Jennifer entró a la habitación, que daba vueltas, y trató de ubicar la cama. Durante el viaje en ascensor hasta aquí, había dormitado, y ahora tenía unas ganas horribles de vomitar.Buscó con la mirada el baño y hacia allá se encaminó dando traspiés.No había comido bien hoy, no había hecho sino llorar y beber licor.Se lavó la boca y la cara y caminó como pudo hasta su cama.Luego se dio cuenta de que no estaba sola en la habitación.— ¿Qué haces aquí? —preguntó cuando vio que era Sean.—Te estoy ayudando.—Largo de aquí —se sentó al borde de la cama sintiéndose fatal. Emborracharse nunca se le daba bien; lo había intentado, y había descubierto que era ese tipo de persona que requería de supervisión constante; era una borracha problemática.Apoyó la cabeza en la almohada olvidándose de nuevo de que había alguien más allí con ella.—Eres un desastre —dijo Sean quitándole los zapatos.—Lárgate —volvió a decir ella, pero él se había sentado a su lado, y tenía su nariz muy cerca de la de
Siento que he perdido algo muy grande dentro de míAlgo que me hacía fuerte, algo que me hacía felizSiento un gran vacío y no encuentro la fuenteUnos ojos que no me miran, una sonrisa ausenteJennifer regresó con los hermanos Blackwell a Chicago. Todo el viaje lo hicieron en silencio, sin mirarse el uno al otro. No estaban viajando juntos, no lo parecía, tan sólo estaban compartiendo el mismo avión.Fue un viaje muy extraño, y bastante solitario. En el viaje de ida, durante las horas de espera en los aeropuertos, ellos siempre habían permanecido juntos, ignorando de manera muy obvia a Robert. Jeremy le traía agua o café o cualquier cosa que a ella se le pudiera antojar, y constantemente se habían estado tomando fotos, yendo abrazados, o de la mano.Ahora los que andaban juntos eran los hermanos y la solitaria era ella. Cuando tuvo sed, ella misma fue por una botella, llevando a todas partes su equipaje de mano.Apenas llegó al aeropuerto de Chicago, Jeremy la vio tomar el teléfono,
Jennifer estaba sentada con las piernas cruzadas en uno de los muebles del jardín. Había estado jugando con Coco largo rato, aprovechando el buen tiempo, y ahora tanto ella como la perra descansaban.Agradecía enormemente la presencia de Coco, y entre ella y las actividades de la universidad, se mantenía más o menos ocupada y no pensaba tanto en Jeremy.Recogió sus piernas en el sofá y abrazó sus rodillas mirando fijamente a los árboles que señalaban el límite de los terrenos de la casa recordando que anoche había soñado con él.No recordaba bien qué, sólo sabía que habían estado desnudos, y discutían a la vez que hacían el amor.Su mente febril creaba locuras en sus sueños, y le recordaban que lo extrañaba.Pero el Jeremy que ella extrañaba no era real; ella extrañaba al Jeremy honesto, sincero y que no decía mentiras. El que ahora compartía con ella la casa era horrible, materialista hasta el extremo, ambicioso de manera enfermiza, y…Y creía que ella le había sido infiel.Cerró sus
He pasado en esta vida por infiernos y destrozosY por mi orgullo, y mi soberbia tu corazón ha sido roto. Cuánto daño, cielo mío, sin quererlo yo te hice.Aunque pueda yo curarte, habrá en tu alma cicatrices. Se pasaron cinco días, y si Jennifer vio a Jeremy dos veces en la casa, fue mucho. Él se iba muy temprano, y llegaba bien tarde en la noche. No comía en casa, ni cenaba. No la había llamado ni una sola vez, y tampoco la había buscado para nada. Era como si de repente, ella hubiese dejado de existir para él.Y dolía, caray.Cansada de esperar una oportunidad para hablar nuevamente con él, encontrárselo de casualidad para poder volver a preguntarle, decidió tomar las riendas del asunto y se encaminó a las oficinas de Hendricks Industries, donde estaban instalados los Blackwell ahora y desde la cual dirigían su imperio.Se anunció con Robert, no con Jeremy, y cuando su anciano secretario le dio el pase, Jennifer entró al despacho.Las oficinas seguían siendo las mismas a pesar de
Llegó a la casa que compartía con Jeremy y se quedó de pie en la sala mirando en derredor.Había hablado con John por teléfono, quien le pidió que se reunieran personalmente para hablar del tema, pues no era un asunto que debiera tratarse por teléfono.Eso la intrigaba aún más.Todo parecía indicar que lo que Robert le había dicho era cierto, y si eso era así, Jeremy no era el ladrón que ella había pensado. No había pretendido nunca adueñarse de su herencia, y, por lo tanto, tampoco era culpable del estrés que llevó a su padre a la muerte.Si él era inocente, entonces el monstruo aquí era ella, que había simulado meterse en la cama con su exnovio en venganza.No, no. Eso no podía ser, se dijo dando vueltas por la sala, pensando mucho.Jeremy llegó a casa, y ella seguía en la sala, así que cuando lo vio, se puso en pie y caminó a él, que la miró de arriba abajo, como siempre hacía, pero sin pronunciar palabras.—Tenemos que hablar —dijo ella, y lo vio tragar saliva.—De qué.—De… tanta
Jeremy llegó por fin a la casa luego de un largo día de trabajo, luego de una larga semana de trabajo.Estaba cansado, agotado, y en lo único que podía pensar era en un baño de agua caliente y una copa de vino tinto, así que, mientras preparaba lo primero, bajó al mini bar por lo segundo.Cuando tuvo consigo la botella y su copa, se desnudó metiéndose en la bañera y dejó salir un suspiro de satisfacción, preguntándose si luego de esta sesión de relajación, podría dormir al fin.No había podido hacerlo en las últimas semanas. Se movía buscando a Jennifer en la cama, y al no hallarla, despertaba recordando lo que había sucedido y ya no podía volver a dormir. Se estaba volviendo loco por la falta de descanso, por las frustraciones que empezaban a acumularse en su cuerpo, por el dolor constante de saberla capaz de causarle daño de maneras horribles.Cuando ya el agua empezaba a enfriarse, salió por fin, y volvió a llenar su copa de vino, y mientras se anudaba la bata, sintió la puerta de
Y esta es la razón por la que no quería enamorarmeMi corazón tan expuesto, tan afuera, tan asíPalpitando entre tus manos, y yo temiendo por él.Muero de miedo, quiero esconderme otra vez.A la mañana siguiente, Jeremy bajó a desayunar, encontrando a Jennifer sentada en su lugar de siempre en la mesa con Coco a su lado.La miró extrañado. En las últimas semanas, ella no había bajado a desayunar con él ni una sola vez.—Buenos días, querido —lo saludó ella con una sonrisa, y él la miró confundido. ¿“Querido”?—Buenos días—. Caminó hacia su lugar en la mesa mirándola fijamente. Ella estaba vestida como si fuera a salir, con una falda ejecutiva y una blusa que se anudaba en el cuello y le dejaba los hombros descubiertos. Su cabello estaba atando en la coronilla dándole un aire señorial. Estaba hermosa.—He decidido que de ahora en adelante desayunarás comida saludable —dijo ella dejando su vaso con jugo de naranja sobre la mesa—. Ya no más huevos y tocino. Demasiada grasa.— ¿Qué? —preg
Jeremy llegó al edificio de las oficinas de Hendricks Industries y se fue directamente a la de Robert, que muy seguramente ya estaba allí. Abrió la puerta sin anunciarse, encontrándolo de pie junto a Walters, su secretario, mientras éste le enseñaba algunos documentos.—Necesito hablar contigo —dijo Jeremy con voz grave, y Robert movió su cabeza afirmativamente, sin pronunciar palabras. Walters salió en silencio dejando a los dos hermanos solos.—Parece que has tenido un mal inicio de día.— ¿Te das cuenta de lo que hiciste? —le reclamó al instante—Al contarle todo a Jennifer, la has expuesto al peligro. Su padre hizo todo lo posible para mantenerla a salvo, ¡y tú has arruinado todos sus esfuerzos!— ¡Jennifer no es una niña! —exclamó Robert— No sólo sabrá cuidarse, entenderá.—Si algo le pasa, Robert… te culparé a ti y sólo a ti.—Qué diablos…— ¡Sí, tú! Si algo le pasa a Jennifer por querer saber más, por ponerse a investigar y tocar espacios que antes eran secretos y seguros, ¡acab