Samara estaba aterrada y muy decepcionada.
El auto se movía, los hombres solo hablaban en secreto, y ella intentó trasladar su mente con los ojos cerrados, aquel momento cuando Jalil le dijo por primera vez que huirían.
En ese momento sonrió, recordaba la magnitud de su alegría, después de dos semanas en que su madre había soltado su mano para siempre.
Recordó como Jalil la abrazó, y también como la llamó “bonita”.
Su corazón se había calentado, incluso hablaron de que tendrían tres hijos cuando llegaran a Francia, y que vivirían en Marsella, cerca del puerto.
—Vamos, anda… —la voz del hombre a su lado la hizo abrir los ojos.
Se dio cuenta de que el auto estaba detenido, y que estaban en un gran estacionamiento.
Se apresuró a seguir al hombre, y luego se detuvo cuando vio una construcción enorme por detrás, que destilaba humo, luces, y música amortiguada por sus paredes.
—Es mejor que camines, Alí me dijo que te recordara, que si hacia un mal movimiento, tu novio sería carne para perros…
Samara miró al hombre alto, y aunque sus piernas temblaban, caminó obediente.
Ingresaron por una puerta pequeña, que incluso el único hombre que continuó con ella, tuvo que agacharse para pasar. Samara pudo escuchar la música más alta mientras pasaba los pasillos y su corazón solo se aceleró más al ver que este lugar oscuro, le gritaba problemas.
Una puerta se abrió a su izquierda, y el hombre la metió en ella.
Notó que había una mujer que contaba billetes desconocidos para Sam, y cuando la vio llegar, se detuvo detallándola desde los pies a la cabeza.
—Has llegado tarde… —la mujer le dijo ahora mirando al hombre.
—Ha sido una búsqueda larga. Ella viene de un pueblo, y tuvimos que hacer unas cosas antes.
—No me importa, solo espero que ella sea lo que prometiste… ahora lárgate de aquí que tengo mucho que hacer… el show comienza en una hora…
El hombre asintió obediente, como si esa mujer fuera su autoridad, y para cuando la puerta se cerró, Samara no supo si estaría mejor, o peor sin ese hombre.
—¿Cómo te llamas, linda? —Samara parpadeó varias veces mientras vio venir a la mujer.
Sus ropas eran un poco extravagantes y luminosas, eso sin hablar del maquillaje que se veía demasiado exagerado.
—Sa… Samara Raji…
La mujer tocó su cabello liso como si lo peinara, y luego le alzó el mentón para inspeccionarla con precisión.
—Eres muy bonita… angelical y… sensual…
Sus ojos se agrandaron sin entender a la mujer.
—Tienes unos ojos bellísimos… —continuó la mujer—. Ni siquiera pareces marroquí, si no es por tu atuendo… pero, como dicen todos, aquí se encuentran diversas bellezas exóticas…
Sam abrió sus ojos para hablar, pero ella negó dejándola muda.
—Les darás mucho dinero a los jefes… y si quieres volver después de esta noche, te recibiremos con gusto.
El sonido de su respiración agitada hizo que entrara en razón de repente.
—Yo… no lo entiendo… ¿Dónde estoy?
Esta vez la mujer le mostró un rostro serio, y tomando un suspiro, le dio la respuesta que tanto esperaba, pero no deseaba escuchar.
—Estás en uno de los bares más cotizados de Rabat… Samara… y esta noche, ya no te llamarás Samara, sino Aziza… y tu virginidad será subastada al hombre que pueda pagar un precio alto por ti…
***
André se sentó en un mueble estrafalario junto con Connor, mientras la música refrescaba un poco sus oídos.
No entendía ni mierd@ la letra, todo estaba en árabe, y nunca se había esmerado por aprenderla, pero la mayoría de los que atendían, entendían el inglés, e incluso lo respondían.
No había visto ninguna bailarina, pero los puros que estaba fumando eran los más exquisitos que jamás probó nunca y tampoco se quejó a tan horas tempranas de la noche.
Charló con Connor de cualquier cosa, y lo instó a que bebiera un poco, porque tenía choferes que los llevarían de regreso, pero Connor negó, aunque le aceptó una calada al famoso puro del que no había dejado de hablar desde que lo probó.
El viejo Aziz vino después de unos minutos a sentarse a su lado, presentándoles a otros viejos que estaban vestidos en una bata blanca, mientras relucían anillos de oro, cuestión que hizo torcer los ojos al millonario.
Parecía que el club tenía una noche prometedora, pero la rodilla de André comenzó a moverse rápidamente al ver que solo pasaban hombres de aquí para allí para allá y ni una mujer, al menos por equivocación.
—Este maldit* viejo me engañó… —dijo en susurro cerca de Connor, quien sonrió ante su inestabilidad emocional.
—¿Por qué no puedes disfrutar con amigos? —le preguntó de forma sarcástica mientras André rodó los ojos de nuevo.
Sin embargo, cuando la música se detuvo, y las luces se apagaron, su concentración se vio en el escenario, en una mujer que tenía cubierta la mitad de su cara por un pañuelo, y que comenzó a mover sus caderas, al ritmo de un instrumento.
Fue algo diferente ver que los hombres alrededor le aplaudían, y que ella iba de aquí para allá, casi partiendo su cintura.
—Lindo… —esbozó André tomando su trago, mientras recorría el cuerpo de aquella mujer, que estaba más vestida, que todas las prostitutas que había conocido.
Los pechos de la mujer saltaban cubiertos en su vestido con adornos, y los billetes iban cayendo a sus pies por todos estos viejos que solo daban las palmas hacia arriba.
—¿Cuándo se desnudará? —André le preguntó a Aziz mientras esté le sonrió.
—No lo hará… es nuestra bailarina favorita… y ellas no acostumbran a hacer estas cosas al público…
André hizo un gesto fastidiado y luego asintió.
—Pero… si quieres alguna mujer, pronto estarán disponibles unas cuantas que se presentarán después del show principal de esta noche.
El millonario alzó las cejas con aburrimiento.
—¿Show principal? —Aziz asintió.
—Aunque… estoy seguro de que no te interesará… no es tu tipo… solo espera un rato más y podrás elegir cualquier belleza que desees. Tendrás su cuerpo desnudo en una de mi suite especial.
—¿Por qué crees que no me interesará? —preguntó André sabiendo que nunca se acostaría en una de esas asquerosas camas, aun con los ojos en la bailarina, soltando el humo de su boca.
—¡Ah! Porque se subastará una flor nueva, mi querido Roussel…
André lo miró extrañado por su forma de hablar, y pensó que, si no pasaba el tiempo rápido, se iría de aquí corriendo.
Solo estaba soportando esta estupidez porque quería conservar los buenos tratos con el viejo, y además de que su alianza estaba sumándole muchos millones nuevos.
Unos minutos después, ese baile que no le sumo gracia, terminó, y a continuación, vino una vieja muy maquillada con un vestido largo a tomar un micrófono.
«Esto era el colmo», pensó André a punto de volverse loco.
Por alguna razón, los viejos a su alrededor, que era prácticamente los más ricos del lugar, hicieron una bulla rara cuando la mujer se hizo presente, y por el rostro alegre que cada uno de ellos tenía, André supo que estaban excitados por su presencia.
¿Por qué?, aún no lo comprendía
—¡Este lugar es una locura! —se giró hacia Connor, que parecía muy divertido.
—Lo es…
—¡Bienvenidos mis hombres! Esta noche, será especial como lo prometimos… a continuación, le presentaremos a la doncella dichosa, que se entregará en las manos, del hombre que dé la suma más valiosa de la noche… —comenzó la mujer en el escenario.
Los aplausos prosiguieron mientras André frunció su ceño y miró a Aziz que parecía un niño con un dulce nuevo. Sus ojos brillaban y solo hablaba de forma rápida en arabo con el otro viejo mucho más mayor que él, que estaba igual de extasiado.
Sin embargo, André solo pudo pensar una cosa.
Iban a subastar la virginidad de una mujer en esta noche, y esta era la primera vez que iba a presenciar tal situación.
Dos hombres entraron al escenario con una chica joven en el medio, que, a pesar de su maquillaje, parecía más pálida que una hoja.
Ella no tenía el cuerpo descubierto tampoco, pero su vestido largo, un poco pegado a su figura, la hacía destacar en todo el lugar. Él comenzó a detallarla con precisión, porque dos lágrimas adornaban sus mejillas, que se estaba esforzando por quitar en el momento.
Su cabello era castaño hasta su cintura, y por alguna razón, y no sabía si artificial, había hilos amarillos en su pelo haciendo que sus ojos claros, resaltaran su rostro.
André no pudo negar en el momento de que aquella chica era hermosa, pero no parecía estar contenta con este show.
La vio mirar atrás varias veces como si estuviera intentando huir, pero aquellos hombres eran el muro que le hacían saber que no podía tomar el camino incorrecto.
—Una belleza exótica, labios gruesos y ojos verdes, su cabello podría estar entre sus dedos, mientras que su piel lozana, solo despertará su placer. Aziza… nuestra pequeña virgen y pura, comenzará a un precio de 50 mil dólares, solo por empezar…
André sintió la mirada de Connor un poco horrorizado, mientras él escuchó como el viejo sentado al lado de Aziz, levantó la mano diciendo: “100 mil dólares”.
El millonario bajó la mirada. Ni siquiera sentía placer por esta porquería de evento, y cerró sus ojos cuando escuchó a otro decir: “200 mil dólares…”
—400 mil dólares… —gritó Aziz a su lado, entre tanto las risas de sus amigos hicieron que André levantara la mirada nuevamente hacia esa chica.
Sus manos unidas y apretadas estaban blancas como la nieve, ella estaba muy cerca de ellos debido a la exclusividad de la mesa, incluso podía ver las gotas de sudor que emanaba su frente.
Ella quitaba cada nada las lágrimas en su mejilla, y su cuerpo saltó cuando un nuevo hombre, dijo: “500 mil dólares…”
Literalmente esto se estaba saliendo de control.
La mujer vieja a su lado solo estaba llena de un increíble entusiasmo, mientras la tensión se podía sentir en el aire.
Parecía que nadie iba a dar más de 500 mil dólares cuando la mujer comenzó la cuenta regresiva, y el viejo Aziz inundó sus oídos, haciendo que quitara la mirada de aquella chica.
—No pagaré tanto… es hermosa, sí, pero… ya vendrán otras después…
André lo observó por largo tiempo, y luego pasó la mirada a ese viejo repugnante que se estaba levantando dispuesto a reclamar su premio.
Su estómago se sintió revuelto. Quizás él era peor que ellos de acuerdo a su mente retorcida, pero estos viejos, le sacaban 50 años a esta chica, y además, ella parecía estar en contra de su voluntad.
La voluntad era esencial para André. Tan esencial como respirar.
Él no supo qué pasó por su cabeza, no escuchó más las estupideces que le estaba diciendo Aziz, ni tampoco la alerta de Connor cuando se puso de pie, y caminó al lado del hombre árabe que supuestamente estaba ganado la puja en la subasta.
La mujer mayor de colorete estaba a punto de anunciar el ganador, pero André la interrumpió, con un tono fuerte, conciso y seco…
—¡¡¡Un millón de dólares!!!
El cuerpo de Samara se congeló. Todo su sistema se detuvo, incluso las lágrimas que no había dejado de derramar cuando se vio en un espejo allá adentro, sabiendo que su inocencia sería subastada, se estancaron dentro de sus ojos. Hubo un silencio en todo el club. La música se detuvo, las voces de abucheo disminuyeron, y la voz entusiasmada de esta mujer que estaba vendiéndola, simplemente se apagó después de que ese hombre con el que ella había cruzado miradas hace un momento, había lanzado una oferta magnánima. Imposible de creer. Samara ni siquiera sabía cuánto era un millón de dólares, como tampoco sabía cuál sería su destino a partir de ahora. Ella no pudo evitar girar para ver a los hombres viejos que habían estado pujando por ella, y fue imposible no estremecerse entera de solo pensar lo que podía esperarle si caía en unas manos como esas. —¡¡¡Tenemos a un ganador!!! —Sam saltó de nuevo cuando la mujer mayor dio un grito, y señaló a este hombre alto de traje negro, que se v
—André… Es tu abuelo, Pierre… ha tenido un infarto… —No… —André sintió una puntada muy fuerte en el pecho, mientras su brazo se extendió a alguna parte para sostenerse, pero su amigo Connor llegó pronto a su sitio. —¡André! —Connor llegó a él, pero el millonario intentó preguntar. —¿Está vivo? —tanto Connor como Samara se quedaron estáticos ante la pregunta, y André esperó esos segundos como la eternidad. —Estamos en el hospital… dicen que están en reanimación… él estaba bien… lo estaba, no sé lo que ha pasado, André… La mandíbula del hombre tembló en demasía. Pierre era su vida. —Se pondrá bien… —gesticuló con dureza mientras se arregló el traje—. Saldré en cuanto antes para Francia, mi abuelo estará bien… lo sé. Francois aceptó su afirmación, y se despidió mientras André escuchaba al fondo como el llanto de algunas mujeres entraba por sus oídos. Tal vez René, su madre y Lucie, su hermana, estaba allí con su padre. Su mente se puso en blanco, y mirando la pantalla, bloqueó el
Samara estaba de rodillas frente a su cama, dando gracias por haber encontrado a un hombre como a Connor. Este le había prometido que podía descansar, y que mañana la dejaría en un lugar seguro, con algo de dinero. Entrar a esta habitación fue un descanso para sus hombros, había comido todo lo de la bandeja que él le puso en su frente, y con lágrimas en sus ojos, no dejó de arrodillarse para agradecer a Alá por su rescate. En estos momentos no tenía nada que le perteneciera, a excepción de su documentación. Ni siquiera el teléfono en donde podría haberse comunicado con Jalil o Hagar. Pero el que estos hombres la hubiesen sacado de las garras de la mirada de esos viejos árabes, había sido solo un milagro. Aún no había terminado su oración, cuando la puerta del exterior se abrió, y escuchó unos pasos fuera de la habitación. Debía ser Connor, así que se levantó caminando muy rápido hacia el exterior. —¿Samara? —ella escuchó a Connor e intentó sonreír cuando estuvo llegando, pero sus
Samara parpadeó varias veces cuando Connor la movió de forma sutil y le susurró algo que ella no pudo entender a la primera. Se restregó los ojos y trató de levantarse rápido, la mañana había llegado, y la claridad en su habitación se lo comprobó. —Es hora de irnos, Samara… —escuchó, y su latido pasivo, pasó en un segundo a uno rápido ante la información. Ella asintió y se apresuró en levantarse, pero cuando dio dos pasos detrás de Connor, y miró su cuerpo, se dio cuenta de que aún tenía la misma ropa que cargaba desde ayer. —Señor…, espere… —Connor se devolvió para mirarla—. Esta ropa… creo que no es adecuada para salir a ningún sitio… me avergonzaría mucho. Él asintió mientras se rascó la cabeza entendiendo el punto, además de que André no quería atraer miradas innecesarias. —Déjame arreglar algo ¿De acuerdo?… ahora, sal a la sala, André te está esperando y no olvides lo que hablamos por la noche. —De acuerdo —ella aceptó mientras lo vio salir de la habitación. Samara se qued
Samara y André se subieron a un auto amplio fuera del hotel, mientras Connor tomó el asiento delantero, cerca del conductor. Ahora ella tenía un vestido de lino, que la hacía ver más niña, mientras su cabello estaba envuelto en una bufanda. André detalló que Samara miraba por la ventana, y luego pensó que este atuendo no podía ser el indicado para presentarla a su familia. Entonces comenzó… —Según la información que daremos, eres de Estados Unidos… no puedes llevar esa ropa en Francia, debemos buscar algo mejor para ti antes de encontrarnos con mi familia… —Samara se giró hacia André y luego asintió. —¿Cuáles son los nombres de tus familiares? —ella preguntó interesada, y él pensó que esto era importante, aunque la conversación no era su punto fuerte. —Pierre es mi abuelo… lo más importante en esta vida para mí, y por el cual estamos haciendo esto… —Samara asintió—. Francois es mi padre, es un poco entrometido, pero es lo que tenemos, René es mi madre y Lucie es mi hermana menor.
Ella dio un suspiro largo cuando levantando el rostro hacia André quiso llorar, pero también sabía por Connor que a este hombre le fastidiaba la debilidad. —Por favor… deme la oportunidad… Lo haré bien, créame… André le hizo un ademán con la mano, y mantuvo el silencio durante el resto de camino. En unos minutos estuvieron en el aeropuerto, y aunque pasaron por lugares privados, Samara fue detenida cuando mostró sus documentos. —¿Viaja con este hombre? —André tenía pegado su móvil a la oreja, pero se detuvo al escuchar la pregunta del hombre de la policía del aeropuerto. —¿No me ve? ¡Por supuesto que ella viaja conmigo! —Pero la presentación dice que se dirigen a Francia, y ella no tiene visa… ¿Acaso la están obligando? —el hombre de seguridad se dirigió a Samara y ella negó rápido. —El señor… —dudó por un momento y luego se armó de valor—. André es mi novio… El cuerpo de André se congeló cuando lo escuchó de su boca, pero trató de reponerse muy rápido quitando el móvil de su c
André pasó al baño privado del avión, y rápidamente mojó su rostro. Se sentía un poco cansado, pero sobre todo tenso. Llevó la mirada a las marcas que tenía en la mano y luego estiró sus dedos. No sabía cómo iba a poder contener su ansia en estas dos semanas en Francia; esta tensión solo se la quitaba el sexo, y él estaba acostumbrado a tenerlo a diario. Mojó su cuello y luego se pasó la mano por el pelo para tratar de acomodarlo. Iba a poder con todo esto, con este juego, con la mentira, y sobre todo en salir ileso de su familia, y de… una tonta a su lado. Salió del baño y cuando llegó a su puesto, Connor estaba dando su más grande sonrisa hacia Samara. —Son buenas personas… —dijo al final, mientras André tomó asiento. —No le devuelvas la sonrisa a este maldito… si no quieres tener problemas con Kamile —ordenó André señalando a Samara y la sonrisa de la chica se apagó al instante. —No, señor Roussel, solo estábamos… —No importa… —Cortó André mientras obtuvo una mirada seria d
—Papá… —masculló André con los dientes apretados en dirección a su padre. Francois estaba a punto de decir algo en su defensa, pero René intervino colocando la palma en el pecho de su hijo. —Entiéndelo, esta noticia nos alegró el alma. —Nos alegró a todos… —prosiguió su tío Armand haciéndose parte de la conversación—. Pero estamos ansiosos, ¿Dónde la has conseguido? André negó más de una vez sin poder evitar posicionar su mirada en Axel, a quien odiaba tanto como la pobreza. —¿Cómo es posible que estemos hablando de esto cuando mi abuelo está allá adentro delicado de salud? —preguntó indignado. —André… —su madre lo calmó dándole una sonrisa—. Pierre es fuerte, todos aquí lo sabemos, incluso en la primera hora, cuando tu padre entró, que fue el único que pudo verlo por unos minutos, nos contó de su rostro feliz, cuando escuchó la noticia de tu llegada… Hubiese sido genial que esta sorpresa que traías a alguien contigo… hubiese sido cierta, incluso el abuelo esta más que feliz con