Un secretario muy especial.
Un secretario muy especial.
Por: Gaby Albizu
Capitulo 1:

—Lo siento, mi niño, pero ya no hay más opciones. Debes conocer a una buena mujer y casarte con ella, o la buscaré yo por ti —afirma Lucía Montenegro, cabeza de familia y presidenta de las editoriales que llevan su nombre.

—Abuela, no puedes obligarme a casarme —responde Alejandro, que tras la traición de Alina hace años, juró no volver a confiar en las mujeres y, por ende, jamás casarse, ni siquiera ante la insistencia de su abuela.

—Alejandro, ten compasión de esta pobre anciana. Eres mi nieto mayor y necesito que ocupes el cargo presidencial. Además, por una regla de tu difunto abuelo, debes estar casado para asumir el puesto. También quiero conocer a mis bisnietos.

—Abuela, lo que pides es una locura. Sabes bien cuál es mi postura sobre el matrimonio.

—Lo sé, amor, pero antes creías en él. Si no fuera por...

—No la menciones... —Alejandro jamás perdonará a Alina, una mujer sin escrúpulos que solo se interesó en él por su dinero.

—No todas las mujeres somos iguales, hijo.

—Déjame dudarlo, abuela. Muy pocas valen la pena. Entre ellas, tú y mi madre.

—Alejandro... Lamentablemente, tendrás que hacerlo. Te daré hasta mi fiesta de cumpleaños el mes próximo. Si no traes a una pareja como invitada, lo haré yo.

Helena se despierta con la alarma de su teléfono celular. Hoy es el día.

Después de años de estudios y sacrificios, finalmente tiene la oportunidad de cumplir uno de sus sueños: trabajar en Ediciones Montenegro, la editorial más importante del país y del mundo, que cuenta con los autores más renombrados de la actualidad.

Durante los años que le tomó terminar su carrera de editora, fue en lo único en lo que pensó. Ahora está cerca de obtener el puesto de editora en jefe. Su currículum es excelente; se graduó con todos los honores y podría ser una de las mejores candidatas. Sin embargo, hay un problema...

Desde hace algunos años, el editor en jefe, Alejandro Montenegro, futuro CEO de la empresa, solo ha aceptado hombres a su lado. Las malas lenguas dicen que, tras un desengaño amoroso, se declaró en contra de las mujeres. Muchos en su círculo creen que es homosexual, ya que no ha tenido pareja y no planea casarse, como exigen las reglas de la empresa. Las mujeres suelen desistir de conquistarle porque él es una persona fría y distante, que solo desea encargarse de los negocios familiares.

Ediciones Montenegro fue fundada por Armando Montenegro, ya fallecido, quien, junto a su esposa Lucía, crió a sus tres nietos varones: Alejandro, Antonio y Luciano, tras la muerte de su hija debido a una dura enfermedad cuando ellos eran aún niños.

Los tres hermanos Montenegro son completamente diferentes entre sí, a pesar de no llevarse muchos años de edad.

Antonio, el hermano del medio, de 25 años, es un joven dulce, enamorado de la vida y del amor. Es un gran escritor de comedia romántica y su sueño es ser conocido por sus novelas, no por ser un Montenegro. Cursó la carrera de editor junto a Helena, donde forjaron una amistad entrañable. También sueña con conocer a una buena mujer y formar una familia numerosa, pero lamentablemente es el menos agraciado de los tres. Tonio, como le dicen sus hermanos y allegados, es inseguro. Sus problemas visuales lo obligan a usar lentes y su timidez le juega malas pasadas. Por eso se ha llevado bien con Helena, pues ambos comparten rasgos similares en sus personalidades.

Luciano, el hermano menor, de 23 años, es la oveja negra de la familia. Ama a las mujeres y la promiscuidad, y le importa poco dejar en boca de todos a los Montenegro, lo que provoca la ira continua de su abuela y los castigos de su hermano mayor, Alejandro.

Alejandro Montenegro, el mayor de la familia, es todo lo contrario a sus hermanos. No soporta a las mujeres y es el ser más frío del universo. Desde que Alina, años atrás, aceptó el dinero que su abuelo le ofreció para dejarlo, quedó tan herido que no ha vuelto a mirar a una mujer con cariño, excepto a su abuela, por supuesto. Prefiere tener empleados hombres a su lado; en todas las mujeres ve a Alina, y este sentimiento es tan fuerte que no puede soportarlo. Por eso evita estar cerca de desconocidas por mucho tiempo.

Por desgracia, Helena sabe que tiene todas las de perder solo por ser mujer, pero no se dará por vencida sin intentarlo. Después de desayunar, toma sus carpetas, sale de su casa y se dirige a la estación de autobús más cercana, con la esperanza de que Ediciones Montenegro le ofrezca un lugar en la empresa.

Lo que nadie sabe de ella, salvo Tonio, es que, además de ser una excelente editora, es la aclamada y famosa escritora de romance Butterfly, que tiene a todo el país y al mundo enamorados de sus novelas, incluyendo a las editoriales, que se mueren por publicar uno de sus libros, especialmente la nueva trilogía que anunció en redes sociales.

A pesar de ser la escritora del momento, nadie conoce su apariencia. Las entrevistas y podcasts en los que ha participado los ha hecho virtualmente, sin cámara delante. La inseguridad de Helena es tan grande que teme perder a sus seguidores al mostrarse tal cual es, ya que, desde su perspectiva, se siente una chica poco agraciada y nada interesante.

Después de recorrer media ciudad en autobús, llega a la oficina principal de Ediciones Montenegro.

Al bajar del vehículo, siente que su bolsa comienza a vibrar, señal de que su teléfono celular está sonando. Lo toma en sus manos y nota que en la pantalla del móvil aparece el nombre de su mejor amigo, Tonio, uno de los dueños de la empresa:

—Hola, Tony, ¿cómo estás? —saluda Helena con cariño y respeto hacia su amigo, una persona buena, dulce y sensible, a quien han tachado muchas veces de ser homosexual. Sin embargo, ella sabe que no lo es; conoce a la mujer que ha robado el corazón de Tonio, aunque su amor no sea correspondido.

—Hola, mi bella Helena —responde con el mismo cariño de hermandad. Aunque ama a sus hermanos, Helena es como la hermana que nunca tuvo—. ¿Estás en la oficina? Luciano está en Recursos Humanos recibiendo los currículos.

—Gracias, Toni. Estoy a punto de entrar.

—Helena... ¿estás segura de lo que vas a hacer? Recuerda lo que te dije: por ser mujer tienes todas las de perder. Aunque algunas no se rinden, hay varias en la fila, pero lamentablemente la mayoría quiere el trabajo para conquistar a mi hermano. Sé que eres de las pocas sinceras que quiere este trabajo por amor a la escritura y los libros.

—Jamás entraría con esa intención, mucho menos con mi apariencia...

—¿Qué dices, Helena? Cualquier hombre caería rendido a tus pies, solo que tú no puedes creerlo.

—Tony, seamos realistas. Estamos hablando de tu hermano, Alejandro Montenegro, uno de los empresarios más importantes del país, futuro CEO, quien podría tener a las mujeres más hermosas a sus pies. ¿Crees que alguien como él se fijaría en mí?

—Ay, Hele, estoy seguro de que si Ale te conociera realmente, caería rendido ante ti. Además de bella, tienes un corazón enorme. Pero lamentablemente, ha dejado de creer en las mujeres.

—¿Es cierto lo que dicen por ahí de que es homosexual y por eso tu abuela quiere casarlo lo más rápido posible? —pregunta curiosa, ya que hace días que los portales de noticias no dejan de hablar de eso.

—Te aseguro que Alejandro no es homosexual. Solo está desilusionado por un desengaño amoroso que tuvo cuando era más joven. Es verdad que debe casarse; de lo contrario, no podrá ser CEO de las editoriales. Es una regla que mi abuelo estableció antes de morir. Mi abuela está cansada y desea cederle el puesto a mi hermano, pero Alejandro se rehúsa a casarse.

—Wow, y cuando los pobres pensamos que los ricos no tienen problemas —exclama Helena, sintiéndose un poco apenada por él, obligado a casarse sin su consentimiento.

—Alejandro no es una mala persona. Al contrario, solo se oculta tras esa fachada fría para no mostrar lo que siente. Pero te aseguro que, a pesar de haberte graduado con todos los honores, no pasarás de aquí. Lamento ser tan sincero, pero me encantaría que trabajáramos juntos —confiesa con tristeza.

—Tranquilo, Tony. Sé que tengo todas las de perder, pero no por eso me daré por vencida. Recuerda quién soy.

—Sí, lo sé, eres la genia Butterfly y estoy seguro de que, por tu talento y perseverancia, llegarás lejos. Solo ten cuidado con Luciano; es muy superficial y prefiere una cara y un cuerpo bonitos antes que un cerebro. Y no lo digo porque no lo seas, solo que...

—Descuida, Toni... solo deséame suerte.

—Te deseo toda la suerte del mundo, mi querida Helena.

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