André pasó al baño privado del avión, y rápidamente mojó su rostro. Se sentía un poco cansado, pero sobre todo tenso. Llevó la mirada a las marcas que tenía en la mano y luego estiró sus dedos. No sabía cómo iba a poder contener su ansia en estas dos semanas en Francia; esta tensión solo se la quitaba el sexo, y él estaba acostumbrado a tenerlo a diario. Mojó su cuello y luego se pasó la mano por el pelo para tratar de acomodarlo. Iba a poder con todo esto, con este juego, con la mentira, y sobre todo en salir ileso de su familia, y de… una tonta a su lado. Salió del baño y cuando llegó a su puesto, Connor estaba dando su más grande sonrisa hacia Samara. —Son buenas personas… —dijo al final, mientras André tomó asiento. —No le devuelvas la sonrisa a este maldito… si no quieres tener problemas con Kamile —ordenó André señalando a Samara y la sonrisa de la chica se apagó al instante. —No, señor Roussel, solo estábamos… —No importa… —Cortó André mientras obtuvo una mirada seria d
—Papá… —masculló André con los dientes apretados en dirección a su padre. Francois estaba a punto de decir algo en su defensa, pero René intervino colocando la palma en el pecho de su hijo. —Entiéndelo, esta noticia nos alegró el alma. —Nos alegró a todos… —prosiguió su tío Armand haciéndose parte de la conversación—. Pero estamos ansiosos, ¿Dónde la has conseguido? André negó más de una vez sin poder evitar posicionar su mirada en Axel, a quien odiaba tanto como la pobreza. —¿Cómo es posible que estemos hablando de esto cuando mi abuelo está allá adentro delicado de salud? —preguntó indignado. —André… —su madre lo calmó dándole una sonrisa—. Pierre es fuerte, todos aquí lo sabemos, incluso en la primera hora, cuando tu padre entró, que fue el único que pudo verlo por unos minutos, nos contó de su rostro feliz, cuando escuchó la noticia de tu llegada… Hubiese sido genial que esta sorpresa que traías a alguien contigo… hubiese sido cierta, incluso el abuelo esta más que feliz con
Samara observó con detalle, como ese hombre vino a presentarse tomándola desprevenida, y a continuación, dándole un beso en el dorso de la mano. Ella quería quitar su mano de esa boca rápidamente, pero al mismo tiempo le pareció una grosería con la familia de André. No podía dar esa impresión solo llegando. No estaba acostumbrada a este tipo de contacto, sin embargo, estaba colgando en un hilo en ese trato que hizo con el millonario, y no podía dañar la única oportunidad que André había tenido para con ella. A decir verdad, todo esto era abrumador; la ropa, el vestido que llegaba hasta debajo de sus muslos que para ella era un escándalo. Eso sin mencionar que había pasado más de media hora dentro del mostrador horrorizada sin querer salir. Connor le aseguró que esto era necesario, y también había llamado a una amiga suya estilista para que le cortara las puntas del cabello y pusiera un poco de maquillaje en su rostro. Se sentía totalmente fuera de su persona, y lo único que tenía
—Buenas tardes… —un hombre de bata blanca hizo que todos despegaran la vista de la pareja, y André supiera que había llegado la hora de ver al abuelo—. Lamento haber tardado, pero se requería de este tiempo para dar la mayor observación del paciente… —¿Cómo está mi abuelo? —él preguntó sobresaliendo de todos, sin soltarle la mano a Samara. —Usted debe ser André… —dedujo el médico con una sonrisa mientras él asintió—. Está débil, pero fuera de peligro… Todos soltaron un suspiro. —Pueden ingresar de dos en dos, pero no tarden más de diez minutos. En cuestión de una hora, cerraremos nuevamente las visitas… —¿Cuándo cree que pueda salir de aquí? —preguntó André de nuevo. —Yo creería que, si mañana la mejora es el doble que hoy, pasado mañana podríamos enviarlo a casa con cuidados especiales… —Perfecto… —mencionó André y dando un paso sin pedir permiso a ninguno de la familia, informó—: Voy a entrar… Al doctor no le incomodó y se quedó para seguir dando las noticias a la familia, mi
—Vamos a Casa Blanca… —Anunció André a su conductor, mientras a su lado, Samara miraba afuera de la ventanilla totalmente perdida en sus pensamientos. Había estado callada desde que su abuelo le ofreció todo el apoyo y le dijo ese montón de cosas cursi y surrealistas, que, a la larga, ella no iba a disfrutar con plenitud. Pierre había jodido sus propios planes diciéndole que no permitiría que se quedara en otra parte que no fuera su casa, y, por ende, estas dos semanas, serían más horribles de lo que André había imaginado. Casa Blanca era la mansión familiar donde siempre se reunían todos los integrantes Roussel, y donde en el pasado, la abuela Adeline realizaba grandes eventos que en conclusión resultaban ser solo un intento para unir a la familia. La conversación con Pierre se había alargado mucho más de lo que pensó, y literalmente su presencia ante el abuelo, había sido remplazada por esta niña. Pasaron un par de minutos cuando entraron a la mansión. Todos bajaron con las poca
Unas horas después, casi caída la tarde, André estaba en la terraza de su habitación con las manos en los bolsillos mientras veía como en la grama, Samara caminaba descalza con las sandalias en sus manos. Hacía un aire fresco que movía sus cabellos, mientras ella estaba ensimismada en la sensación de sus pies al caminar. Él no pudo evitar quedarse de pie observándola por largo tiempo, y pensando en todo lo sucedido hasta ahora. No había compartido la comida cuando se sentaron en el comedor, porque se ocupó de hacer una llamada en video con Kamile, para colocarse al día en su oficina, y luego había estado llamando al hospital para saber la situación de su abuelo. Estaban en la finalización de la tarde, y probablemente con todas las influencias, su abuelo estaría aquí en un día con un personal preparado para su cuidado. André debía reconocer que no se esperaba la explosión de Samara en cuanto llegaron, pero esto de cierta forma le había dado una ventaja. Llegar a un punto más lejos
Samara se levantó muy rápido de la cama y se giró a todas partes para conseguir algo para ponerse encima. A pesar de que Connor le compró algunos pijamas de pantalón largo, la franelilla que tenía puesta, era de tiras, y se sentía demasiado expuesta con tal vestimenta. Sin embargo, en su búsqueda rápida, solo pudo girarse de golpe de nuevo cuando escuchó el estruendo de cosas tiradas, porque André se había ido al piso con todo lo que contenía una mesilla. —¡Mierd@! —sus pies se agilizaron olvidándose de lo anterior para ir hasta su sitio, prendiendo una lámpara cerca. —Señor Roussel… —ella se agachó tomando sus brazos y en ese momento quedó arrodillada frente a él. André se sostuvo por sus brazos, mientras se sentía demasiado ebrio. Pero cuando restregó sus ojos y vio a esa mujer frente a él, únicamente pudo llevar los ojos a su pecho, que solo se cubrían por una franelilla blanca. Bajó la mirada por todo su cuerpo, e inmediatamente sintió una fuerte erección. —Señor Roussel… —su
—¿De qué se trata? —Samara tomó una fuerte aspiración cuando escuchó la pregunta. Ya lo había pensado toda la noche cuando no pudo conciliar el sueño, por ese efecto que permaneció en su cuerpo. Ella no podía quedar atrapada en esta situación, con un hombre que solo mentía y engañaba a su familia, y la única solución, era seguir teniendo esa seguridad en su vida. Y este equilibrio tenía nombre y apellido. Levantó el rostro, y luego asintió hacia André para comenzar: —Sé que no es el momento… sé que aún nos falta unas semanas aquí con su familia, pero… me gustaría hacer una llamada a Imlil… André arrugó su ceño mientras la adrenalina comenzaba a esparcirse por su cuerpo. —¿Imlil? —ella afirmó lento. —Quisiera llamar… sé el número de memoria, y si usted me regala una llamada… yo podría… —¿Se trata de tu novio? —él pudo ver como las mejillas de Samara enrojecieron y sus ojos se quitaron de su mirada aniquiladora. «Sí, ella quería hablar con ese hombre», pensó André, y el hecho de