Después de que le dijera que era probable que los Blackwell hubiesen estado vinculados con negocios turbios, Jennifer siempre se había sentido nerviosa cuando la llamaba, o le escribía, pero luego de que Jeremy le contara su historia, lo que sentía era cierto disgusto. Sin pensarlo mucho, le envió una nota de voz diciéndole que no le sería posible en la siguiente semana, ya que estaba de viaje con su marido.“Te enviaré algo al correo entonces”, escribió él. “Míralo en cuanto puedas”.¿Qué cosa?, se preguntó con cierto hastío. No entendía por qué su tío estaba tan empeñado en hacer ver a Jeremy como el malo del paseo. ¿Ya estaba casada con él, qué pretendía?“Es de vida o muerte”, agregó Raymond al ver que ella no le contestaba, y casi blanqueando sus ojos, Jennifer guardó su teléfono.Efectivamente, unos minutos después le llegó un correo con muchos archivos adjuntos, pero Jennifer apenas si le prestó atención. Estaba muy ocupada en la fiesta, con deseos de pasarlo bien, de divertirs
Si tan sólo me hablara de amorSi tan sólo me dijera la palabra adecuadaPero guarda silencio y permanece en la sombraNo me lleva consigo, no me dice nadaJennifer sintió su piel fría y sudorosa. Sin añadir una palabra más, había cortado la llamada de su tío y estaba recostada a un mueble de la sala tratando de introducir aire en sus pulmones.No podía, sentía que se estaba ahogando, y seguido a esto, sintió unas ganas horribles de vomitar.Corrió al baño, pero, como no había comido nada, no hubo nada que pudiera salir, lo que la hizo sentir peor. Se sentó en el suelo respirando hondo una y otra vez.Según la acusación de su tío Raymond, Jeremy había inducido a su padre a la quiebra, había provocado indirectamente su muerte, y era tan horrible sólo pensarlo, que se estaba poniendo enferma.Se echó a llorar. Necesitaba una respuesta ya, una razón, algo que le dijera que nada de esto era cierto. No tenía ningún motivo para dudar de la palabra de su tío. Él nunca le había mentido, y has
Jennifer siguió llorando como una niña. Se sentía tan sola, tan traicionada, tan tonta.Y él ni siquiera pedía perdón.—Jennifer…—Quiero el divorcio —dijo ella de repente, y lo sintió reír.—No te lo daré.—No quiero seguir contigo. Eres un monstruo, capaz de destruir a otro con tal de conseguir tus objetivos.—Lo hice por una razón.—Tu razón me vale mierda —dijo ella con voz impregnada de odio—. Si tu afán es descubrir quién mató a tus padres, no me importa; yo ya descubrí quién mató al mío —se puso en pie y abrió el armario, sacando de él su maleta.— ¿Qué vas a hacer?—Me devuelvo a Chicago—. Él respiró profundo.—Está bien. Ve—. Ella se giró a mirarlo completamente sorprendida—. Enfría tu mente y…— ¿Crees que esto es sólo una rabieta, y que se me pasará en unos pocos días?—Sólo es que comprendas la razón.—No puedo creer esto. ¿De verdad eres tan frío? Creo que me equivoqué cuando dije que eras capaz de amar y proteger. La ira y el odio secaron esa parte de tu alma, si es que
Escucha, no esperes que en esta conversaciónYo me rinda, te perdone, y olvide tu traiciónYo ya vi tu mierda, sé quién eres por dentroDe ti nada me impresiona, no me engañas con tus cuentos.Jeremy se quedó solo en la suite toda la mañana y gran parte de la tarde. La idea había sido que hoy el día fuera para los dos; el trabajo con Robert ya había terminado, él se devolvería al día siguiente y podría por fin empezar su luna de miel junto a Jennifer.Se recostó en la cama y encendió la televisión, mirando sin ver la pantalla, perdiéndose en el recuerdo de Jennifer furiosa, pidiéndole el divorcio, diciendo que no podría perdonarle.No es que hubiese pensado que ella jamás se enteraría. A lo largo de su vida había comprendido una verdad: todo siempre terminaba sabiéndose; entre más se esforzara una persona en ocultar algo, tarde o temprano, en vida o en muerte, esto se terminaba sabiendo. Así que no ignoraba que algún día Jennifer sabría lo que había sucedido, pero había tenido, y aún
Jennifer entró a la habitación, que daba vueltas, y trató de ubicar la cama. Durante el viaje en ascensor hasta aquí, había dormitado, y ahora tenía unas ganas horribles de vomitar.Buscó con la mirada el baño y hacia allá se encaminó dando traspiés.No había comido bien hoy, no había hecho sino llorar y beber licor.Se lavó la boca y la cara y caminó como pudo hasta su cama.Luego se dio cuenta de que no estaba sola en la habitación.— ¿Qué haces aquí? —preguntó cuando vio que era Sean.—Te estoy ayudando.—Largo de aquí —se sentó al borde de la cama sintiéndose fatal. Emborracharse nunca se le daba bien; lo había intentado, y había descubierto que era ese tipo de persona que requería de supervisión constante; era una borracha problemática.Apoyó la cabeza en la almohada olvidándose de nuevo de que había alguien más allí con ella.—Eres un desastre —dijo Sean quitándole los zapatos.—Lárgate —volvió a decir ella, pero él se había sentado a su lado, y tenía su nariz muy cerca de la de
Siento que he perdido algo muy grande dentro de míAlgo que me hacía fuerte, algo que me hacía felizSiento un gran vacío y no encuentro la fuenteUnos ojos que no me miran, una sonrisa ausenteJennifer regresó con los hermanos Blackwell a Chicago. Todo el viaje lo hicieron en silencio, sin mirarse el uno al otro. No estaban viajando juntos, no lo parecía, tan sólo estaban compartiendo el mismo avión.Fue un viaje muy extraño, y bastante solitario. En el viaje de ida, durante las horas de espera en los aeropuertos, ellos siempre habían permanecido juntos, ignorando de manera muy obvia a Robert. Jeremy le traía agua o café o cualquier cosa que a ella se le pudiera antojar, y constantemente se habían estado tomando fotos, yendo abrazados, o de la mano.Ahora los que andaban juntos eran los hermanos y la solitaria era ella. Cuando tuvo sed, ella misma fue por una botella, llevando a todas partes su equipaje de mano.Apenas llegó al aeropuerto de Chicago, Jeremy la vio tomar el teléfono,
Jennifer estaba sentada con las piernas cruzadas en uno de los muebles del jardín. Había estado jugando con Coco largo rato, aprovechando el buen tiempo, y ahora tanto ella como la perra descansaban.Agradecía enormemente la presencia de Coco, y entre ella y las actividades de la universidad, se mantenía más o menos ocupada y no pensaba tanto en Jeremy.Recogió sus piernas en el sofá y abrazó sus rodillas mirando fijamente a los árboles que señalaban el límite de los terrenos de la casa recordando que anoche había soñado con él.No recordaba bien qué, sólo sabía que habían estado desnudos, y discutían a la vez que hacían el amor.Su mente febril creaba locuras en sus sueños, y le recordaban que lo extrañaba.Pero el Jeremy que ella extrañaba no era real; ella extrañaba al Jeremy honesto, sincero y que no decía mentiras. El que ahora compartía con ella la casa era horrible, materialista hasta el extremo, ambicioso de manera enfermiza, y…Y creía que ella le había sido infiel.Cerró sus
He pasado en esta vida por infiernos y destrozosY por mi orgullo, y mi soberbia tu corazón ha sido roto. Cuánto daño, cielo mío, sin quererlo yo te hice.Aunque pueda yo curarte, habrá en tu alma cicatrices. Se pasaron cinco días, y si Jennifer vio a Jeremy dos veces en la casa, fue mucho. Él se iba muy temprano, y llegaba bien tarde en la noche. No comía en casa, ni cenaba. No la había llamado ni una sola vez, y tampoco la había buscado para nada. Era como si de repente, ella hubiese dejado de existir para él.Y dolía, caray.Cansada de esperar una oportunidad para hablar nuevamente con él, encontrárselo de casualidad para poder volver a preguntarle, decidió tomar las riendas del asunto y se encaminó a las oficinas de Hendricks Industries, donde estaban instalados los Blackwell ahora y desde la cual dirigían su imperio.Se anunció con Robert, no con Jeremy, y cuando su anciano secretario le dio el pase, Jennifer entró al despacho.Las oficinas seguían siendo las mismas a pesar de