Jeremy llegó al edificio de las oficinas de Hendricks Industries y se fue directamente a la de Robert, que muy seguramente ya estaba allí. Abrió la puerta sin anunciarse, encontrándolo de pie junto a Walters, su secretario, mientras éste le enseñaba algunos documentos.—Necesito hablar contigo —dijo Jeremy con voz grave, y Robert movió su cabeza afirmativamente, sin pronunciar palabras. Walters salió en silencio dejando a los dos hermanos solos.—Parece que has tenido un mal inicio de día.— ¿Te das cuenta de lo que hiciste? —le reclamó al instante—Al contarle todo a Jennifer, la has expuesto al peligro. Su padre hizo todo lo posible para mantenerla a salvo, ¡y tú has arruinado todos sus esfuerzos!— ¡Jennifer no es una niña! —exclamó Robert— No sólo sabrá cuidarse, entenderá.—Si algo le pasa, Robert… te culparé a ti y sólo a ti.—Qué diablos…— ¡Sí, tú! Si algo le pasa a Jennifer por querer saber más, por ponerse a investigar y tocar espacios que antes eran secretos y seguros, ¡acab
Esta mañana, cuando Jeremy le había asegurado que prefería que estuviera furiosa con él, pero viva, una alarma se había encendido en ella. Él no le había impedido salir de la casa, no la había encerrado con llave porque seguramente esperaba que ella fuera obediente y le hiciera caso de no seguir investigando. O tal vez había pensado que Hammonds le ocultaría la verdad, y, por lo tanto, ella seguiría a oscuras.Cuando él se fue en su auto, Jennifer había regresado a su habitación con el corazón agitado, y se había cambiado de ropa. Ahora llevaba unos jeans rotos, una camiseta gris y ancha con el logo de I Love NY, y una peluca negra que había comprado de camino aquí. Se veía espantosa, jamás la confundirían con la sofisticada Jennifer Hendricks. Tal vez Hammonds lograra identificarla si la miraba muy detenidamente, pues esta había sido su manera de vestir en la universidad, y otras épocas igual de locas, pero lograría confundirlo un poco.No tenía manera de saber por qué había tomado e
Me miras con timidezPero yo lo sé todo de tiTe mueres por perdonarme, por volverDa el primer paso, mi cieloYo te seguiré hasta el fin.Jennifer despertó sobresaltada. Había tenido una pesadilla, un mal sueño donde ella iba por un camino, de noche, y de repente apareció ante un río que debía atravesar, y al pisarlo, éste se agitó como un mar embravecido queriendo ahogarla.Abrió los ojos con el pecho agitado y miró alrededor sintiéndose un poco desorientada, las últimas imágenes de su sueño aún pasaban por su mente, y poco a poco se fue calmando. Él la había traído en brazos, recordó, la había acostado aquí y luego se había ido.Seguía disgustado con ella, comprendió. Ella ya sabía por qué él había hecho todo, pero él seguía creyendo que había tenido intención de acostarse con Sean.A pesar de eso, él se había portado bastante atento en aquella terraza donde se había dado cuenta de que tenía un hermano loco que buscaba hacerle daño. La había abrazado y consolado, y también había co
— ¿Cómo te enteraste de lo de ese… hombre que al parecer es mi hermano? —preguntó Jennifer varias horas después, desnuda en sus brazos. Era el momento de hablar muchas cosas, aunque hacerlo sin ropa le quitaba un poco la gravedad a todo.Tal vez era mejor así.—Al principio creímos que todo era motivado por el ansia de dinero —contestó él, cumpliendo su promesa de no ocultarle nada y contándole. Con movimientos perezosos, él acariciaba la piel de su brazo mientras ella estaba casi sobre él mirando al techo—. Debía ser alguien de los directivos, así que los fuimos examinando de uno en uno. Sin embargo, antes de llegar a Richard Jones, tu padre murió, y ya nosotros no tuvimos autorización ni apoyo para seguir con la investigación.—Fue cuando me buscaron.—Yo no te conocía, tampoco Robert te había visto en persona. William nunca tuvo la delicadeza de presentarnos a su familia. Llegamos a pensar que no nos quería cerca de ti, pero tampoco nos importó. Cazar herederas no estaba en nuestro
Tuve el amor tan cerca, tan cerca de mis dedosTuve el amor más fuerte, más fuerte que los celosOh, bella, hazme sufrir cuanto quieras, lo merezcoPero luego permite que yo repare esos recuerdos— ¿Y si nos vamos a las Bahamas una semana entera? —propuso Jeremy llevándose un bocado de comida a la boca. Ella lo miró con ojos entrecerrados al ver que él insistía en ofrecerle regalos como compensación.—El verano ya casi se acaba.—Las Bahamas están en el caribe, allá todavía será verano un rato más. ¿Y Bora Bora? —Jennifer sonrió sin contestar, quería ver hasta dónde llegaba él con este juego.—Señor —dijo Patricia acercándose a la mesa luego de que la pareja hubo terminado—. John Hammonds está aquí—. Jeremy miró a Jennifer preguntándose qué querría, y le dio a Patricia la indicación de llevarlo a la sala.—Tal vez pasó algo inesperado —auguró Jennifer—. John no es de irrumpir en la casa de nadie sin anunciarse.—Bueno, veamos qué quiere.— ¿Vas a dejar que esté allí? —él la miró eleva
Pasaron toda la tarde en la habitación haciendo el amor. Jennifer se asombraba de sí misma, de la resistencia física de ambos, y del hambre que estaba mostrando él. Una semana separados había sido demasiado, al parecer, más, porque habían estado disgustados.Ya era tarde en la noche cuando él por fin salió de la habitación y la dejó desnuda en la cama. Robert lo había llamado y él se había encerrado en su despacho.Salió de la cama sintiendo hambre, y se vistió con lo primero que encontró para bajar a la cocina.Una vez abajo, escuchó voces que venían de la cocina, así que se levantó y caminó a paso lento. Era la voz de una de las chicas de la limpieza, que parloteaba mientras acomodaba unos trastos. Patricia preparaba algo en la estufa.—Es que yo digo, tuvo que ser algo muy fuerte, algo muy malo. El señor estaba terriblemente enojado —decía la chica de la limpieza—. O sea, es que ni se giraba a verla. ¿Y los viste pelear esta mañana?—No deberías meterte en esas cosas —la reprendió
Un toque tuyoY en fiesta infinita celebra mi piel Un beso tuyoY mi alma se derrama sobre ti como la miel.Jennifer besó profundamente la boca de Jeremy, que paseaba sus manos muy suavemente por la piel de su espalda, su costado, y la fue subiendo hasta atrapar en ellas sus senos, apretujándolos suavemente, deleitándose en su suavidad, la manera como llenaban sus manos.Ah, el cuerpo de su esposa, pensó él cerrando sus ojos, absorbiendo las sensaciones que entraban por todos sus otros sentidos.Con sus dedos, jugueteaba con los rosados pezones, y éstos se fueron endureciendo poco a poco. Ella gimió suavemente y él abrió sus ojos al oírla.—Eres una golosa —sonrió, y Jennifer se sacó la blusa que llevaba puesta para quedar completamente desnuda sobre él.—Y qué. Como si tú no fueras peor —él alejó un poco su cabeza mirándola ceñudo, pero cuando ella lo miró esperando que contradijera a sus palabras, él asintió.—Es tu culpa, de todos modos —dijo—. Estás demasiado buena —ella sonrió,
Tío Raymond se apareció de repente cuando ya la pareja había desayunado y Jeremy se bebía un café mientras leía el diario dominical sentado en la mesa de desayuno de la cocina, y Jennifer lo observaba preguntándose por qué esta escena le parecía tan hermosa.Lo anunciaron, y ambos se miraron alarmados.— ¿Qué querrá? —preguntó Jennifer un poco asustada. En el pasado, todas las veces que habló con tío Raymond fue para malas noticias. Jeremy sólo agitó levemente su cabeza pidiéndole que no se preocupara. Dejó el diario a un lado y se levantó para ir a recibirlo. Jennifer fue con él, y encontraron al hombre de pie en medio de la sala, algo agitado, y paseándose de un lado a otro.—Tío Raymond —saludó Jeremy con la voz impregnada de buen humor. Jennifer lo miró tratando de hacerle entender que tomara otra actitud, aunque en el fondo sabía que su marido terminaría haciendo lo que le diera la gana.—Te dije que no te doy permiso para llamarme así. Tú, niña. ¿Cómo es posible que sigas con es