Helena regresa a casa después de un día agotador en la oficina. Los pensamientos sobre lo que Tony le dijo aún resuenan en su mente: ¿realmente podría estar enamorada de Alejandro? A pesar de las semanas que ha pasado trabajando codo a codo con él, conociendo cada detalle de su carácter, no puede permitirse admitirlo. No quiere estarlo, y mucho menos de alguien como él.La verdad es que, aunque muchos la tildan de insegura, en este caso está convencida de que no tiene ninguna oportunidad con Alejandro. Un hombre como él nunca se fijaría en ella, y menos cuando se trata de Helena, a quien desprecia profundamente.Al llegar a casa, se da una ducha larga, intentando relajarse y sacarse de encima la tensión del día. Luego se cambia a su vestimenta habitual y está a punto de acomodarse en el sofá cuando su teléfono suena. Es Tony, quien le dice que está afuera de su casa, porque su abuela Lucía la ha invitado a tomar el té. Parece que necesita hablarle de algo importante, probablemente sob
—Está bien, Alejandro, solo dime qué quieres y lárgate. Estoy agotada de tus desprecios, de tu maltrato, cuando jamás te he hecho nada —exclama Helena, con la voz quebrada por la frustración. Está harta de esa tensión insoportable que siempre parece envolverlos sin razón aparente.Alejandro la mira en silencio por un momento. Sus ojos oscuros, habitualmente impenetrables, muestran un atisbo de confusión.—Quizás tengas razón, Helena... Creo que te debo una disculpa —admite con voz grave, como si esas palabras le costaran. Se pasa una mano por el cabello, claramente incómodo—. No sé qué me pasa contigo. Eres la primera persona que se atreve a desafiarme, y... eso me desconcierta.Helena lo mira con incredulidad, cruzando los brazos sobre su pecho como un escudo.—Te he desafiado porque tú me atacas primero, siempre sin motivo. Nunca he intentado aprovecharme de Tony para entrar a la empresa, y mucho menos usé a tu abuela. Si hubiera querido hacerlo, lo habría hecho antes. Ayudé a Lucía
La semana ha sido intensa. Martín y Alejandro han estado a tope: entrevistas con nuevos autores, campañas de marketing y presentaciones de libros. Uno de los momentos destacados ha sido el bello poemario de Micaela, que ha dejado al público completamente cautivado.Es curioso pensar en Micaela… Hace solo unos días, Helena la veía como una amenaza, y ahora todo ha cambiado. Se siente a gusto con ella, y mientras organizan el cumpleaños de Lucía, se conocen más profundamente, forjando una creciente amistad.Desde la tregua entre Helena y Alejandro, no han vuelto a verse ni a comunicarse. Sin embargo, Alejandro sigue insistiendo en trabajar con Butterfly, algo que Helena tendrá que hablar con Lucía, ya que le prometió ayudarlo a acercarse a ella.Un nuevo día comienza en Ediciones Montenegro. Hoy el ambiente es más relajado, con solo tareas de oficina. Martín está concentrado en su escritorio, revisando los manuscritos que han llegado, cuando un empleado irrumpe en su oficina sin tocar l
—Lo siento, mi niño, pero ya no hay más opciones. Debes conocer a una buena mujer y casarte con ella, o la buscaré yo por ti —afirma Lucía Montenegro, cabeza de familia y presidenta de las editoriales que llevan su nombre.—Abuela, no puedes obligarme a casarme —responde Alejandro, que tras la traición de Alina hace años, juró no volver a confiar en las mujeres y, por ende, jamás casarse, ni siquiera ante la insistencia de su abuela.—Alejandro, ten compasión de esta pobre anciana. Eres mi nieto mayor y necesito que ocupes el cargo presidencial. Además, por una regla de tu difunto abuelo, debes estar casado para asumir el puesto. También quiero conocer a mis bisnietos.—Abuela, lo que pides es una locura. Sabes bien cuál es mi postura sobre el matrimonio.—Lo sé, amor, pero antes creías en él. Si no fuera por...—No la menciones... —Alejandro jamás perdonará a Alina, una mujer sin escrúpulos que solo se interesó en él por su dinero.—No todas las mujeres somos iguales, hijo.—Déjame d
Más que decidida, aunque los nervios la consumen, Helena cruza la puerta principal de Ediciones Montenegro. Desde pequeña, sus padres le enseñaron a luchar por sus sueños, y este es uno de los más grandes: convertirse en editora en jefe y trabajar al lado de Alejandro Montenegro, uno de los editores más destacados que ha conocido.Helena no puede creer lo que ve. El impresionante lugar ante sus ojos la deja sin palabras, algo raro en una escritora. Con el corazón latiendo a mil por hora, se acerca a una recepcionista, quien, con una mirada distante, le indica que espere mientras termina una llamada.Pocos minutos después, la misma recepcionista la llama al escritorio y, con un tono de mal humor, le pregunta:-Hola, ¿qué necesitas? Si vienes por el puesto de editor en jefe, no pierdas tu tiempo. El señor Alejandro no contrata mujeres -dice la joven, levantándose del escritorio sin darle la oportunidad de responder.Justo en ese momento, Helena escucha que alguien la llama a lo lejos. E
Tony acompaña a Helena hasta la salida, visiblemente desconcertado. En todos los años que lleva conociéndola, nunca la había visto tan alterada, y menos aún a su hermano. Aunque Alejandro puede ser difícil de tratar, jamás había sido tan irrespetuoso con una mujer. ¿Qué pudo haber pasado para que se enfrentaran de esa manera? Sin duda, Alejandro ha encontrado a alguien que le hace frente.—No puedo creer lo que has hecho, Helena. Te has enfrentado a mi hermano.—Lo siento, Tony, pero no podía permitir que me tratara de esa manera. Aunque sea Alejandro Montenegro, no tenía derecho —responde, todavía furiosa por la insinuación de ese hombre. La imagen que tenía de él se ha desmoronado por completo.—Tienes razón, Hele, pero llamarlo amargado por culpa de una mujer fue un golpe bajo.—Lo sé, Tony. Pero no puedo quedarme callada ante las injusticias.—Me temo que ya no tendrás otra oportunidad en Ediciones Montenegro, y todo es por mi culpa —admite Tony con tristeza.—¿Por qué dices eso?
—¿Helena? ¿Qué Hele...? —Alejandro reconoce al instante la voz de la mujer que hace solo minutos lo había insultado en su propia oficina. —¡Eres tú! ¿Qué haces con el teléfono de mi abuela? ¡¿Qué le has hecho?! —La furia y la preocupación lo consumen. Tony, al ver la reacción de su hermano, le arrebata el teléfono y toma el control de la conversación.—Hola, Hele, soy Tony. Dime, ¿qué ha pasado? —pregunta con seriedad, consciente de que Helena y su abuela no se conocen.—Tony, gracias a Dios que contestaste. Alejandro no me dejó explicarle. Tu abuela, Lucía, se descompensó mientras iba hacia la empresa. Afortunadamente, yo estaba cerca y pude ayudarla a tiempo. Está fuera de peligro, pero vamos camino al hospital. Está muy nerviosa y necesita verlos —explica Helena, con la voz aún temblorosa.—Mi querida Hele —Tony exclama, emocionado hasta las lágrimas—. Los Montenegro te estaremos eternamente agradecidos. Te quiero, Hele.Minutos después, los hermanos Montenegro llegan al hospital.
Helena baja del autobús y entra en su casa. Exhausta, se desploma en el sofá que está junto a la puerta, abrumada por un día que ha sido demasiado intenso. Cierra los ojos y casi de inmediato siente la suave presencia de su pequeño gato, Felipe, que se acerca, buscando su habitual bienvenida y un poco de comida.—Hola, mi Feli. ¿Tienes hambre? —murmura Helena, levantándose del sofá para dirigirse a la cocina y servirle su comida favorita.Después de alimentar a Felipe, decide darse una ducha para aliviar la tensión que aún siente. No puede dejar de pensar en lo ridículo que es Alejandro Montenegro. ¿Cómo es posible que alguien como él, con ese carácter frío y autoritario, esté a punto de hacerse cargo de la empresa? Durante años lo admiró y soñó con trabajar junto a él, pero ahora ese sueño parece más una pesadilla.Ya más tranquila tras la ducha, se pone ropa cómoda y se acomoda en el sofá con el control remoto en la mano. Una buena película romántica es justo lo que necesita para de