—Buenas tardes… —un hombre de bata blanca hizo que todos despegaran la vista de la pareja, y André supiera que había llegado la hora de ver al abuelo—. Lamento haber tardado, pero se requería de este tiempo para dar la mayor observación del paciente… —¿Cómo está mi abuelo? —él preguntó sobresaliendo de todos, sin soltarle la mano a Samara. —Usted debe ser André… —dedujo el médico con una sonrisa mientras él asintió—. Está débil, pero fuera de peligro… Todos soltaron un suspiro. —Pueden ingresar de dos en dos, pero no tarden más de diez minutos. En cuestión de una hora, cerraremos nuevamente las visitas… —¿Cuándo cree que pueda salir de aquí? —preguntó André de nuevo. —Yo creería que, si mañana la mejora es el doble que hoy, pasado mañana podríamos enviarlo a casa con cuidados especiales… —Perfecto… —mencionó André y dando un paso sin pedir permiso a ninguno de la familia, informó—: Voy a entrar… Al doctor no le incomodó y se quedó para seguir dando las noticias a la familia, mi
—Vamos a Casa Blanca… —Anunció André a su conductor, mientras a su lado, Samara miraba afuera de la ventanilla totalmente perdida en sus pensamientos. Había estado callada desde que su abuelo le ofreció todo el apoyo y le dijo ese montón de cosas cursi y surrealistas, que, a la larga, ella no iba a disfrutar con plenitud. Pierre había jodido sus propios planes diciéndole que no permitiría que se quedara en otra parte que no fuera su casa, y, por ende, estas dos semanas, serían más horribles de lo que André había imaginado. Casa Blanca era la mansión familiar donde siempre se reunían todos los integrantes Roussel, y donde en el pasado, la abuela Adeline realizaba grandes eventos que en conclusión resultaban ser solo un intento para unir a la familia. La conversación con Pierre se había alargado mucho más de lo que pensó, y literalmente su presencia ante el abuelo, había sido remplazada por esta niña. Pasaron un par de minutos cuando entraron a la mansión. Todos bajaron con las poca
Unas horas después, casi caída la tarde, André estaba en la terraza de su habitación con las manos en los bolsillos mientras veía como en la grama, Samara caminaba descalza con las sandalias en sus manos. Hacía un aire fresco que movía sus cabellos, mientras ella estaba ensimismada en la sensación de sus pies al caminar. Él no pudo evitar quedarse de pie observándola por largo tiempo, y pensando en todo lo sucedido hasta ahora. No había compartido la comida cuando se sentaron en el comedor, porque se ocupó de hacer una llamada en video con Kamile, para colocarse al día en su oficina, y luego había estado llamando al hospital para saber la situación de su abuelo. Estaban en la finalización de la tarde, y probablemente con todas las influencias, su abuelo estaría aquí en un día con un personal preparado para su cuidado. André debía reconocer que no se esperaba la explosión de Samara en cuanto llegaron, pero esto de cierta forma le había dado una ventaja. Llegar a un punto más lejos
Samara se levantó muy rápido de la cama y se giró a todas partes para conseguir algo para ponerse encima. A pesar de que Connor le compró algunos pijamas de pantalón largo, la franelilla que tenía puesta, era de tiras, y se sentía demasiado expuesta con tal vestimenta. Sin embargo, en su búsqueda rápida, solo pudo girarse de golpe de nuevo cuando escuchó el estruendo de cosas tiradas, porque André se había ido al piso con todo lo que contenía una mesilla. —¡Mierd@! —sus pies se agilizaron olvidándose de lo anterior para ir hasta su sitio, prendiendo una lámpara cerca. —Señor Roussel… —ella se agachó tomando sus brazos y en ese momento quedó arrodillada frente a él. André se sostuvo por sus brazos, mientras se sentía demasiado ebrio. Pero cuando restregó sus ojos y vio a esa mujer frente a él, únicamente pudo llevar los ojos a su pecho, que solo se cubrían por una franelilla blanca. Bajó la mirada por todo su cuerpo, e inmediatamente sintió una fuerte erección. —Señor Roussel… —su
—¿De qué se trata? —Samara tomó una fuerte aspiración cuando escuchó la pregunta. Ya lo había pensado toda la noche cuando no pudo conciliar el sueño, por ese efecto que permaneció en su cuerpo. Ella no podía quedar atrapada en esta situación, con un hombre que solo mentía y engañaba a su familia, y la única solución, era seguir teniendo esa seguridad en su vida. Y este equilibrio tenía nombre y apellido. Levantó el rostro, y luego asintió hacia André para comenzar: —Sé que no es el momento… sé que aún nos falta unas semanas aquí con su familia, pero… me gustaría hacer una llamada a Imlil… André arrugó su ceño mientras la adrenalina comenzaba a esparcirse por su cuerpo. —¿Imlil? —ella afirmó lento. —Quisiera llamar… sé el número de memoria, y si usted me regala una llamada… yo podría… —¿Se trata de tu novio? —él pudo ver como las mejillas de Samara enrojecieron y sus ojos se quitaron de su mirada aniquiladora. «Sí, ella quería hablar con ese hombre», pensó André, y el hecho de
André estaba sentado aspirando su puro y esperando que Samara llegara, cuando las puertas de la mansión se abrieron. El personal de enfermería estaba con él en una silla de ruedas, y poco a poco que fueron entrando, pudo ver a Francois, a su madre y al resto de familia, que venían detrás de él.Se levantó apagando el puro en un cenicero, y Connor a su lado se unió al encuentro.—¿Cómo estás, abuelo? —él se adelantó hasta su sitio mientras le besó ambas mejillas.—¡Más que bien! Muy contento de llegar a casa y ver a toda mi familia.André asintió mirando por encima de la silla de ruedas a sus dos tíos, pero Axel ni Lucie estaban presentes.Mejor para él.—Y ¿Dónde está Samara? —Pierre preguntó, y antes de que él pudiera excusarla con que estaba arreglándose, los ojos de su abuelo fueron directo a las escaleras, que estaban en el medio de la sala, y alzó las manos olvidando su pregunta—. ¡Aquí estás…!André se giró con el ceño pronunciado, y luego puso los ojos desde los tobillos de Sama
André caminó por la amplia sala cuando salió de la biblioteca, pero no tuvo algún resultado cuando no encontró a su abuelo, ni a Samara por toda la casa a donde había buscado. Era evidente que el resto de la familia se había ido en su ausencia, y cuando pasaron algunos minutos, se desesperó un poco y casi tropieza con Connor cuando se giró.—André…—Tengo varios minutos buscando a mi abuelo… ¿Dónde están ellos?—Afuera en el jardín, cerca de la piscina, tiene varios minutos allí hablando…André arrugó el ceño sabiendo que hubiese sido el último lugar a donde habría buscado, y haciéndole una seña de silencio a Connor, caminó sigilosamente para llegar por detrás de la alberca.Vigilar las conversaciones, se había vuelto una nueva obsesión.—Es increíble… no hubiese imaginado que mi nieto fuese tan entregado… André vio como Samara asintió con una sonrisa para Pierre aceptando su afirmación.—Es un hombre muy protector… quizás eso lo heredó de usted.La risa del abuelo hizo que André sol
—¿Modificación? —Samara preguntó pensando lo peor.Todo pasó por su mente muy rápido, quizás el hombre se había arrepentido de todo esto y la mandaría de vuelta a Marruecos, así que no pudo contener su silencio, y se levantó muy rápido, haciendo que André también se levantara ante su repentino movimiento.—¿Quieres retractarse del trato? Señor Roussel… Yo… puedo esforzarme un poco más, por favor, no quiero ir de vuelta a Marruecos…André frunció el ceño ante su miedo, y observó que todo esto podía sumarse a su favor.—Cometiste un error, sí… —ante la confesión, Samara abrió los ojos negando.—¿Qué hice?—Enamoraste a mi abuelo… tu trabajo era hacerle creer a mi familia que eras mi novia, Samara, no mi futura esposa…Samara abrió los labios para refutar, y André se adelantó en colocar un dedo en su boca. Ella no se retiró del contacto, pero André sufrió un estremecimiento burdo, y no tuvo otra opción, sino apretar su mandíbula.—Lo mejor será hacerles creer que me amas tanto… que desea