Helena baja del autobús y entra en su casa. Exhausta, se desploma en el sofá que está junto a la puerta, abrumada por un día que ha sido demasiado intenso. Cierra los ojos y casi de inmediato siente la suave presencia de su pequeño gato, Felipe, que se acerca, buscando su habitual bienvenida y un poco de comida.
—Hola, mi Feli. ¿Tienes hambre? —murmura Helena, levantándose del sofá para dirigirse a la cocina y servirle su comida favorita. Después de alimentar a Felipe, decide darse una ducha para aliviar la tensión que aún siente. No puede dejar de pensar en lo ridículo que es Alejandro Montenegro. ¿Cómo es posible que alguien como él, con ese carácter frío y autoritario, esté a punto de hacerse cargo de la empresa? Durante años lo admiró y soñó con trabajar junto a él, pero ahora ese sueño parece más una pesadilla. Ya más tranquila tras la ducha, se pone ropa cómoda y se acomoda en el sofá con el control remoto en la mano. Una buena película romántica es justo lo que necesita para desconectar antes de ponerse a trabajar en su trilogía. Pero sus pensamientos son interrumpidos por una llamada en su celular. Al ver la pantalla, reconoce el número de Amelia, su manager, y sin dudarlo, responde: —Hola, Amelia. —Hola, Hele. Te noto apagada, ¿estás bien? —pregunta Amelia con preocupación, notando enseguida el estado de su amiga. —Estoy bien, solo tuve un encontronazo con Alejandro Montenegro. —¿Alejandro Montenegro? ¿Ya lo conoces? —pregunta Amelia, sorprendida. —Desafortunadamente, sí. Hoy me presenté en Ediciones Montenegro para el puesto de editora en jefe. Alejandro me acusó de aprovechar mi amistad con Tony para conseguir el trabajo, y no pude evitar decirle todo lo que pienso de él. —Pero siempre fue tu ídolo, Hele. Soñabas con trabajar a su lado. —Te aseguro que ya no siento lo mismo. —Estás enfadada ahora, pero cuando te calmes, puede que cambies de opinión. Al menos, eso espero —dice Amelia, consciente de la magnitud de la oportunidad que tienen entre manos. —¿Qué sucede, Ame? —Hele, hace unos minutos recibí una llamada del departamento de marketing de Ediciones Montenegro. Quieren ayudarte a publicar la trilogía que anunciaste en redes sociales. —Oh, Dios… Algo me comentó Tony, pero no sabía que estaban tan interesados. —Están desesperados, Hele. Desde que lo anunciaste, todas las editoriales quieren trabajar contigo, con Butterfly. Aunque la decisión es tuya, sabemos que trabajar con Ediciones Montenegro sería una oportunidad increíble. —Lo sé, pero ahora mismo no puedo darte una respuesta sensata. Mi enojo con Alejandro Montenegro está nublando mi juicio. —Lo entiendo, Hele. Mañana hablaré con ellos y te daré unos días para pensarlo. Ah, y recuerda que mañana tienes que conectarte al podcast de “Romances con Lily”. —Sí, lo recuerdo. Pero con Lily me siento tranquila, nunca me presiona sobre mi identidad. —Perfecto, Hele. Más tarde te enviaré las preguntas que te harán. —Gracias, Ame. De verdad, gracias por estar siempre ahí y por entender mis inseguridades. —No tienes que agradecerme, Hele. Amo mi trabajo, y además, eres mi amiga. Siempre te apoyaré. Después de colgar, Helena está a punto de retomar el control remoto cuando su celular vuelve a sonar. Esta vez, es un número desconocido. Dudando un momento, decide contestar: —¿Hola? —saluda, un poco tensa. —Hola, querida Helena. Soy Lucía Montenegro —al reconocer la voz de la anciana, Helena se relaja de inmediato. —Hola, señora Lucía. ¿Cómo está? —Muy bien, mi niña. Mañana posiblemente regrese a casa. —Me alegra mucho escuchar eso —responde Helena, sinceramente. —Lo sé, querida. Perdona la hora de mi llamada, pero me gustaría verte mañana en casa. Necesito hablar contigo —dice la anciana con su habitual firmeza. —Señora, si es por lo que sucedió con su nieto Alejandro, le pido disculpas, pero no puedo permitir que nadie me trate de esa manera. —No es por eso, Helena. Todo lo contrario. ¿Te confieso algo? Me gustó lo que hiciste. Alejandro necesita aprender que no puede ir por la vida con esa arrogancia. —Entonces... ¿para qué desea verme? —Quiero darle una lección a mi nieto, y necesito tu ayuda. —¿Mi ayuda? —pregunta Helena, sorprendida. —Sí, Hele. ¿De verdad has desistido de ser editora en jefe? —Pues... No lo sé. Siempre ha sido mi sueño, para eso me preparé. Pero no quiero trabajar con su nieto, por eso estoy dudando. —Ven a casa mañana. Tengo la idea perfecta para que seas editora en jefe, y Alejandro no podrá negarse. —Está bien, señora. Nos vemos mañana. —Enviaré a Tony por ti. —Gracias, señora Lucía. —No me agradezcas, Helena. Soy yo quien estará eternamente agradecida contigo. A las dos de la tarde, Helena recibe un mensaje de Tony avisándole que está afuera esperándola. Después de arreglarse frente al espejo, dejar comida a Felipe y despedirse de él, sale de su departamento, se sube al auto de Tony y lo saluda con un beso en la mejilla: —Hola, mi Hele. Hoy te ves mejor que ayer. ¿Descansaste bien? —Sí, Tony. Dormí como un bebé —responde Helena, con una sonrisa. —Me alegra mucho. Lo necesitabas. —Sí, Tony. ¿Cómo está la señora Lucía? —Mi abuela está mucho mejor, Hele. Ya está en casa y está muy emocionada por verte. —Tantos años de conocernos y será la primera vez que visite tu casa. —Siempre te has negado, a pesar de que te he invitado muchas veces. —Lo sé, Tony. Pero no quería que ocurriera lo que pasó con Alejandro. Lamentablemente, él malinterpretó nuestra relación. —No te preocupes más por eso. Mi hermano no volverá a molestarte —dice Tony, con seguridad. —¿Por qué estás tan seguro? —pregunta Helena, incrédula. —Porque mi abuela se encargará de eso. Después de un trayecto en el lujoso auto de Tony, llegan a la mansión de la familia Montenegro. Helena queda boquiabierta; está frente a una casa impresionante, digna de una película. —Hele, ¿estás bien? —pregunta Tony, después de llamarla varias veces sin obtener respuesta. —Sí, perdón. Es que no puedo creer que vivas aquí. Es impresionante, me deja sin palabras. —Espera a verla por dentro —dice Tony, divertido. Al cruzar la puerta principal, Helena se sorprende aún más. La opulencia de la familia Montenegro es innegable. —Primero veremos a mi abuela, y luego te haré un tour por la casa. —Gracias, Tony. Es realmente increíble —aunque Butterfly le ha dado éxito y dinero, Helena no imagina tener una casa así. Suben por una escalera majestuosa hasta llegar a la habitación de Lucía. Con un poco de nerviosismo, Helena abre la puerta y entra junto a Tony. Allí, la anciana descansa en su cama king size, envuelta en sábanas de seda, con una elegancia que la distingue. Cuando Lucía ve a Helena, una sonrisa ilumina su rostro y la invita a acercarse. —Hola, mi niña. Ven, acércate —dice con dulzura. —Hola, señora Lucía. No sabe lo feliz que estoy de verla recuperada. —Gracias, Helena. Veo que tú también te ves mejor. ¿Has descansado? —Sí, aunque estaba muy ansiosa por saber qué quería hablar conmigo —responde Helena, sinceramente. —Siéntate y escúchame, Helena. ¿Harías cualquier cosa por ser editora en jefe? —le pregunta, mirándola fijamente. —Señora... Sí, la verdad es que sí. Amo ser editora, siempre soñé con trabajar en Ediciones Montenegro, por eso me preparé, pero... —¿Qué te preocupa, Helena? ¿Es Alejandro, verdad? —Sí, señora. No voy a mentirle, usted vio que no podemos estar en el mismo lugar sin enfrentarnos. —¿Y si te digo que podrías trabajar con Alejandro sin más peleas? —¿Me está ofreciendo el puesto de editora en jefe? —pregunta Helena, incrédula. —Sí, Helena. ¿Lo quieres? —Por supuesto que sí, pero no sé si estoy a la altura... —dice Helena, dejando ver sus inseguridades. —Estoy convencida de que eres la persona indicada para este puesto. No me equivoco, mi niña. —¿Su nieto está de acuerdo? —Aún no he hablado con él, pero Alejandro nunca cuestiona mis decisiones. Excepto ayer, por primera vez. —Cuando dijo que no quería trabajar conmigo —recuerda Helena. —Exactamente, Helena. Te lo pregunto una vez más... ¿Harías lo que fuera necesario para trabajar en Ediciones Montenegro? —Sí, señora Lucía. Solo dígame qué tengo que hacer. —Helena... ¿Estarías dispuesta a vestirte como un hombre para darle una lección a mi nieto? 💖💖💖—¿Vestirme de hombre, señora? ¿Está segura de lo que dice? —pregunta Helena, sorprendida.—Sí, mi niña. ¿No quieres ser editora en jefe y darle una lección a Alejandro?—Sí, señora, pero vestirme de hombre… ¿no sería llevarlo demasiado lejos?—Quizás tengas razón, pero quiero demostrarle que no todas las mujeres son como Alina. Además, Tony me mostró tu currículum. Te graduaste con honores y fuiste la mejor de tu clase; no quiero perder la oportunidad de trabajar contigo.—Señora Lucía, hay algo que debo decirle —Helena vacila, consciente de que está a punto de revelar un gran secreto, pero confía en la abuela para guardarlo.—¿Estás segura, Hele? —Tony la observa, sorprendido.—Sí, Tony. La señora Lucía es alguien en quien puedo confiar; sé que sabrá guardar el secreto.—¿Qué se traen ustedes dos? —pregunta Lucía, mirándolos con curiosidad—. ¿De qué secreto hablan?—Señora... yo... soy Butterfly —confiesa Helena, sintiendo que su corazón late a mil por hora.—¿Qué? —Lucía abre los oj
Helena regresa a casa exhausta, con la mente llena de pensamientos. Aún no puede creer que en solo dos días haya vivido más experiencias que en toda su vida. Está confundida; sabe que disfrazarse de hombre es una locura, pero al mismo tiempo lo ve como un desafío que podría romper la monotonía de su vida y, además, cumplir su sueño de trabajar con Alejandro Montenegro sin tener que enfrentarse directamente a él.Mientras alimenta a su gato, Felipe, suena el teléfono. Al ver que es su madre, se deja caer en el sofá y contesta:—Hola, mamá —saluda con cariño.—Hola, mi niña. Escuché el podcast con Lily, estuviste maravillosa como siempre.—Gracias, mamá. Estaba muy nerviosa porque… estaba en casa de Tony —confiesa, sorprendiendo a su madre.—¿Fuiste a casa de Tony? Cuéntame, ¿qué pasó? Después de tu pelea con Alejandro Montenegro no hemos hablado.Helena le cuenta todo lo ocurrido: el encuentro con Lucía en la calle, el camino al hospital, y la nueva confrontación con Alejandro.—Amor,
Capítulo Ocho:Helena despierta al día siguiente con el sonido insistente del teléfono. Es Tony. En su tono animado, le informa que pasará a buscarla en media hora para almorzar en la mansión Montenegro y empezar con el plan de su abuela.Al llegar a la imponente mansión, Helena desciende del auto con los ojos deslumbrados. No puede dejar de admirar el lujo y el esplendor del lugar. ¿Algún día podrá aspirar a tener algo así?—No puedo creer que hayas aceptado —dice Tony, sonriendo con incredulidad. Para él, es una jugada inesperada, algo que jamás habría imaginado que Helena haría. Pero aquí está, impulsada por su ambición de ser editora en jefe y la necesidad de darle una lección a su hermano. Solo espera que el almuerzo transcurra en paz, por el bien de Lucía.—No tenía otra opción, Tony. Si quiero ser editora en jefe, este es el único camino que me queda —responde Helena, aún sin poder asimilar lo que está a punto de hacer.—Lo entiendo, Hele, pero prepárate, porque te esperan días
Los días pasan rápidamente. Tony y Lucía dedican varias horas al día para entrenar a Helena. Le enseñan desde cómo impostar la voz hasta cómo comportarse en presencia de otros hombres.Fueron de compras. Adquirieron trajes elegantes para el trabajo y ropa casual para eventos fuera de la oficina. También compraron una peluca marrón de cabello corto y unos bigotes postizos negros que se adhieren con facilidad.Aunque la situación parece irreal, Helena está más decidida que nunca. Sabe que cuenta con el respaldo de Tony dentro de la empresa, quien podrá ayudarla si algún error amenaza con revelar su identidad.Mientras tanto, Alejandro sigue sin rendirse con Butterfly, pero siempre recibe la misma respuesta. Esto lo desespera; nunca antes había tenido que rogar para que alguien aceptara trabajar con él.En dos días, Martín Gutiérrez será presentado a la familia Montenegro, y Helena se siente lista para interpretar el papel más importante de su vida.—¿Estás lista, Helena? —pregunta Lucía
Los hermanos Montenegro miran a Martín con desdén, incapaces de creer lo que ven: un joven delgado, con facciones suaves y casi femeninas. Además, no ha dicho una sola palabra desde que entró en la sala de juntas.—¿Este es el editor en jefe que elegiste, abuela? —pregunta Alejandro, molesto. Helena abre los ojos sorprendida; quisiera abofetearlo y hacerle tragar sus palabras, pero debe contenerse. Si pierde el control, arriesgará todo el plan.—Alejandro, ten más respeto por Martín, apenas lo conoces —dice Tony, irritado. No puede creer que Helena tenga razón: su hermano se ha vuelto un amargado insoportable.—¿Por qué lo defiendes, Tony? ¿Es otro de tus amigos que intentas meter en la empresa? —Alejandro lo desafía, encendiendo la tensión entre ambos.—No voy a permitir que sigas metiéndote con Helena. Si continúas, me conocerás de verdad.—¿De verdad te pelearías conmigo, tu propio hermano, por una mujer? —pregunta Alejandro, incrédulo. Jamás había visto a Tony tan dispuesto a defe
Los días pasan, y la relación entre Alejandro y Martín se afianza cada vez más. Aunque Helena sigue sintiéndose incómoda cada vez que se disfraza de hombre, poco a poco se ha vuelto más confiada. Nadie parece sospechar que Martín Gutiérrez no es quien dice ser, y mucho menos podrían imaginar que, en realidad, es ella.Trabajan codo a codo, complementándose de manera sorprendente. Alejandro no tiene dudas de que la elección de su abuela fue un golpe maestro: Martín es brillante, el candidato ideal para tomar las riendas como editor en jefe una vez que él ascienda a CEO. Además, lo considera su mano derecha.Pero Alejandro no puede sacarse de la cabeza una sola cosa: Butterfly. Desde que la conoció virtualmente y rechazó su oferta de trabajo, algo en su interior ha quedado atrapado en una espiral de obsesión. Se pasa horas revisando sus redes sociales, buscando pistas, y finalmente ha descubierto, gracias a su manager, que hoy dará una entrevista en persona en una emisora de radio. La o
—No puedo creer que estoy frente a Butterfly —dice la conductora emocionada—. Soy una gran admiradora de tus novelas y espero con ansias tu nueva trilogía.—Gracias por invitarme, Maribel. Estoy lista para responder todas tus preguntas —responde Helena con una cálida sonrisa, dirigiéndose a su amiga, a quien no veía desde hace años.—¡Esto es increíble! Estamos transmitiendo en vivo por las redes sociales, y ya tenemos más de 10.000 personas conectadas —comenta Maribel, visiblemente sorprendida—. Dime, Butterfly, ¿alguna vez imaginaste tener este impacto en tu público?—La verdad, es que no. Estoy profundamente agradecida con todos ellos —responde finalmente, dejando entrever una leve vulnerabilidad que apenas logra ocultar en su voz.Maribel, sin notar el sutil cambio en su tono, continúa:—Cuéntanos un poco sobre tu vida. Sabemos que prefieres mantener tu anonimato, y lo respetamos. Pero déjenme decirles —Maribel se dirige a la audiencia— que Butterfly es una persona maravillosa. Es
Un nuevo día comienza en Ediciones Montenegro. Hace casi un mes que Helena, bajo la identidad de Martín Gutiérrez, trabaja como asistente de Alejandro, quien está a punto de asumir el puesto de Ceo, finalizado el cumpleaños de su abuela.Al principio, ser Martín fue solo un rol que debía interpretar, pero ahora, este personaje se ha convertido en algo más profundo para Helena. A través de él, ha descubierto una faceta distinta de Alejandro Montenegro, una que contradice la imagen que siempre tuvo de él. Aunque no quiere admitirlo, Tony tenía razón: Alejandro ha sido un jefe impecable y, sobre todo, un buen amigo. Si tan solo pudiera dejar de despreciar a Helena y entender que ella no es su enemiga…Tras estacionar el auto, Helena baja con una caja de cafés para sus compañeros y su jefe. Al entrar en la oficina, Tony se acerca con una sonrisa y le quita la caja de las manos.—Hoy estamos de suerte, Martín nos trajo el desayuno —anuncia en voz alta, provocando aplausos y sonrisas de los