndelo, esta noticia nos alegró el alma. —Nos alegró a todos… —prosiguió su tío Armand haciéndose parte de la conversación—. Pero estamos ansiosos, ¿Dónde la has conseguido? André negó más de una vez sin poder evitar posicionar su mirada en Axel, a quien odiaba tanto como la pobreza. —¿Cómo es posible que estemos hablando de esto cuando mi abuelo está allá adentro delicado de salud? —preguntó indignado. —André… —su madre lo calmó dándole una sonrisa—. Pierre es fuerte, todos aquí lo sabemos, incluso en la primera hora, cuando tu padre entró, que fue el único que pudo verlo por unos minutos, nos contó de su rostro feliz, cuando escuchó la noticia de tu llegada… Hubiese sido genial que esta sorpresa que traías a alguien contigo… hubiese sido cierta, incluso el abuelo esta más que feliz con
Samara observó con detalle, como ese hombre vino a presentarse tomándola desprevenida, y a continuación, dándole un beso en el dorso de la mano. Ella quería quitar su mano de esa boca rápidamente, pero al mismo tiempo le pareció una grosería con la familia de André. No podía dar esa impresión solo llegando. No estaba acostumbrada a este tipo de contacto, sin embargo, estaba colgando en un hilo en ese trato que hizo con el millonario, y no podía dañar la única oportunidad que André había tenido para con ella. A decir verdad, todo esto era abrumador; la ropa, el vestido que llegaba hasta debajo de sus muslos que para ella era un escándalo. Eso sin mencionar que había pasado más de media hora dentro del mostrador horrorizada sin querer salir. Connor le aseguró que esto era necesario, y también había llamado a una amiga suya estilista para que le cortara las puntas del cabello y pusiera un poco de maquillaje en su rostro. Se sentía totalmente fuera de su persona, y lo único que tenía
—Buenas tardes… —un hombre de bata blanca hizo que todos despegaran la vista de la pareja, y André supiera que había llegado la hora de ver al abuelo—. Lamento haber tardado, pero se requería de este tiempo para dar la mayor observación del paciente… —¿Cómo está mi abuelo? —él preguntó sobresaliendo de todos, sin soltarle la mano a Samara. —Usted debe ser André… —dedujo el médico con una sonrisa mientras él asintió—. Está débil, pero fuera de peligro… Todos soltaron un suspiro. —Pueden ingresar de dos en dos, pero no tarden más de diez minutos. En cuestión de una hora, cerraremos nuevamente las visitas… —¿Cuándo cree que pueda salir de aquí? —preguntó André de nuevo. —Yo creería que, si mañana la mejora es el doble que hoy, pasado mañana podríamos enviarlo a casa con cuidados especiales… —Perfecto… —mencionó André y dando un paso sin pedir permiso a ninguno de la familia, informó—: Voy a entrar… Al doctor no le incomodó y se quedó para seguir dando las noticias a la familia, mi
—Vamos a Casa Blanca… —Anunció André a su conductor, mientras a su lado, Samara miraba afuera de la ventanilla totalmente perdida en sus pensamientos. Había estado callada desde que su abuelo le ofreció todo el apoyo y le dijo ese montón de cosas cursi y surrealistas, que, a la larga, ella no iba a disfrutar con plenitud. Pierre había jodido sus propios planes diciéndole que no permitiría que se quedara en otra parte que no fuera su casa, y, por ende, estas dos semanas, serían más horribles de lo que André había imaginado. Casa Blanca era la mansión familiar donde siempre se reunían todos los integrantes Roussel, y donde en el pasado, la abuela Adeline realizaba grandes eventos que en conclusión resultaban ser solo un intento para unir a la familia. La conversación con Pierre se había alargado mucho más de lo que pensó, y literalmente su presencia ante el abuelo, había sido remplazada por esta niña. Pasaron un par de minutos cuando entraron a la mansión. Todos bajaron con las poca