He pasado en esta vida por infiernos y destrozosY por mi orgullo, y mi soberbia tu corazón ha sido roto. Cuánto daño, cielo mío, sin quererlo yo te hice.Aunque pueda yo curarte, habrá en tu alma cicatrices. Se pasaron cinco días, y si Jennifer vio a Jeremy dos veces en la casa, fue mucho. Él se iba muy temprano, y llegaba bien tarde en la noche. No comía en casa, ni cenaba. No la había llamado ni una sola vez, y tampoco la había buscado para nada. Era como si de repente, ella hubiese dejado de existir para él.Y dolía, caray.Cansada de esperar una oportunidad para hablar nuevamente con él, encontrárselo de casualidad para poder volver a preguntarle, decidió tomar las riendas del asunto y se encaminó a las oficinas de Hendricks Industries, donde estaban instalados los Blackwell ahora y desde la cual dirigían su imperio.Se anunció con Robert, no con Jeremy, y cuando su anciano secretario le dio el pase, Jennifer entró al despacho.Las oficinas seguían siendo las mismas a pesar de
Llegó a la casa que compartía con Jeremy y se quedó de pie en la sala mirando en derredor.Había hablado con John por teléfono, quien le pidió que se reunieran personalmente para hablar del tema, pues no era un asunto que debiera tratarse por teléfono.Eso la intrigaba aún más.Todo parecía indicar que lo que Robert le había dicho era cierto, y si eso era así, Jeremy no era el ladrón que ella había pensado. No había pretendido nunca adueñarse de su herencia, y, por lo tanto, tampoco era culpable del estrés que llevó a su padre a la muerte.Si él era inocente, entonces el monstruo aquí era ella, que había simulado meterse en la cama con su exnovio en venganza.No, no. Eso no podía ser, se dijo dando vueltas por la sala, pensando mucho.Jeremy llegó a casa, y ella seguía en la sala, así que cuando lo vio, se puso en pie y caminó a él, que la miró de arriba abajo, como siempre hacía, pero sin pronunciar palabras.—Tenemos que hablar —dijo ella, y lo vio tragar saliva.—De qué.—De… tanta
Jeremy llegó por fin a la casa luego de un largo día de trabajo, luego de una larga semana de trabajo.Estaba cansado, agotado, y en lo único que podía pensar era en un baño de agua caliente y una copa de vino tinto, así que, mientras preparaba lo primero, bajó al mini bar por lo segundo.Cuando tuvo consigo la botella y su copa, se desnudó metiéndose en la bañera y dejó salir un suspiro de satisfacción, preguntándose si luego de esta sesión de relajación, podría dormir al fin.No había podido hacerlo en las últimas semanas. Se movía buscando a Jennifer en la cama, y al no hallarla, despertaba recordando lo que había sucedido y ya no podía volver a dormir. Se estaba volviendo loco por la falta de descanso, por las frustraciones que empezaban a acumularse en su cuerpo, por el dolor constante de saberla capaz de causarle daño de maneras horribles.Cuando ya el agua empezaba a enfriarse, salió por fin, y volvió a llenar su copa de vino, y mientras se anudaba la bata, sintió la puerta de
Y esta es la razón por la que no quería enamorarmeMi corazón tan expuesto, tan afuera, tan asíPalpitando entre tus manos, y yo temiendo por él.Muero de miedo, quiero esconderme otra vez.A la mañana siguiente, Jeremy bajó a desayunar, encontrando a Jennifer sentada en su lugar de siempre en la mesa con Coco a su lado.La miró extrañado. En las últimas semanas, ella no había bajado a desayunar con él ni una sola vez.—Buenos días, querido —lo saludó ella con una sonrisa, y él la miró confundido. ¿“Querido”?—Buenos días—. Caminó hacia su lugar en la mesa mirándola fijamente. Ella estaba vestida como si fuera a salir, con una falda ejecutiva y una blusa que se anudaba en el cuello y le dejaba los hombros descubiertos. Su cabello estaba atando en la coronilla dándole un aire señorial. Estaba hermosa.—He decidido que de ahora en adelante desayunarás comida saludable —dijo ella dejando su vaso con jugo de naranja sobre la mesa—. Ya no más huevos y tocino. Demasiada grasa.— ¿Qué? —preg
Jeremy llegó al edificio de las oficinas de Hendricks Industries y se fue directamente a la de Robert, que muy seguramente ya estaba allí. Abrió la puerta sin anunciarse, encontrándolo de pie junto a Walters, su secretario, mientras éste le enseñaba algunos documentos.—Necesito hablar contigo —dijo Jeremy con voz grave, y Robert movió su cabeza afirmativamente, sin pronunciar palabras. Walters salió en silencio dejando a los dos hermanos solos.—Parece que has tenido un mal inicio de día.— ¿Te das cuenta de lo que hiciste? —le reclamó al instante—Al contarle todo a Jennifer, la has expuesto al peligro. Su padre hizo todo lo posible para mantenerla a salvo, ¡y tú has arruinado todos sus esfuerzos!— ¡Jennifer no es una niña! —exclamó Robert— No sólo sabrá cuidarse, entenderá.—Si algo le pasa, Robert… te culparé a ti y sólo a ti.—Qué diablos…— ¡Sí, tú! Si algo le pasa a Jennifer por querer saber más, por ponerse a investigar y tocar espacios que antes eran secretos y seguros, ¡acab
Esta mañana, cuando Jeremy le había asegurado que prefería que estuviera furiosa con él, pero viva, una alarma se había encendido en ella. Él no le había impedido salir de la casa, no la había encerrado con llave porque seguramente esperaba que ella fuera obediente y le hiciera caso de no seguir investigando. O tal vez había pensado que Hammonds le ocultaría la verdad, y, por lo tanto, ella seguiría a oscuras.Cuando él se fue en su auto, Jennifer había regresado a su habitación con el corazón agitado, y se había cambiado de ropa. Ahora llevaba unos jeans rotos, una camiseta gris y ancha con el logo de I Love NY, y una peluca negra que había comprado de camino aquí. Se veía espantosa, jamás la confundirían con la sofisticada Jennifer Hendricks. Tal vez Hammonds lograra identificarla si la miraba muy detenidamente, pues esta había sido su manera de vestir en la universidad, y otras épocas igual de locas, pero lograría confundirlo un poco.No tenía manera de saber por qué había tomado e
Me miras con timidezPero yo lo sé todo de tiTe mueres por perdonarme, por volverDa el primer paso, mi cieloYo te seguiré hasta el fin.Jennifer despertó sobresaltada. Había tenido una pesadilla, un mal sueño donde ella iba por un camino, de noche, y de repente apareció ante un río que debía atravesar, y al pisarlo, éste se agitó como un mar embravecido queriendo ahogarla.Abrió los ojos con el pecho agitado y miró alrededor sintiéndose un poco desorientada, las últimas imágenes de su sueño aún pasaban por su mente, y poco a poco se fue calmando. Él la había traído en brazos, recordó, la había acostado aquí y luego se había ido.Seguía disgustado con ella, comprendió. Ella ya sabía por qué él había hecho todo, pero él seguía creyendo que había tenido intención de acostarse con Sean.A pesar de eso, él se había portado bastante atento en aquella terraza donde se había dado cuenta de que tenía un hermano loco que buscaba hacerle daño. La había abrazado y consolado, y también había co
— ¿Cómo te enteraste de lo de ese… hombre que al parecer es mi hermano? —preguntó Jennifer varias horas después, desnuda en sus brazos. Era el momento de hablar muchas cosas, aunque hacerlo sin ropa le quitaba un poco la gravedad a todo.Tal vez era mejor así.—Al principio creímos que todo era motivado por el ansia de dinero —contestó él, cumpliendo su promesa de no ocultarle nada y contándole. Con movimientos perezosos, él acariciaba la piel de su brazo mientras ella estaba casi sobre él mirando al techo—. Debía ser alguien de los directivos, así que los fuimos examinando de uno en uno. Sin embargo, antes de llegar a Richard Jones, tu padre murió, y ya nosotros no tuvimos autorización ni apoyo para seguir con la investigación.—Fue cuando me buscaron.—Yo no te conocía, tampoco Robert te había visto en persona. William nunca tuvo la delicadeza de presentarnos a su familia. Llegamos a pensar que no nos quería cerca de ti, pero tampoco nos importó. Cazar herederas no estaba en nuestro