11.1

—Nada más necesito a cuatro personas para hacer que la casa funcione, y hasta ahora, sólo he visto comedimiento en uno. ¿Cuántos aquí son cocineros? —Tres levantaron la mano—. ¿Quiero un almuerzo gourmet en treinta minutos, ¡andando! —los tres cocineros corrieron a la cocina, y Jennifer miró al resto—. ¿Un jardinero? —dos levantaron la mano—. Están despedidos, los dos.

—Pero…

— ¡Fuera!

— ¿Buscarás nuevo jardinero?

—Tus jardines lloran de resequedad; si un ser vivo no les tocó el corazón al ver cómo morían, no puedo confiar en ellos.

—Yo podría… encargarme de los jardines —dijo un joven que llevaba uniforme de chofer.

—Tendrás dos semanas para probarme que puedes. Ustedes tres, tráiganme toda la cubertería de plata que haya en la casa; ustedes dos, pongan sobre la mesa todas las vajillas, sean de porcelana o de barro. Tú, tú y tú, en una hora pasaré por todos los baños, revisando. Si encuentro que algo está incompleto, sucio, o feo, se irán de mi casa. Créanme que no tengo problemas en
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