Daniel no tenía demasiado apetito, pero no por eso iba a matar de hambre a Mike y Toni con los que estaba reunido en su despacho, así que pidieron un pequeño refrigerio a modo de cena. Toni llevaba la voz cantante e iba haciendo preguntas:-Así que no tienes ninguna prueba de vida ¿Cierto?Daniel negó con la cabeza, lo único que tenía era la primera foto que le mandaron. Tony dudó unos segundos, pero finalmente se decidió a exponer su teoría, lo que confirmó también las sospechas de Daniel: Los profesionales actuaban de otra forma, no tenían ningún problema en mandar a las familias fotografías con los secuestrados con un periódico del día, y para cobrar el rescate usaban cuentas en paraísos fiscales, donde no pudieran ser localizados. Ya nadie cobraba el dinero en efectivo y mucho menos mediante una entrega directa.Tony no tenía demasiada experiencia en esos casos pues la zona donde trabajaba era bastante tranquila, aunque había asistido a cursos de especialización en secuestros.
Mike llegó a primera hora de la mañana a casa de Daniel. Armado. Nunca usaba pistola, no la necesitaba para trabajar, no le gustaba llevar armas y menos delante de sus hijos, pero esto, esto era diferente, Tony los esperaría apostado en la zona, Dan también cogió una pistola y un rifle del despacho, subió a la camioneta. Mike lo siguió a caballo, era importante disponer de diferentes medios de transporte por si se necesitaba. El caballo era más rápido para ir campo a través y mucho más silencioso, tenían hombres que irían en moto, mejor estar prevenidos. Depositó la bolsa con el dinero en el lugar acordado, seguidamente se escondió.Uno de sus hombres tomó la camioneta y arrancó armando todo el ruido que le fue posible para demostrar a los secuestradores, si es que estaban al acecho que se iba del lugar. No llegó muy lejos, escondió la ranchera a poca distancia y regresó junto a Daniel. En realidad, la zona distaba mucho de estar vacía, prácticamente estaba atestada de hombres arma
Montrail terriblemente contrariado, dejó el cuchillo encima de la cama y empezó a golpearla con violencia en la cara hasta que consiguió que gritara de dolor y pidiera auxilio, ahora si empezaba divertirse. Le repetía una y otra vez: - Te gusta verdad… te gusta…Se abrió la puerta violentamente y sin tiempo para volverse a mirar unas manos fuertes lo aferraron arrancándolo violentamente de encima de la mujer:Quita tus sucias manos de mi esposa, ¡Maldito sádico! – Gritó un enloquecido Daniel al ver la sangre en las piernas de su mujer y las correas que la ataban.Cayeron los dos al suelo cerca de la puerta, Montrail perdió el cuchillo que quedó en el suelo de la habitación, intentó levantarse para cogerlo, pero Daniel fue más rápido y volvió a sujetarlo hasta conseguir sacarlo fuera de la cabaña. Se desplazaban agarrados como dos lobos hambrientos sedientos de venganza. Enemigos prácticamente desde que Eddie Montrail apareció por la zona sabían que tarde o temprano medirían sus fuer
Hicieron parte del trayecto en silencio, Débora aún se resistía a soltarse y se iba acurrucando cada vez más al pecho de su marido que respondía abrazándola más fuerte si cabe. Podía oler su cabello, empezó a besarla cariñosamente. Escuchó su sollozo ahogado y balbuceó unas palabras: - “Débora… mi chiquita linda te am…” -no pudo proseguir, se asustó al darse cuenta de la palabra que iba a pronunciar: “te amo”… Mike oteó el semblante de su amigo por el retrovisor, cruzaron sus miradas por medio del espejo y sonrió complacido. Finalmente había sucedido: su gran amigo, el todopoderoso Daniel Savater, el hombre más seguro de sí mismo que había conocido, el que lo tenía todo y que conseguía todo lo que se proponía, estaba asustado como un niño porque había descubierto que podía amar. Tras casi treinta años de vida entendió por fin la diferencia entre querer y amar… Una niñita dulce consiguió romper el hielo de ese endurecido corazón. Debería darle la razón a su esposa. Finalmente: se
Daniel llevó en brazos a Débora hasta el baño, la ayudó a meterse en el agua, y a limpiar y desenredar su larga melena…. evitando en todo lo posible que viera su rostro golpeado ante el espejo. Él también se introdujo en la bañera junto a ella. La abrazó con fuerza, recostándola en su pecho a pesar del dolor que le provocaban sus dos costillas rotas, no le importaba ese ni mil dolores más, con gusto los hubiera soportado si con ello evitaba el mal trago que padeció su pequeña. Felizmente todo había pasado, ahora que respiraba aliviado por tenerla nuevamente junto a si, se conjuró para estar más alerta, sucesos así no podían repetirse, afortunadamente Montrail estaría fuera de combate una buena temporada, pero no podía confiarse.Observó a su esposa, se la veía relajada, disfrutando del baño. Eso le recordó cuan asustado había estado temiendo no volverla a ver. Ella era toda su vida, lo intuyó incluso desde los primeros momentos en Las Vegas. Cuán lejos quedaban esos días y cuanto
Daniel no consiguió retrasar demasiado la declaración de Débora. El macabro descubrimiento en los terrenos colindantes a la cabaña propició que la comisaría se llenara de especialistas y policías llegados de Houston, por lo que Tony, al que urgían sus superiores para que terminara la investigación llamaba dos veces por día. Así que a Débora le tocó acercarse a la comisaría de policía para declarar, aunque poca cosa pudo añadir a lo poco que se sabía de su secuestro:-Recuerdo que desayuné en una pequeña cafetería cerca del hospital, me disponía a acercarme al centro para comprar algo de ropa, tomé un atajo y por eso entré en ese callejón y luego ya no recuerdo demasiado…- le costaba hablar y recordar todo pues era muy doloroso –-¿No sabes cuantos hombres te atacaron?-No…, lo siento, no vi nada, noté unas manos que me agarraban por detrás, taparon mi boca con algo, un olor extraño me envolvió y perdí el sentido.-¿Seguro que no viste nada más?-No…, la verdad, luego me desperté en e
Daniel conducía despacio, con semblante satisfecho y relajado como nunca se había sentido. Se entretenía lanzando amorosas miradas a través del retrovisor a la joven y al pequeño que dormitaban en el asiento de detrás. Se habían levantado temprano para partir enseguida. El niño cansado del largo y pesado trayecto no dejaba de llorar, así que Débora aprovechó una parada y se sentó a su lado para jugar con él. Ninguno de los dos había resistido al vaivén cansino del coche y hacía rato que un tranquilo sueño los había vencido. Recordó otro trayecto medio año atrás con una asustada muchachita, esta vez sí sentada a su lado que lo único que deseaba era escapar de él. Por suerte no lo había hecho y ahora junto a ella se sentía el hombre más afortunado de la tierra. Un hombre completo por primera vez en la vida. Tenía todo y ahora también estaba vivo, se sentía amado y podía amar. El amor no dolía tanto como había temido, bueno si dolía, pero en un sentido diferente del que se imagina
Daniel se acercó corriendo hacia Débora para hacerla volver en sí, al no conseguirlo la cargó en brazos e intentó entrar en el cuarto, pero la figura femenina que había provocado todo este embrollo se interpuso delante de él y se lo impidió:-¡No pienses que vas a entrar con esa zorra en mi habitación!Sin tiempo para discutir ordenó a las criadas que trajeran algo para reanimarla y la llevó a su propia estancia depositándola encima de la cama. David los seguía asustado. Consiguió que despertara y le dio un vaso con agua, la atrajo hacía si para abrazarla sin decir nada, que podía decir. Estaba tan sorprendido como ella o más… Débora lo miraba con ojos asustados a punto de echarse a llorar. -¿Estás mejor? – preguntó –-Si – contestó ella en un susurro-¿Quieres que llame al doctor?-No…no es necesario… ya me siento mejor… - Balbuceó. Esas fueron las únicas palabras que logró pronunciar, quería preguntar quién era esa mujer, pero las palabras no acudían a su boca, y su marido tampoco