Helena regresa a casa exhausta, con la mente llena de pensamientos. Aún no puede creer que en solo dos días haya vivido más experiencias que en toda su vida. Está confundida; sabe que disfrazarse de hombre es una locura, pero al mismo tiempo lo ve como un desafío que podría romper la monotonía de su vida y, además, cumplir su sueño de trabajar con Alejandro Montenegro sin tener que enfrentarse directamente a él.
Mientras alimenta a su gato, Felipe, suena el teléfono. Al ver que es su madre, se deja caer en el sofá y contesta: —Hola, mamá —saluda con cariño. —Hola, mi niña. Escuché el podcast con Lily, estuviste maravillosa como siempre. —Gracias, mamá. Estaba muy nerviosa porque… estaba en casa de Tony —confiesa, sorprendiendo a su madre. —¿Fuiste a casa de Tony? Cuéntame, ¿qué pasó? Después de tu pelea con Alejandro Montenegro no hemos hablado. Helena le cuenta todo lo ocurrido: el encuentro con Lucía en la calle, el camino al hospital, y la nueva confrontación con Alejandro. —Amor, estoy tan orgullosa de ti. Fuiste muy valiente y actuaste con rapidez, salvaste la vida de esa señora. —Gracias, mamá, pero solo lo hice porque reconocí en ella los mismos síntomas que papá tuvo. Aunque, lo que realmente me sorprendió fue que Alejandro Montenegro me acusara de salvar a su abuela solo para conseguir un trabajo en su empresa. —Ese Montenegro… Me encantaría conocerlo para decirle unas cuantas verdades. —No te preocupes, mamá, sé cómo defenderme de él. Solo que… hay algo más… —dice Helena, dudando, buscando la opinión de su madre. —¿Qué sucede, Helena? —pregunta Alicia, con un tono de preocupación. —Mamá, la señora Lucía quiere darle una lección a su hijo y me ha ofrecido el puesto de editor en jefe. —Eso es maravilloso, hija, pero… ¿cuál es el problema? —Me ofreció el puesto con una condición… —¿Qué condición? —pregunta Alicia, ansiosa. —Quiere que me vista y actúe como un hombre —responde, dejando a su madre atónita. —¿Qué? ¿Cómo? Me has dejado sin palabras, Helena. —Sí, mamá, imagínate… No sé qué hacer. Es la única manera de ser editor en jefe y que Alejandro Montenegro me acepte. —No sé qué decirte, hija, pero… ¿tú qué piensas? —Tengo unos días para decidir, pero creo que aceptaré, mamá. Es la única oportunidad que tengo. Aunque sé que me arriesgo a que ese hombre me odie para siempre… —¿Te importa lo que Alejandro Montenegro piense de ti? —pregunta Alicia, desconcertandola aún más. —No lo sé, mamá. A pesar de todo lo que ha pasado, sigue siendo mi ídolo. Siempre he querido trabajar con él. —Está bien, mi Hele. Sabes que te apoyaré en lo que decidas. Solo ten cuidado… —¿Cuidado? —pregunta Helena, sorprendida. —Sí, hija, no te enamores. Personas como él pueden hacerte mucho daño. Helena corta la llamada más confundida que antes. ¿Cómo puede pensar su madre que podría enamorarse de Alejandro Montenegro? No puede negar que es un hombre atractivo en todos los sentidos, pero de ahí a enamorarse… Jamás. Un hombre tan insufrible, arrogante y déspota no es el tipo que podría atraerle. Después de relajarse viendo una película romántica, se prepara un café y se sienta a escribir. Su primer libro de la trilogía está bastante avanzado, y según Amelia, tiene una trama excelente, lo suficiente para convertirse en el próximo éxito de Butterfly. Justo cuando comienza a escribir, su manager la llama, interrumpiendo su concentración: —Hola, Ame, ¿te gustó la entrevista con Lily? —Me encantó, Hele. Te lo dije, tu nueva trilogía será un éxito. Estoy segura de que alcanzarás la cima de tu carrera como escritora —dice Amelia, orgullosa de su amiga. Siempre supo que tenía un talento natural para las palabras, aunque su inseguridad la retenía, hasta que la convenció de escribir bajo un seudónimo. Gracias a su talento, Helena se convirtió en la aclamada Butterfly. —¿De verdad lo crees? —pregunta, aún incrédula. —No lo creo, Helena, lo sé. ¿No viste la cantidad de gente conectada solo para escucharte? Aman tus palabras, y no solo tus seguidores… Alejandro Montenegro está desesperado por trabajar contigo —confiesa Amelia, sorprendiendola. —¿Alejandro? —Sí, Hele. Me ha llamado varias veces, quiere hablar contigo, convencerte. —Qué irónico, ¿no? Te aseguro que si supiera quién es Butterfly, jamás querría trabajar conmigo —dice, divertida. —Alejandro y Luciano Montenegro quedaron impactados con el podcast. Creo que es la primera vez que te escucharon en vivo… ¿Has decidido qué vas a hacer, Hele? ¿Trabajarás con Ediciones Montenegro? Helena recuerda las palabras de Lucía advirtiéndole que no acepte la oferta de su nieto. Aunque su sueño es trabajar con Ediciones Montenegro, la idea de ver a Alejandro rogando es demasiado tentadora. —No lo haré, Amelia —confiesa, dejando a su amiga sin palabras. Quizás debería contarle sobre su conversación con Lucía Montenegro, pero siente que no es el momento adecuado. —Helena, ¿estás segura? ¿Sigues tan enfadada con Alejandro Montenegro como para perder esta oportunidad? —pregunta Amelia, incrédula. —Lo siento, Ame, pero trabajar con él sería un infierno… —No tiene por qué saber que eres tú… —intenta convencerla Amelia, aunque sabe que cuando Helena toma una decisión, es difícil hacerla cambiar de opinión. —Ame… No estoy preparada para trabajar con Ediciones Montenegro… —miente. —Está bien, Hele, no te presionaré. Por ahora, hablaré con los hermanos Montenegro y les pediré un poco de tiempo. —Gracias, Ame, sabía que me entenderías. —Te entiendo, amiga. Solo me da pena que pierdas esta oportunidad. —Si están tan desesperados por trabajar conmigo, lo harán ahora y más adelante también. Solo necesito tiempo, quizás cuando termine el primer libro. —Está bien, amiga. Debo dejarte. Recuerda que dentro de dos días tienes otra entrevista. —Lo sé, Butterfly está bastante solicitada. —Así es, y te mereces todo el reconocimiento. Has trabajado incansablemente durante años. Después de terminar la llamada con Amelia, Helena se da una ducha y se prepara una cena ligera. Se sienta con el control remoto en la mano para elegir una película, pero un mensaje de W******p interrumpe su tranquilidad: —Buenas noches, Butterfly. Soy Alejandro Montenegro, dueño de Ediciones Montenegro. Helena se queda paralizada. No sabe qué responder. Con el "visto" activado, si no contesta, parecerá descortés, lo cual no es bueno para la imagen de Butterfly. Afortunadamente, no tiene una foto de perfil que revele su identidad. Seguro esto es obra de Amelia, intentando que Alejandro la convenza… Aunque, pensándolo bien, no es tan mala idea… —Buenas noches, señor Montenegro. ¿Cómo consiguió mi número? —responde finalmente. —Su manager, Amelia, me lo proporcionó. Es la única forma que tengo para comunicarme con usted —responde Alejandro, decidido a hacer lo necesario para que Butterfly trabaje con su editorial y, con suerte, descubrir su identidad. —Me lo imaginaba. Ya le dije a Amelia que no quiero trabajar con su editorial —escribe Helena con firmeza, determinada a seguir el plan de Lucía. —Lo sé, ella me lo comentó, pero quiero que sepa algo, Butterfly: haré lo que sea necesario para que acepte, incluso rogar de rodillas. Helena no puede creer lo que está leyendo. ¿Ese es Alejandro Montenegro? ¿Capaz de humillarse solo para que trabaje con él? Las cosas han cambiado… Pero no se lo pondrá tan fácil. No aceptará a la primera, aunque tenga muchas ganas de hacerlo. —¿Cómo está tan seguro de que lo haré? —Como que me llamo Alejandro Montenegro, estoy seguro de que lograré que trabaje para mí... —Por el momento, no estoy disponible. Quizás más adelante… —Puedo esperar todo el tiempo que necesite… Butterfly, ¿puedo hacerle una pregunta? —escribe Alejandro, despertando la curiosidad de Helena. —Sí… —¿Puedo saber si es un hombre o una mujer? Aunque ya tengo mis sospechas… —¿Por qué le interesa saberlo? —pregunta, algo desconcertada. Incluso por mensajes, ese hombre logra confundirla. —Porque me gustaría saber con quién estoy hablando… —Y si le digo que soy una mujer… ¿Seguiría interesado en trabajar conmigo? —escribe Helena, aunque se arrepiente inmediatamente. Es demasiado tarde. —Así que sabe quién soy yo. Sabe que no trabajo con mujeres… —Sí… Mi mejor amiga conoce bien sus políticas y me dijo que rechazó a una candidata para el puesto de editor en jefe solo por ser mujer… —¿Quién es su mejor amiga? —pregunta Alejandro, sorprendido. —Helena González—confiesa. —¿Helena González? Entonces Tony sabe quién eres… —escribe, aún incrédulo. —Conozco a Tony, pero él no sabe quién soy. —Escucha… Es cierto que no suelo trabajar con mujeres, pero tu amiga Helena no se portó muy bien… ¿Es eso lo que te hace rechazarme? —¿Helena? No conozco a nadie más honesta que ella. Y no te estoy rechazando por eso; necesito conocerte mejor antes de decidir trabajar contigo. —Entiendo, Butterfly. Si debo insistir, lo haré… Que hayas respondido a mis mensajes ya es un gran avance… Que tengas buenas noches, Butterfly —se despide Alejandro. —Buenas noches… —responde, antes de abrir su chat con Tony y escribir: "Tony, dile a tu abuela que acepto su propuesta. Me vestiré y actuaré como un hombre." 💖💖💖 Buenas noches mi gente bella, el fin de semana estuve desaparecida, pero aquí vine con un nuevo capitulo 💖 Finalmente, Helena aceptó vestirse de hombre para trabajar al lado de Alejandro, quizás movida por sentimientos que la están confundiendo, pero veremos que pasa entre ellos. Además Alejandro se dispone a conocer a Butterfly, aunque sea por mensajes... ¿Qué creen que saldrá de todo esto? Tengo en mente un lindo lío 🤣🤣🤣 Espero que les haya gustado 💖 Hasta mañana 💖😘Capítulo Ocho:Helena despierta al día siguiente con el sonido insistente del teléfono. Es Tony. En su tono animado, le informa que pasará a buscarla en media hora para almorzar en la mansión Montenegro y empezar con el plan de su abuela.Al llegar a la imponente mansión, Helena desciende del auto con los ojos deslumbrados. No puede dejar de admirar el lujo y el esplendor del lugar. ¿Algún día podrá aspirar a tener algo así?—No puedo creer que hayas aceptado —dice Tony, sonriendo con incredulidad. Para él, es una jugada inesperada, algo que jamás habría imaginado que Helena haría. Pero aquí está, impulsada por su ambición de ser editora en jefe y la necesidad de darle una lección a su hermano. Solo espera que el almuerzo transcurra en paz, por el bien de Lucía.—No tenía otra opción, Tony. Si quiero ser editora en jefe, este es el único camino que me queda —responde Helena, aún sin poder asimilar lo que está a punto de hacer.—Lo entiendo, Hele, pero prepárate, porque te esperan días
Los días pasan rápidamente. Tony y Lucía dedican varias horas al día para entrenar a Helena. Le enseñan desde cómo impostar la voz hasta cómo comportarse en presencia de otros hombres.Fueron de compras. Adquirieron trajes elegantes para el trabajo y ropa casual para eventos fuera de la oficina. También compraron una peluca marrón de cabello corto y unos bigotes postizos negros que se adhieren con facilidad.Aunque la situación parece irreal, Helena está más decidida que nunca. Sabe que cuenta con el respaldo de Tony dentro de la empresa, quien podrá ayudarla si algún error amenaza con revelar su identidad.Mientras tanto, Alejandro sigue sin rendirse con Butterfly, pero siempre recibe la misma respuesta. Esto lo desespera; nunca antes había tenido que rogar para que alguien aceptara trabajar con él.En dos días, Martín Gutiérrez será presentado a la familia Montenegro, y Helena se siente lista para interpretar el papel más importante de su vida.—¿Estás lista, Helena? —pregunta Lucía
Los hermanos Montenegro miran a Martín con desdén, incapaces de creer lo que ven: un joven delgado, con facciones suaves y casi femeninas. Además, no ha dicho una sola palabra desde que entró en la sala de juntas.—¿Este es el editor en jefe que elegiste, abuela? —pregunta Alejandro, molesto. Helena abre los ojos sorprendida; quisiera abofetearlo y hacerle tragar sus palabras, pero debe contenerse. Si pierde el control, arriesgará todo el plan.—Alejandro, ten más respeto por Martín, apenas lo conoces —dice Tony, irritado. No puede creer que Helena tenga razón: su hermano se ha vuelto un amargado insoportable.—¿Por qué lo defiendes, Tony? ¿Es otro de tus amigos que intentas meter en la empresa? —Alejandro lo desafía, encendiendo la tensión entre ambos.—No voy a permitir que sigas metiéndote con Helena. Si continúas, me conocerás de verdad.—¿De verdad te pelearías conmigo, tu propio hermano, por una mujer? —pregunta Alejandro, incrédulo. Jamás había visto a Tony tan dispuesto a defe
Los días pasan, y la relación entre Alejandro y Martín se afianza cada vez más. Aunque Helena sigue sintiéndose incómoda cada vez que se disfraza de hombre, poco a poco se ha vuelto más confiada. Nadie parece sospechar que Martín Gutiérrez no es quien dice ser, y mucho menos podrían imaginar que, en realidad, es ella.Trabajan codo a codo, complementándose de manera sorprendente. Alejandro no tiene dudas de que la elección de su abuela fue un golpe maestro: Martín es brillante, el candidato ideal para tomar las riendas como editor en jefe una vez que él ascienda a CEO. Además, lo considera su mano derecha.Pero Alejandro no puede sacarse de la cabeza una sola cosa: Butterfly. Desde que la conoció virtualmente y rechazó su oferta de trabajo, algo en su interior ha quedado atrapado en una espiral de obsesión. Se pasa horas revisando sus redes sociales, buscando pistas, y finalmente ha descubierto, gracias a su manager, que hoy dará una entrevista en persona en una emisora de radio. La o
—No puedo creer que estoy frente a Butterfly —dice la conductora emocionada—. Soy una gran admiradora de tus novelas y espero con ansias tu nueva trilogía.—Gracias por invitarme, Maribel. Estoy lista para responder todas tus preguntas —responde Helena con una cálida sonrisa, dirigiéndose a su amiga, a quien no veía desde hace años.—¡Esto es increíble! Estamos transmitiendo en vivo por las redes sociales, y ya tenemos más de 10.000 personas conectadas —comenta Maribel, visiblemente sorprendida—. Dime, Butterfly, ¿alguna vez imaginaste tener este impacto en tu público?—La verdad, es que no. Estoy profundamente agradecida con todos ellos —responde finalmente, dejando entrever una leve vulnerabilidad que apenas logra ocultar en su voz.Maribel, sin notar el sutil cambio en su tono, continúa:—Cuéntanos un poco sobre tu vida. Sabemos que prefieres mantener tu anonimato, y lo respetamos. Pero déjenme decirles —Maribel se dirige a la audiencia— que Butterfly es una persona maravillosa. Es
Un nuevo día comienza en Ediciones Montenegro. Hace casi un mes que Helena, bajo la identidad de Martín Gutiérrez, trabaja como asistente de Alejandro, quien está a punto de asumir el puesto de Ceo, finalizado el cumpleaños de su abuela.Al principio, ser Martín fue solo un rol que debía interpretar, pero ahora, este personaje se ha convertido en algo más profundo para Helena. A través de él, ha descubierto una faceta distinta de Alejandro Montenegro, una que contradice la imagen que siempre tuvo de él. Aunque no quiere admitirlo, Tony tenía razón: Alejandro ha sido un jefe impecable y, sobre todo, un buen amigo. Si tan solo pudiera dejar de despreciar a Helena y entender que ella no es su enemiga…Tras estacionar el auto, Helena baja con una caja de cafés para sus compañeros y su jefe. Al entrar en la oficina, Tony se acerca con una sonrisa y le quita la caja de las manos.—Hoy estamos de suerte, Martín nos trajo el desayuno —anuncia en voz alta, provocando aplausos y sonrisas de los
Helena regresa a casa después de un día agotador en la oficina. Los pensamientos sobre lo que Tony le dijo aún resuenan en su mente: ¿realmente podría estar enamorada de Alejandro? A pesar de las semanas que ha pasado trabajando codo a codo con él, conociendo cada detalle de su carácter, no puede permitirse admitirlo. No quiere estarlo, y mucho menos de alguien como él.La verdad es que, aunque muchos la tildan de insegura, en este caso está convencida de que no tiene ninguna oportunidad con Alejandro. Un hombre como él nunca se fijaría en ella, y menos cuando se trata de Helena, a quien desprecia profundamente.Al llegar a casa, se da una ducha larga, intentando relajarse y sacarse de encima la tensión del día. Luego se cambia a su vestimenta habitual y está a punto de acomodarse en el sofá cuando su teléfono suena. Es Tony, quien le dice que está afuera de su casa, porque su abuela Lucía la ha invitado a tomar el té. Parece que necesita hablarle de algo importante, probablemente sob
—Está bien, Alejandro, solo dime qué quieres y lárgate. Estoy agotada de tus desprecios, de tu maltrato, cuando jamás te he hecho nada —exclama Helena, con la voz quebrada por la frustración. Está harta de esa tensión insoportable que siempre parece envolverlos sin razón aparente.Alejandro la mira en silencio por un momento. Sus ojos oscuros, habitualmente impenetrables, muestran un atisbo de confusión.—Quizás tengas razón, Helena... Creo que te debo una disculpa —admite con voz grave, como si esas palabras le costaran. Se pasa una mano por el cabello, claramente incómodo—. No sé qué me pasa contigo. Eres la primera persona que se atreve a desafiarme, y... eso me desconcierta.Helena lo mira con incredulidad, cruzando los brazos sobre su pecho como un escudo.—Te he desafiado porque tú me atacas primero, siempre sin motivo. Nunca he intentado aprovecharme de Tony para entrar a la empresa, y mucho menos usé a tu abuela. Si hubiera querido hacerlo, lo habría hecho antes. Ayudé a Lucía